Autor Tema: Aquellos "viejos tiempos"  (Leído 274493 veces)

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #560 en: 29 de Marzo de 2013, 15:08:15 pm »
Mi detención



Escrito por José Luis Rodríguez Velasco   
Viernes, 22 de Marzo de 2013 11:38

Breve introducción:

 Esta vivencia, "Mi detención" está basada en hechos reales.

Aquella tarde estaba muy contento, enamorado, en ese momento salía del metro de estrecho venía de la Escuela de Artes y Oficios de la calle de la Palma con la carpeta de dibujo y herramientas de arte, hacía unos quince días empecé a salir con Chus, María Jesús, compañera de clase, soñaba, vibraba en un tono diferente, amaba... Justo al salir de la boca del metro me llamó Luis que estaba subido en un Vespino, allí le ví parado riéndose sobre el ciclomotor, chulo él, fardando del vehículo que montaba, me dijo: vamos, que te llevo, iniciamos la marcha con un acelerón como demostrándome que sabía conducir sorteando coches con mucho peligro, Luis tenía quince años y yo dieciséis. Durante el trayecto inventó un cuento: Este Vespino me lo ha comprado mi madre por mi cumpleaños, el ciclomotor estaba completamente nuevo, de color rojo, impecable.

Desde la boca del metro de Estrecho subimos por la calle de Bravo Murillo hasta la calle general Yagüe, bajando hacia la calle de Orense donde vivíamos. ¿Qué te gusta?, me dijo. Pues claro que sí, le contesté, estaba flipando como conducía con esa agilidad, nunca le había visto llevar nada más que bicicletas como yo. Al tomar la calle de Orense circulábamos rectos hasta nuestro portal cuando, a la altura de la calle de Pedro Texeira, vimos al vehículo de la Policía Municipal era parecido a un jeep,  no lo recuerdo exactamente, allí en esa calle vivía un oficial del Cuerpo y los policías del patrulla habían ido a llevarlo, Luis al ver al coche policial empezó a hacer eses temblando por miedo, dejando de conducir como un fitipaldi. Los policías municipales se dieron cuenta de la maniobra, de la actitud sospechosa que manifestaba el conductor del Vespino al conducir de ese modo, inmediatamente conectaron la sirena, Luis de la temblera pasó a un estado de pánico profundo, mientras yo veía que nos la pegábamos con la conducción sinuosa y sin control que realizaba...

Al llegar a la altura del número cuarenta y tres de la calle de Orense, nuestro edificio, Luis en estado catatónico sin pronunciar palabra alguna y sin frenar del todo el vehículo, saltó y como el rayo entró en la finca, mientras yo me caía con el ciclomotor desparramando por el suelo los objetos que portaba. Enseguida, me di cuenta de la situación el Vespino era robado o sustraído como técnicamente se dice, fue la primera vez que Luis  robaba un vehículo si lo hubiera sospechado no habría montado con él, no pensé en huír, primero porque yo no era el autor del delito y, segundo, porque en la escena se encontraba el hijo del portero sacando los cubos de la basura y nos conocía  a los dos como a sus propios hijos. Me quedé tranquilo recogiendo el compás, lápices y otros objetos esparcidos por la acera tras la caída, como esperando mi detención por los agentes, acto seguido los municipales llegaban con el patrulla tras la corta persecución y recorrido que hay desde la calle Pedro Texeira hasta nuestro portal, los dos policías eran algo mayores y al bajarse del vehículo policial me cogieron por los dos brazos, sujetándome en cruz como temiendo me fuera a escapar.

Uno de los funcionarios quería en un principio llevarme a mi junto al ciclomotor a Comisaría, sin oír las explicaciones que yo les daba sobre los hechos, menos mal que el otro compañero menos sordo y razonable le preguntó al hijo del portero si nos conocía y oyendo que sí, me dijo que le llevara a mi casa. Entré en el portal con  los dos agentes, sin soltarme en ningún momento los brazos por los que me tenían cogido, subimos en el ascensor de nuestra escalera y, como era estrecho, dejé de caminar en posición de crucificado, en lugar de ir para mi casa les llevé a casa de Luis, llamamos a su puerta, abriendo su hermano mayor que por aquel entonces era teniente del ejercito y le dije: Tu hermano Luis ha robado una moto. No había pasado más de cinco minutos desde mi detención y la huída de Luis a su casa. Su hermano gritó enérgico: ¡¡¡Luis!!! Se abrió la puerta de la habitación del tunante y salió con pijama puesto, recibiendo un sonoro tortazo de reprenda. Desde ese momento, su familia y la mía enterados del asunto, fuimos todos en coche y el patrulla a Comisaría a instruir el atestado a la calle de Reina Victoria donde antes se encontraba la sede policial.

