Equipos de policías de barrio

policias de barrio

Bajo la denominación de “Equipo B” o Equipo de Policía de Barrio, fundamentado en el modelo Policía de Barrio del Siglo XXI, artículo publicado en Patrulleros por el mismo autor, ahora expone con sólido argumento de justificación la idea sintetizada de su organización y puesta en práctica, aprovechando mejor los recursos humanos y materiales disponibles, destacando los factores de la “prevención social” y el uso de las nuevas tecnologías de la información para suplir la burocracia policial. Apuesta por la implantación de la Policía de Barrio o Proximidad a través de equipos dinámicos mixtos de patrullaje a pie en combinación con vehículos,  cubriendo los barrios en función de sus necesidades inmediatas, pese al fracaso de la experiencia pasada, con modelos simples y obsoletos basados en un número excesivo de policías patrullando solo a pie para cubrir la ciudad.

Cuando vivimos en una sociedad egoísta, cruel y destructiva avanzando hacia el aumento de los contrastes sociales bajo presión de las finanzas y mercados internacionales, imperando la competitividad de los más fuertes y el beneficio de unos pocos, causando salarios insuficientes, paro y pobreza; el mundo, las ciudades y los barrios se convierten en lugares cada vez más inhóspitos, inestables y peligrosos… En esta situación de interés para los afortunados y la clase social privilegiada en su afán de reproducir su dominación económica y política, disociando el tejido social, recortando presupuestos o restando opciones y oportunidades a los más débiles, se engrosa la exclusión social de un amplio sector de la población, aumentando la opresión y la miseria de los humillados hasta refugiarse finalmente en los ghettos como medio de subsistencia. Elevando la tasa de criminalidad, la mano de obra barata y disciplinada en necesitados y padres de familia o, desilusionada y apática, en una juventud más preparada que nunca emigrando en busca de mejores oportunidades.

Ante estos acontecimientos degradantes de la sociedad actual con desintegración paulatina de las clases sociales medias, empujando a personas trabajadoras cualificadas y jóvenes parados hacia la marginación social y sus consecuencias, no sirve echar más leña al fuego, aumentando la represión con sanciones administrativas o penales, incrementando la fuerza pública, mejorando sus armas o el material antidisturbios. En el presente ya no funciona la táctica policial más sofisticada en la lucha contra los desórdenes públicos, cuya quiebra fue demostrada en 2005 y 2007 en Paris. O realizar numerosos controles policiales a malas pintas y sospechosos, a los que por su aspecto llevan puesto de antemano el “San Benito”. Ni ampliar los edificios carcelarios para seguir encerrando a los pobres, “delincuentes habituales”. El sistema penitenciario como espacio reglamentado donde se castiga, educa y corrige a los individuos asociales, pese a sus presupuestos teóricos de corrección, en realidad, se ha convertido en una academia de criminales. Es en la prisión donde los pequeños delincuentes encarcelados aprenden los “modus operandi” transformándose en profesionales. Finalmente, el expresidiario convertido en un individuo resentido, culpabilizado y rechazado social y laboralmente, probablemente jamás volverá a ser el mismo sujeto de antes y tomará venganza de la sociedad en su conjunto, sin salir del círculo vicioso. La policía, entre otras instituciones, está legitimada como aparato necesario para garantizar la seguridad ciudadana y tiene la misión de vigilar y prevenir esas conductas contrarias a la paz social, antes de padecer los estigmatizados por reincidencia otro encierro carcelario.

