Autor Tema: Aquellos "viejos tiempos"  (Leído 274366 veces)

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1220 en: 01 de Noviembre de 2023, 18:32:11 pm »
Han cerrado una cueva. . . ten por seguro que abrirán otra más acorde a sus intereses. . .

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1221 en: 02 de Noviembre de 2023, 08:00:20 am »
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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1222 en: 19 de Noviembre de 2023, 06:57:43 am »


Cuarenta años de incógnitas de la muerte del Nani: ¿Dónde está el oro?



Se cumplen cuarenta años del asesinato del delincuente conocido como 'El Nani' a manos de una unidad policial que mataba a delincuentes para quedarse con su botín en Madrid
El Nani, el ladrón que asesinó un grupo policial que robaba a delincuentes hace 40 años en MadridEl Nani, el ladrón que asesinó un grupo policial que robaba a delincuentes hace 40 años en Madrid
Borja Méndez
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Publicado: 19/11/2023 04:45

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"¡Canta, Nani, canta! ¿Dónde está el oro?". El epitafio de la tumba de Santiago Corrella guarda dos preguntas que, quizás, nunca tendrán respuestas: dónde está su cuerpo y dónde está el botín que robó. Esta semana se han cumplido cuarenta años del asesinato de este delincuente por parte de una unidad policial que se dedicaba a asesinar a delincuentes para quedarse con parte de su botín. Cuatro décadas de misterio por el que acabaron en la cárcel tres mandos de la Policía Nacional. Uno de los agentes absueltos fue José María Pérez-Reverte, hermano del conocido escritor, que después sí fue condenando por otro hecho similar.

Los 100 millones de pesetas
La destino de Santiago Corella, delincuente conocido como 'El Nani' solo la conocen las paredes de las antiguas dependencias de la Brigada Judicial de Madrid en la céntrica Puerta del Sol. Este ladrón fue detenido junto a su mujer el 12 de noviembre de 1983 y conducido a la Dirección General de Seguridad. No salió vivo, pero tampoco confesó dónde estaban los 100 millones de pesetas que robó de la joyería Payber, en Lavapiés.


"¡Canta, Nani, canta! ¿Dónde está el oro?" fue la frase que escuchó su esposa Concepción Martín a través de las paredes que les separaban. Después fue utilizada para su lápida a modo de memoria de lo que sufrió aquella noche.

Los miembros de la Brigada Antiatracos de Madrid le torturaron hasta la muerte. Hubo siete agentes investigados. Solo tres mandos fueron condenados. Los agentes de la unidad dijeron ante el juez que había huido, pero esa versión no se sostuvo.


Los condenados por la muerte del Nani
Así, según la sentencia, los autores de la muerte del 'Nani' fueron Francisco Javier Fernández Álvarez, jefe de la sección de atracos de la Brigada Regional de la Policía Judicial de Madrid; a Victoriano Gutiérrez Lobo, jefe del grupo III de la Brigada Antiatracos de Madrid, y el inspector Francisco Aguilar González. Otros cuatro funcionarios fueron investigados, pero acabaron absueltos, entre ellos José María Perez-Reverte, hermano del escritor Arturo Pérez Reverte. La sentencia se conoció en 1988.

Estos policías nunca confesaron dónde ocultaron el cadáver del ladrón. De igual forma, el 'Nani' no dijo dónde escondió el botín que buscaban. Un caso que pudo salir adelante a pesar de las presiones que vivieron sus protagonistas y las familias. El documental 'Pacto de Silencio' de RTVE Play refleja en buena medida las dificultades de un proceso judicial casi inédito. Ladrones de joyerías contra policías. Todos tenían algo que callar.



Los policías contaron con la defensa del mediático Emilio Rodríguez Menéndez mientras que la familia del Nani fue representada por Jaime Sanz de Bremond. La condena por el asesinato del 'Nani' fue la primera que abrió la puerta a nuevas investigaciones y penas por las muertes de otros atracadores en Madrid.

La vida de los policías después de prisión
Este caso desveló una organización criminal que cometió decenas de atracos en la década de los 80. Los propios policías planificaban los asaltos con los confidentes. Después se quedaban parte del botín y blanqueaban su parte.


Algunos de los policías que fueron absueltos por el crimen del Nani después fueron condenados por el asesinato de otras personas. Entre ellos, el hermano de Arturo Pérez-Reverte en una sentencia que dictó el Tribunal Constitucional en 1990.

Los policías condenados por estos asesinatos nunca volvieron al Cuerpo. Cumplieron su condena en prisión y ya se encuentran en libertad. En la calle pasaron a un discreto segundo plano alejados de los focos mediáticos. Nunca encontraron el oro del 'Nani'. Su secreto lo llevo a la tumba bajo una frase que refleja las torturas que vivió en un caso donde a todas las partes les interesaba guardar silencio.