Después de confeccionar el atestado y prestar declaración sobre los hechos, sin abogado, de modo diferente a como hoy se hace ya que no existía el Estado de Derecho, nos fuimos para nuestras casas quedando citado solamente yo, al otro día en Comisaría a las nueve de la mañana por estar comprendido en la edad penal. A Luis le citaron acompañado por su madre en el mismo día que a mí a unas horas más tarde, en el Tutelar de Menores de la calle Fernández de la Hoz porque tenía quince años. Esa noche apenas dormí pensando que a mí me meterían en la cárcel de Carabanchel y a Luis no, eso fue lo que me dijeron tanto mi familia como algún policía que le preguntamos sobre las consecuencias de tener dieciséis años. Repetí muchísimas veces que yo no había sido, era inocente, fui engañado por Luis, nadie me hacia caso, no me creyeron, claro no había ninguna prueba de lo que afirmaba y, a saber lo que declaró Luis. El caso es que al día siguiente, destemplado con pocas horas de sueño llegué puntual a las nueve de la mañana a Comisaría, un policía armada cogió el atestado y me llevó en la línea de autobús sin grilletes hasta el juzgado de guardia que estaba en la plaza de las Salesas, en una antesala al juzgado sobre una banca de madera larga con respaldo me dejó sentado, mientras el policía entró por una puerta grande blanca de dos hojas con cristales opacos en la parte superior, entregó las diligencias y se marchó. Allí me quedé solo, no había ninguna persona ni se escuchaba ruido de nada ni de nadie.

Pasaban las horas y la puerta del juzgado no se abría para llamarme el juez ni veía a ningún alma transitar. En aquella época el juzgado de guardia no estaba a rebosar de detenidos como en la actualidad, se ingresaba en prisión más por política o travestismo que por robar gallinas. A las tres horas aproximadamente no tenía reloj, dos policías armadas entraron con un detenido de unos cincuenta años, lo dejaron conmigo y se fueron, el detenido tenía una pierna medio encogida noté que era cojo. Durante más de una hora no habló nada hasta que me dijo: ¿Qué has hecho? Le contesté: Un amigo mío ha robado una moto y yo me monté con él para llevarme hasta mi casa y resulta que bla..., bla..., bla... Muy serio me dijo: Si haces algo, hazlo solo. Y siguió callado con su silencio taciturno... Aquel hombre tenía la mirada fija en sus pensamientos, no hablaba nada y, de pronto, comenzó a hacer fondos por la espalda, apoyando las palmas por detrás en la banca y bajando el culo hasta cerca del suelo. Al rato me preguntó de nuevo: ¿Qué has hecho? Le conté  otra vez lo mismo, con educación, como si no se hubiera enterado antes. Esta vez no dijo nada, seguía haciendo fondos. A la media hora o así, me preguntó: ¿Es la primera vez que entras en el talego? Sí, le contesté. Escuché una risa apenas perceptible que no salía de su garganta. Me atreví a preguntarle: ¿Por qué te ries...? Me dijo: Te van a romper el anillo de cuero. ¿Qué dice, qué quiere decir?, interrogué asustado. Que te van a romper el culo, chaval, dijo el cojo. ¡Aaaah...!, aquello me sentó peor que una patada en los huevos, un tiro en el pecho o un hachazo en el cuello, comencé a temblar... No podía ser, como  me estaba ocurriendo aquello a mí, estaba enamorado de Chus, era un varón no queria ser sodomizado por presos zarrapastrosos. No me gusta, no lo aguantaría, tendrían que matarme. Estaba detenido y me llevaban a ese sitio a destrozarme el cuerpo y el alma siendo inocente, quería morirme o escapar.

Me quedaba la duda de que el hijo de puta del cojo me estuviera engañando. Tenía ganas de llorar, de suplicar hasta perdón, quería que alguien me salvara, no sabía que hacer. Pensaba con rabia, yo no he hecho nada y me quieren joder... Un día antes era un chico feliz, tenía novia, ilusiones, amaba la vida, el mundo tenía color de rosa, ahora, lo veía negro, más negro que la sombra de una mazmorra, las cadenas y los barrotes penitenciarios, yo no podía estar allí, en ese lugar, no es de mi dignidad. El cojo seguía haciendo fondos, hasta que se sentó definitivamente cansado. Mirándome a los ojos muy cerca de mi cara, se explayó diciéndome: Si haces algo, hazlo solo. Si robas, no robes vehículos, roba lo que necesites para comer. Le salió otra vez de su garganta esa risa imperceptible, apagada con olor a tabaco como su voz grave y quebrada. Y, continuó hablándome: Eres un pichoncito de carne fresca, te meterán en la quinta galeria de carabanchel, en “el palomar”, donde están los maricones, te pasarán unos a otros como el que pasa una bola, una pelota, pinchándola con nabos más gordos que un melón. Tu anillito de cuero se romperá para siempre y tendrás el gebe más ancho que un charco enfangao. Al principio te dolerá, después el anillo de cuero se hará callo, escudo duro de la vida. Echarás hasta la última de tus lágrimas, templarán en ti al hombre que no llora más. Según hablaba el cojo, la temblera que tenía me hacía rechinar los dientes como los condenados al patíbulo, pero, noté algo especial en sus palabras ya no me parecía un vulgar chorizo sino alguien culto, que sabía lo que decía, tenía cierta verborrea y erudición. ¿Por qué, si yo no he hecho nada? Le dije, y empecé a llorar...

