Autor Tema: Aquellos "viejos tiempos"  (Leído 260384 veces)

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1080 en: 08 de Octubre de 2021, 08:40:08 am »
Pero no sólo el Almería, yo recuerdo de niño estar jugando en la calle a la pelota, como hacíamos todos los niños de los años 60, y salir corriendo por que el municipal venía a quitarnos el balón.

Realmente habría que indagar en ese paso del tiempo en que punto se pasó de tener que llevarte el preso a casa y alimentarle, a romper puertas a lo bestia, a quedar relegados a perseguir niños que jugaban a la pelota.




La falta de respeto a los municipales
Un sector de la sociedad menospreciaba la labor de la policía municipal


La llegada de Ángel Gómez Fuentes al cargo de concejal fue clave para dignificar el trabajo que hacía la Policía Municipal.

Eduardo de Vicente 00:49 • 06 oct. 2021 / actualizado a las 07:00 • 06 oct. 2021

A comienzos de los años 60 el cuerpo de la Policía Municipal no gozaba del necesario prestigio entre la sociedad almeriense. Era un cuerpo tan anclado en tiempos pasados que para presentarse al examen de cabos los funcionarios tenían que aprenderse las Ordenanzas municipales de tráfico de los años de la República, que habían sido copiadas de las Ordenanzas de Bilbao, y en las que se hacía hincapié en la regulación y funcionamiento de los tranvías de mulas, inexistentes en Almería.

Los municipales no disfrutaban de la autoridad de los guardias de asalto y su función, en aquellos primeros años de la década, se centraba sobre todo en asuntos de tráfico, en vigilar a los lecheros de la venta ambulante para evitar el fraude y en perseguir a los niños que jugaban al fútbol en medio de la calle. A veces llegaban a sufrir auténticas vejaciones, como la que vivió un guardia que había sido obligado por sus superiores a pedir perdón al Delegado de Hacienda en Almería, por haberlo detenido en un paso de peatones en el cumplimiento de su deber. El delegado le dijo con voz inquisitoria al guardia: “Usted no sabe quién soy yo”, una frase que se repetía con cierta frecuencia en las calles de Almería. Cualquiera que ocupara un puesto alto en la pirámide social tenía más autoridad que un municipal.


En el mes de febrero de 1964, Ángel Gómez Fuentes fue nombrado concejal delegado de Tráfico y de la Policía Municipal. Su llegada al cargo significó un paso adelante para dignificar el trabajo de los buenos profesionales que formaban la plantilla. Conocedor de la paupérrima situación del Cuerpo y las continuas vejaciones de que era objeto, prometió que conseguiría durante su mandato que fueran los guardias más eficaces y mejor presentados de la Costa del Sol. Era la sociedad en general la que menospreciaba su labor y la Corporación la que los dotaba de escasos medios para desarrollarla.



El propio concejal narraba, para explicar la situación en la que se encontró a la Policía Municipal cuando lo hicieron delegado, una anécdota que le ocurrió al poco tiempo de tomar posesión de la concejalía con un sacerdote muy conocido en la ciudad: “Un día me llama por teléfono un párroco muy amigo mío, y con candor e ingenuidad me muestra la idea generalizada del vulgo sobre las cualidades que deben adornar a un municipal, diciéndome: Ángel, te recomiendo a Fulano para que facilites su ingreso en la Guardia Municipal. El pobre es un inútil y la familia no puede hacer carrera de él”. contaba Ángel Gómez Fuentes.


Otro día, el señor concejal recibió la llamada del Magistrado-Juez de Instrucción, don Salvador Domínguez, presentándole una queja sobre un policía: “Ángel, como vuelva a ocurrir lo de esta tarde, ordeno la detención del Policia Municipal y deduzco la correspondiente responsabilidad contra el Ayuntamiento”, le dijo. Alarmado, el concejal le preguntó qué había pasado, y el Magistrado le respondió: “Casi nada. Que ocurrió un accidente en la calle de Restoy e  intervino la Policía Municipal, y hoy comparece un guardia ante mí, con una cuerda de nudos como única referencia del accidente. Ni plano, ni croquis, ni nada. Cada uno de los nudos indicaba la distancia que existía entre la acera y los distintos elementos del vehículo, así como los heridos”.



El señor Gómez Fuentes, quitándole responsabilidad al policía, le dijo al Juez que el pobre  guardia no tenía la culpa, pues demasiado hacía ya con aportar una cuerda de su propiedad, “que era mucho más fiable que los instrumentos que le facilitaba el Ayuntamiento, el pie y la cuarta”.


Los recursos materiales que tenían a su alcance los municipales eran tan escasos y anticuados que hasta una porra nueva parecía un adelanto moderno. Para perseguir a los delincuentes estaban dotados de cuatro Vespas pasadas de rosca, cansadas ya de tener que soportar la carga de dos guardias sobre sus lomos. La estampa de los municipales sobre la Vespa provocaba risas en los ciudadanos, sobre todo en la chiquillería de la época, que con tanta facilidad los esquivaba y los burlaba cuando eran perseguidos.