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1223 en: 20 de Noviembre de 2023, 10:45:51 am »
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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1224 en: 20 de Noviembre de 2023, 10:59:25 am »
Esa es la Puerta Grande de la Plaza de Toros de las Ventas antes de 1929. . . las obras de remodelación empezaron en 1920, así que esa foto es de esos años. . .

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1225 en: 20 de Noviembre de 2023, 16:33:59 pm »
Esa es, cuando entraste, no Ronin jajaja

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1226 en: 20 de Noviembre de 2023, 16:42:31 pm »
Esa es, cuando entraste, no Ronin jajaja

Justo, el de foto a caballo soy yo.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1227 en: 21 de Noviembre de 2023, 00:19:14 am »
Esa es la Puerta Grande de la Plaza de Toros de las Ventas antes de 1929. . . las obras de remodelación empezaron en 1920, así que esa foto es de esos años. . .

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Más bien es la plaza anterior. La que se ubicaba en Felipe II, en lo que ahora es el Wizink Center.

Las viviendas que se ven a la izquierda, son mas de calle Goya.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1228 en: 08 de Diciembre de 2023, 20:33:35 pm »
Un sinvivir....

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1229 en: 16 de Diciembre de 2023, 07:45:54 am »
40 años del fuego en Alcalá 20 que fue la tumba de 82 jóvenes: "Muchos murieron abrazados y apiñados en las escaleras"
LUIS F. DURÁN
Madrid
Actualizado Sábado, 16 diciembre 2023 - 00:06

El incendo comenzó por un cortocircuito en la parte trasera del escenario cuando 600 personas llenaban la sala


Policías nacionales sacando el cadáver de uno de los fallecidos.
FRANCISCO MORENOEFE

Se cumplen mañana domingo 40 años de una terrible madrugada para Madrid siendo alcalde de la ciudad Enrique Tierno Galván. Un incendio provocado por un cortocircuito convirtió la discoteca Alcalá 20 en una colmena de fuego y humo que apagó el corazón de 82 personas, la mayoría jóvenes que fallecieron asfixiados por un deficiente sistema de evacuación y emergencia.

Aquella noche del 17 de diciembre de 1983 hacía mucho frío en el centro de la ciudad. La discoteca Alcalá 20, en esa misma dirección de la capital y muy cerca de la Puerta del Sol, estaba de moda entre los jóvenes. Cada noche del fin de semana se reunían en el local de 3.000 metros cuadrados decenas de adolescentes, la mayoría de barrios periféricos como Vallecas, Carabanchel y Villaverde.

Quedaba un cuarto de hora para las 05.00 de la madrugada cuando empezó a oler a quemado. La sala tenía el cartel de aforo completo y cerca de 600 personas bailaban y tomaban una copa repartidas en las cuatro plantas de lo que durante años fue la sala de fiestas Lido.

La música había dejado de sonar, aunque todavía había jóvenes distribuidos en la pista de baile, los palcos y las plateas. De repente, algunos clientes se percataron de la presencia de un humo denso y grisáceo tras las cortinas del escenario. Hubo un primer grito de «¡Fuego!». Otros de auxilio. Los siguientes fueron de angustia y pánico.

Los camareros y empleados de la sala, provistos de extintores, retiraron las cortinas y trataron de apagar las llamas. En ese momento una ola de fuego avanzó por el recinto, decorado en su totalidad con materiales altamente inflamables. Un humo muy tóxico y espeso se deslizó rápidamente desde la planta baja hasta la entrada.

El caos se apoderó de todos los clientes que buscaban la salida. La principal escalera se colapsó dando lugar a avalanchas y atropellos. Otras personas se arremolinaron en torno a las puertas de emergencia, pero algunas de ellas estaban cerradas y nadie encontraba las llaves para abrirlas. Estaban presos del pánico y trataban de abrirse paso entre la multitud con empujones. .

José María Pérez Soria, jefe de guardia del cuerpo ese día, recuerda que al entrar por la puerta trasera de la discoteca la descubrieron «vacía», pues la mayoría de las personas «intentó huir por el lado equivocado», esto es, por la puerta principal. «El humo y el calor», continúa Pérez Soria, «avanzaba precisamente en esa dirección y llenaban el ambiente de la sala de sustancias peligrosas, procedentes de la combustión de los materiales decorativos». El trabajo de los bomberos consistió en despejar las salidas y romper puertas.

«Muchos murieron abrazados y apiñados en las escaleras», destaca Pedro, un policía que aún revive la imagen de los clientes recién salidos de la discoteca, que buscaban con ansiedad a sus familiares y amigos para saber si estaban vivos. «Fue un espanto, el juez ordenó precintar el edificio y una semana después siguieron apareciendo cadáveres en un patio interior».

El suceso se saldó con 82 fallecidos de 16 a 31 años de edad: 31 murieron abrasadas, 13 lo hicieron por inhalación de humo y 36 aplastadas o asfixiadas al tratar de huir. La última víctima no estaba en el local, ya que vivía en el edificio y perdió la vida al precipitarse al vacío desde su terraza del sexto piso tratando de escapar del humo.

