Perfil Un parto sin dolor
?Es cierto que se fuman porros dentro de los coches patrulla de la Guardia Civil? ?Yo he ido al funeral de un compa?ero muerto porque no le dieron un chaleco antibalas, y cambiaron su capilla ardiente para que no saliera por la tele su casa cuartel, casi en ruinas?
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JUAN CARLOS CÓRDOBA. EX GUARDIA CIVIL ASTURIANO, AUTOR DEL LIBRO ?NI PIES NI CABEZA? Oviedo, Idoya RONZÓN
Juan Carlos Córdoba (Oviedo, 1968), ex guardia civil, ha cambiado el uniforme por la cabina de un camión. No fue por gusto (fue expulsado), aunque sí fue un alivio que ahora ha plasmado en el libro ?Ni pies ni cabeza. Una novela de picoletos sobre el patriotismo y las distintas formas de liarse un porro?. ?Ni pies ni cabeza? -editado por Plaza y Janés-, es un relato de humor, repleto de sarcasmo e ironía sobre las miserias, chapuzas y falsos patriotismos del instituto armado, que arranca con el surrealista hallazgo de un cadáver -el del propio autor- tirado en un descampado de la sierra de Madrid, decapitado y sin pies. Córdoba era -en la vida real y en la novela- secretario general en Madrid de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y fue ?descabezado? -en la vida real y en la ficción- por los mandos de una institución ?rígida? y ?conservadora?. El libro fue presentado ayer en la ?Semana negra? de Gijón.
-Dice que se operó de miopía para poder entrar en la Guardia Civil y que, curiosamente, estando sin gafas, fue cuando lo vio ?todo? en el cuerpo. ?Qué es lo que vio?
-Todo, de puertas adentro. Desde fuera se ve de otra manera. La Guardia Civil es un cuerpo muy hermético y sólo cuando estás dentro te das cuenta de todo el ?mamoneo? que hay. Empiezas a ver que a los compa?eros no se les trata como trabajadores, que los mandos van a lo suyo... se exige mucho y se cumple muy poco.
-No es ésa la imagen que proyecta...
-La Guardia Civil siempre está entre las instituciones más valoradas, pero nadie cae en que eso es por la gente de base, por la que está trabajando en la calle todos los días, no por los mandos, que gestionan fatal la institución. Incluso Valdivielso tuvo la genial idea de intentar conducirla como una empresa. Quiso seguir el mismo criterio de El Corte Inglés pero claro, aquí no vendemos flotadores, es seguridad ciudadana, y cuando había una reclamación de un cliente, resulta que el cliente a lo mejor era un compa?ero muerto por no tener un chaleco antibalas de mierda. A mí me ha pasado eso, tener que ir al funeral de un compa?ero que murió por no tener el antibalas. La Ertzaintza, por ejemplo, te lo da de dotación. El ?Todo por la patria? es lo aplicable y ya está.
-Permaneció en la Guardia Civil dieciséis a?os y lo expulsaron por un ?trastorno de humor? (tiene papeles que lo demuestran). ?Es incompatible con la Guardia Civil cambiar el estado de ánimo?
-(Risas). Estuve en el Hospital Médico de Zaragoza y el médico me dijo que lo que tenía era un trastorno del humor. Es verídico. Yo me moría de risa. Parece que tenía cambios de humor bruscos. Y yo le dije que como todos los espa?oles. Pero él me contestó que no era lo mismo, que yo tenía una pistola, que no valía para la Guardia Civil. Increíble. Ésa era la segunda vez que me expulsaban. Ya lo habían hecho una vez por un trastorno adaptativo, que viene a ser lo mismo que decirte ?no te adaptas a la disciplina, te tenemos que jubilar?. Pero fue por denunciar irregularidades en la tele, algo que no se permite en la Guardia Civil.
-En la introducción de su libro asegura que va a poner ?a caldo a una institución rígida y conservadora sobre la que apenas se sabe nada de lo que se cuece dentro?. Hágalo.
-Parece que están avanzando y la venden bien, pero a todo lo que la Guardia Civil anuncia, a todo, se le puede poner un ?pero?. La describimos como algo espectacular, pero luego los compa?eros llevan motos Yamaha de dos tiempos -horribles-, cascos de segunda mano, etcétera, etcétera. Es todo paja. Por ejemplo, las patrullas unipersonales famosas. Nadie quería ir a patrullar solo por una autopista porque aquí darle una bofetada a un guardia es muy barato. Eso por poner un ejemplo. Es del todo anacrónica.
-?Qué ha sido lo más sangrante que recuerda?