 

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1082 en: 23 de Octubre de 2021, 19:41:35 pm »
Todo un profesional, enhorabuena por su merecida jubilación.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1083 en: 23 de Octubre de 2021, 20:01:08 pm »
Todo un profesional, enhorabuena por su merecida jubilación.

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Y como.pudimos vivir aquellos viejos tiempos sin posturales en tik.tok

 ;risr;

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1085 en: 08 de Diciembre de 2021, 10:38:27 am »





Desfile de la Guardia Municipal donostiarra en los años 60. / Paco Marí / fondo marín
«¿Pero dónde se mete la Policía Municipal?»

Mikel G. Gurpegui
MIKEL G. GURPEGUI
Martes, 7 diciembre 2021, 11:29

Nuestra máquina del tiempo nos traslada hoy hasta 1960 y 1984. En ambos casos, nos encontraremos con guardias municipales (en el segundo será más difícil, porque escaseaban).

El Boletín Informativo Municipal que publicaba el Ayuntamiento donostiarra incluía una llamativa estadística de intervenciones de la Policía Municipal en el último trimestre de 1960, que incluían multas por arrojar peladuras en la vía pública y también por adoptar «posturas incorrectas», fuese lo que fuese considerado como postura incorrecta hace más de sesenta años.

En el apartado de «Intervenciones sin motivo de infracción» se contabilizaba que, a lo largo de octubre, noviembre y diciembre de 1960, los agentes municipales registraron cinco descubrimientos y levantamientos de cadáveres, 52 acciones de auxilio a heridos y accidentados en la vía pública, nueve devoluciones de niños extraviados, dos actuaciones ante intentos de suicidio y doce detenciones de dementes. ¿A quiénes se consideraría dementes y por qué les detendrían?

En la sección de «Moralidad y buenas costumbres», la memoria de la Guardia Municipal Donostiarra registraba en los tres últimos meses de 1960 un total de 81 «escándalos en la vía pública (gamberros)», cinco multas por blasfemias (si se persiguiesen hoy serían cinco millones), cinco por «posturas incorrectas» en hombres y otras cinco en mujeres, que la incorrección postural al parecer no distinguía géneros. También 63 intervenciones en casos de embriaguez de varones y cinco de féminas, un caso de exhibicionismo, ninguno de pederastia (en el último trimestre del año anterior, se habían producido tres) y nueve multas a donostiarras que habían realizado en la vía pública «aguas mayores o menores».

En el campo de la «Salubridad e higiene», hubo multas para 69 personas por «arrojar y hurgar basuras», 46 por «sacudir alfombras y tender ropa», cinco por «arrojar peladuras en la vía pública» y cuatro por dejar «desperdicios de comida al descubierto (cherrijana)». En el último trimestre de 1960, los municipales multaron a treinta viajeros por «fumar en el interior de los trolebuses» y a 23 taxistas por incumplir el reglamento del sector.
Ausencias en la policía pasaitarra

Saltamos de 1960 a 1984 y desde Donostia hasta Pasaia, donde por haber, había guardias municipales, pero no se les veía demasiado, como indicaba el corresponsal de EL DIARIO VASCO Iñaki Becerra.

En su crónica publicada el 8 de diciembre de 1984 ponía el dedo en la llaga. «Pensamos que todos o casi todos los vecinos de Pasaia se vienen haciendo la misma pregunta, ¿pero dónde se mete la Policía Municipal? ¡No se nota la presencia de ellos, ni siquiera después del ingreso de 12 nuevos miembros! Estas exclamaciones se escuchan a diario en la calle, y más aún tras la serie de robos que se viene realizando en nuestro municipio, dentro de comercios, en vehículos estacionados, etc., etc.».

El corresponsal iba al meollo del asunto. Consiguió el parte de actuaciones de la Policía Municipal pasaitarra de un día concreto,… «y realmente nos hemos quedado de piedra con lo que allí ponía».
Página dedicada a la comarca de Donostialdea que publicó DV el 8 de diciembre de 1984

Página dedicada a la comarca de Donostialdea que publicó DV el 8 de diciembre de 1984

«La plantilla actual de la Policía Municipal es de 43 personas. Pero en el día 5 de diciembre había 5 vacantes, 3 bajas, 6 en descanso semanal, 7 de vacaciones anuales, 2 ausencias justificadas, 2 notificaciones. Por lo que el resultado es que estaban prestando servicio un total de 18 miembros».