En la sala de Registro General del Ayuntamiento de Madrid se instaló horas después la lista de los fallecidos. Los padres cuyos hijos no habían ido a dormir esa noche a casa fueron acudiendo a la Casa de la Villa. Preguntaban a un funcionario por el nombre de sus hijos y recibían un «sí» o un «no».

Diez años después del siniestro, los presuntos responsables del mismo se sentaron en el banquillo de los acusados. En marzo de 1994, los cuatro copropietarios de la discoteca, el responsable de la instalación eléctrica del local y un inspector de espectáculos del Ministerio del Interior fueron condenados a dos años de cárcel, cada uno, por un delito de imprudencia temeraria.

Más de 14 años tardaron los familiares de las víctimas en recibir una indemnización económica por lo acontecido, ya que las muertes fueron producto de una deficiente gestión e inspección del local. La sentencia condenaba al Estado a indemnizar económicamente a las familias de las víctimas a razón de 20 millones de pesetas por fallecido, más otros cinco millones por cada uno de los hijos menores que tuviese la víctima; en total, casi 2.000 millones de pesetas.

Emilio García Horcajo, concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid cuando se produjo la tragedia, fue procesado como responsable de un delito de imprudencia temeraria, aunque luego fue absuelto por el tribunal que juzgó el caso. Aunque las penas fueron superiores a las solicitadas por el fiscal, los familiares de las víctimas se mostraron en desacuerdo con la sentencia, sobre todo con la absolución del concejal.

La mayoría de las personas que perdieron a sus hijos no quieren evocar el tema. El paso de los años ha sido la terapia para cicatrizar el dolor. Esa noche Ignacio se quedó sin su hermano Fernando que estaba celebrando una fiesta universitaria. «Antes lo recordaba casi a diario, incluso he parado alguna madrugada para llorar por él. He intentado olvidarlo, fue muy delicado y penoso para todos». Entre los muertos estaba también un joven matrimonio de 27 y 26 años que tenía un niño de pocos meses.

El hijo de Juana Calderero, Víctor, de 26 años, también falleció esa noche: «No pudieron salir porque las puertas estaban clavadas y no tuvieron escapatoria. Desde entonces llevo esta película dentro de mi cabeza. No puedo olvidarlo, ni dejar de sentir dolor y rencor contra las autoridades, que permitieron que todo en la discoteca estuviera en malas condiciones. Después, yo solo reclamé justicia, no dinero, pero no la hubo».

La discoteca Alcalá 20 reabrió en 2010 con el nombre de Adraba tras permanecer años clausurada por carecer de la licencia apropiada. Hoy sigue funcionando con otro nombre en los bajos del Teatro Alcázar.
« Última modificación: 16 de Diciembre de 2023, 07:56:05 am por 47ronin »

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1230 en: 16 de Diciembre de 2023, 07:55:26 am »
Les contaré algo de aquél suceso, todos queríamos llegar lo más cercano a la puerta, los patrullas se fueron amontonando en las inmediaciones sin conductor alguno y para poder salir de la "ratonera" de patrullas tuvimos que saltar por encima de las aceras para poder trasladar heridos y cadáveres...yo hice tres viajes al hospital, dos de ellos no sé realmente si heridos o muertos, no había tiempo para tomarles el pulso, y el tercer traslado un bombero intoxicado por humo....no había ambulancias en MADRID, 1 quizás en Legazpi para toda la ciudad.

Y otro dato, la PMM carecía de linternas propiamente dichas ya que los patrullas iban dotados de unos focos a batería que pesaban cuatro o cinco kilos y que debido a su uso constante las baterías apenas cargaban, con lo cual, al aparecer Tierno quiso entrar en el local, esto sería ya las 7 de la mañana con el despuntar del día, pero no había focos disponibles al estar todos descargados y...se lanzó un comunicado para que "prestásemos" nuestras linternas particulares para poder seguir inspeccionando el lugar, con el añadido "luego se les devolverán".

Mi destino era repetir aquél horror y a la noche siguiente me tocó acompañar a familiares a reconocer los cuerpos en el Anatómico Forense... y no olvidaré nunca la mirada de una madre y su reacción al ver uno de aquellos cuerpos a identificar y que por respeto no les contaré.


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1231 en: 19 de Diciembre de 2023, 08:06:52 am »
El Vaquilla, 20 años de la muerte del delincuente más famoso que vivió en La Mina y murió en Badalona


El 19 de diciembre del 2003 fallecía por cirrosis en Can Ruti Juan José Moreno Cuenca, ladrón, asesino, consumidor de drogas e icono quinqui
18 diciembre, 2023 23:15
Ángela Vázquez  @angelavs20

Delincuente prácticamente desde la cuna, Juan José Moreno Cuenca se convirtió en todo un icono de la España de los años 80 y 90. Sus fechorías siendo tan solo un niño lo llevaron a ser el “quinqui” más famoso de toda Barcelona. Adicto a la heroína, ladrón, quebrantador de condenas, líder de motines carcelarios y con una víctima mortal a sus espaldas: su amplio historial lo llevó a la gran pantalla en 1977 con la película “Perros Callejeros”.

