El último cuarto de hora

Breve introducción:

Relato de humor sobre la tercera guerra mundial. Acto final de la Historia de la humanidad, escena en cuarta dimensión, para reír o llorar...

José Luis Rodriguez Velasco


tercera guerra mundialLa tragedia fue germinando en la vigilancia del enemigo, extralimitándose los bandos contendientes en la táctica militar del explorador como punta de vanguardia en el avance de los ejércitos, fisgoneando sus pasos y actividades, llegando a examinar sus asuntos más íntimos en una práctica desmedida, poco marcial e inmoral. Olisqueo de mala educación y curiosidad  morbosa diagnosticada de patología compleja difícil de evitar y tratar. La enfermedad se propagó con creces fuera del ámbito militar, constatada como propia de hostilidad civil entre las clases sociales, brotando con el ejercicio reiterado del cotilleo entre paisanos de castas y raleas desiguales la neurosis del “junaor,” como fijación incorregible en  la mirada de sospecha, temor y alerta de la gente  adinerada o envidiosa, agresiva y soez del pobre mirón...

El vicio de mirarse, observarse o vigilarse los extremos sociales aumentó en las sombras, callando hasta disimularse. La sociedad entera se espiaba sigilosamente, las paredes oían y el ojo avizor no descansaba en su mirada paranoica. En tiempos de paz extendido el espionaje civil hasta sus últimas consecuencias llegó a especializarse en industrial, tecnológico y político, además del vecinal y en otras clases y categorías de “junaores” adquiriendo tanta importancia y desarrollo que, los servicios secretos de cualquier organización medianamente rica o poderosa, modernizaron sus departamentos de inteligencia multiplicando sus tentáculos ojeadores cuasitáctiles y olfativos a través de la técnica cibernética más puntera y uso de satélites espías de última generación, e instruyendo un numeroso contingente de agentes secretos financiados, aprovechando también como información de primera mano la colaboración económica de lenguos, pelotas, chivatos y envidiosos arrastrados que no dejaban de acechar y chismorrear...

Los afortunados observados reaccionaron ante las reivindicaciones sindicales, conquistas sociales y algarabías libertarias con manifestaciones obsesivas de cuidado y alerta fóbica, exagerando la desconfianza sobre el “populus barbarus” organizado,  recurriendo con sus dineros a medidas más  severas y drásticas, extraídas de la sicología subliminal, biología conductista y etología animal, experimentando en consecuencia sin compasión la disciplina panóptica que vigila, somete, excluye, discrimina y amaestra a los seres humanos como a monos titiriteros, administrando y doblegando sus necesidades naturales mediante el pago de salarios insuficientes, dando por resultado la escasez y la continencia. Siendo el control asalariado el instrumento más eficaz probado de cuantos existen, poniendo barreras y frenos de contención a sus miradas encolerizadas con pupilas aumentadas de animales acorralados, evitando por consiguiente las acciones bravías, desafiantes y de ataque por sorpresa, aumentando su espíritu humilde, santón y temeroso, permitiéndoles para que no se quejaran demasiado el acceso al paraíso terrenal del supermercado, deleitándolos en el placer de comprar productos baratos...