De los 43, solo estaban de servicio 18, que además debían repartirse las 24 horas del día. Según se informaba, aquel día analizado de diciembre de 1984 en el turno de 5,30 de la mañana a 13,30 habían trabajado ocho agentes, dos de ellos en la oficina, en el de 13,00 a 21,30, cinco, y en el nocturno de 21,30 a 5,30, otros cinco. «Hay momentos por la noche, por ejemplo, que en Donibane hay un policía, en Antxo otro, y en San Pedro y Trintxerpe, tres. No nos queremos meter en cómo se organiza el servicio, pero a las muestras se ve claramente que el ingreso de 12 nuevos policías es totalmente un número escaso», remataba Becerra.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1086 en: 13 de Diciembre de 2021, 15:14:33 pm »
Guardia municipal de Barcelona


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1087 en: 14 de Diciembre de 2021, 09:51:18 am »
Solo los más viejos del lugar podemos certificar que la delincuencia de aquellos años no tiene NI POR ASOMO que ver con lo que hoy conocen, por eso no puedo más que descojonarme cuando, como hoy, viene en un medio una "nueva agresión" a un policía porque un tipejo le ha azuzado al perro y éste le ha mordido en un brazo...como si en aquellos años nos dedicasemos a pelar la pava, no te jode.

  https://www.vozpopuli.com/espana/agresion-policia-perro-santiago.html






La ley de la calle

El Madrid macarra

El Búfalo, la Falange y la guerra de la discoteca Radical: "Salían con recortadas. Era un infierno, no te puedes ni imaginar"

Personaje de leyenda de la noche madrileña. Pasó de las secciones de acción de Falange a controlar la seguridad de la gran discoteca de 'bakalas' de los 90, junto a Attica


El Búfalo, con bigote, y su amigo J. A. Touch, en la Joy Eslava, a finales de los 80.
PREMIUM

    IÑAKI DOMÍNGUEZ
    @Inakidoming81
    Madr

Actualizado Domingo, 12 diciembre 2021 - 22:42


Al investigar la historia callejera de Madrid, hay un nombre con el que me he topado una y otra vez, un nombre con resonancias mitológicas en el mundo de la noche de los años ochenta y noventa. Ese nombre es Búfalo. De hecho, algún artículo de prensa


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1088 en: 27 de Diciembre de 2021, 09:46:40 am »

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1089 en: 10 de Febrero de 2022, 08:04:41 am »


La Policía Local de Málaga cumple 180 años de historia

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1090 en: 11 de Abril de 2022, 07:50:09 am »

LA LEY DE LA CALLE El Madrid macarra

Pitis y el submundo de los poblados de la droga: "Había muchos niños que acababan allí enganchados"


Fue uno de los asentamientos chabolistas con mayor movimiento de toxicómanos. Aún hoy quedan restos en la zona, entre la M40 y Lacoma



En el límite noroeste de la ciudad de Madrid hubo hasta hace unos quince años un gran poblado chabolista en el que se vendieron ingentes cantidades de droga, sobre todo cocaína y heroína. Tal emplazamiento era comúnmente conocido como el poblado de P



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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1091 en: 25 de Junio de 2022, 10:01:00 am »

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1092 en: 11 de Julio de 2022, 18:18:48 pm »
« Última modificación: 12 de Julio de 2022, 07:06:45 am por 47ronin »

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1095 en: 14 de Agosto de 2022, 08:28:45 am »

Eugenio Suárez

El reportero que creó el semanario de crímenes de mayor éxito en la historia


Debutó como periodista de sucesos en 1951 en el diario 'Madrid'. Tenía 32 años. Un día su jefe salió de su despacho, miró a la redacción, pero solo encontró a un periodista: “¡Suárez!”, gritó. Allí empezó todo.

José Otero de Navascués, el científico que trajo la energía nuclear a España
CARLOS SALAS   NOTICIA
14.08.2022 - 04:30h
Eugenio Suárez
El reportero que creó el semanario de crímenes de mayor éxito en la historia. EFE

Eugenio Suárez debutó como reportero de sucesos en 1951 en el diario “Madrid”. Tenía 32 años. Un día su jefe salió de su despacho, miró a la redacción, pero solo encontró a un periodista: “¡Suárez!”, gritó. “Acérquese a la calle Campoamor. Llaman desde un garaje para informar de que han asesinado a una mujer”. Suárez salió volando. “Cuando llegué a la casa del crimen, las paredes y hasta el techo estaban manchados de sangre. El criminal –Monchito– fue inmediatamente detenido por el inspector de servicio en la cercana comisaría del distrito Centro”, recuerda Suárez en sus memorias. El inspector se llamaba Antonio Viqueira.


El reportero solo pudo hacer una reseña breve que el censor apenas corrigió. A Suárez le conmocionó aquel crimen doméstico por su “brutalidad incoherente”. Monchito era un disminuido mental asustado. Había asesinado a la esposa de su jefe porque este no le prestó dinero para casarse. Fue ejecutado en el garrote vil.


A Suárez le fascinó la personalidad del policía Viqueira, un tipo entregado a perseguir el delito como si fuese la vocación de su vida. Los dos, el reportero de sucesos, y el policía de crímenes, estrecharon su amistad. La comisaría de Viqueira era la del distrito Centro: siempre envuelta en delitos bastante cochambrosos, tan cochambrosos como el edificio de la comisaría.