Durante el resto de la tarde no hablamos nada, lloraba por dentro lo que me iban a hacer en la cárcel. Ni siquiera me acordaba de Luis, el culpable de todo, él se había librado de ingresar en prisión y yo lo sustituía en la condena. Y el juez no me llamaba, que tampoco quería lo hiciera, siendo las siete y media de la tarde... Rompiendo el silencio el cojo, me dijo: A mi me llevan a la sexta galeria, me llamo Ginés. Con el tiempo me enteré de que en la sexta galería ingresaban a los políticos y  sindicalistas contrarios al régimen de Franco. A la media hora de decirme el cojo su nombre, sobre las ocho de la tarde, se abrió la puerta blanca acristalada del juzgado de guardia, salió un señor llamándome por mi nombre y apellidos, entré en la espaciosa habitación donde detrás de una mesa grande había unos cuatro señores sentados. Uno de ellos me dijo: Vete a tu casa y no vuelvas a robar más ciclomotores. No acababa de creérmelo y les dije: ¿De verdad que no voy a la cárcel? Asintieron moviendo la cabeza. No dijeron ni una palabra más. Muchas gracias, muchas gracias..., repetía sin parar. Me fui y notaba en mi cuerpo un calor alegre, las endorfinas bailando un vals, la misma felicidad que sentía cuando un día antes amaba a Chus.

Pasaron los años, me hice mayor e ingresé en el Cuerpo de la Policía Armada, antes de los exámenes pedían un certificado de buena conducta y vino un policía a mi casa para hacer un informe preguntando: ¿Su hijo robó una moto?... Estuve un tiempo dentro del Cuerpo, destinado en la Doce Bandera Móvil. Íbamos a la cárcel de Carabanchel, prestando servicio en un principio en las garitas que rodeaban su perímetro, después dentro de la prisión, asentando las secciones de la cuarta compañía en la biblioteca del establecimiento penitenciario, porque tiempo antes se había producido un motín promovido por la C.O.P.E.L.,(Coordinadora de presos españoles en lucha), reivindicando derechos que los internos no tenían. Los presos subieron al tejado de la cárcel a través de la escalera que daba a la biblioteca permaneciendo allí cuatro días para llamar la atención de los medios de comunicación. España estaba en transición consolidando la Democracia, los acontecimientos en las cárceles se habían desbordado. Después de la muerte en Carabanchel por tortura del anarquista Agustín Rueda y lesiones a otros reclusos, fueron procesados el Director de la cárcel Eduardo Cantos y otros funcionarios. A los pocos días, tres miembros anarquistas asesinaron a tiros al Director General de Prisiones Jesús Hadad. La Guardia Civil empezó por primera vez a prestar servicio en las garitas y la Policía en el interior. Desde allí, en la biblioteca que estaba en altura subiendo por unas escaleras metálicas ubicada en la rotonda, donde la cúpula, pude observar a los presos y hasta los mariquitas con pechos circulando desde las cuatro galerias pasando por la planta de la rotonda donde se asentaba la caseta de control de los funcionarios de prisiones, barriendo, fregando o cuando tocaban con la corneta diana o fagina. Antes la homosexualidad era delito.

Ahora veía a los internos y homosexuales desde otro punto de vista, otra óptica más grata condicionada por la distancia, las situaciones y los destinos en la vida. Era un ser libre como los pájaros y el viento, estaba contento, aunque en el fondo reflexionaba sobre ese estado en el que el hombre está siendo esclavizado o preso por otro. ¡Qué pena tan triste es estar condenado, sin libertad! Me acuerdo haber leído en esa biblioteca de Carabanchel el libro del vasco Julio Villar ¡HE PETREL!: Cuaderno de un navegante solitario. Su lectura me impactó al conocer en sus páginas a una persona extraordinaria, como ha venido a demostrar Julio Villar a lo largo de su vida tan auténtico y consecuente con sus ideas. A bordo de un pequeño velero de siete metros de eslora llamado Mistral dio la vuelta al mundo en soledad, con el mar y el cielo. El cielo el pájaro petrel que se posaba sobre el mástil y el mar. Uno de los libros más bellos escritos sobre el mar y la libertad. Leí ese libro porque me llamó la atención sobre la estantería de la biblioteca, tenía dibujado en sus pastas un barquito velero navegando sobre un circulo, peces y estrellas, percibiendo con claridad la alegoría poética de la ilustración que me impresionó al haber sido marinero en dos barcos un pesquero Bou de arrastre el “San Salvador de Guetaria” y un mercante el “Pico Gris”, su lectura me trajo viejos recuerdos, qualias o experiencias, sensaciones de la inmensidad del mar, peces saltando en el aire, la libertad. Millones de estrellas brillando en la noche o la tintura dorada del sol reflejada sobre el puerto de Argel o la bahía de Valeta. Qué paradoja tan grande, encontré un libro que habla de libertad en donde no la hay. Y, por poco acabo allí preso, en las sombras.