Tenía que suceder el trágico acontecimiento y llegó la hora..., unos pocos lo esperaban aterrados construyendo sus bunkers acondicionados para la ocasión, ¡¡¡ esto va a estallar!!! se decían en secreto al oído bajando la voz en los bares,  oficinas, talleres y fábricas, sabían que el traslado de millones de pobres en buques mercantes para hundirlos en el océano o abandonarlos en el desierto del Sahara  había fracasado porque se negarían a embarcar, y también conocían la trampa de entrar en los hornos para gasearlos, la deflagración armada o devastación nuclear estaba a punto de caramelo, las conferencias y el Protocolo de Kioto fueron una sucesión de engañifas diseñadas para seguir amansando a las fieras ecologistas e incumpliendo sistemáticamente sus acuerdos, no estaban por la labor de parar la carrera nuclear y la vertiginosa construcción de ingeniosas armas de destrucción masiva. Otros muchos ni siquiera se lo planteaban, vivían dormidos soñando con el culto a la personalidad de los líderes del deporte de competición, la lotería, los somníferos y el folklore del mete saca cuando les dejaban..., pero, un día sonó la alarma en la sede de los Jefes de Estado Mayor de la Defensa, esta vez no era una falsa alarma como en otras ocasiones había ocurrido por culpa del infundado rumor de un pobre envidioso, de lengüilla bífida y agrios ojos verdes de tanto junar,  o de una mosca espía civil volando cerca del primitivo detector de emergencias, el segundo avisador garantizaba la certeza del dispositivo, el tercero y hasta el décimo fueron sonando seguidos, no cabía la menor duda se trataba  de una alarma real, comprobada militarmente. El presidente de los E.E.U.U. fue informado de inmediato, el funesto mensaje cifrado  se difundió en el planeta a velocidad supersónica en los medios de comunicación secretos de los Estados. Los centros de emergencias y seguridad civiles de todas las ciudades recibieron al mismo tiempo la información con el código ahora descifrado, los jefes de sala de los departamentos de policía, bomberos, protección civil y socorro sanitario pasaron con celeridad la noticia a la prensa, activando de inmediato los preventivos planes de seguridad y emergencia. Mientras..., el cielo se iba tiñendo de un color rojo cada vez más naranja, de un naranja fuego, semejante al napalm, igual que el azufre y fuego caído en Sodoma y Gomorra.

¡¡¡Atención los patrullas, prepárense para recibir un comunicado urgente: Ha estallado la tercera guerra mundial, manténganse en sus puestos a la escucha!!!, dijeron los responsables de las emisoras directoras de todas las policías del mundo. En semejantes términos pasaron el mensaje a su personal bomberos, protección civil y asistencia sanitaria, disponiendo en las bases de los  servicios de emergencia y seguridad los vehículos con su dotación completa para intervención inmediata. Las cadenas de televisión y radio dejaron de emitir sus programas poniendo música clásica de fondo mientras confeccionaban el texto de la noticia para difundirla con celeridad y más ampliada a la audiencia, anunciando al momento: ¡¡¡Señoras y señores, noticia de última hora, ha comenzado la tercera guerra mundial, dentro de una hora cuando lleguen los pepinos con su carga letal cerca de la tierra comenzará la cuenta atrás, y en quince minutos exactamente se acabará el mundo !!!

En las pantallas de televisión hablaban sicólogos tranquilizando a las masas humanas desbordadas argumentando: ¡No se pongan nerviosos, cálmense, déjense de espiar y respiren profundamente, es mejor morir relajados y contentos! Religiosos de todas las confesiones rezaban en radio y televisión rodilla en tierra y brazos en cruz acompañados de sus sequitos, vociferando a menudo entusiasmados: ¡A llegado el Apocalipsis, por fin habrá justicia en la tierra para los que se miran mal echándose el mal de ojos y no las rupias, el todopoderoso separará a los justos de los malditos que irán de cabeza al infierno, sólo se salvarán los inocentes de ojos tiernos y corazón puro que no han disfrutado ni un solo momento del paraíso terrenal,  ya se lo advertimos a los pecadores que se jactaban de seguir pecando ahora que se jodan! Analistas internacionales daban explicación sobre el origen de la guerra, sus causas y errores, coincidiendo en que los problemas  tuvieron como motivo principal el desmedido control social ejercido por el poder asentado en la bicoca vigilando y reprimiendo la retahíla del hambre, la envidia cansina de otros apetitos suntuosos y carnales, y el ambicioso deseo de querer viajar y dormir el maldito pueblo junto al jefe en el mismo tren...tercera guerra mundial