Una montaña rusa de vida que acabó de la peor de las maneras hace ahora 20 años: su muerte por cirrosis hepática, en el hospital Can Ruti de Badalona, agravada por el SIDA que contrajo hacía años.

‘EL VAQUILLA’

El origen del sobrenombre con el que se conoció a Juan José toda su vida es más que curioso: uno de sus tíos, nada más nacer el futuro delincuente, bromeó con las deposiciones del bebé. Dijo que parecían “mierda de vaca”. Una anécdota que fue real y tuvo lugar en la barraca de Torre Baró donde Rosa Cuenca dio a luz a Juan José, un 19 de noviembre de 1961.

Todo su entorno familiar era complicado incluso antes de nacer El Vaquilla. Su padre, un cantaor gitano con el que su madre tuvo una aventura, nunca lo conoció y fue Antonio Moreno quien inició una relación sentimental con Rosa y le dio al niño sus apellidos. Sin embargo, tan solo unos años después, Antonio fallece durante una persecución policial y Rosa ingresa en prisión. Juan José cuenta entonces con nueve años y queda a cargo de un tío: Juan.

OBLIGADO A ROBAR

El tío Juan obliga a Juan José a cometer delitos, especialmente robos y hurtos. ¿El motivo? Era su modo de subsistencia, no sabían vivir de otra manera. También le enseña a conducir, a pesar de no sobrepasar los 10 años: Juan José debía atarse unos ladrillos a pies y usar cojines para llegar a los pedales.

Quizá esta especie de explotación disuaden a Juan José, que decide mudarse con sus tres hermanos por parte de madre al barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs. Tres hombres con un amplio historial delictivo que fueron un nefasto ejemplo para El Vaquilla. Tres hombres que murieron prematuramente y de manera trágica.

VIDA DELICTIVA

Acostumbrado a la violencia y a los ilícitos penales, Juan José era el rey del barrio. Se especializó en conducir vehículos robados y usar la conocida técnica del “tirón” para sustraer bolsos a turistas despistados. Era escurridizo: huía constantemente de la policía, protagonizando fugas de película.

Fue precisamente en uno de estos violentos episodios que El Vaquilla se cobró su primera y única víctima mortal: en uno de esos tirones, con tan solo 12 años, arrolló a la víctima, una mujer, que murió por la caída y el atropello.

AMIGO DE “EL TORETE”

En el barrio de La Mina, Juan José conoce a Ángel Fernández Franco, en aquel entonces conocido como “el Trompetilla” y al que posteriormente bautizan como “el Torete”. Ambos congenian y se alían para cometer robos. Su relación llama tanto la atención que acaban siendo los protagonistas de “Perros Callejeros”, una película de José Antonio de la Loma.

El cine quinqui se pone de moda a finales de los 70 porque narra la vida de delincuentes juveniles. Escenas cargadas de sexo, violencia y consumo de drogas que acaban formando un público específico. El film se estrena en el 1977 y el Torete interpreta al mismo Vaquilla porque Juan José está encarcelado ese año. Será el precedente para la película “Yo, el Vaquilla”, estrenada en 1985, donde sí aparece él mismo relatando su infancia desde prisión.

UN MOTÍN DE PELÍCULA

Uno de los episodios más famosos de la vida de Juan José Moreno Cuenca es el motín que protagoniza en la cárcel La Modelo de Barcelona. En 1984, presos liderados por El Vaquilla retienen a punta de pincho a varios funcionarios para protestar por las inhumanas condiciones y el trato vejatorio a los que los reos estaban condenados.

Para su liberación, los encarcelados exigieron heroína y que la prensa entrevistase a Juan José: una entrevista que se llevó a cabo, previa autorización del gobierno, por varios medios de comunicación que accedieron a las galerías del recinto y grabaron cómo El Vaquilla y otros presos se inyectaban con la misma jeringuilla.

Tras el motín, El Vaquilla es trasladado a la cárcel de Lérida II, pero se fuga el mismo año junto con otros reclusos. Se visten con uniformes de funcionario y escapan, aunque la policía los localiza un día después en Barcelona y los detienen tras un peligroso tiroteo.

REFORMADO

Parece que Juan José quiso encauzar su vida, pero no lo logró. A principios de los 90 se casa con Isabel Faya y comienza a tener una actitud ejemplar en la cárcel. Empieza a estudiar y a llevarse bien con los funcionarios de prisiones, algo que enfadó a los otros presos que lo tildaron de chivato o "boquilla". Gracias a ello, en el 1996 obtiene el tercer grado en régimen abierto.