Tras dos años de servicio por razones particulares pedí la baja voluntaria en el Cuerpo de la Policía Armada, cuando cambiaba de nombre a Cuerpo Nacional de Policía y uniforme gris a marrón en el año 1979, después se implantó el uniforme azul denominándose Policía Nacional y, como el sustento en los negocios privados me fue mal, al año ingresé en el Cuerpo de la Policía Municipal de Madrid. En esta ocasión, también vino un número de la Policía Nacional a mi casa a realizar el informe de buena conducta, preguntando: ¿Usted robó un ciclomotor? Otra vez contestaba: No, yo no robé el Vespino, lo robó Luis. Seguramente nunca me creyeron, en el atestado policial constarán los hechos declarados pero no probados, y lo que antes conté es la verdad. A veces me pregunto: ¿si hubiese ingresado en prisión y me hubieran roto el anillo de cuero, no sería un honrado policía y posiblemente chorizo de profesión o jula de oficio?... Vivimos a merced del azar, algunas probabilidades objetivas, la suerte y la certeza, hay que ver la importancia que tienen las circunstancias en la vida y las decisiones trascendentes que, en algunas ocasiones, toman otras personas en nuestro destino y, como no, hasta la aportación de las pruebas del delito por parte de la Policía o los indicios racionales de criminalidad que ve el juez instructor en los presuntos inculpados, según su conciencia.


Autor: José Luis Rodríguez Velasco

 http://www.patrulleros.com/index.php/articulos/327-historias-policiales/4867-mi-detencion.html


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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #561 en: 10 de Abril de 2013, 17:18:47 pm »

21 de enero de 1973: La primera foto de radar en España





Aunque 34 años no son nada, realmente esta foto parece de otra época mucho más lejana. Se trata de la primera foto de radar hecha en España. El coche radar en cuestión era un Seat 124 equipado con un Multanova que por entonces daba sus primeros pasos, no hay más que ver el reloj analógico y la precisa aguja que marcaba la velocidad.
 
Dudoso honor que tiene el conductor del Renault R8: ser el primer multado en este país.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #562 en: 10 de Abril de 2013, 17:24:23 pm »
Esos coches son de tu época, jijiji

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #563 en: 10 de Abril de 2013, 17:25:05 pm »
 :ojones . . . un R-8 a 65 km/h . . .  pa´berse matao . . .  :carcaj

"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #564 en: 13 de Mayo de 2013, 15:20:44 pm »
REPORTAJE


Aquella Guardia Civil

Una sección de 30 hombres y un oficial formó en 1844 el primer destacamento de la Guardia Civil de León, que hoy cuenta con 1.411 efectivos



Un guardia civil con uniforme de 1955.

leonoticias.com       13/05/2013


Llegaron caminando en una columna al frente de la cual se encontraba un oficial y tras su paso el de 30 guardias civiles. Era 1844 y aquellos 31 efectivos llegados hasta León fueron los primeros en acercar la enseña de este cuerpo militar a tierras leonesas.

"Llegaron caminando", se ha recordado hoy desde la Guardia Civil, en la antesala de la celebración en la capital del 169 aniversario de la fundación de este cuerpo que hoy cuenta con más de 1.400 efectivos en la provincia.

Tras el paso de estos 31 militares se podía ver el paso de "carros y carretas" en los que viajaba tanto el material militar como las tiendas de campaña "y las familias de los propios militares", que acompañaban a los guardias en su distribución por toda la geografía nacional.

La Guardia Civil llegó a León al considerarse esta provincia como 'nudo principal' en el paso hacia otras provincias, por lo que hacía necesaria la presencia de este cuerpo para el control del pillaje sobre el tráfico de mercancías.

Ni siquiera en la propia institución se conoce cual fue el primer acuartelamiento. Se supone que inicialmente fue un 'campamento' formado por las propias tiendas del ejército y que a las pocas semanas dispuso de un inmueble propio.

Fue al finalizar la Guerra de la Independencia contra Francia cuando el Estado decidió crear la Guardia Civil para frenar la inseguridad en los caminos de la Peníncula.

Bandoleros

Los bandoleros habían sido un mal endémico en España desde la época romana y un fenómeno muy extendido durante el periodo musulmán, pero es desde 1814 cuando se adueñaron literalmente de los caminos del país.

En la guerra se había utilizado como método de lucha la guerrilla (la propia palabra surge en este conflicto), lo que provocó que, acabadas las hostilidades, quedaran diseminados por las zonas más agrestes de la península grupos de excombatientes o brigantes, desertores y delincuentes liberados que, inadaptados a la vida civil, hicieron del pillaje su forma de vida.

Fue la gravedad del fenómeno la que propició que se estableciera un cuerpo de policía de ámbito nacional para velar por la seguridad pública, algo que sucedió de la mano del II Duque de Ahumada, Francisco Javier Girón y Ezpeleta en 1844.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #565 en: 27 de Mayo de 2013, 23:54:52 pm »
Disfrutaba matando

Salvador Ortega, el inspector que atrapó al mayor asesino en serie de la historia de España, relata cómo logró detener a 'El Arropiero' y el viaje de tres años que ambos hicieron por los escenarios de sus crímenes, desde Cádiz a la Costa Azul


