35º ANIVERSARIO
Almacenes Arias, la pesadilla de los bomberos de Madrid: "Aquel edificio era una trampa, pudimos morir muchos más"
LUIS F. DURÁN
Madrid
Actualizado Martes, 6 septiembre 2022 - 02:36
El 5 de septiembre de 1987, diez bomberos del Ayuntamiento de Madrid murieron en el incendio de los Almacenes Arias de la calle de Montera, conocidos popularmente como Saldos Arias. El inmueble se desplomó cuando los efectivos trataban de sofocar el fuego a las 02.40 horas. Desconocían que el armazón del edificio había sido sometido a obras sin autorización, que provocaron que se hundiese por completo. Los bomberos, de entre 26 y 37 años, murieron sepultados cuando se iba a ordenar el desalojo de la finca al descubrir que corría el riesgo de derrumbe. El 9 de septiembre se rescató el último de los cadáveres, tras cuatro dolorosos días de desescombro.
En el día de ayer, el Ayuntamiento de Madrid recordó este triste aniversario en un acto celebrado en la Plaza de la Villa, presidido por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, junto a los portavoces del resto de grupos municipales, así como la delegada de Seguridad y Emergencias, Inmaculada Sanz, y el concejal de Centro, José Fernández.
Tras el minuto de silencio, el suboficial jefe de los Bomberos de Madrid, Emeterio García Navarrete, presente el día de la tragedia y aún en servicio, recitó un poema en el que recordó que a las «02.40 horas, la bestia hizo su trabajo». «La muerte de estos bomberos no fue el destino, fue la fatalidad», señaló.
Aquel viernes 4 de septiembre el fuego comenzó en la tercera planta del viejo edificio del número 31 de Montera, utilizado de almacén sobre las 19.45. Varias dotaciones de bomberos se desplazaron al lugar y encontraron varios conatos de fuego. «Debido a que había muchos huecos, se propagó el fuego al edificio nuevo, que era el que se empleaba como edificio comercial», recordó Emeterio. «El incendio a las 22.00 de la noche se dio por controlado, pero los gases derivados de la combustión se acumularon y se produjo una explosión», rememoró.
Hasta 88 bomberos luchaban esa noche contra el fuego. «Yo estaba en el sótano con mi compañero Madueño, que en paz descanse, y fue cuando vimos el estado en el que estaba la medianería. Los pilares metálicos estaban doblados y las vigas, retorcidas», continuó Emeterio García. «Apreciamos que había riesgo de un colapso y se dio la novedad a los compañeros. Fue cuando se decidió sacar a la gente al ver que el edificio era una trampa. Si se hubiese venido abajo antes pudimos morir muchos más. Si se hubiese derrumbado a las 03.00 h. no hubiera pillado a ningún compañero». Los diez bomberos que había dentro del edificio murieron en el derrumbe.
Reitera Emeterio que ese día se aprendió mucho de lo que sucedió. «Hubo una concatenación de circunstancias en nuestra contra. Lo primero es que el fuego comenzó en un edificio de armazón de madera y se extendió a un bloque de estructura metálica. Lo segundo es que se hicieron una serie de obras sin permiso. Se montaron unas escaleras mecánicas que pesaban siete toneladas y media cada una y que no tenían autorización. Además, en la terraza transitable había una torre de refrigeración de 10 toneladas de peso, también sin permiso. Y además, la estructura de acero estaba mal soldada y eso provocó que el edificio tuviese un hundimiento súbito».
Rafael Ferrandiz, actual jefe del cuerpo de Bomberos, presente esa noche en los Almacenes Arias, recalcó que: «el edificio tenía además un cierto abandono y que tenía vigas sin protección para el fuego». Subrayó que los compañeros demostraron un gran valor y dieron un gran ejemplo: «Su entrega permitió que el cuerpo se renovase y mejorase. Este día no puede ser triste porque es un día para el recuerdo. En casi cinco siglos de historia, el Cuerpo de Bomberos ha protagonizado innumerables actos de valor, y sólo en contadas ocasiones se han dado estos sucesos».
En el año 1990 el caso fue archivado por un juez sin encontrar ningún tipo de responsable penal. Las partes implicadas y los familiares de los bomberos llegaron a un acuerdo para recibir las indemnizaciones
Al acto acudieron los familiares de los fallecidos que se emocionaron al recordar la respuesta de los compañeros tras el hundimiento. «Esto nunca se olvida. Siempre están en nuestro corazón», contó Pilar Gómez, esposa de uno de los fallecidos. Cada uno de los 13 parques de bomberos entregó ayer un ramo con 10 rosas. Han pasado 35 años y todos los que perdieron la vida siguen estando muy presentes.