Sin embargo, la libertad le dura poco: un mes después roba, en compañía de otra mujer, un coche bajo los efectos de las drogas y regresa a la cárcel, esta vez con su relación sentimental con Isabel rota.

MUERTE EN CAN RUTI

Una vida llena de tumbos que acabó condenando a Juan José. El 19 de diciembre de 2003 murió ingresado en Can Ruti, en Badalona, a los 42 años, por una cirrosis hepática agravada por el SIDA, días después de haber conseguido la libertad.

Un último deseo, el de la libertad, que pudo cumplir tras años entre rejas al recibir la condicional anticipada por su precario estado de salud.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1232 en: 19 de Diciembre de 2023, 11:55:57 am »
Un delincuente elevado a la categoría de héroe, no creo que, ninguna de sus víctimas, lo considere así. . . es el resultado de un momento concreto histórico y social, pero no deja de ser un delincuente, por más que se le quiera presentar como víctima de la sociedad es más bien al contrario, la sociedad fue víctima de sus actos delictivos. . .

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1233 en: 26 de Diciembre de 2023, 11:25:21 am »
Los uniformes de PMM desde el año de la pera...

https://www.eldebate.com/espana/madrid/20230925/evolucion-uniforme-policia-municipal-madrid-imagenes_140998.html#image12

Me quedo con la cazadora de cuero, aun cuando un "iluminati" compro las Vanette en otra de esas ideas de casquero de nuestros jefes.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1234 en: 26 de Diciembre de 2023, 15:57:07 pm »
No ponen fechas, no dan ningún tipo de información más allá de "un uniforme blanco", "un uniforme moderno". . .

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1235 en: 12 de Enero de 2024, 07:44:29 am »
A este el régimen no le puso un estanco...le hizo Policía con un solo brazo, y de tráfico nada menos.


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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1236 en: 12 de Enero de 2024, 08:41:48 am »
Las cosas de los Caballeros Mutilados. . . yo recuerdo que tenían hasta asiento reservado en el Metro. . .

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1237 en: 15 de Enero de 2024, 10:12:36 am »
Mordió el corazón de su víctima: así era 'El matamendigos', el asesino en serie más macabro de la historia de España

Historia de Beatriz Madrueño Hernández  •

"Le saqué el corazón y mordí un trozo". Eso le dijo Francisco García Escalero, conocido como El matamendigos, al periodista Jesús Quintero, durante una entrevista emitida en el programa Cuerda de presos, en 1996.

Una persona que sobrepasó todas las líneas rojas, las más extremas, las más oscuras. Tan crueles que cuesta escribirlas. Existen infinidad de teorías psicológicas, estudios biológicos, explicaciones místicas o religiosas. Pero al toparse con la máxima expresión de la perversidad, parece imposible explicar la maldad. Alguien definido, por los especialistas que le trataron, como el "paradigma de la locura". Entre 1987 y 1994, Francisco mató a once personas sin piedad, y se convirtió en uno de los perfiles criminológicos más difíciles de abarcar.

Nació el 24 de mayo de 1954 en Madrid. Su madre era limpiadora y su padre albañil. Vivían a pocos metros del cementerio de la Almudena y la muerte siempre formó parte de su vida. Desde pequeño, paseaba por el camposanto y le venían tortuosas ideas a la cabeza que su padre intentaba arrancarle de cuajo. Sus desvíos y los malos tratos le llevaron a varios intentos de suicidio. El primero, con solo 12 años. Se lanzó delante de un coche, varias veces intentó morir atropellado.

Pronto empezaría a delinquir, pasó por un reformatorio, hasta que acabó en prisión condenado por violación. Hablaban de él como un preso modelo, salvo por su extraña manía de conservar en la celda animales muertos. Salió al cumplir los 30 años y empezó a mendigar. La muerte de su padre incentivó la escalada de violencia que llevaba fraguándose años, y el alcohol y las pastillas le agudizaron los delirios.

Algunos ya le conocían. Le habían visto profanar tumbas. Sacaba los cadáveres de los ataúdes para masturbarse. La policía le mandaba al psiquiátrico, pero terminaba saliendo al cabo de un tiempo. En medio de esas entradas y salidas, fue convirtiéndose en el asesino en serie más perverso del país.

Y Francisco intentó avisar. Rogó ser detenido. Más de una vez. Cuando ingresaba en el hospital, le contaba al personal que venía de matar. Pero nunca le creyeron, le tomaban por loco.

Mientras, iban apareciendo cadáveres de mendigos por las calles de Madrid. A finales de los 80, la capital vivió una oleada de crímenes sin resolver. Un sintecho decapitado, otro con los dedos amputados, uno muerto a puñaladas, alguno carbonizado. Su condición dificultaba la investigación: nadie los echaba de menos, nadie relacionaba los casos. Hasta que un día, en 1994, Francisco vuelve a arrojarse contra un vehículo. Se lo habían pedido las voces. Agonizante y perdido, volvió a confesar sus crímenes. Esta vez sí le escucharon.

