DAVID RAMÍREZ. EX POLICÍA NACIONAL
"Mañana mismo volvería a trabajar gratis, la Policía es la ilusión de mi vida"Uno de los agentes inhabilitados por entrar en pisos de las Tres Mil Viviendas defiende que fue condenado sin pruebas y por venganza.
Anuncia que recurrirá hasta "donde haga falta".
David Ramírez, en la redacción de 'Diario de Sevilla'. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ
FERNANDO PÉREZ ÁVILA
04 Marzo, 2017 - 06:40h
Se presta a hablar, por primera vez a cara descubierta, para rebatir, o al menos explicar, por qué se le ha condenado. El Tribunal Supremo confirmó hace unos días la sentencia de la Audiencia de Sevilla que le impone nueve años de inhabilitación especial por dos allanamientos de morada y un año y medio de cárcel por un encubrimiento. Junto a él han sido inhabilitados otros dos agentes. Antes que nada precisa que le han destrozado la vida, "porque yo quise ser policía desde que era muy niño. Pertenezco a una familia muy desestructurada, provengo de un barrio conflictivo y de hecho casi todos mis amigos de la infancia acabaron en la cárcel. Yo veía a los policías y quería ser como ellos".
Tiene miles de anécdotas de los 25 años que ha pasado en el cuerpo. Recuerda que el psicólogo que lo entrevistó antes de entrar le dijo que era mejor que se dedicase a ser delincuente. "No creo que lo hiciera con mala fe. Ese mismo psicólogo me tocó cuando entré en el curso de GEO (Grupo Especial de Operaciones) en 1995. Me preguntó si me acordaba de él y claro que me acordaba, en cuanto lo vi. Me aprobó".
Quizás no se dé cuenta, pero sigue hablando en presente. "Soy un policía de vocación, de los que está en la calle y si viene una persona con un problema intento buscar la solución en el momento. No le digo a nadie la frase típica de vaya usted a denunciar a una comisaría. Si puedo, lo resuelvo. Sin saltarme la ley, ojo, porque hay muchas alternativas. Eso se está perdiendo porque estamos cogiendo miedo. Los policías cogen miedo, porque a veces tenemos sentencias injustas. Muchos piensan 'como me meta en ese portal y digan que he roto una puerta..."
"EL APODO DEL 'CORRUPTO' ME LO PUSIERON LOS DELINCUENTES, ME HA PERJUDICADO MUCHO"
Quiere exponer los motivos por los que ha sido condenado. "Hablemos de cómo empezó el caso. Una pobrecita jubilada que dice que yo entré en su casa y le robé 165 euros. En ningún momento han tenido en cuenta que yo la detuve, antes de que me denunciara, con 12 gramos de cocaína. Eso ni aparece en la sentencia. Tampoco que da seis versiones diferentes. Ni que el día del juicio no se presenta porque dice que está muy mala, aunque cuatro días después sí que fuera a otro. No va al mío, pero sí se tiene en cuenta su testimonio y dicen que queda probado que yo le robé 165 míseros euros. Es totalmente mentira. Tiene una decena de detenciones por tráfico de drogas. Me acusó por haberla detenido, a ella y a toda su familia".
Uno de los allanamientos es, para este policía, sencillamente inexistente. "No hay ni víctima ni morada. Hablan de que yo he entrado en casa de un tal Melón, que nadie sabe quién es ni dónde vive. Jamás he visto eso. Me condenan porque yo, en una conversación telefónica, digo que le he entrado al melón". En el segundo allanamiento, incluso la Fiscalía del Tribunal Supremo sostenía que, aun siendo las cosas como dice el detenido que fueron, no habría nada irregular porque la ley de enjuiciamiento criminal permite la entrada en vivienda en caso de flagrante delito. "Era un atracador y secuestrador. Estaba fugado de prisión, ¿no es flagrante?".
"ME HAN CONDENADO POR TRABAJAR, LO DIGO A BOCA LLENA. LO QUE HAN CONSEGUIDO ES QUITAR A CUATRO BUENOS POLICÍAS"
También niega el encubrimiento de una menor, prima de un confidente suyo, que participó en el robo de una bicicleta, un teléfono móvil y 40 euros. "La persona que supuestamente yo encubrí fue después detenida. Es la única, de hecho, que cumplió condena por esa historia. Evidentemente yo no la podía detener. Pero sí que informé a mis compañeros del grupo de la comisaría del distrito Sur y fue detenida. Y se recuperaron los efectos. Básicamente estábamos resolviendo un problema. Para mí hubiera sido muy fácil, tanto como decirle a las víctimas del robo que fueran a denunciar a la comisaría. No me implico y punto".
Lamenta que el apodo del Corrupto le haya causado tanto daño. "Suena muy fuerte. Los motes no se eligen, te los ponen los delincuentes. Normalmente un policía que tiene un mote es porque trabaja y es conocido. Si no, pasa desapercibido. A mí me pusieron el Corrupto porque hace seis o siete años detuve, junto con mi compañero, a un tío con cien gramos de droga y 6.000 euros. El dinero se depositó íntegro en comisaría, pero los delincuentes corrieron el rumor de que nos habíamos quedado con él. A la larga me ha hecho mucho daño. A mí y a mis compañeros, que están inhabilitados por culpa de ese motecito. Me siento muy culpable por ello".
Entiende que se le pinchara el teléfono por el mote, pero no que sus compañeros de UCOT -la unidad que ejerce la función de Asuntos Internos en Sevilla- continuaran con la investigación cuando descubrieron que ni había robado ni traficado. "Al final nos imputan delitos totalmente diferentes a los del principio. Creo que cuando se dan cuenta de que somos trabajadores y que lo que hacemos es detener chorizos, no saben dar marcha atrás. Nunca pensé que esto pudiera acabar en una condena". Cuenta que el apodo tuvo tanta repercusión que incluso un comisario se negó a que la Policía informara de una intervención en la que impidió un suicidio porque la había hecho él. "Preguntó quién había sido y le dijeron que David. ¿Qué David? ¿El Corrupto? Y guardó las diligencias en el cajón. Si a mí ni me conocía, si nunca había había hablado conmigo".
Tiene dos medallas al mérito policial con distintivo blanco, otra con distintivo rojo y una medalla de la OTAN. Estuvo en Afganistán y en Iraq. Varios años patrulló por las Tres Mil, a pie. Le dispararon balines y le arrojaron piedras y hasta un bote de colonia. Recibió muchas amenazas, pero nunca esperaba que quien pusiera fin a su carrera fuera la propia Policía. "Los delincuentes nos tenían miedo y las personas de bien, cariño. Muchas veces me han dicho 'David cómo se nota cuando tú estás aquí'. Me han condenado por trabajar. Lo digo a boca llena. Muchos compañeros me han dicho que no se implican porque no quieren acabar como yo. Al final han conseguido quitar a cuatro buenos policías de la calle. Para mí es sangrante que el Supremo anule la condena de un asesino de dos policías, que es algo obvio y notorio, y a mí, sin pruebas, me la confirmen". La peor época fue el año y medio que pasó suspendido de empleo y sueldo, y agradece la ayuda que en todo el proceso le ha prestado el Sindicato Unificado de Policía (SUP). "Tuve que vivir en una furgoneta. Trabajé tres meses en un chiringuito y los de Asuntos Internos me querían quitar hasta ese trabajo. Me han robado mi vida", dice, y anuncia que llegará hasta "donde haga falta" para intentar recuperarla. Lo primero es un recurso de amparo al Constitucional, que ya prepara