Los ciudadanos llevaban mucho tiempo mirándose crispados en el contraste de sus  modestas vidas tan opuestas a los columpiados y se negaban a comer hierba como las ovejas, nadie  igualó la diferencia, en aquella sociedad mezquina sólo importaban los  beneficios de unos pocos, agravándose con la práctica de los negocios despiadados y marginantes el conflicto social y racial. El deterioro medioambiental del planeta importaba menos que un pimiento... Desengañados de demagogias políticas y muy cansados de hablar de fútbol y del tiempo, se espiaban en secreto escuchando detrás de las paredes, ocultos tras las persianas vigilando por las rendijas sin perder detalle en la vida diaria de vecinos y semejantes, envidiando casas, coches, vestidos y zapatos..., ningún artículo de marca dejó de ser visto, junado y examinado con atención, tan distintos a los objetos inferiores y penosos que ellos poseían..., casas hacinadas, mueblecitos de madera aglomerada, vehículos y máquinas de segunda mano estropeadas, comida bazofia y las prendas de vestir de mal género y gusto diseñadas que de ridiculas cabreaban... La gente engendró mala leche sin darse los buenos días al cruzarse mirando para otro lado,  expectantes por las mirillas fueron convertidos en misántropos insultones en soledad, arrojando la piedra y escondiendo la mano denunciaban las faltas y delitos de vecinos sospechosos sumidos en la miseria que aumentaban como las moscas,  y la juventud más preparada que nunca, sin   futuro, enseñaban el culo bailando hip hop con la gorra al revés de las normas de cortesía, al son de la música Rap y triste de los barrios cutres, grafiteando en las paredes mensajes proféticos de agonía  y perdición.

Realizaban frecuentes llamadas telefónicas  interesándose por la mala salud, falta de trabajo y desgracia de enemigos y familiares, regocijándose en el infortunio, habían perdido la fe..., el número de endemoniados aumentaba según las estadísticas extraoficiales de los tattoos, punzándose el diablo en la piel. Planeaban trampas citándose en reuniones conspirando unos contra otros, y muy besucones en la emboscada se deseaban un buen día para engañarse, sacar provecho o ahorcarse mutuamente... Estaba el horno demasiado caliente y seguían tocándose los cojones añadiendo más dosis de cinismo en la cortesía y el protocolo ceremonial..., la calle desprendía un repelente olor a pólvora almacenada, descontento y agitación, aumentaron los  buscadores de bocados orgánicos en las basuras, cambiaron los pájaros canarios y peces de colores como mascotas por pirañas, serpientes y perros peligrosos..., afilaron cuchillos, cargaron fusiles y almacenaron bombas sin parar con muchas ganas de empezar la pelea..., hasta que se desfogaron encendiendo la peor de las candelas...

Científicos, médicos y militares informaban en los medios haciendo un primer balance sobre las armas usadas en el multiataque global y sus nefastas consecuencias: La radiación extrafuerte en este momento se encuentra en la exosfera a unos mil kilómetros de distancia y va cayendo hacia la tierra, cuando llegue a cien metros de altura sobre el nivel del mar el planeta se convertirá en un desierto de lava roja, el agua contenida en los cuerpos humanos se habrá secado, el tejido orgánico se desprenderá y por último los huesos se fundirán como gelatina para derretirse por completo. Las cadenas de televisión mostraban junto a las imágenes virtuales del inmediato terror final y en directo el pánico generalizado  y griterío de las masas humanas desenfrenadas por las calles y la de los muchos desesperados que se arrojaban por las ventanas de los edificios. Algunos políticos importantes escondidos en sus búnkers llenos de provisiones alimenticias y sexuales emitían mensajes culpándose unos a otros de la situación. No se podía hacer nada, aguantarse y joderse era la consigna y única solución posible, decían repetidas veces en los medios de comunicación. Otros del mismo oficio iniciaron el vuelo como pájaros migratorios en su aviones blancos buscando en el planeta un lugar sin guerra exento de químicos ardientes y, esta vez, perdieron las elecciones.