Su historial abarca desde el voyerismo hasta el canibalismo. El sexo y la muerte habitaban en el plano de la máxima depravación. Mutilaba cadáveres, con algunos practicó necrofilia. Se autolesionaba, le desbordaba el sadismo hasta consigo mismo. Le diagnosticaron el grado más alto de esquizofrenia. A veces, cuando se miraba al espejo, decía no reconocerse. Como si un espíritu poseyese su cuerpo. Le movía un impulso irrefrenable, un círculo vicioso de maltrato, descontrol y destrucción. Llegó a tatuarse en un brazo "naciste para sufrir".

En febrero de 1996 fue condenado por once asesinatos. La Audiencia Provincial de Madrid le definió como enajenado, tan peligroso que no podría estar en régimen abierto. Fue declarado inimputable y se ordenó su ingreso en el psiquiátrico penitenciario de Fontcalent, en Alicante. Murió en agosto de 2014 a los 60 años, solo, en su celda, tras atragantarse con el hueso de una ciruela.

Dijo una vez Edmund Burke, filósofo y político irlandés, que para que triunfe el mal solo es necesario que los buenos no hagan nada. El psiquiatra que lo examinó, Juan José Carrasco, alegó que no recibía el tratamiento adecuado, y subrayó el fallo de un sistema incapaz de evitar las consecuencias de su locura.

Delirios, alucinaciones, comportamiento desorganizado… Hay escalas y grados. Quien padece esquizofrenia puede ver modificada su capacidad cognitiva, social y motora. Es un trastorno psicótico tan complejo que todavía enciende el debate científico.

Existen posturas opuestas sobre su relación con el crimen, pero la mayoría de estudios demuestran que la esquizofrenia, per sé, no implica agresión patológica. Es el abuso de sustancias y un régimen inadecuado, no la enfermedad, lo que induce a la criminalidad. En estos casos, el consumo de alcohol dispara el riesgo de cometer un delito hasta 17 veces.

Francisco era alcohólico y no estaba siendo tratado. Todo en su cabeza falló. Pero también erró el exterior, que padeció las consecuencias de darle la espalda al mal. En ciertos casos no es reinserción, es cura y contención. Con 'El matamendigos' todo fracasó. También la prevención.

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1238 en: 12 de Febrero de 2024, 06:57:22 am »
Recen ustedes para que el consumo de heroina no siga su camino ascendente y se una al fentanilo....porque entonces van a saber lo que es delincuencia a tope.

Pues va subiendo exponencialmente

Aquel Madrid castigado por el embrujo de la heroína: "Cuando había escasez era terrorífico. La peña estaba como zombis"



Imagen del poblado Los Pitufos, en La Rosilla (1997).JAIME VILLANUEVA/PEDRO CARRERO

Iñaki DomínguezMadrid
Madrid
Actualizado Lunes, 12 febrero 2024 - 00:01

La heroína es una droga cuyos efectos íntimos desconoce la mayor parte de la ciudadanía. Es por ello que he entrevistado a Lolo, un ex heroinómano de los años 90 que me ha hablado de su experiencia, de las rutas que había de seguir para comprar la sustancia, etc. Un punto de compra sito en Malasaña era el narcopiso de un tal Jamiro: «Era donde murió uno de los Secretos [luego su cuerpo fue trasladado a un portal cercano]. Estaba en calle Espíritu Santo 25, creo recordar. Se trataba de un piso ocupado que era la casa de Jamiro. Si ya era impresionante ir con las cundas a los poblados, eso ya era... El Jamiro era un moro y te metías en el saloncito del piso por un boquete [en la pared]. El Jamiro solo tenía caballo. Entrabas por la puerta y a la derecha estaba siempre Jamiro con sus acólitos, con sus buscas, y al final del pasillo había un saloncito que nos dejaba para fumar. Luego había otra tía, la Nieves, que vendía coca. Ella estaba en un piso entre San Bernardo y Comendadoras. Donde Jamiro comprabas, te hacías la gota y te la fumabas, en la propia casa. Eso era un espectáculo. Yo ahí vi una vez a Enrique Urquijo sentado con el Jamiro".

Continúa: "En esa época de los 90 se pillaba a los negros de la Gran Vía o de la calle Santa Isabel. Tenían bolas de heroína como suspendidas en la garganta y cuando les pedías, regurgitaban y les salían varias bolas de distintos colores, dependiendo de lo que contuviesen. Uno también podía coger una cunda e ir al poblado. En esa época estaba la Celsa, Pitis, a [la zona de] Telecinco o a los Pitufos... Éste era un poblado cerca de la Celsa, una barriada gitana que había en la carretera de Villaverde. Lo llamaban los Pitufos porque creo que era como azul. En al caso de Jamiro era un moro como más berebere. Tenía algo como elegantoso. No era un moro de estos como basto, tenía rollete».