En la búsqueda de soluciones más garantes, hasta ahora poco acertadas o prácticas, donde ciertos crímenes abominables tienen la máxima protección policial de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, poniendo las medidas de prevención policiales y medios de seguridad adecuados en las primeras agresiones o amenazas, especialmente en la violencia de género y otros delitos violentos que siguen en aumento, aún queda mucho por hacer en el ámbito de la “prevención social” para que estos hechos no se produzcan… En cualquier caso, de nada sirve en esta espiral delictiva formar una policía de élite con intención de frenar la delincuencia en los barrios…, extrapolando el “Equipo A”, cuya serie de acción televisiva la protagonizaron cuatro intrépidos soldados de fortuna, contratados en cada episodio por personas corrientes para solucionar problemas, realizando operaciones especiales de máximo riesgo y violencia, pilotando vehículos conducidos a gran velocidad, helicópteros o lanchas rápidas equipadas con bombas y ametralladoras en acciones espectaculares… (Mensaje subliminal repetido en las películas televisivas, manteniendo ante nuestra mirada multitud de peligros que nos acechan, retroalimentando el estado de pánico, shock y violencia para no dejarnos ver el fondo del asunto: ¿por qué vivimos en una sociedad destructiva y violenta?). No, estas medidas drásticas no son apropiadas para hacer frente a delitos menores que suceden en el día a día y a otros concretos de mayor alarma y perturbación consecuencia de unas estructuras económicas y sociales perversas. Hay que estar en la realidad de los barrios, en la vida misma con sus dramas y conflictos sociales, no en la ficción ni asumir por asomo competencias exclusivas de otras Policías en el ámbito local. Es necesario cambiar el tradicional modelo policial reactivo establecido en las Policías Locales en el pasado, perpetuado por la clase social pudiente, por otro fundamentado en la “prevención”, adaptado a los tiempos que corren en el siglo XXI. Los controles y táctica policial en intervenciones peligrosas con arma larga y equipo especial para hacer frente a disturbios, terrorismo y hampa criminal, deben ser afrontados por las Policías del Estado.

En esta realidad de inseguridad y desequilibrio social, las Policías Locales como servicio público tienen un papel genuino y relevante en el ámbito local, escasamente aprovechado: dentro de su misión como Cuerpo de Seguridad de “proteger los derechos y libertades, garantizando la seguridad ciudadana”, es en la “garantía de la seguridad ciudadana” donde queda un largo camino por recorrer en calidad de “policía preventiva”, coordinando sus actuaciones con asociaciones de vecinos, entes y trabajadores sociales, Consejos Territoriales de Distrito, Juntas Locales de Seguridad, órganos administrativos e instituciones, ampliando actuaciones preventivas y proactivas hacia la “Seguridad Integral de los Barrios”. Conectando en su labor de seguridad con el tejido social y asociativo, en “programas concertados de prevención”, priorizando tareas específicamente destinadas a la educación de jóvenes vulnerables y vecinos conflictivos, implicando a todo el conjunto social, para evitar la consolidación de brotes delincuenciales y suburbios criminales que van proliferando en el esquivado drama de la pobreza.

Bajo la óptica de este contexto de abandono y drama social, es donde los movimientos y organizaciones ciudadanas, no ligados a partidos políticos ni sindicatos, que reclaman más y mejor democracia, resurgen en la esfera local como actores participativos en la vida pública y social. Agentes sociales locales que van cobrando un papel cada vez más significativo a través de entidades ciudadanas organizadas en un amplísimo y heterogéneo frente de movimientos de asociaciones de vecinos, de mujeres, deportivas, culturales, de integración, bancos de alimentos, etc. Es el nuevo paradigma al que se enfrenta la Administración, el agente social es una parte organizada de la sociedad que, no siendo administración pública, tiene también objetivos de intervención en la sociedad. Los agentes sociales son el eslabón necesario entre la administración y la sociedad civil. La administración ocupa un espacio de intervención cada vez menos exclusivo. La sociedad civil, sus agentes y asociaciones están incrementando progresivamente su presencia en la realidad social, por lo que dicho espacio ha de ir siendo, necesariamente, compartido por las administraciones públicas ofreciendo cada vez más sus servicios acordes a sus necesidades. En este ámbito de proximidad con las organizaciones ciudadanas debe mantener un contacto permanente la Policía Local, dando un nuevo rumbo en la prestación de sus servicios, potenciando los espacios de encuentro, de participación ciudadana en la vida pública.