La población activa había dejado de trabajar menos los servicios de emergencia y..., en la emisión de un programa de televisión que les sorprendió la deflagración en directo, en plena tragedia, llanto y desesperación de las gentes una guapísima locutora se desnudó de repente ante los teleespectadores y, liberada de prejuicios morales, con los cámaras se puso a practicar porno duro en un trío de escándalo, sacando pecho al desenlace final de la humanidad...

El frenético ruido de fondo en las calles se hizo silencio por un momento para prestar atención y mirar junando al curioso evento o noticia extraordinaria acontecida en la convencional televisión, más interesante que la estúpida guerra, pues la gente estaba tan enganchada a la pequeña pantalla directa o indirectamente en sus vouyeurosas vidas que influía biológicamente hasta en su respiración, expansión y contracción pulmonar, vaginal y penetiva. Al correr el tupido velo de la realidad que ordenaban tapar los poderosos mandarines, descubrieron que la censura se excusaba en el escándalo sexual promovido por una moral obsoleta arraigada en la tradición de preceptos dictados por homínidos verticales que tapaban sus vergüenzas, para cercenar las libertades y, había sido el paradigma e hilo conductor de las prácticas políticas. Esta  libre, fresca y atrevida escena inesperada en un plató de la ventana pública produjo la difusión de un agradable acto de amor, felicidad y bonito regalo  sugerido para conocimiento y disfrute de la reprimida clase media y baja condenados por los siglos de los siglos a la castidad, onanismo solitario o emparejamiento permanente, y a mover repetidas veces el cuello hasta la tortícolis para  mirar los varones cuando pasaba una tía buena....

En un sólo momento se encendió la luz del mundo, apagada por tantos siglos de oscurantismo y economía sexual reprimida para fomento del consumo y las horas extras. La humanidad entera expeliendo un berrido ancestral y expresando un gesto atónito de curación esquizofrénica comenzó a sonreir de verdad con alegría, habían descubierto la engañifa, la opresión de las tetas y los huevos en las prendas interiores de poliéster, la asfixia intentando conseguir la falsa zanahoria, superando la amargura. El resto de medios fomentando la luz, guía y buen camino  multiplicó hasta su totalidad esa escena  natural, primitiva y salvaje, en los televisores se veía a gente haciendo el amor, aunque la mayoría se apareaban naturalmente como las bestias, y en las emisoras de radio se oía jadear y hasta rebuznar a locutores e invitados cultos al programa, las únicas imágenes y sonido animal humano difundido al aire para escucha de millones de orejas y ojos  expectantes, participando felices en la gran orgía mundial.

Los altavoces del metro anunciaron que abrían sus puertas para que los ciudadanos entraran gratis a hacer el amor más calentito, idéntica medida adoptaron hoteles, cines, teatros y comercios de colchones, y muchos que habían montado en globo se dejaron sodomizar para probarlo, entretanto, otras personas crónicamente frustradas, frígidas e impotentes por deseos insatisfechos en una pulsión subliminal compensatoria desvalijaban los escaparates de los comercios saqueando los artículos más costosos y guapos, llevándose y conduciendo los vehículos últimos modelos de alta gama, robando abrigos de pieles, diamantes y joyas, los hambrientos se hartaban de comida en los restaurantes, merendándose en los supermercados los jamones de bellotas y caviar iraní con preferencia, los alcohólicos soplaban sin parar en los bares licores selectos y los niños contentos montaban gratis en la noria, el tobogán y los cacharritos... Nadie se privaba de nada, la tierra se había convertido en un anárquico paraíso, en el auténtico jardín del Eden.

Los políticos del planeta más honrados  dejando de interpretar sus comedias en los parlamentos y admitiendo la mea culpa, saludaban al pueblo agachando las cabezas en un acto de escena final, recibiendo un gran aplauso. Los banqueros desprendidos hicieron montañas de papel moneda ahora inservible y a paladas lo repartían entre la gente para quemarlo en montones que saltaban como las hogueras de San Juan.  Y, en estos acontecimientos, una pareja de policías contentos bailaron el casatschok  cogidos de la mano de una docena de chorizos carteristas que arrepentidos habían dejado de mangar frente a las cámaras de vigilancia del tráfico, siendo avisados inmediatamente por la emisora directora de haberles abierto expedientes disciplinario por esa conducta alegre e impropia de agentes del orden en servicio ante una emergencia...