El 19 de enero de 1971, los inspectores de la Brigada Criminal de El Puerto (Cádiz) aparcaron el 'Renault 8' a unos 200 metros de la barriada de El Pilar. Llovía a mares. El pago Rioja, un descampado sucio con cuatro eucaliptos enfermos y una escombrera, se había convertido en un barrizal. Cuando el conductor apagó el motor, Manuel Delgado Villegas, posteriormente conocido como 'El Arropiero', se llevó las manos a la cabeza y preguntó: «¿Me vais a pegar?». «Tranquilo», le respondió uno de los agentes. Y luego: «Tú dinos dónde está el cuerpo». Manuel les señaló una maraña de retamas y basura. Antonia Rodríguez Relinque, de 38 años, desnuda y con una media atada al cuello, llevaba 72 horas sin vida. 'El Arropiero' confesó que había ido «a verla» tres noches consecutivas para violar su cadáver. Salvador Ortega, el responsable del caso, le preguntó al asesino: «Pero Manuel, ¿cómo has podido venir aquí para acostarte con una muerta?». 'El Arropiero' le respondió: «Así es mejor porque no habla».

En esa frase cabe toda la crueldad del mayor asesino en serie de la Historia de España. Antonia Rodríguez fue la última de sus 48 víctimas confesas. El policía que lo atrapó, Salvador Ortega, criminólogo, experto en deductiva y en técnicas forenses, ya está jubilado. A él le encargaron la titánica tarea de acompañar a 'El Arropiero' por toda España y parte de Europa. Durante tres años, en un periplo digno de la peor pesadilla, recorrió los escenarios de sus crímenes, intentando reconstruir la mecánica de los asesinatos. En cada parada, sintió crecer el asombro de encontrarse «frente a un especialista en matar gente, frente a un hombre que manejaba unos conceptos del bien y del mal completamente distintos a los nuestros. O sea, frente a un psicópata».

El proceso que condujo a la detención de 'El Arropiero' comenzó con una muerte supuestamente accidental. La Brigada Criminal de El Puerto, a la que pertenecía Ortega, investigaba la desaparición de Francisco Marín, un chaval retraído, con fama de homosexual, que llevaba días sin aparecer por casa. «Encontramos su cadáver flotando en el Guadalete», recuerda el inspector. «Yo pedí permiso para estar presente en la autopsia. El forense lo abrió, tocó aquí y allá, y concluyó que había muerto por asfixia. 'Asfixia por sumersión', dice. Yo no me lo creo. Le digo que aparenta tener cavidades rotas y entonces él admite, un poco avergonzado, que en realidad no es forense. Se trataba del médico de guardia de Marina. Antes las cosas eran así. De vez en cuando.».

- O sea, que no se ahogó.

- No. Le pedí permiso al juez para que la autopsia la hiciera un especialista. Cuando le abrió las cavidades superiores, buscando restos, y llegó a la tráquea, se encontró con un destrozo brutal.

- El golpe del Legionario.

- Así lo bautizó la prensa. Por lo visto 'El Arropiero' lo aprendió allí, en la Legión. Manuel era un tío muy fuerte. Les daba a sus víctimas un golpe seco, en la garganta, con el revés de la mano y se acabó. En esas estábamos, investigando la muerte de Francisco, cuando despareció la Toñi.
A Manuel le arrestaron porque estaba en el círculo de amistades de las dos víctimas, pero lo soltaron pronto. «Pensábamos que era medio subnormal. No parecía.», cuenta Ortega. Sin embargo, un policía municipal les avisó de que le habían visto «dándole guantazos» a la Toñi el mismo día de su desaparición. Volvieron a detenerlo. «Y después de presionarlo y de siete horas largas de interrogatorio, lo soltó todo».

Ese «todo», al principio, fueron solo las muertes de Francisco Marín y Antonia Rodríguez. Pero Salvador y el resto de la Brigada se fueron topando más tarde, interrogatorio tras interrogatorio, con un reguero de asesinatos sin resolver que había comenzado en 1963, hace ahora 50 años, cuando Manuel abandonó la Legión para vagabundear por España, y que en menos de ocho años había rozado el medio centenar de muertes. Cataluña, Madrid, Ibiza, Andalucía, Sur de Francia, Costa Azul, Italia.

- ¿Cómo le sacaron la confesión de sus 48 crímenes?

- Con mucho trabajo psicológico. No se le tocó ni un pelo. Me encargué personalmente de eso. No nos convenía. En seguida noté que Manuel no quería, bajo ningún concepto, parecer idiota. No aguantaba que lo llamaran tonto. Así que decidimos que tenía que sentirse importante. Y, en compensación, él comenzó a largar. Empezó a vanagloriarse de toda la gente a la que se había cargado. Adornaba las cosas, les ponía un lacito y papel celofán para que tú no vieras la clase de monstruo que era, pero en el fondo le gustaba presumir de sus asesinatos.

- ¿Fabulaba

- Con el tiempo nos dimos cuenta de que teníamos que aprender a separar la realidad de la ficción. Él nos decía: «Aquí estuve con una chavala de 19 años, no veas qué cuerpo.». Y resultaba que era una anciana de 68 a la que había arrojado por un barranco y a la que después había violado con una fractura de fémur abierta.

