Éxtasis a un euro. A dos, a tres, a cinco a lo sumo. Incluso se puede conseguir una pastilla gratis si se compra cocaína o se adquiere la solución de éxtasis que se chupa y que se conoce como cristal. Ésta, a su vez, se puede conseguir a 20 euros el medio gramo, porque ha perdido del todo la pátina de glamour que tenía pocos a?os atrás, cuando apareció en Espa?a. El compuesto anfetamínico speed, preparado para esnifar, se vende entre 10 y 16 euros el gramo. El LSD a 15 euros. El anestésico ketamina cuesta 25 euros medio gramo mezclado con cocaína, para aguantar la fiesta.
l 'éxtasis', popularizado en Ibiza, llegó a costar 30 euros la pastilla
Algunos jóvenes procuran alargar el 'colocón' con dosis mínimas
Encuestas recientes confirman a Espa?a a la cabeza en el consumo de cocaína
La cocaína se vendía antes por unos 40 o 50 euros el gramo
El tabú del paso de unas drogas a otras se ha evaporado
"Vendo droga para sacar sobresueldo", dice un traficante ocasional
Con la crisis, las drogas cuestan menos dinero. A veces con calidad bajo cero. Pero efectivas para la evasión brutal. "Más o menos todas las drogas han descendido el precio", explica Juan José Llopis, psiquiatra especialista en conductas adictivas y coordinador de la Unidad de Conductas Adictivas de Castellón. "El consumidor recreativo, el mayoritario entre los jóvenes de Espa?a, está apuntándose a las drogas cuyo efecto, con menos dosis, dura más tiempo. Por ello, lo que percibimos paulatinamente", a?ade, "es la existencia de un arco de consumidores a partir de los 16 a?os que puede espaciar las salidas festivas para ahorrar dinero, pero que busca el desfase duro rápido. Ahora los consumidores beben en los aparcamientos para ahorrar, pero mezclan más sustancias que en otros tiempos".
De hecho, se conoce como puchero a la mezcla literal de cuatro de estas sustancias: éxtasis en pastilla, éxtasis cristalizado, cocaína y ketamina. En una pandilla, se reparte el gasto de esta compra, y luego se ingiere. Los efectos son brutales.
"La cocaína se llega a vender hoy con un poco de heroína para fumarla en las horas finales de la fiesta y poder dormir", indica Llopis. Y a precios ridículos comparados con tiempos pasados, como 40 o 50 euros el gramo.
Los tabúes entre el paso de unas drogas a otras se han evaporado en la noche actual. En botellones, aparcamientos de clubes, festivales, en salidas colectivas, las drogas de dise?o hacen un nuevo camino. El éxtasis llegó a costar 30 euros la pastilla. Su consumo masivo estalló en Ibiza hace 20 a?os. Llegó a la Península y se desarrolló. Hoy hace 15 a?os que los medios de comunicación descubrieron la llamada ruta del bakalao valenciana, un circuito de discotecas que atraía a decenas de miles de jóvenes de toda Espa?a: la pastilla era su tótem, y desparramó su incidencia por todo el país.
Pronto mostró su amargura. Entre los a?os 1996 y 2002, el éxtasis estuvo relacionado con 35 muertes en Espa?a, y se calcula que el 2,5% de las muertes cuya causa son las drogas en nuestro país tienen que ver de alguna manera con su consumo. Como iba a suceder en Europa, en la noche espa?ola quedó sepultada por su fulgor y su reverso, hasta que su consumo recreativo fue derivándose hacia zonas estables, y disminuyó. Así lo refleja la Encuesta domiciliaria sobre alcohol y drogas en Espa?a, presentada hace pocos días: sólo el 1,2% de la población entre 15 y 64 a?os la ha consumido durante el último a?o. El mismo porcentaje que en 2005. Otra encuesta aún más reciente, la del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, apunta en la misma dirección.
"Mucha gente de la generación de los ochenta y los noventa se trasladó del éxtasis hacia la coca porque la primera sustancia provoca una tolerancia inversa", explica el doctor Llopis. Es decir, cuanto más droga toma una persona en el tiempo, menos efecto placentero siente, y más densidad cobran las resacas. Con la cocaína el efecto placentero no disminuye de ese modo, lo que resulta mucho peor. Sólo hace falta observar la citada encuesta espa?ola para percibir que su consumo está fuerte y estable en nuestro país: el 3% de la población la ha tomado en los últimos 12 meses. El estudio del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, eleva su consumo hasta el 5,2 %, el mayor índice de aceptación que se registra en Europa.
En cuanto al cannabis, Espa?a también es el país de la UE con el más alto porcentaje de fumadores el último a?o (un 20,3%, siete puntos más que la media comunitaria). Ambas sustancias tienen en nuestra Península su puerta de entrada privilegiada al primer mundo. Un territorio de enorme valor estratégico en el que el clima, el sentido del ocio, la vida en la calle y una asunción del exceso bastante normalizada facilita ese consumo lúdico que puede derivar en adicción.