En las Policías Locales se hace necesario por eficacia y eficiencia profesional, diseñar una nueva guía con funciones propias, dando un impulso más amplio y acertado en la forma de obrar en el ámbito local en su relación con las demandas y necesidades de los vecinos. Descartando las policías paralelas al deber coordinarse entre ellas según sus atribuciones. En competencias compartidas con los Cuerpos de Seguridad del Estado, vigilando los espacios públicos, efectuando diligencias de prevención en cuantos delitos presenciaren, dejando la seguridad como competencia “exclusiva” y la investigación criminal en materia de policía judicial “en sentido estricto” para las Policías del Gobierno que tienen los medios adecuados, manteniendo hasta ahora su permanente colaboración. Interviniendo preferentemente en competencias propias sin salirse de su radio de acción, en general, vigilando la seguridad vial, el cuidado urbanístico y el medio ambiente a través de las ordenanzas municipales. En seguridad ciudadana y en materia de policía judicial, como ha quedado establecido legalmente, practicando las primeras diligencias de prevención: auxiliando a las víctimas, deteniendo a los presuntos culpables y recogiendo los objetos y piezas de convicción en el proceso penal, y protegiendo a ciudadanos y comerciantes agredidos, asaltados, hostigados e inseguros. Potenciando y empleándose a fondo con mejor formación en conflictos privados a requerimiento de las partes y en la “prevención social” con programas diseñados específicamente en colaboración con los vecinos para disminuir delitos de odio, violencia de género, trata de blancas, drogadicción, vandalismo, agresiones, sustracciones, y delincuencia juvenil, etc.

Dando mayor auge y participación a los agentes en la educación y normalización de comportamientos en colegios, comunidades de vecinos, individuos y grupos conflictivos, reeducando a delincuentes ocasionales o de poca monta para reintegrarlos a la sociedad. Frenando en lo posible con actuaciones, tareas programadas y foros participativos ciudadanos de prevención y búsqueda de soluciones, una sociedad de futuro incierto, convulsiva y dañada que puede incrementar el nivel de actos criminales de mayor calado, impacto y violencia… Atendiendo con presencia permanente, desde el origen localizado, a los problemas vecinales y al devenir social inestable y sus riesgos. Creando un modelo policial que logre acompañar coadyuvando al correspondiente progreso e integración social de los barrios y el conjunto urbano, abriendo un nuevo camino de actuaciones acorde a sus competencias, oteando en la sociedad civil nuevas mejoras y un futuro de esperanza.

Aproximando la policía a los distritos, barrios, calles y casas, acercándose a las personas con diálogo, conociendo sus demandas y necesidades, adaptándonos a ver mejor la problemática existente expuesta por los ciudadanos de los barrios y sus organizaciones para encontrar una mejor respuesta y arreglo, participando en reuniones y foros democráticos como los Consejos Territoriales de Distrito, haciendo la Administración Municipal y sus servicios más descentralizados y transparentes… De lo contrario, seguiremos alejándonos de la realidad centralizando los servicios policiales en intervenciones reactivas, cristalizando el conjunto de prácticas tradicionales al servicio de las estructuras de dominación social. Aislándonos de los ciudadanos al romper el nexo de unión y punto álgido de comunicación personal directa, y la persona requirente, el vecino con su demanda administrativa o de seguridad a falta de respuesta convincente o perdurable en el tiempo, en numerosos conflictos vecinales y casos complejos que no permiten una solución rápida; perplejo y distante de los servicios públicos sin expectativas, se convertirá en individuo administrativamente despachado. Después, hostil ante una Administración lejana y hermética, formará parte de la muchedumbre despersonalizada e imparable. El objetivo es construir personas libres y seguras, concienciadas con el diálogo.

