Como en muchos otros ámbitos la movilidad exige de organización de la sociedad lo que va más allá de soluciones individuales. Los urbanistas son los que deben proponer, y de hecho proponen, modelos de ciudad sostenibles que atiendan a las distintas necesidades de sus habitantes.
La experiencia ha demostrado que siempre que se ha pretendido mejorar la movilidad a través de la mejora de infraestructuras para facilitar las soluciones individuales (transporte privado) se han traducido no en menos tiempo en la carretera sino en que cada vez recorremos distancias mayores y acabamos perdiendo el mismo tiempo en los desplazamientos diarios con el a?adido de que ahora dependemos del coche, lo necesitamos. Cuentan que en los EEUU se propuso, en su época de desarrollismo, un modelo en el cual las personas trabajaban en la ciudad y vivían en el campo. Pero no les informaron de las consecuencias. Ahora necesitan varios coches y, además de la jornada de trabajo, tienen que pasarse hora y media diaria en la carretera. Su vida es, ?en el campo? ?en ciudad?, en el coche al menos si, y en atascos. Frente a este modelo se plantea la organización del territorio que conlleva no sólo el edificar donde hay un espacio sino que se estudia y programa el funcionamiento para integrar en el modelo, la movilidad, la calidad del aire, el ruído, los espacios públicos, las zonas verdes, no como islas en la jungla sino como unos espacios con continuidad entre ellos y con una relación simbiótica con la ciudad, en las que determinados desplazamientos no serían necesarios porque, gracias a las modernas técnicas constructivas y de aislamientos muchas actividades comerciales e incluso industriales podrían llevarse a cabo en la propia ciudad, en las que la ubicación de los centros de trabajo, lugares de ocio o residencia están perfectamente estudiados en función de su orientación, de las zonas de sol y sombra, del tipo de arbolado para reducir la absorción de calor del asfalto en verano. La altura de las edificaciones y la orientación de las calles estaría al servicio de la protección frente al frío en los lugares en que este sea dominante, o para que las brisas naturales refresquen la ciudad en climas cálidos. Por supuesto debe predominar el transporte público. Para la movilidad urbana también es absurdo comprase un vehículo que desplaza una masa de 1200 Kg. ?no serían más lógicos peque?os artefactos eléctricos más baratos, menos contaminantes, que ocupan menor espacio, que consumen menos, que hacen menos ruído...?
Mientras tanto yo vivo a una distancia del trabajo que me permite desplazarme a pie. Para mi el coche es un lujo, no una necesidad y es así por decisión personal. Creo que parte de la solución no pasa por facilitar los desplazamientos, debe pasar por intentar minimizar la necesidad de hacerlo.
Un saludo.