Pero, según datos de 2006 -los últimos recogidos por el Observatorio Europeo-, Espa?a es el país con mayor número de incautaciones (el 58%). El control sobre la cocaína es enorme, al igual que ocurre sobre el hachís. Una losa para los traficantes. Sin embargo, pese a que recientemente la Guardia Civil ha desactivado una banda preparada para suministrar 100.000 dosis de éxtasis en Madrid y Toledo, los laboratorios caseros de fabricación sintética son fáciles de crear. Muchas veces, los traficantes menudean con poca cantidad y llevan una vida normal. Pueden pasar bastante desapercibidos.
"La droga de dise?o es la sustancia juvenil y barata por excelencia, y sigue sin faltar en ninguna fiesta", explica Bego?a Romero, secretaria de comunicación del Sindicato Unificado de Policía. Lo mismo indica Manuel Martínez, de la Asociación Unificada de Guardia Civiles. Su impresión, basada en las denuncias de posesión y consumo efectuadas a la administración pertinente, es que "su incidencia crece". "Creemos que se consume mucho", indica Romero, "pero de manera totalmente condicionada a las celebraciones colectivas, y eso la distancia en las estadísticas de una droga que genera adictos diarios como puede ser la cocaína". De hecho, pese a que las drogas de dise?o no han dejado de generar problemas personales y sociales, tienen poca incidencia sanitaria.
El doctor Benjamín Climent, especialista en drogas emergentes y jefe de la unidad de toxicología clínica del hospital General Universitario de Valencia, lo explica. "La cocaína es en Espa?a la principal causa de entrada hospitalaria de urgencias relacionada con abusos de sustancias ilegales", explica. ?Qué pasa con las drogas de síntesis? "Que no se registran en los hospitales, no generan adicción diaria, no suelen llegar a lo asistencial, y eso hace que su impacto resulte muy difícil de precisar". Climent cree que una cierta prevención rudimentaria -evitar la temperatura excesiva bebiendo agua- ha hecho que disminuyan los problemas derivados del consumo del éxtasis. Sin embargo, considera absurdo el debate surgido recientemente en el Reino Unido sobre si debería desaparecer de la lista de drogas peligrosas. "Tiene una gran toxicidad, afecta al sistema inmunitario, provoca graves problemas hepáticos, y genera muchos da?os. La tendencia que vivimos es hacia las sustancias psicoestimulantes y hacia lo adulterado", opina Climent. "Pero ni siquiera están cuantificados los da?os que provocan sustancias de dise?o al alza como la ketamina. No obstante, en el Clínico de Barcelona se han atendido hasta 400 casos de intoxicación por éxtasis líquido", advierte. Esta sustancia está ligada a diferentes muertes en Ibiza.
"Si no se trabaja en intentar cuantificar su impacto, parece que esas drogas no existan", insiste. Una de sus advertencias va dirigida hacia otro fenómeno que constata el propio informe del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías: el aumento de la compra de plantas y psicoestimulantes de origen natural a través de Internet. "Algunos son legales, otros no están catalogados y están también los que son un placebo".
Es algo que lleva tiempo desarrollándose, pero a lo que no se le presta demasiada atención. Como al consumo de ácido lisérgico o LSD. Climent constata que, como en otros tiempos, hoy se da "en gente que busca experiencias sensoriales determinadas". Pero la verdad es que no faltan discotecas en Espa?a en donde los tripis se venden en los aparcamientos. Ni consumidores o traficantes que hacen uso de ellos. Uno se presenta como Juan. Tiene 21 a?os y un trabajo precario que puede perder en estos tiempos de incertidumbre laboral.
"Vender droga ahora me da una seguridad económica, es algo que muchos hacemos como sobresueldo. Aunque, como mucha gente está mal de dinero, la deja a deber", explica. En su ambiente discotequero que se prolonga hasta el amanecer, la cocaína se usa al final de la noche, y el LSD, el cristal y las pastillas durante la madrugada. Son lo más fuerte, lo más asequible en relación a su efecto. "La gente de mi edad está por lo barato, la coca se compra entre varios para esnifarla y llegar despiertos a casa, con buena cara y una presencia decente", a?ade Juan.
"Observamos en este momento todo tipo de combinaciones singulares, porque se le ha perdido el miedo a las drogas", explica Mercedes Rodríguez, coordinadora del área de tratamiento del programa terapéutico Proyecto Hombre. De hecho, lo que parece que más se rechaza es el hecho de ir drogado, porque muchos consumidores no suelen considerar un exceso de fin de semana como algo que genere problemas. "La cocaína es la gran causa de ingreso en nuestros centros, pero hasta un 70% de los pacientes han probado las drogas de síntesis, y un 15% las toman como policonsumidores". Esta pérdida de miedo, o de respeto, ha hecho que incluso se detecten repuntes destacables en el consumo de heroína. "No es alarmante, pero está formando parte del cóctel de consumo de las nuevas generaciones que la toman fumada y que no la han conocido como algo marginal".
El psiquiatra Juan José Llopis a?ade otra nueva particularidad al actual consumo ligero de prejuicios: el opio. "Aún es algo circunstancial, vinculado a colectivos alternativos y contraculturales, pero proviene de robos efectuados a cultivos farmacéuticos espa?oles, y se consume fumado o comido".