En cuanto a elementos básicos de actuación a destacar en el modelo policial proyectado, “El equipo B” o Equipo de Policía de Barrio, se concibe como un conjunto de policías preparados “ex profeso” para interactuar en proximidad al servicio inmediato de los vecinos, manteniendo una relación directa con los entes sociales de los barrios, en conexión con los órganos administrativos e instituciones. Sus principios se fundamentan en la “proactividad” en el marco de la “prevención” y no en la “reactividad”. Formados profesionalmente con talante democrático, mantendrán una preparación permanente en calidad de excelencia sobre materias de su cometido. Sus intervenciones deberán ser practicadas a fuego lento, sin prisas, racionalizando la buena cocina hecha con medida e ingredientes naturales para servir y degustar juntos a los ciudadanos del mundo globalizado los buenos alimentos de la educación y las formas compartidas, vivir sanos y no indigestarnos… En su perfil, no mantendrán el culto a la velocidad ni a los anuncios de neón: haciendo buen uso profesional de la autoridad, las armas, las formas, la actitud y el gesto… Y en el acercamiento a los barrios y la comunicación con las personas que los habitan, ciudadanos afectados por la inseguridad y otros en riesgo de exclusión, conocerán la situación de especial necesidad multicultural, costumbres e idiosincrasia en inmigrantes, población de etnia gitana, grupos sociales e individuos conflictivos, etc., promoviendo acciones a desarrollar en colaboración con la sociedad civil.

Es en el territorio y ambiente del barrio donde debe asentarse el Equipo B, para la protección de los intereses de los que allí conviven y de un interés superior y general que no  ha de verse apartado ni entorpecido por  conveniencias  burocráticas que se expanden y multiplican con la planificación de departamentos centralizados de dirección y funcionamiento en los modelos policiales de corte militarista, jerárquico y vertical. Organizar, dirigir y  evaluar  la actuación policial por métodos tradicionales, cartesianos y estrictos desde las oficinas y despachos jerarquizados pretende reducir la realidad a esquemas lógicos manipulables. Esta tendencia se enfrenta a la construcción de nuevos métodos de trabajo más acorde con los cambios que acontecen deprisa en el día a día y, su variabilidad de acción, sustituye la rigidez de planes determinados a través de órdenes de servicio a días vista por la innovación en función de los problemas planteados en la calle, con actos descentralizados, de libre iniciativa, creativos y saludables, los bancos de datos y la utilización  automática de los ordenadores como herramientas de trabajo actuales.

La rigidez del modelo policial reactivo formando parte de la burocracia ofrece pocas oportunidades al ejercicio de las capacidades creativas y receptivas, tomando decisiones con lentitud o siendo imposible aplicarlas a casos inusuales, anquilosándose, retrasando los cambios de viejos procesos a nuevas circunstancias, dado que quienes tienen poder buscan preservarlo y carecen de flexibilidad, dirigiendo el trato a los seres humanos como objetos impersonales. Este lastre o sobrecarga burocrática tiene una influencia decisiva sobre la práctica policial en cuyo trabajo existe una parcela de poder que la sociedad presta y tiene que ser devuelta en forma de servicio, responsabilidad y comprensión. El acercamiento de la policía a los ciudadanos a través de un modelo policial descentralizado y, por consiguiente, desburocratizado genera empatía y sentido común, para comprender en profundidad el mensaje del otro y así establecer un diálogo para mejorar el servicio.

Considerando el contexto urbano actual como una sociedad urbanizada, consumista y motorizada, teniendo las Policías Locales una amplia dotación de motocicletas y vehículos radiopatrullas, lográndose con este medio de transporte por su rápida movilidad un instrumento adecuado que no puede ser despreciado al servicio de los Equipos de Policía de Barrio, por las grandes distancias de recorrido en las poblaciones junto al fenómeno automovilístico que ha supuesto la adaptación al medio de la delincuencia habitual. Priorizando la gran importancia de aproximar la policía a los barrios a través del patrullaje a pie de sus componentes para lograr sus objetivos de “prevención”, es preciso establecer equipos mixtos de patrullaje a pie en combinación con dotaciones de motocicletas y/o radiopatrullas, turismos o furgonetas.

