LA LEY DE LA CALLE
Las peligrosas bandas de San Blas en el Madrid de los atracos: "Fueron de los primeros en traer heroína de la India y Afganistán
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Uno de los tranvías que llegaban a San Blas.
Madrid
Actualizado Lunes, 3 junio 2024 - 00:22
En los últimos años, dicen algunos expertos que hay un regreso del famoso cine quinqui, subgénero del cine de explotación. Según una definición al uso, el cine de explotación sería un «género de la ficción que basa su atractivo en los temas moralmente inaceptables y socialmente escandalosos como el comportamiento sexual humano, el erotismo, la violencia, el crimen
- el consumo de drogas...». El cine quinqui sería nuestro particular blaxploitation patrio, solo que, en lugar de afroamericanos, es protagonizado por gitanos, quinquis y payos macarras. Si el blaxploitation relataba las aventuras de personajes como Shaft, Youngblood Priest o Goldy el chulo, nuestro cine quinqui contaba con el Torete, el Fitipaldi o el Pirri.
Un barrio madrileño en el que camparon los personajes reales que verían sus andanzas reflejadas en la gran pantalla sería San Blas, cuyo nombre, se dice, fue adjudicado como homenaje al ministro franquista de la Gobernación Blas Pérez. A finales de los 70 y principios de los 80, San Blas era considerado uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Se trataba de una época particularmente complicada en cuanto a delincuencia se refiere.
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Como comenta Arturo Lezcano en su libro Madrid, 1983 (2021): «[En 1983] se asaltaron en España un total de 818 joyerías. Eso significa casi tres al día. El valor de lo robado superó los 650 millones de pesetas y los golpes provocaron 12 muertes: 7 delincuentes y 5 comerciantes. El arsenal fue variado: 55 armas de fuego largas, 227 cortas, 91 armas blancas. La policía detuvo a 219 personas, de ellas 184 varones, de ellos 11 extranjeros. Si España era una barra libre de atraco, Madrid era el reservado vip: en la capital se cometían 6.000 delitos mensuales y en agosto se superaron los 8000, casi el doble que el año anterior».
Como recuerda José Manuel Cifuentes, alias el Panamá, un referente del barrio, a finales de los 70 ya había mucha delincuencia en el barrio: «Siendo yo un niño de ocho o nueve años, en el año 77, fui testigo, junto a mi madre, de una persecución que acabó a tiros», me comenta. «El Chrysler 150 que conducían los perseguidos se estrelló enfrente de mi portal. El suceso me impresionó aún más cuando vi cómo la policía sacaba del coche accidentado a gente que yo conocía del barrio. Los vi al meterme entre el gentío, con la cara llena de sangre y aturdidos por el golpe. Reconocí al Chuzo, al Botijo y al Loquillo, que tendrían entre 15 y 16 años. Todos murieron años después por la droga y tras haber pagado mucha cárcel".
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Continúa: "Claro, cuando tienes solo nueve años y alguien te saca cuatro o cinco, eres un niño para ellos y te parecen muy mayores, pero según vas creciendo, a partir de los 16 años ya no importa la diferencia de edad y encima tú estás preparado físicamente y ellos enganchados al jaco. Entonces tienes ventaja sobre aquellos que antes te parecían intocables».
Un informante del vecino barrio de Vicálvaro me habla de las bandas de San Blas en esos mismos años: «Yo conocía a los cabecillas de las bandas de San Blas. Estaba la Banda del Recio y la Banda del Goinilla. He conocido a esos y he conocido a otro que le llamaban el Chulón, que estuvo aquí en la discoteca Tusset; de guardaespaldas, de machaca. Ese pertenecía a la Banda del Goinilla también. Esas eran bandas, bandas. Te hablo de hace 40 años. Paraban en el Parque de San Blas. Ahí [en ese parque] había un baile [algo similar a una discoteca] y ahí paraban. Aquello era un coto de toda esa gente. Allí cuidadín, como te metieras ahí y quisieras ligar con alguna chavala del baile ese...».
Tranvía de la época en Madrid.
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El Panamá me habla de alguna de esas bandas: «Ahora mismo estoy en la prisión de Estremera con Ángel el Andaluz, que es de los más antiguos de mi barrio. Fue de los primeros que trajo heroína desde Holanda, la India, Turquía y hasta Afganistán. Él conoció al Recio (de la Banda del Recio), un chaval pegón que paraba siempre con José el Negro y el Basilio, pero me dice que no era nada del otro mundo. Eran grupos del barrio, pero lo de 'la banda' es más lo que dice la gente. Su amigo Basilio fue, de hecho, más destacado. Mató a un tipo con una escopeta recortada porque se metieron con su hermano. El asesinato tuvo lugar en la calle Joyería, en el túnel de los frutos secos Pepi. Sería el año 80 u 82. Yo era muy pequeño, pero vi la detención. Basilio se escondió en el centro cultural Antonio Machado, que entonces estaba abandonado, y llegaron un montón de coches patrulla, montándose un auténtico espectáculo. Las bandas de San Blas en aquella época eran la del Recio; la de los Vikingos, que eran de Canillejas; la del Negro, de la calle Ampostas; y la de los Chinos, de Simancas. La que más destacaba eran los Vikingos, conocidos en todo Madrid».
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Estas bandas, hay que decir, son un producto autóctono de la época, típico de los barrios obreros del momento, un fenómeno hoy inexistente. Si queremos hablar de sucesores o herederos, el único fenómeno remotamente similar serían las bandas llamadas latinas, las cuales están también presentes actualmente en San Blas. Da la impresión de que por mucho que mejore un barrio que hay cosas que nunca cambian.