Al mismo tiempo, noventa y seis mil cabezas nucleares bajaban desde el cielo rojizo hacia la tierra, los militares en una comisión de generales e ilustres sabios castrenses informaban a la ciudadanía en televisión, explicando ahora el suceso con mayor precisión técnica y detalle en los ataques: Los pepinos más gordos y más dañinos se encuentran en la exosfera, los medianos en la termosfera y los pequeños de mediano alcance entre la estratosfera y la troposfera, además de los proyectiles nucleares se han lanzado a la atmósfera poderosas energías secretas de combate que no dejarán ni una sola rata, mosca o cucaracha viva, los animales más resistentes de la tierra después de la humanidad, por su afición a follar. Hemos envenenado los acuíferos, escorrentías, ríos y mares y, para no dejar brizna de hierba viva, el poco oxígeno que quede si es que queda algo en la tierra será eliminado por aspiradores atómicos enterrados en grandes oquedades subterráneas y, para rematar, satélites productores de gases asfixiantes que tenemos circulando en el espacio proyectarán su carga letal, militarmente hablando hemos hecho un buen trabajo.

Nunca el mundo fue más feliz, el cielo tenía un color rojo-anaranjado espectacular, más bello que una puesta de sol, la gente en las calles reía y bailaba muñeiras, chotis y sardanas, tocaban música a bombo y platillo tirando petardos con aires de fiesta, en los bares pusieron el cartel de barra libre, los comercios dejaron de cobrar sus artículos para evitar la rotura de escaparates, los automovilistas se cedían el paso y sonreían unos a otros, los enemigos de cualquier clase y banda social se abrazaban con fuerza besándose en los labios arrepentidos y hasta al más hijoputa lo llevaban a hombros como a los toreros. La alegría inundaba el ambiente, el éxtasis del momento era lo importante, los minutos de ese grandioso cuarto de hora fueron la gloria de la Humanidad, cuantos siglos de sufrimiento para llegar a esa magnífica meta, ese gran final con tan poco tiempo para saborearlo, sin poderlo alargar y disfrutarlo intensamente sin prisas...

En los últimos minutos de la humanidad, contraviniendo las normas deontológicas oficiales, alguien dirigió las cámaras de videovigilancia del tráfico rodado hacia un vehículo radiopatrulla que se encontraba en su puesto de trabajo, diligente según lo ordenado, esperando instrucciones de la emisora directora. Ese alguien había visto momentos antes regular el tráfico a una pareja de policías compuesta por una mujer aparente y bien dotada, y un varón que por sus características físicas lucía buen paquete, ambos permanecían dentro del vehículo sin salir y sin poderlos ver ese alguien que les junaba a través de la cámara porque había reflejos en el parabrisas del patrulla, en ese momento el reloj marcando la cuenta atrás señaló el minuto catorce..., trece..., doce..., muchos se comían las uvas mientras la angustia del mirón se acrecentó haciéndose insoportable y no aguantando más la situación, realizó una llamada al patrulla y como no respondía hizo otra y otra..., y otra más, hasta que sonó el estruendo sonido del fin del mundo sin ser corregido por esa conducta indecente, y la torpe especie humana en su paranoia de perseguir, espiar y castigar a sus enemigos en sus alucinaciones, sintiéndose a su vez perseguida, manteniendo posiciones rígidas, sin cambio ni flexibilidad se extinguió para siempre. Estos hechos han sido grabados en disco de platino y los lleva un satélite circunvalando el espacio sideral, para que otras civilizaciones aprendan lo que es bueno... Repito y corto, bip, bip, bip...

Autor: José Luis Rodríguez Velasco


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