Los jefes de Salvador apreciaron que la técnica del inspector, basada en espolear su vanidad de asesino, funcionaba. Así que le endosaron una maleta llena de sumarios abiertos y vía libre para llevarse a 'El Arropiero', envuelto en una atención mediática sin precedentes, a una macabra turné por los escenarios de sus crímenes.

Llorach, Tarragona: el 21 de enero del 64, Manuel aplastó el cráneo de un hombre que dormía en la playa para robarle la cartera y el reloj. Ibiza: en el verano del 67 asesinó y violó (en ese orden) a la estudiante francesa Margaret Helene Boudrie. Madrid: el 20 de julio del 68 le quebró el cuello al campesino Venancio Hernández Carrasco por negarse a darle un poco de comida. Barcelona: en 1969 estranguló al industrial catalán Ramón Estrada Saldrich para quitarle mil pesetas y una sortija. Mataró (Anastasia Borrella, de 68 años), Niza, París, Roma.. La lista se fue alargando hasta abrumar a los inspectores.
Para el expolicía, resulta imposible entender por qué cometió «esa colección de crímenes» si se intenta «solo desde nuestros supuestos mentales». «Simplemente, cuando sentía un estímulo violento, lo cumplía. Y le gustaba. Se lo pasaba fenomenal. Disfrutaba matando. Le producía placer. Por eso no concebía la idea de límite».

- ¿Y aún así, cómo es posible que alguien diagnosticado como deficiente mental mantuviera en jaque a los investigadores durante ocho años?

- 'El Arropiero' tartamudeaba, era disléxico y no tenía formación. Pero no era imbécil.

- Médicamente aparece catalogado como «un deficiente mental que rayaba en la oligofrenia».

- Sí, deficiente mental y oligofrénico. (En tono irónico) Oligofrénico. los cojones. (Largo silencio). Qué coño oligofrénico, si se montaba unas coartadas.

- Según su informe, en Ibiza, tras asesinar y violar a la estudiante francesa, lavó y cortó el cuerpo con una pequeña navaja para que la policía no reconociera el modus operandi que había seguido en otros crímenes.

- Y no solo eso. A veces tenía ideas magistrales.

- ¿Por ejemplo?

- Por ejemplo: cuando asesinó a Estrada Saldrich, cruzó la frontera con Francia. Él sabía que Saldrich era un pez gordo. Sabía que la policía española se volcaría en el caso, así que se largó a París, se presentó en el consulado español e informó de que llevaba tres meses en el país, buscando trabajo. El embajador hizo constar oficialmente el dato en un informe que remitió a la policía francesa. Tres meses. Con lo cual, cuando nosotros intentamos cuadrar el asesinato de Saldrich con su recorrido por toda España, no encajaban las fechas. Nos despistó hasta que yo encontré un registro en un hospital: Manuel había vendido sangre para sacar dinero en Mataró. Eso lo situaba en la zona cuando ocurrió el crimen. A pesar de que finalmente no le saliera, fue una jugada maestra.

- En algunas de las fotos de entonces aparecen ustedes abrazados y hasta sonrientes. ¿Llegó a trabar con él algo parecido a una amistad?

- Una amistad entre comillas. Una amistad interesada. Había que establecer esos lazos para esclarecer los crímenes.

- Y él, ¿bajó la guardia?

- A veces, como cuando regresábamos de reconstruir el crimen de Garraf. Veníamos en el coche. Yo delante, charlando con el conductor; él detrás, con un policía a cada lado. En la radio estaban dando las noticias y el locutor dijo que habían detenido en México a un tipo con ochenta cadáveres enterrados en el jardín. Me dio dos golpecitos en la espalda. «¿Qué te pasa, Manuel?», le digo, con su aliento pegado a la nuca. Y él, tartamudeando: «Je-je-je..fe. Déjeme libre dos días. Suélteme usted dos días que yo vuelvo luego, se lo juro. Que-que-que no me escapo. Pero ese cabrón mejicano no mata más gente que yo.».

- ¿Nunca se puso violento?

- Se pillaba unos cabreos mortales. Había que temerle.

- ¿Recuerda alguno?

- En Ibiza un juez le regaló unas botas de cuero, unas de esas botas de caña que llegan casi a las rodillas. Y unos vaqueros. Lo llevaba todo puesto cuando lo metimos en una celda de la comisaría de Barcelona. Nos fuimos. Por lo visto Manuel le pidió un cigarro al guardia entrante. «¿Un cigarro? Un cigarro te voy a dar, hijo de puta. Asesino de mierda.». Claro, nos llamaron. Cuando llegamos Manuel estaba desnudo, incontrolable. Había destrozado los vaqueros y las botas. El trozo más pequeño que quedaba era del tamaño de una moneda de dos euros. Incluyendo la suela y el tacón. Y solo contaba con sus manos y con sus dientes.
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio?

- Intenté verlo cuando estaba en el psiquiátrico de Fontcalent. Lo miré desde lejos. Había degenerado mucho. Me dije: ¿para qué, si no me va a conocer? Me dio pena y me fui.

- ¿Le afectó aquello?

- Claro. Nos afectó a todos.

- ¿Le afecta todavía?

