El área de la Vicepresidencia y la Zarzuela, las más afectadas por las 'revelaciones'
El 'pequeño Nicolás' pone a la Moncloa al borde de un ataque de nervios
Le dicen friqui, un megalómano, un peliculero... Pero el 'pequeño Nicolás' ha incomodado enormemente en Moncloa. Dos de sus misiles, ciertos o no, impactaron en el entorno de la vicepresidenta, que evita todo protagonismo en asuntos polémicos.
Dos de los poco contrastados misiles que ha lanzado estos días Francisco Nicolás Gómez, más conocido como 'el pequeño Nicolás' o 'llámame Fran', han impactado en el entorno de la vicepresidenta del Gobierno con resultados ciertamente inciertos aunque desestabilizadores. El singular protagonista mediático de las últimas semanas, tanto que le ha robado foco al mismísimo Pablo Iglesias, ha desgranado una serie de supuestas actuaciones de mediación o de interlocución política por encargo, según él, de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Las estrambóticas correrías mediáticas del joven protagonista de un serial que parece haber llegado a su fin, han agitado las aguas del Gobierno este fin de semana. Han molestado, y mucho. Ha irritado enormemente el hecho de que se le diera tanto espacio y cedibilidad a las hazañas de este joven megalómano e imaginativo. Se ha husmeado en su pasado, se busca quién ha sido su padrino, su introductor de embajadores en los círculos del PP y alrededores y, sobre todo, se han hecho insistentes llamadas a algunos medios para que amaine este serial. 'Un disparate, un friqui, un loquito', son los términos que se escuchan desde Moncloa para referirse a la irrupción mediática de este singular muchacho, de veinte años, apenas nadie hasta hace un par de meses, estudiante poco lumbreras de Derecho pero vocacionalmente orientado a escalar en las escarpadas colinas de la política, que en la noche del sábado logró hacerse con el santo y la limosna de la audiencia en su seguidísima e interminable aparición en Telecinco. La reacción informativa de algunos medios, este lunes, evidencia que las insistentes sugerencias monclovitas han tenido su efecto.
Dos claros objetivos
El 'pequeño Nicolás' apuntó hacia dos objetivos situados en el entorno de la vicepresidenta del Gobierno. Aseguró que intentó una aproximación con CiU para ver si se podía bloquear el plebiscito del 9N por encargo de Vicepresidencia. Usaba un coche de Moncloa y, para más detalles, incluso estuvo en el balcón de Génova el 20-N para celebrar la mayoría absoluta de Rajoy. "Me invitó Soraya Sáenz de Santamaría, me dijo que si me apetecía subir, y subí". Esas han sido sus palabras, pronunciadas con contundencia y sin apoyo documental alguno, naturalmente.
Otro punto de las 'confesiones' del 'pequeño Nicolás' se ha centrado en su supuesta condición de 'colaborador' del CNI, asunto sobre el que se explayó con enorme descaro y lujo de detalles durante su comparecencia televisiva. Era un "charlie", según sus palabras, un término de la jerga de los servicios de inteligencia y que al parecer 'se le escapó' en declaración en el plató. Esta parte de sus confesiones son las que más enlazan con lo que podría denominarse 'una película de espías', tal y como deslizó alguno de los periodistas que le interrogaban. El CNI, sabido es, depende de Vicepresidencia del Gobierno.
El Ministerio de Presidencia, que dirige Soraya Sáenz de Santamaría, emitió el sábado un lacónico comunicado en el que se subrayaba que "el señor Gómez Iglesias nunca ha viajado con la vicepresidenta, ni en su vehículo oficial ni en privado. Nunca se le ha proporcionado un vehículo al citado señor". Y añadía que algunas de las informaciones del joven se han puesto en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. También la Casa del Rey, el CNI y la presidencia de la Comunidad de Madrid se sumaban al rosario de desmentidos. Ni el joven Nicolás fue sondeado por la Casa Real para mediar con Manos Limpias en el asunto de la infanta, ni fue invitado de honor de Ignacio González, ni ha participado en negociaciones sobre Eurovegas... Muchos desmentidos en un fin de semana convulso y delirante.
Desviar el impacto
A todas estas reacciones oficiales, en forma de desmentidos mucho más a los medios que albergaron al presunto impostor que al propio Nicolás, se sumaron también determinadas acciones desde el entorno presidencial para desviar o controlar la deriva informativa de este episodio, que ha ocupado importantes espacios en los medios desde hace casi dos meses. Sáenz de Santamaría es una política discreta, que huye de la presencia en los medios, tan sólo aparece los viernes en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros y tiene aversión por las entrevistas. Pero la irrupción de un personaje de tan singulares características, que ofrece una catarata de datos y detalles sin contrastar orientados hacia algunos objetivos muy claros, en especial Zarzuela, Moncloa y el CNI, ha inquietado al Gabinete de la vicepresidenta. Algunos colaboradores de Sáenz de Santamaría, a título personal, han conectado con determinados medios para transmitir la idea de que nada de lo que dice el señor Gómez Iglesias tiene algo que ver con la realidad y para que se baje el pistón del eco informativo de sus apariciones públicas. También se pretendería averiguar de qué van los supuestos documentos comprometedores, según su particular afirmación, que estarían ahora mismo a buen recaudo y que harían 'saltar por los aires' a importantes dirigentes políticos de nuestro país.
La bola ya hace tiempo que echó a rodar pero su impulso parece que no decae. Todo lo contrario. Dos entregas en el diario 'El Mundo' y su aparición en la noche sabática de Mediaset han relanzado la trayectoria, sin destino conocido. "Sólo vengo a decir la verdad", insistía una y otra vez el 'pequeño Nicolás', muy dolido con supuestas traiciones, con sus 72 horas en el calabozo, con su situación procesal y, presumiblemente, con un entorno que quiere su cabeza.