Destacando también por su eficacia que, en el siglo XXI se están viviendo los comienzos de la interconexión total a la que convergen las telecomunicaciones, a través de todo tipo de dispositivos que son cada vez más rápidos y multifuncionales e inalámbricos, prestando multitud de posibilidades y aplicaciones, aprovechamos este importante recurso para los Equipos de Policía de Barrio. En efecto, estas herramientas portadas por los agentes e instaladas a bordo de motocicletas y vehículos radio patrullas: Pantallas táctiles y navegadores, verificadores de documentos, detectores de materiales, cámaras de video y lectores de matriculas, PDA’s, etc. van a posibilitar la eliminación en gran medida de los papeles, del exceso de burocracia, contribuyendo a la sostenibilidad en evitación de la deforestación de los bosques y la información se facilitará en tiempo real y con plenas garantías de agilidad y seguridad.

Con las nuevas tecnologías se pueden confeccionar los escritos sin usar papel en el lugar donde ocurren los hechos de forma automática y conocer mejor la información de fuentes centralizadas y, recabarla con manifestaciones en caliente de testigos presenciales, captación de imágenes por videocámaras apreciando el impacto de las heridas producidas en lesiones o daños a las cosas y, en el ámbito administrativo, deterioro por deficiente conservación de edificaciones, socavones en vía pública, obstáculos en salidas de emergencias, exceso de aforo en actividades recreativas, etc. Estos avances tecnológicos han posibilitado un sinfín de servicios de utilidad interna en el ámbito municipal como videocámaras del tráfico rodado, visión interior en autobuses urbanos, edificios públicos, centros de enseñanzas, interconexión de edificios municipales, redes semafóricas, control de mobiliario urbano, etc.

Instalaciones que tienen una importancia decisiva en el bienestar de los ciudadanos y pueden ser aprovechadas para la seguridad de la ciudad. Y los PDA’s, Asistentes Personales Digitales, ya implantados en algunos ayuntamientos lo que ha supuesto un cambio revolucionario en los hábitos de la policía, permitiendo trabajar directamente en las calles de los barrios, sin oficinas… Los PDA’s, TABLETS Y PC pueden disponer de un sistema de geoposicionamiento y aviso de emergencias, logrando el envío directo a la unidad central de denuncias, recogida de incidencias en la vía pública, fotos y vídeos, con  posibilidad de redacción de informes, atestados y otras aplicaciones.

Concretando su organización de modo conciso: con el fin de aprovechar mejor los recursos humanos y materiales, los Equipos de Policía de Barrio, operativos en una determinada zona con asignación permanente, estarán compuestos en cada conjunto por parejas de policías de patrullaje a pie con otras a bordo de motocicletas o vehículos de cuatro ruedas. Se le asignará un indicativo y tendrán uno o varios mandos responsables, en función de la importancia del equipo organizado, con más o menos componentes en la categoría de policía y mando, y número de vehículos asignados, por razón del servicio a realizar y la extensión de la zona delimitada de trabajo. En su dimensión mínima y estándar, conjuntarán una pareja de policías a pie con otra en vehículo radiopatrulla, pudiéndose sustituir el vehículo por motocicletas y por su espacio de mayor utilidad, práctica y funcional furgoneta, mejor ecológica en respuesta a los problemas medioambientales. A media jornada laboral, los componentes de patrullaje a pie podrán ser relevados por la dotación de radiopatrulla o motocicletas, cambiando sus funciones por comodidad o descanso. El mando del equipo o todos los componentes portarán una Tablet, y un PC instalado en los vehículos, en conexión a una central receptora y fuente de información con aplicaciones diversas. Insistimos, sin el uso del papel escrito que será paulatinamente sustituido por las nuevas tecnologías hasta lograr erradicar las oficinas convencionales, siendo la apuesta de futuro en la generación joven.

Trabajando en equipo fluye mucho mejor la creatividad y la ejecución de tareas compartidas. Con el acceso a las nuevas tecnologías es más fácil comunicarse y elaborar ideas para llevar a cabo con agilidad. Algunas de las ventajas de trabajar en equipo son:

-Provee un sentido de seguridad.

-Hay un involucramiento de todos los componentes en el servicio.

-Aumenta el compromiso de los miembros.

-Conduce a mejores ideas y decisiones.

-La información compartida significa mayor aprendizaje profesional.

-Produce resultados de mayor calidad.