Cada semana, el inspector le daba temas para que pudieran ser publicados en el diario “Madrid”: criminales astutos, parteras ilegales, estafadores internacionales, desapariciones, abusos… Suárez ideó una sección de sucesos llamada “El Caso de…” que tuvo tanto éxito que en su cabeza germinó la idea de crear un semanario de sucesos. Pidió ayuda económica a la empresa en la que trabajaba, pero le exigieron tener el control. Suárez se negó. Luego pidió ayuda económica a su padre, que se negó también. Entonces, se acercó a unos hermanos madrileños llamados Zehr que importaban un reloj suizo “bueno, preciso y barato” (el Buren), quienes le adelantaron 150.000 pesetas para echar adelante el negocio a cambio de páginas de publicidad durante un año. Suárez consiguió asociarse a un amigo, José María de Vega, y los dos emprendieron la aventura: obtuvieron una empresa que les proporcionaba el papel y otra les dejaba las rotativas. Por último, una familia de editores apellidada Montiel le dio 300.000 pesetas para adquirir el 50% del semanario.


Imagen de Eugenio Suárez
Eugenio Suárez en Budapest. L.I.
Faltaba el último paso. El permiso del Ministerio del Información y Turismo. Gabriel Arias-Salgado, el ministro, se negaba a permitir que un semanario hablase de crímenes, latrocinios y estafas. En una de sus varias visitas al ministerio, salió del despacho del ministro Juan Aparicio, director general de Prensa, quien dijo: “Eugenio: el ministro te da permiso para que saques tu semanario, pero solo puedes publicar dos crímenes cada semana”.


El día 11 de mayo de 1952, cuando Suárez acababa de cumplir 33 años, salía a la calle el primer número de “El Caso”. La redacción estaba en un pisito de la avenida Jordán de Madrid y estaba compuesta por Suárez, José María de Vega, los fotógrafos Manuel de Mora e Isidro Cortina, el ilustrador Josechu Pinedo, además de un reportero en Barcelona llamado Enrique Rubio, quien estaba apoyado por el ilustrador Pérez de Rozas.



Thank you for watching

Horacio Echevarrieta
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El olvidado empresario que construyó el submarino más avanzado de su época
En el primer número salían anuncios de Wagons-Lits/Cook, la paella del restaurante Riscal, Galerías Preciados y, por supuesto, el reloj Buren. La primera tirada fue de 13.000 ejemplares. Costaba dos pesetas y traía 16 páginas. Muy pronto, “El Caso” se convirtió en el mayor éxito en periodístico de esos años en España, y también uno de los periódicos con los contenidos más curiosos.

En el editorial de su primer número prometían rellenar solo “el humano interés por lo que ha sucedido fuera de nuestro portal, quizá en la casa de al lado, quizá en el otro hemisferio”. Pero “nada de morbosas curiosidades”. La verdad es que estaba lleno de “morbosas curiosidades” lo cual se demuestra con una retahíla de sus titulares de portada a lo largo de los años: “La envenenadora de Palencia”; “Asesino pasional”; “Una cobra en la cabina del piloto”, “El misterio de la mano cortada”, “Crimen en El Plantío”…

En el primer número reconstruían la historia de un crimen realizado por dos personas en El Plantío, en Madrid cinco meses antes, en Nochebuena de 1951. Doña Rogelia Ogazún Lezcano había muerto estrangulada a manos de Ángel Murciano y un cómplice. Puesto que no existía documento gráfico de los criminales, el dibujante Pinedo se inspiró en las caras de Suárez y De Vega, para reproducir la imagen de los dos malvados huyendo por la ventana. Suárez se reía al cabo de los años, al recordar su cara estampada en aquel número.

Suárez siguió colaborando con el diario “Madrid” hasta que el director, general Carlos Pujol, alarmado de envidia, le exigió que se dedicase enteramente a la redacción. Suárez le tiró a la cabeza una jarra de agua y al día siguiente firmó su salida del periódico. Su nueva meta era “El Caso”.

Durante más de cuarenta años, “El Caso” fue un caso de éxito gracias al desfile de crímenes horrendos, sucesos inexplicables y noticias fantasiosas. “Sus redactores serían asiduos a las comisarías y cuartelillos, juzgados, cementerios, depósitos de cadáveres, morgues casas de socorro, parques de bomberos”, cuenta Juan Rada, ex director de la publicación, en la introducción a un facsímil que se editó en 2012 en homenaje a “El Caso” (Grupoeditorial33).

En un encuentro con el periodista que escribe este reportaje, en 2012, Suárez explicó como había concebido un fantasioso artículo sobre la visita a la Tierra de un grupo alienígenas, los gemiditas. “Nos inventamos la historia de unos extraterrestres que llegaban a la Tierra ya que en su planeta se habían agotado los minerales”, dijo mientras tomaba un café en Salinas (Asturias). “Adapté la historia de una novela de ciencia ficción que estaba leyendo”.

La tirada inicial muy pronto superó sus expectativas y sobrepasó los 100.000 ejemplares semanales en el primer año, y los 200.000, tres años después. Suárez fichó a más profesionales y creó una red de corresponsales en toda España. “Su estructura empresarial mostraba una singularidad: coste material bajo, moderno sistema de distribución y temática diferente en sus crónicas”, afirma Rada en su libro-homenaje. Los reporteros de “El Caso” se hicieron famosos en todo el país, y hasta contaban con un vehículo que llevaba las letras de la cabecera impresa en los laterales. Por supuesto, los hermanos Zehr disfrutaron de tanta demanda de relojes que aumentaron sus viajes a Suiza para importarlos.