Lolo nunca se pinchó el jaco, sino que lo fumaba. Los que fuman, lo hacen con papel de plata: «Hacerte una plata y fumártela no es nada fácil. Los que saben fumar muy bien hacen una gota que les dura mogollón y les corre, les corre, les corre, y al que no sabe, le corre una vez y se le ha quemado. Pones la cantidad que quieres encima de la plata, das fuego por debajo e inmediatamente la heroína se convierte en una gota como de caramelo. Por debajo vas moviendo el mechero y vas inclinando la plata y la gota va corriendo. La gota va soltando un humito que es lo que fumas con otro turulo de plata».

«Meterse en la heroína es un proceso muy lento», me dice. «La probé de joven, en un entorno todo lo contrario al lumpen... Porque la heroína ha sido una droga de galeristas de arte y de diplomáticos. Ha sido una droga chic, muy, muy exquisita. Yo tenía un amigo de mis correrías del verano y él se enganchó... La heroína al principio es de puta madre. Al principio follas que te cagas, tienes una mirada limpia, no te impide hacer cosas... Si te quedases de primeras como el tío de la escalera del metro de Lavapiés, entonces no te engancharías... Te enganchas porque es una cosa muy mágica. Y desaparece la sensación de pedo. Cuando te comes una pasti quieres a todo el mundo, pero sabes que estás puesto. Esa barrera la sabes. Pero el gusto de la heroína parece real. No hay esa frontera. La sensación de que desaparecen los problemas [bajo los efectos de la heroína] es muy real. La sensación de placer está totalmente integrada. Con la heroína sabes que estás pedo porque tienes una plata encima de la mesa, pero la sensación interna es muy especial, es única. El arranque de la heroína no es chungo. Hay muchas parejas que se enganchan porque al principio estás de puta madre [y ambos comparten la experiencia]. Aunque la heroína es una droga fuerte, hay quien la toma por primera vez y echa la pota, le pica el cerdo y dice 'nunca más'. Pero si te entra bien, si te entra suave, es una cosa que engancha».

ESTILO DE VIDA

Como me comenta Lolo, inicialmente uno puede consumir heroína y mantener un estilo de vida activo: «Yo trabajaba en una importante cadena de televisión y por las noches había un turno que estábamos de 12 de la noche a seis de la mañana. Ahí éramos... Yo, por ejemplo, me metía en una sala de montaje, solo estábamos los del turno de noche y el guarda jurado y sabía que no entraría nadie. Me llevaba siempre una cinta de betacam en la que llevaba todo el turrón. Y ahí fumaba».

Lo complicado para los consumidores era cuando había crisis y faltaba el caballo en toda la ciudad: «Eso era terrorífico. La peña estaba como zombis. Yo viví dos sequías de estas». Otro problema es el mono: «Yo nunca llegué a tener mucho mono, pero sí recuerdo que cagaba como las cabras. Te afecta a la digestión. La mierda era como balines. También te afecta al sueño. El mono de cocaína es que no paras de dormir y el mono de heroína es que no puedes dormir. En ambos casos el mono es lo contrario al efecto de la droga».

Afortunadamente para él, Lolo dejó la heroína tras salirle un trabajo en otra ciudad, circunstancia que aprovechó para desintoxicarse. «Yo estaba a punto de que fuese irreversible y me desenganché». Hoy la heroína representa para él tan solo un recuerdo del pasado. Eso sí, un recuerdo que puede despertar el deseo: «La gota tenía un olor a vainilla y cuando volví a oler eso por un ambientador este verano, el recuerdo fue tan brutal que me removió por dentro».

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Re: Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #1239 en: 18 de Marzo de 2024, 07:07:17 am »
Grafiti y droga en La Ventilla: "Quitábamos jeringuillas a yonkis muertos del suelo para poder jugar al fútbol"


Iñaki DomínguezMadrid
Madrid
Actualizado Lunes, 18 marzo 2024 - 01:01

El Know es un grafitero madrileño nacido en 1977 que hoy sigue todavía en activo. Entre otras cosas, fue uno de los Reyes del Mambo, uno de los grupos de grafiti más importantes de le escena de los noventa.

Hablo con él sobre su barrio, su historia y sus orígenes en el grafiti: «Yo recuerdo comenzar a pintar con el nombre Know tras buscar en mi libro de inglés del colegio y ver ese verbo, que me gustó. Y es con el que me quedé y con el que sigo pintando hoy en día».

Know se crio en la Ventilla de los años 80 y 90, un lugar inhóspito para muchos: «En la zona había gitanos y lo que yo llamo payos gitanos. El que se cría en un barrio normal, tiene vivencias normales. Pero yo me he criado en un barrio donde la delincuencia era parte del día a día. Lo que pasaba ahí no lo veía yo como raro. Yo me he criado entre heroína. En muchísimas casas de la zona se vendía caballo. Era la época en que parecía zombilandia, eran todos yonquis. Yo recuerdo perfectamente jugar al fútbol en los descampados, y quitábamos a yonquis muertos de en medio. Los arrastrábamos para poder jugar, eso era lo normal. También quitábamos las jeringuillas para poder echar un partido. Era algo super común".