- De vez en cuando me despierto nervioso. Sueño que está a mi lado. Otras veces creo que sigo con él por ahí, de viaje. Me pongo a darle vueltas al asunto y me pregunto por qué no nos dejaron terminar la investigación. Supongo que tuvo que ver con que se decretara su ingreso en un psiquiátrico. Pero me sigo preguntando de dónde vino la orden de que paráramos cuando llevábamos cerrados ocho casos y ya habíamos confirmado su participación en 22 crímenes. Y entonces es difícil que vuelva a coger el sueño. Han pasado más de 40 años y aquello todavía me desvela.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #566 en: 01 de Julio de 2013, 16:24:49 pm »
Aniversario redondo Policía Municipal, 175 años al servicio de Madrid

La Policía Municipal ha logrado combinar el espíritu de servicio con la eficacia policial y la cercanía al ciudadano.


 
La celebración del 175 aniversario de la creación de la Policía Municipal de Madrid supone la toma de conciencia por parte de todos los madrileños de que cuentan con uno de los Cuerpos de Seguridad más antiguos y con más reconocimiento ciudadano de nuestro país. Madrid dispone de servidores públicos con cometidos policiales desde que le fueron otorgados sus fueros, allá por 1202, y aún más desde que en el siglo XVI se convirtiese en capital del reino; pero sería a partir de 1838 cuando se decidiese agrupar a los distintos profesionales al servicio del orden en el municipio en un Cuerpo único, cuando la idea de un colectivo, en cierto modo similar al actual cobrara sentido. Bajo distintas denominaciones, y con diferentes funciones, muchos han sido los profesionales que han orientado su vida hacia el bien de la colectividad, velando por la pacífica convivencia entre el vecindario, por la mediación en los pequeños conflictos callejeros y aportando con su presencia continuada en la vía pública, cerca de todos, esa tranquilidad y confianza que el vecino siempre necesita. Pocas estampas son tan características como aquellas en las que aparece un policía municipal en cualquier entorno urbano de la capital, bien con su gorra teresiana y su sable característico paseando por las calles a principios del siglo XX, bien con su casco blanco regulando el tráfico a mediados de esa pasada centuria, bien con su vistoso uniforme actual, en cualquier ámbito que requiere su presencia hoy en día. Desde que en 1838, don Manuel Ruiz de Ogarrio, jefe de la Milicia Nacional, decidiese solicitar a la reina regente autorización para refundir las distintas figuras dedicadas a la vigilancia del orden y la convivencia en un solo Cuerpo bajo la denominación de Ronda Municipal, muchas han sido las denominaciones que ha ostentado este colectivo: Guardia Municipal, Policía Urbana, y la más reciente y actual de Policía Municipal; sin embargo, siempre le ha caracterizado una misma filosofía y razón de ser: prestar servicio al ciudadano y velar por su seguridad, tanto desde el punto de vista de la salud y salubridad, como desde el de los desplazamientos, el comercio, la convivencia vecinal o la seguridad ciudadana en el sentido en que hoy la conocemos. En este último caso, siempre bajo el espíritu de colaboración y coordinación con el resto de Cuerpos de policía actuantes en la ciudad.

También fue un colectivo policial pionero a la hora de incorporar las más importantes innovaciones, como una academia para la formación de sus componentes, allá por 1906,una brigada de circulación en 1924 cuando el tráfico de automóviles estaba empezando a convertirse en una preocupación, tanto por su intensidad como por su siniestralidad, motocicletas y vehículos radiopatrulla en la época del boom de la automoción; un teléfono de emergencias y una emisora directora a principios de la década de los 70, prácticamente coincidiendo con otro gran hito en que esta policía también fue pionera: la incorporación de la mujer al trabajo policial. Aquellas primeras mujeres policías, que un reconocido cronista de la villa acertadamente denominó claveles azules, llenaron las calles de Madrid de alegría, belleza e ilusión convirtiéndose en un paradigma de la integración y el fin de la discriminación laboral. Hoy el Cuerpo cuenta con las más modernas tecnologías, tanto a nivel de comunicaciones, como de medios de transporte o de defensa.

Tampoco han faltado en el seno de esta entrañable institución quienes han ofrecido su propia vida por la seguridad del pueblo de Madrid. Muchos fallecieron en accidentes de tráfico cuando ejercían labores de regulación o se desplazaban en motocicleta dentro de su servicio, otros cayeron en arriesgadas intervenciones, víctimas de la violencia de los delincuentes, y también hubo quienes fueron objeto de la sinrazón del terrorismo, desde los más antiguos de quienes se tiene noticia, como Tomás Oviedo, alcanzado por la metralla de la bomba que Mateo Morral arrojó en la calle Mayor al paso de la comitiva real tras la boda de Alfonso XIII, hasta Jesús Rebollo, que también sufrió heridas mortales cuando desalojaba la calle del Carmen donde había sido colocado un artefacto explosivo por la organización terrorista ETA.

Y son muchos también los madrileños o visitantes de nuestra capital que han salvado su vida, han mantenido su integridad física o han conservado sus bienes gracias al trabajo de estos abnegados servidores públicos, a la prontitud en su llegada, a su excelente preparación física, técnica y psicológica y a su capacidad de prevenir todo tipo de acciones contrarias a la seguridad ciudadana o vial.