Sus funciones generales consistirán en trabajar en aquellos puntos o zonas de su demarcación que la problemática del barrio lo demande: concentración de vehículos estacionados entorpeciendo el tráfico, accidentes de circulación, regulación por avería de semáforos, retirada de vehículos en obras urgentes, poda de árboles, venta ambulante de grupos organizados, limpieza de vehículos en carriles de circulación, auxiliando el asentamientos de personas sin techo con enseres en vía pública, ruidos y otras demandas de los ciudadanos. Realizando los servicios a instancia de los vecinos a través de los entes sociales o del conducto normalizado de solicitud ante los registros municipales y aviso de la emisora directora. Al mismo tiempo, tendrán una dedicación plena en programas específicos de prevención, en colaboración con entes sociales y por iniciativa de los propios equipos según la problemática existente en la zona de trabajo. Se fomentará una sana competencia entre los equipos desplegados por intervenciones destacadas o en labores dignas de señalar, llevando un detallado informe de tareas de campo realizadas. Las metas, logros y objetivos conseguidos se expondrán a la audiencia pública en una publicación digital, incentivándolos con asesoramiento técnico en trabajo social, felicitaciones y reconocimiento.

En su cometido específico de lograr la seguridad integral de los barrios, la “prevención” en sentido amplio va a ser un factor de vital importancia en la actuación de los Equipos de Policía de Barrio, a través de diferentes tipos de intervención preventiva, ocupando un espacio de encuentro y colaboración entre la Policía Local, ciudadanos, colegios, empresas e instituciones públicas y privadas en una apuesta social por el desarrollo integral de personas vulnerables o en dificultad social, especialmente jóvenes inadaptados y delincuentes que necesitan apoyo, asesoramiento, educación, formación y empleo. Asimismo, ayudando a mujeres maltratadas, familias en precariedad, indigencia y personas en situación de dependencia. Promoviendo el desarrollo y gestión de centros o despachos habilitados en edificios dotacionales municipales, con programas destinados a la prevención, entre otras materias:

-Protección de violencia de género y doméstica.

-Protección y reforma juvenil.

-Absentismo escolar.

-Refuerzo educativo en niños necesitados.

-Integración de grupos sociales y etnias.

-Integración social de extranjeros.

-Indigencia y precariedad.

-Personas sin techo.

-Integración laboral.

-Concienciación medioambiental.

-Promoción del deporte y la cultura.

-Actuaciones con voluntariado y Protección Civil.

-Información en el ámbito de la salud, prostitución y drogas, etc.

Por otra parte, sabiendo que uno de los rasgos fundamentales de nuestro sector público es el alto grado de descentralización administrativa alcanzado en los Ayuntamientos, asumiendo una amplia oferta de bienes y servicios más próximos al ciudadano, como seguridad ciudadana, vivienda, servicios comunitarios, servicios sociales, culturales, recreativos, transportes, etc. El gasto municipal está en función directa de las necesidades y demandas vecinales, y ese gasto tiene unas limitaciones tasadas por el presupuesto económico. Si los vecinos demandan más ayudas sociales, mayor dotación policial o mejores infraestructuras, el conocimiento por los ciudadanos y los Equipos de Policías de Barrio de su gestión y transparencia en las partidas presupuestarias redundará en la mejor aceptación de sus habitantes, en los márgenes de actuación policial en los barrios cuando se pidan bolardos, señalización de tráfico, mobiliario urbano, ayudas económicas y subvenciones, etc. factor a tener en cuenta a la hora de priorizar demandas.