El estilo sensacionalista de “El Caso” escandalizó a las organizaciones religiosas, a las asociaciones de padres y a las cofradías seglares. Dos meses después de su estreno, desde el ministerio de Información le llegó a Suárez una orden: ahora sería un crimen por semana; no dos. El cupo de crímenes se reducía al 50%. Suárez diría con retintín a sus amigos que “en España entonces se mataba poco y mal”. Los párrocos aprovechaban la misa para

atacar al periódico desde los púlpitos: denunciaban los reportajes de asesinos, estafadores, descuartizadores, violadores y criminales de todo tipo.

El ministro Arias-Salgado dio un paso más y decidió imponer el cierre del semanario. Suárez se dirigió entonces al obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, para tratar de convencerle de que en su periódico el mal, como el demonio, siempre salía perdiendo. Además, como repetiría Suárez ante las autoridades, los periodistas se llevaban bien con la policía “porque siempre decíamos que eran los buenos”.

El obispo dio el plácet a “El Caso”, pero designó un sacerdote censor para que “tenga la garantía de hallarse dentro de los principios de la moral y la ortodoxia católicas”. Suárez le asignó un buen sueldo al censor para que no interfiriese mucho en la labor, y pidió a la plantilla que se llevase bien con el mismo. Según Francisco Umbral, “Franco permitió “El Caso” porque pensaba que la población, distraída con el crimen de la portera, la gata con alas o el hongo milagroso, se iba a despolitizar, como así fue”. (Citado por Juan Rada).

Portada de El Caso
Una de las portadas de 'El Caso'. L.I.
“El Caso” fue el semanario más vendido entre 1950 y 1970 en España. Llegaba a los pueblos adonde no llegaba la prensa. Se leía en voz alta en los casinos y en los bares y, como afirmaba Suárez con orgullo, muchos españoles aprendieron a leer con “El Caso”. Uno de sus números más vendidos fue el relato de los crímenes de José María Jarabo, un joven madrileño vividor y de buena familia que había asesinado a cuatro personas. Jarabo quería recuperar una joya en una casa de empeños, pero en lugar de ir al comercio, se presentó en la casa de uno de los dueños. Allí asesinó con un cuchillo y una pistola a la criada, al dueño y a su mujer, que estaba embarazada. Al día siguiente, asesinó al otro dueño de la casa de empeños. Fue detenido, juzgado y condenado a muerte por garrote vil. Un día antes de su ejecución, recibió una caja de puros. Se la había enviado la redacción de “El Caso” dándole las gracias por la cantidad de ejemplares que les había ayudado a vender: 450.000 en una semana.

Una de sus portadas más estrafalarias se produjo en 1954, después de que un censor les obligara a retirar la foto de una mano cortada que la policía había hallado en una lechera llena de alcohol en casa de una mujer de la alta sociedad. Se trataba de la mano de su hija muerta por una enfermedad. La mujer de alta sociedad la guardaba como una reliquia, así como los ojos, la lengua, dientes y mechones de pelo desperdigados por la casa.

A toda prisa, antes de entrar en las rotativas, Suárez decidió cambiar la foto censurada por un titular escrito de su puño y letra sobre una hoja en blanco que decía: “El misterio de la mano cortada”. El impacto fue inesperado. “Apenas salió a la calle el semanario cuando ya se había agotado”, comenta Rada en su facsímil.

“El Caso” llegó a ser el medidor social y económico de un país que se estaba reconstruyendo económica y socialmente. Su precio de dos pesetas se mantuvo durante muchos años. El semanario tenía tanto éxito que llegó a haber, como en los toros, reventa de ejemplares. Un hábil quiosquero del barrio de Tetuán de Madrid llevaba los ejemplares a la población (hoy barrio) de Fuencarral y los vendía a cinco pesetas. En 1963 “El Caso” subió a tres pesetas, siempre por debajo del precio de los grandes periódicos. En 1980 ya costaba 25 pesetas, fruto de la inflación que había sufrido el país desde la Transición.

En sus memorias, Suárez reconoció que “hacíamos periodismo de baja calidad, de acuerdo”, pero eso se debía a “situaciones objetivas que

condicionaban la vida pública”. Afirmaba con convencimiento que “el único periodismo vivo que podía llamarse así en los primeros años de la posguerra franquista fue el de ‘El Caso”. Suárez añadía: “Nos topamos –o inventamos– lo que se llamó, más tarde, «periodismo de investigación», dedicando esfuerzos al análisis de otros delitos: estafas, contra la salud pública, sucesos históricos y cuanto traspasara el tamiz de la censura. Al carecer de competencia, y haberse perdido en los diarios la tradición de estos temas, contábamos con la fidelidad del lector, también desacostumbrado del morbo que trae el crimen sangriento”.

