Ha llegado el momento de terminar un largo recorrido reivindicando la jubilación anticipada de las policías locales y autonómicas, una demanda no exenta de grandes dificultades para el reconocimiento de un derecho laboral cercenado a policías en edades de abuelos. A pesar de ello, y en la espera impaciente de este mes de febrero para su posible aprobación, según anunciaron en la foto, seguimos manteniendo nuestra fe en la ministra Fátima Báñez, quien inició de oficio los pasos para su consecución y, sólo a ella, le debemos nuestro respeto y consideración. Aunque el procedimiento oficial avanza con lentitud para determinar si la profesión de policía local o autonómica es o no una profesión de riesgo, a estas alturas, y se ponga en tela de juicio su aprobación. Asunto éste que no tiene parangón.
La credibilidad se gana con el tiempo, cumpliendo los compromisos. La garantía de la credibilidad es evaluada en estos días del mes de febrero con especial atención, donde los partidos políticos están jugando un papel trascendente en la conformación de un gobierno. A partir de ahora comprendemos que ser progresista es la cualidad que distingue a los líderes y los partidos políticos. También sabemos que para tener una base sólida de credibilidad no basta con salir en la foto anunciando promesas, hay que afrontarlas consecuentemente. Sin resultado positivo, no puede construirse ni mantenerse un partido político que sea capaz de resistir a la prueba del tiempo.
Echando la vista atrás, UPYD propuso aprobar la jubilación anticipada y el PP dijo que la guinda sobre el pastel le correspondería colocarla a ellos y a los policías merecedores en su lucha. Tras esperar un largo periodo del procedimiento establecido a evidentes pasos lentos, los policías hemos hecho nuestros deberes siendo buenas personas, representados a través de nuestros sindicatos que son todos los de España y la guinda está por ver… Y, trabajando a edades incorrectas, nos seguimos haciendo las mismas preguntas sin obtener respuestas inmediatas: ¿Por qué en España se sigue manteniendo aún en el año 2016 una policía geriátrica? ¿Por qué tantos años para arreglar una situación discriminatoria respecto de otras policías del Estado y del resto de policías del mundo entero? ¿Por qué desde hace una década se iniciaron estudios escrupulosos, dando por resultado informes facultativos avalados por entidades reconocidas sobre prevención de riesgos laborales aconsejando la jubilación anticipada, y aún no se ha producido?
Según la CSL, “Los estudios demuestran que es altamente improbable que un policía, por encima de la edad de 55 años, se encuentre y mantenga las adecuadas capacidades psicofísicas para poder desarrollar su función adecuadamente sin riesgo para su salud ni para terceros.” Peor aún, a los sesenta y cuatro años, once meses y veintinueve días, muchos compañeros siguen ejerciendo su cargo en el servicio actual, para bochorno de propios y extraños.
Demasiadas personas de renombre expusieron razones de peso reivindicando el rejuvenecimiento de las Policías Locales dado su envejecimiento e inoperatividad, otras callaron con torpeza jodiendo la marrana de una noria que ya no saca agua, deteriorando un sistema estructurado que necesita con urgencia una solución de Estado. Desde luego, la inacción de los gobiernos ha sido la causa de ello, pero el tesón y arduo trabajo de organizaciones sindicales constituidas en plataformas nacionales van a lograr el dilatado desenlace, se quiera o no se quiera, porque es de justicia y sentido común, y no habrá gobierno en funciones o formalizado que pueda impedirlo, es imparable.
Esta reivindicación de las Policías Locales y Autonómicas no puede seguir durando más que la obra del Escorial. Es un problema acuciante y los políticos deberían entender la apremiante necesidad, siendo pragmáticos, acelerando el procedimiento con talante progresista o solucionando el problema de un plumazo como se hizo con otros colectivos, es lo propio. Como bien dijo Juan Carlos Monedero en unas jornadas sindicales: “Si hay consenso acerca de la jubilación anticipada en la policía local y autonómica, y además se ahorra dinero público, a qué esperamos?”
Autor: José Luis Rodríguez Velasco