-Mil cosas. Pedir cámaras de vigilancia para las casas cuartel de Madrid, negártelas y que aparezcan pegatinas de acercamiento de los presos de ETA en las paredes. Si en lugar de pegatinas son explosivos, se van a tomar por el culo cuarenta familias. Como la gente que decide sobre estos temas no vive en casas cuartel, que son guetos, pues pasan estas cosas. Y los guardias lo aceptan porque, cobrando menos que cualquier policía, si te puedes ahorrar el alquiler, pues lo haces. Pero es un alquiler muy caro porque dentro se te controla en todo momento, porque tu actitud puede ir contra el decoro de la institución. O como lo que contaba antes de los chalecos antibala. A mi compa?ero muerto, Antonio Molina, que lo mataron en la A-6, tuvieron la indecencia de cambiarle la capilla ardiente de Villalba a Guadarrama porque, como las viviendas de allí estaban prácticamente en ruinas, no querían que salieran por la televisión. Eso es lo que realmente les importa.
-?Por qué ingresó en la Guardia Civil?
-Porque me gustaba el trabajo, pero me equivoqué de cuerpo. Te anulan la iniciativa con órdenes militares, con un planteamiento de los servicios inútiles, teniendo en cuenta los intereses particulares de los mandos.
-Dice que le expulsaron por denunciar irregularidades en la televisión. ?Qué denunció?
-Que nos obligaban a parar a ocho personas cada vez que salíamos a patrullar, sin que hubieran hecho nada. Según la ley de seguridad Ciudadana, la ?ley Corcuera?, tú puedes identificar a alguien cuando se supone que has hecho algo, pero no parar por parar para que suba la estadística. Y es lo que nos mandaban hacer porque, al parar tanto y hacer que subieran las cifras, los capitanes se llevaban 30.000 pesetas de las de hace ocho a?os. ?Qué pasaba? Que como trabajábamos en núcleos de población peque?os, si salían tres patrullas, ya eran 24 personas identificadas. En un mes, ya eran casi mil y, en dos meses, ya tenías que parar dos veces a la misma persona por narices. Además, estaba muy mal montado porque nos decían dónde nos teníamos que poner, siempre en el mismo sitio. Y los chorizos, violadores y atacadores, ?qué hacían? pues se iban para otro lado, claro. Había gente que nos decía ??Me estáis identificando a mí? Pues me acaban de robar, co?o. Doscientos metros más allá?. Y nosotros, allí, identificando porque sí. Hubo casos muy graciosos porque nosotros hemos llegado a identificar a Stoikov, a Manolo Escobar... poníamos nombres al tuntún. No los leían, con ver que teníamos a ocho identificados era suficiente. Y de esto había órdenes por escrito, que luego se destruyeron.
-?Qué porcentaje del libro es ficción?
-Es ficción lo que relato sobre los antecedentes del protagonista, lo demás es todo verdad. Es cierto que se fuman porros en los coches de la Guardia Civil. Hay cosas que están exageradas, al fin y al cabo es una caricatura. Cuando lo escribí sabía que era un libro muy gamberro y canalla, pero lo que se dice es verdad. Evidentemente no conozco a generales que hayan ordenado asesinatos, salvo Galindo, pero ése está sentenciado, así que lo podemos contar. Tampoco conozco oficiales que consuman cocaína. Bueno, falso, sí conozco pero no lo puedo demostrar. En Sarda?ola del Vallés (Barcelona) había uno que era la bomba que además tuvo problemas de acoso sexual a alumnas de la academia de guardias y no le hicieron nada, le apartaron y le mandaron a Manresa. Pero siguió campando a sus anchas. Supongo que ahora será coronel incluso. En la Guardia Civil, lo que se pueda tapar se tapa.
-?Ya ha recibido muchos chaparrones por la novela?
-Tampoco les ha escocido mucho. La Guardia Civil no ha dicho nada. Sí lo ha hecho algún compa?ero aislado, en foros de internet, que hasta se mete con mi estilo. Y digo yo, si probablemente ése no sabría hacer una ?o? con un canuto, como para meterse con mi estilo. Vaya con los iluminados. Lo disfracé como una novela negra, pero en realidad es un libro denuncia y, sobre todo, un relato de humor, ácido y canalla.
-?Habrá segunda parte?
-Sí, sobre las mujeres en la Guardia Civil, que también tiene mucha tela.
Comenzó a escribir el libro hace tres a?os. ?Lo que pasa es que yo sólo escribo en invierno porque en verano, con las terrazas, no puedo hacerlo, tengo que bajar al bar. Empecé a escribirlo por aburrimiento porque me tiré cinco a?os sin vestir el uniforme hasta que pasé a la situación de retirado. En la Guardia Civil, hasta que no te retiras definitivamente no puedes trabajar en otra cosa, por la ley de incompatibilidades?.
Juan Carlos Córdoba lleva retirado de la Guardia Civil desde octubre de 2007.