En 2005, Suárez consiguió que un editor publicase sus polémicas memorias. Polémicas porque se titulaban “Caso cerrado: memorias de un antifranquista arrepentido” (Oberon). Saldaba cuenta con los envidiosos que habían tratado de cargarse su semanario, y criticaba el cambio de actitud ante el franquismo de la Iglesia, la banca y los poderes durante la Transición. Desde siempre, Suárez se había posicionado como un antifranquista, pero al final en sus memorias afirmó que el general había logrado atar al ejército y quitarle su parte más “peligrosa”, y que, tras su muerte, “rompen aguas los más insospechados vientres hinchados”. Se refería a toda clase de agrupaciones políticas que se hablaban de “la madurez del pueblo español, gran camelo que reconfortaba a las masas”.

Suárez había sido falangista desde su juventud. En los últimos años de la Segunda República había estado en la cárcel Modelo. Gracias a la influencia de su padre, un médico, logró salir y viajar a Alemania nazi, donde convivió con una familia alemana-judía. Volvió a España y fue un combatiente del lado nacional. Luego se alistó en la División Azul, pero no vio el frente porque sufrió una hepatitis que le obligó a repatriarse. Vivió la posguerra en Madrid, y encontró trabajo como censor. Fue enviado con una

beca a Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, y cedió su puesto de censor a Camilo José Cela, de quien fue gran amigo. Al volver de Hungría, trabajó en varios medios: primero como colaborador del diario “Ya”, donde le pagaban 75 pesetas por artículo, y luego hasta que empezó a colaborar en el diario “Madrid”.

Tras fundar “El Caso” en 1952, lanzó otros productos de éxito como “Sábado Gráfico” y “Cocodrilo Leopoldo”. Con él trabajaron, José Bergamín, Antonio Gala y Álvaro Cunqueiro. Después de la censura de Arias-Salgado, sufrió la dura censura de la ley Fraga de los años sesenta. Paradójicamente, el gobierno democrático de Adolfo Suárez abrió un procedimiento en 1976 para secuestrar y sancionar “Sábado Gráfico” por publicar un caso de corrupción en el Ejército del Aire.

En 1987, después de 45 años, “El Caso” cerró asediado por las deudas, sobre todo a la Seguridad Social. Suárez, apartado ya por la edad del quehacer diario de los medios, se convirtió a partir de 1992 en columnista de “El País” y luego de “La Nueva España”. Socarrón, gran contador de historias, escéptico y algo sordo, creía que lo único que funcionaba bien en este país era El Corte Inglés. Disfrutó hasta el final de su círculo de contertulios, donde una y mil veces contaba los viejos tiempos en los que, a pesar de la censura, consiguió publicar el semanario más leído de la época. Fueron los más repletos y felices de su vida. Falleció en Salinas (Asturias), en 2015.


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1096 en: 15 de Agosto de 2022, 08:45:40 am »


ANTES DEL MUNDIAL DE ESPAÑA

El día que Brasil se enfrentó a la Policía Local de Sevilla: "Jefe, no diga usted el resultado"


Los agentes se enteraron de que necesitaban sparrings y se presentaron en la concentración a proponerles un encuentro. Sorprendentemente, aceptaron y se disputó. Fue en 1982
Foto: El centrocampista Sócrates, durante su participación con Brasil en el Mundial de 1982. (EFE/Roger Parker)
El centrocampista Sócrates, durante su participación con Brasil en el Mundial de 1982. (EFE/Roger Parker)
Por Rafa La Casa
14/08/2022 - 05:00
Imagínese que usted tiene un equipo de fútbol con compañeros de trabajo. Imagínese que compiten en torneos. Imagínese que les apetece jugar un amistoso contra la selección brasileña. Imagínese que se aparecen ante Tite, seleccionador de Brasil, y le ofrecen enfrentarse en un encuentro. Y él va y acepta. Eso mismo ocurrió en Mairena del Alcor (Sevilla) el 8 de junio de 1982, en la preparación para el Mundial. Las cosas han cambiado mucho en 40 años, porque antes era posible que un equipo de la Policía Local de Sevilla se enfrentara a los mejores jugadores del mundo.

Brasil contaba en 1982 con una selección que abanderó el célebre 'jogo bonito' por su estilo vistoso, gracias fundamentalmente a los jugadores que tenía: Sócrates, Zico, Toninho Cerezo… Eran uno de los candidatos al Mundial, aunque finalmente fueron eliminados en la segunda fase (una liguilla de tres equipos en la que solo se clasificaba el primero). Italia, 'a posteriori' ganadora, dejó por el camino a los brasileños y a los argentinos. Esto es el final del Mundial, pero conviene volver al principio. Brasil fue encuadrada en el grupo F —junto a Escocia, Nueva Zelanda y la Unión Soviética— y disputaron sus partidos en Sevilla. El equipo se alojó en el Parador de Carmona y entrenó en Mairena de Alcor, en el estadio San Bartolomé, donde el césped estaba en perfectas condiciones. Para los partidos de entrenamiento necesitaban sparrings. Les hacían falta amistosos, porque todos los que jugaron de preparación antes del Campeonato del Mundo se disputaron en Brasil. Fueron frente a Portugal (3-1), Suiza (1-1) e Irlanda del Norte (7-0).