Como al principio señalábamos, la realidad social se encuentra en una situación de desequilibrio, marginalidad y exclusión social de una considerable capa de la población, aumentando sus dificultades de estabilidad social con el retroceso de las clases medias, movimientos migratorios intensos con choque multicultural y precariedad económica, degradación del medio ambiente urbano en barrios de edificios abandonados por sus propietarios o en estado ruinoso produciendo secuelas de segregación y violencia, de fragmentación en dos mundos separados de ricos o pudientes y excluidos. Del aumento de la delincuencia, la economía sumergida, la escasez y denigración en puestos y oportunidades de trabajo, etc. En estos trastornos, la intervención administrativa y el control de la criminalidad a través de la Ley, la justicia, la policía y las cárceles no ha sido suficiente. Ha llegado el momento de transferir también la expectativa del control social en el ámbito de la prevención a sus protagonistas: víctimas, victimarios y sociedad civil, y en medio del conjunto social incluir uno de los Cuerpos policiales con mayor capacidad en competencias diversas para afrontar, informar e intervenir con prestigio en multitud de conflictos ciudadanos, las Policías Locales en su modelo organizado de Equipos de Policías de Barrio por su factor de proximidad, actuando en colaboración con los entes sociales en el reequilibrio equitativo de las clases sociales segregadas, transformando una ciudadanía para aprender a convivir, garantizando la seguridad ciudadana en el ámbito de la “prevención” hasta ahora no afrontada suficientemente, ampliando en mejoras el actual sistema de control formal.

Promoviendo, organizando, informando o participando en actividades, grupos de autoayuda, familias acogedoras, torneos deportivos y en otras actuaciones, sumando esfuerzos encaminados a la cooperación social. Estableciendo con personas del voluntariado, Protección Civil y entes sociales caminos seguros al cole, clases sobre determinadas asignaturas pendientes a alumnos con dificultades, vigilancia de niños en ausencia de profesores y padres, realización de tareas socio-educativas, asignación de trabajos o prestaciones a penados en beneficio de la comunidad, información a turistas, huertos urbanos, plantación de árboles, concursos y encuentros, recogida de desechos y deyecciones perrunas en vías y parques públicos, limpieza de grafitis, corte de calles en eventos, simulacros en planes de emergencia, etc. Ofreciendo foros y coloquios ciudadanos sobre inseguridad en los barrios, violencia de género, delincuencia juvenil, delitos de odio, etc. Folletos, cursos, películas y seminarios de interés vecinal, etc., donde los vecinos estén suficientemente informados, elevando paulatinamente la educación y la conciencia social, especialmente en jóvenes y adolescentes en situación de riesgo social.

Debemos poner especial énfasis en nuestros jóvenes para que sus energías frustradas no se conviertan en una bomba de relojería. En una juventud vulnerable existe un gran campo de cultivo donde pueden trabajar de modo destacado las Policías Locales, reeducando en diversas actividades a comportarse como personas, enseñando a convivir, transformando su agresividad reaccionaria en positiva. Muchos jóvenes carecen de planes de futuro, incapaces de adaptarse al medio social entran con facilidad en la delincuencia como alternativa de supervivencia. El consumo de drogas y alcohol, la falta de oportunidades de empleo, del poco uso que hacen de espacios para la cultura y el deporte por la condición de vivir en la marginación de familias desintegradas, entre otros factores, impiden tomar iniciativas propias de formación y crecimiento personal. La familia, la escuela, los amigos y el ambiente del barrio son factores que van a posibilitar al menor, adolescente o joven la correspondiente dosis de violencia para convertirlo en agresor, delincuente o pandillero. La existencia de un clima social y una conciencia personal y colectiva es el mejor antídoto hacia este tipo de conductas. En este contexto, es necesario aplicar una cultura social preventiva con la colaboración ciudadana activa en materia de seguridad. El Crimen es un problema social y comunitario y, como tal, debe ser tratado y resuelto, participando en ello la policía de modo integral.

En conclusión, bastaría simplemente, con que la Policía se aproximara a conocer de cerca a las personas que habitan los barrios, a los que delinquen y perturban la convivencia ciudadana, a sus víctimas y sus deficientes medidas de seguridad pública, a los desarraigados y excluidos, a sus familiares y amigos, donde viven, carencias y necesidades o sus expectativas, para comprender y solucionar los problemas de los barrios, colaborando junto a los vecinos activos, en aras de garantizar con medidas preventivas la seguridad ciudadana del incierto futuro que viene si dejamos de socializar frente a un capitalismo ambicioso, indolente y destructivo.

Autor: José Luis Rodríguez Velasco

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