Continúa nuestro entrevistado: "Cuando era un adolescente y venía gente de otro barrio, yo les veía las caras y era en plan: '¿Qué cojones es esto?'. Fue entonces cuando me hice más consciente de que vivía en un barrio un poco raro. Para nosotros eran super comunes las peleas, el robo, la venta de droga. Yo me he criado entre narcos grandes, narcos pequeños, de gente que secuestraba. Mis padres me dieron la educación y los valores, pero yo me he criado en la calle bajo unos códigos y unas reglas que eran esenciales. Yo tenía más miedo a los códigos de la calle que a las reglas que podía ponerme mi padre. En mi casa siempre hubo amor, en contraste con las familias de mis amigos, que eran casi todas desestructuradas».

Know vivía en la calle Rafael Ceballos 22, pegado a las cocheras de Plaza de Castilla. «Eso era un mundo también...», dice. «Desde Plaza de Castilla hasta la central hidroeléctrica de Sinesio Delgado lo teníamos todo pintado. Y la central era como un puto museo. Según bajabas desde Plaza de Castilla, todo eran murales y piezas, una puta maravilla. Teníamos mucha permisividad a la hora de poder pintar. La panadería de mi barrio era como una oficina para mucha gente del barrio. Ahí a menudo me decían que cierto vecino quería que le pintásemos el muro de su casa. Nadie nos decía nada y la policía en esa época entraba en el barrio solo cuando se les llamase por alguna urgencia. Eso sería a principios de los años 90".

Sigue: "Las Torres Kío ni siquiera habían sido construidas. El barrio antiguo ha desaparecido. A nosotros nos expropiaron a todos. Te daban un dinero o te daban un piso. Yo salí de la chabola para vivir en el edificio de enfrente, que acababan de construir. Sería 1995. Yo antes vivía en una chabola que, según entrabas, había un agujero en el suelo. Por dentro estaba impoluta, pero no dejaba de ser una casa mal construida. Yo dormía en una habitación de 15 metros cuadrados con mis dos hermanas. Hasta los 18. Mi padre nació en Úbeda, Jaén, pero se vino a Madrid de niño».

En los 90 hubo una transición en la que muchos raperos se hicieron bakalas. Know vivió ese fenómeno de primera mano: «En los 90 existía la llamada fiesta. De la gente con la que me juntaba en mi barrio, era el único al que le molaba el rap y que pintaba. Mis colegas eran jinchos de barrio, todos vendían, muchos robaban. Salir de fiesta era un pequeño negocio porque muchos salían a robar a la gente que vendía en los garitos. Las chicas del grupo eran las que buscaban a los que vendían. Y cuando los localizaban, los señalaban, y mis amigos les robaban. Había peleas, etc. Mis amigos eran una pequeña mafia que se dedicaba al robo de drogas y al contrabando, robos de motos, de coches, etc. Yo, por desgracia, he visto a muchos amigos morir, tanto por la droga, como asesinados".

El relato del grafitero es detallado: "Yo en el 2004 me fui a Coruña a vivir y decidí dejar atrás todo eso y dedicarme a tatuar. Yo tenía como dos vidas. Tenía una vida como del barrio, con mi pandilla, pero luego tenía el grafiti, donde yo me juntaba con otro tipo de gente que no tenía esa maldad. Muchas de las cosas que hice en esa época hoy sería incapaz. Para mí en esa época era un día a día normal».

LA MAFIA DE LOS PEDRO GÓMEZ

La pandilla con la que se movía Know se hizo conocida: «A la gente de mi barrio y a mí nos llamaban los Pedro Gómez. En aquellos años el que tenía un [plumífero] Pedro Gómez sabía que lo tenía que defender. O eras un cabrón o era difícil andar por la calle con un Pedro Gómez. Nos juntábamos en la puerta de [la tienda] del Igloo, donde se vendían. La gente de mi barrio teníamos Pedro Gómez, teníamos dos o tres cada uno. Íbamos todos en motos de 50, quince motos a lo mejor. Íbamos todos, chicos y chicas, con Pedro Gómez. Por alguna cosa en la que estuvimos involucrados y que salió en el periódico, nos comenzaron a llamar los Pedro Gómez. Por entonces la cosa iba por barrios. Y sobresalían los cabecillas. En la Ventilla, por ejemplo, había un cabecilla. Era como el capo, que era el que dictaba. Era el que te decía: 'No puedes hacer esto o no vayas a robar a este, o devuelve lo que has robado a este'. Y le tenías que obedecer. Había jerarquías, como en todos los sitios. Suena todo de peli, pero te juro por mis muertos que era así. Era otra época».