Se presentaron en la concentración
"No nos contó convencerlos porque estuvieron muy amables y aceptaron enseguida. Realmente, fue una iniciativa nuestra para ver si sonaba la flauta", cuenta a El Confidencial Antonio Álvarez, uno de los agentes que jugó aquel partido. A oídos de José Lepe, entrenador del equipo, llegó que Brasil buscaba equipo para un partido. Y se presentó en la concentración junto a Álvarez y Rafael Álamo, otro oficial, con el objetivo de hacerle una propuesta a Telé Santana, seleccionador brasileño.
 El que los atendió primero fue el jefe de prensa de Brasil y luego llegaron hasta Vavá, segundo entrenador y mano derecho de Santana. "Nosotros los trasladábamos a ellos a los entrenamientos. En el dispositivo de seguridad, la Guardia Civil se encargaba de moverlos por la carretera y la Policía Local de Sevilla, por la ciudad", explica Rafael Álamo, que fue presidente, secretario y tesorero de aquel equipo. "Fui de todo". Aquel equipo no necesita engranarse. Los agentes, pertenecientes a la comisaría de la avenida de La Palmera de Sevilla, se entrenaban en el Parque de María Luisa. Así lo relata Javi Rodríguez, el mejor jugador de aquel equipo: "Nos daban una hora para entrenar". El objetivo era representar a la comisaría lo mejor posible en los torneos nacionales que había de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. "Fuimos campeones cinco años".
placeholderLos agentes y la selección brasileña, el día del partido. (Cedida)
Los agentes y la selección brasileña, el día del partido. (Cedida)
Lo equivalente a un Segunda B
"Nos hicieron preguntas sobre el nivel del equipo y le dijimos que seríamos lo equivalente a un equipo mediano de Segunda B", explica Álamo. Habla Álvarez: "Ten en cuenta que ocho o nueve de nuestro equipo habían pasado por las canteras de Betis y Sevilla". Tras aceptar, llegaron las condiciones. Nada de entradas duras, tacos de goma en lugar de aluminio y cambio de portero: el brasileño jugaría con los agentes y viceversa.
Era pleno junio en Sevilla y hacía calor. Aquel día, el entrenamiento no fue a puerta cerrada y asistieron los familiares de los agentes. Así lo relata Álamo: "Somos el único equipo policial que se ha enfrentado a la selección brasileña. No hubo mucho público por seguridad, así nos lo pidieron. Nosotros nos responsabilizamos de la seguridad durante el encuentro". Las familias acudieron con los niños y los jugadores brasileños "se portaron estupendamente con ellos". También lo fueron con los agentes: "Se hicieron todas las fotos que les pedimos", dice Álvarez. Los agentes se sorprendieron al llegar al estadio. A los vestuarios, apenas pudieron acceder. "Había muchísimas cámaras al lado del vestuario de Brasil y no se podía pasar", comenta Rodríguez. Lo que empezó como una locura de José Lepe, Antonio Álvarez y Rafael Álamo acabó como una tarde de gloria para los municipales: salieron en directo en O Globo.
placeholderLos agentes se reunieron 40 años después para recordar aquel día. (Cedida)
Los agentes se reunieron 40 años después para recordar aquel día. (Cedida)
Hasta los periodistas tenían calidad
Aquellos tiempos son pasados. No solo porque se celebrara un partido así, impensable en estos momentos. También porque los periodistas casi entraban a los vestuarios. Lo explica Rodríguez: "Veías a los periodistas darle toques al balón y no sabías si eran futbolistas o reporteros". La diferencia entre ambos equipos no tardó en notarse en el campo: "Eran un ballet porque cada jugador tenía una categoría increíble. A los diez minutos, Sócrates nos había marcado siete goles. Le daba de tacón como nosotros como el empeine", aclara Álamo.
Los agentes se percataron de la competitividad de los jugadores, por más que aquello fueron solo un partido de entrenamiento. "Sus ganas de ganar era increíble. Falló su delantero centro un gol y el banquillo se levantó enfadado", relata Rodríguez. De los típicos que quieren ganar hasta cuando juegan al dominó. El resultado fue de 22-0 a favor de los brasileños. En lugar de los 90 minutos habituales, se disputaron 180 para que Santana cambiara a sus jugadores. Cuando quedaba menos de media hora, los agentes tuvieron superioridad numérica. Lo cuenta Álvarez: "Santana nos dejó meter a más jugadores y jugamos 15 contra 11 los últimos 20 minutos".
placeholderZico fue uno de los brasileños que disputó aquel partido. (Reuters)
Zico fue uno de los brasileños que disputó aquel partido. (Reuters)
Una derrota sin paliativos
La derrota fue contundente y los jugadores, después del partido, prefirieron no hablar del tema. "Me dijeron: 'jefe, no diga usted el resultado'. Yo, sin embargo, no tenía ninguna vergüenza porque habíamos jugado contra los mejores jugadores del mundo", aclara Álamo. A pesar del resultado, algunos tuvieron su momento de gloria. Habla Rodríguez: "En un balón en el centro del campo, cerca del banquillo, amagué y le hice un caño a Júnior. Después me cogió de los pelos de forma cariñosa". El encuentro fue largo, pero los brasileños no parecieron cansados. "Zico se quedó tirando faltas después del partido. Era un deleite absoluto. Lo único que hacía el portero era recoger el balón de la portería", explica Rodríguez.
placeholderTelé Santana fue el seleccionador brasileño en aquel Mundial. (EFE)
Telé Santana fue el seleccionador brasileño en aquel Mundial. (EFE)
La única pega que le ponen a los brasileños es que no quisieron intercambiar las camisetas. "Creo que fueron reacios porque no volvieron a ver los balones que se salían del campo", cuenta Álvarez entre risas. Álamo, sin embargo, discrepa: "Eso ocurrió en todos los entrenamientos". Aquellos señores guardan el partido en sus memorias como un tesoro. "Yo tengo una foto con Júnior", dice la hija de Álamo, cuando se entera de que su padre están recordando aquel día. De hecho, este año han celebrado un almuerzo como recuerdo por los 40 años del encuentro. En el terreno de juego, no perdieron su condición de agentes. Santana les pidió que no hubiera entradas para no lesionar a sus muchachos. Y ellos recordaron que su objetivo era velar por la seguridad. Quizá eso no sea precisamente 'jogo bonito'.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1097 en: 17 de Agosto de 2022, 08:20:06 am »

Policía municipal de Valladolid: poco sueldo y mucha responsabilidad


Tres pesetas diarias cobraban los guardias en 1912 por trece horas de trabajo, denunciaba este periódico en un amplio reportaje
Enrique Berzal
ENRIQUE BERZAL
Martes, 16 agosto 2022, 00:13
No solo cobraban poco para la cantidad de tareas que les estaban encomendadas, sino que eran objeto de mofa y escarnio entre los ciudadanos. Un reportaje publicado por El Norte de Castilla hace 110 años denunciaba con detalle la precaria situación laboral de los guardias municipales, cuyo salario medio ascendía a tres pesetas diarias y era, por


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1098 en: 18 de Agosto de 2022, 18:54:10 pm »
 El día que un Alcalde parió un bando sobre consumo de drogas y se fue a hacer la foto de como la Policía Municipal multaba a los "muertos vivientes"...pena no encontrar la foto.


 "Con el bando sólo pretendía crear polémica", dice el alcalde


EL PAÍS

Madrid - 12 OCT 1991 - 00:00 CET

El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, destacó ayer que con el bando antidroga no quiso multar a los toxicómanos, sino crear una polémica en torno al problema del consumo de drogas para que las instituciones públicas abordasen con seriedad el tema, informa Europa Press. Estas declaraciones las realizó el primer edil en los actos realizados por la Guardia Civil con motivo del día de su patrona.La Policía Municipal, sin embargo, siguió ayer poniendo multas a los consumidores callejeros de droga en aplicación del bando. Un total de 97 yonquis habían sido denunciados ya desde las primeras horas de la mañana del miércoles hasta las tres de la tarde del viernes. Durante la mañana de dicho día, los agentes Firmaron 51 denuncias, sobre todo en los distritos de Centro y de Vallecas, según informaron fuentes del cuerpo. Los policías trasladaron a 16 drogadictos a centros asistenciales.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1099 en: 22 de Agosto de 2022, 19:38:34 pm »
Cada vez que leo alguna de estas actuaciones de aquellos años,  de registros domiciliarios,  me pregunto como con la misma ley de hoy antaño se pudiese hacer....y se hizo...sin tutela.


Policías municipales detienen a siete traficantes de droga en Pan Bendito

EL PAÍS
Madrid - 10 JUL 1988 - 00:00 CEST
Policías municipales de la Sección Especial, apoyados por las dotaciones de siete coches patrulla de la Unidad de Protección Ciudadana, realizaron el pasado viernes una redada en dos viviendas bajas y en un remolque aparcado enfrente en la calle de Besoya, en la colonia de Pan Bendito. La Policía Municipal sospechaba que los habitantes de las casas y del remolque se dedicaban al tráfico de drogas. En la operación fueron detenidas siete personas como presuntas traficantes de drogas.Dos de los detenidos son mujeres, propietarias de una de las casas bajas y del remolque; los restantes detenidos son hombres. Algunos de ellos se opusieron a la detención y tuvieron que ser reducidos. Todos los detenidos fueron entregados en la comisaría de Carabanchel.


Los registros realizados dieron como resultado la aprehensión de 82 gramos de cocaína, 25 gramos de hachís, 23 papelinas de heroína y 100 comprimidos de psicotrópicos, de las marcas Buprex y Rohipnol.

La Policía Municipal requisó 700.000 pesetas en metálico, dos escopetas, 10 armas blancas y un número considerable de joyas de oro y plata (gargantillas, pulseras, sortijas, pendientes, etcétera), así como equipos de música, órganos electrónicos y un motor fuera borda.