Combinar el espíritu de servicio, con la eficacia policial y la cercanía al ciudadano es algo que solo pueden conseguirlo aquellos colectivos que tienen como fin su pervivencia y su integración plena en la sociedad. La Policía Municipal, desde sus orígenes, ha formado parte del tejido urbano, del entramado social de Madrid. Sus habitantes siempre se han confiado a los componentes de esta noble institución, considerándoles parte imprescindibles de su devenir diario. Sabiendo que en su barrio siempre encontrarían alguien dispuesto a ayudarles ante cualquier problema que pudiera surgir. La progresión de llamadas a su teléfono de emergencias, 092, que sigue existiendo después de la implantación del 112, son fiel reflejo de esa demanda de la sociedad madrileña a la que consideran su policía, la policía de su ciudad.

Formar parte de ella, en cualquiera de sus estamentos, ya sea dentro de su estructura operativa, ya en los cuadros de dirección o asumiendo la más alta responsabilidad, es motivo de orgullo y plena satisfacción, ya que supone compartir sus altos fines y es también formar parte de la Historia.

* Antonio Gómez Montejano es Oficial Jefe de la Unidad de Protocolo y Representación de la Policía Municipal de Madrid


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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #567 en: 08 de Julio de 2013, 17:18:09 pm »

21 de enero de 1973: La primera foto de radar en España





Aunque 34 años no son nada, realmente esta foto parece de otra época mucho más lejana. Se trata de la primera foto de radar hecha en España. El coche radar en cuestión era un Seat 124 equipado con un Multanova que por entonces daba sus primeros pasos, no hay más que ver el reloj analógico y la precisa aguja que marcaba la velocidad.
 
Dudoso honor que tiene el conductor del Renault R8: ser el primer multado en este país.

Pues....


<a href="http://youtube.com/v/dSUG28ssf9s" target="_blank" rel="noopener noreferrer" class="bbc_link bbc_flash_disabled new_win">http://youtube.com/v/dSUG28ssf9s</a>

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #568 en: 09 de Julio de 2013, 12:47:44 pm »
 :buenpost . . . genial el vídeo, "privilegio" el designar abogado . . . y los paisanos dan las buenas tardes al pasar . . .  :carcaj

"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #569 en: 03 de Octubre de 2013, 16:10:06 pm »

Los agentes sobre los que se cimentó la policía moderna





02/10/2013 - 22:03 
Belén Rodríguez
Ciudad Real

Cuando el hoy policía jubilado Miguel López Lainez ingresó en la policía corría 1982. Entonces él y otros compañeros no tenían más de veinte años y muchas ganas de cambiar las cosas en un cuerpo todavía militarizado y represor.

La casualidad quiso que él y 159 policías más llegaran a Ciudad Real, sede de una de las Compañías de Reserva General (pionera de los antidisturbios) destinada a las misiones más difíciles por todo el país, que cuarenta de esos antiguos agentes recordaron ayer en un encuentro que hicieron coincidir con la fiesta de los Ángeles Custodios.

“Nos tocó lidiar con los peores momentos del terrorismo en el País Vasco, aunque por suerte sólo tuvimos dos bajas de compañeros y fue por accidentes de tráfico”, recuerda Lainez, sindicalista clandestino hasta que en 1986 “y a fuerza de protestar mucho”, agrega, el Gobierno autorizó los sindicatos dentro de la Policía Nacional (en la Guardia Civil, aunque hay asociaciones, está prohibida la sindicación).

Aunque eran tiempos de “obedecer ciegamente órdenes muchas veces absurdas”, explica, el empuje y la rebeldía fueron calando. “Que los policías de hoy tengan un hotel pagado cuando se desplazan fuera de su ciudad fue un logro que se consiguió en aquellos años”, añade Lainez que se jubiló en 2008 “sin medalla blanca al mérito policial, está claro que por ser sindicalista”.

El grupo, que después de diez años sin hacer el encuentro se reunieron este miércoles en Ciudad Real para celebrar su propia fiesta de la policía, también estuvo siguiendo el Papa Juan Pablo II en aquel viaje a España de 1982, “hicimos más de 5.000 kilómetros”.

En cuanto al panorama actual López Lainez afirma que aunque la policía “no ha cambiado tanto como nos gustaría”, concede que sí se ha conseguido que “se trate de un cuerpo de seguridad civil, al servicio del pueblo”.

 También critica la a su juicio “excesiva politización. No tenemos que estar al servicio de un partido político, las leyes tienen que ser la mismas siempre”.


Desconectado Jaguar

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #570 en: 03 de Octubre de 2013, 16:15:26 pm »
Estos si que daban hostias en los 80 y no las caricias que se dan ahora  :carcaj.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #571 en: 03 de Octubre de 2013, 16:15:39 pm »
 :Plasplas :Plasplas :Plasplas :Plasplas

Gracias por vuestros servicios, compañeros.
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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #572 en: 03 de Octubre de 2013, 16:15:51 pm »
Estos si que daban hostias en los 80 y no las caricias que se dan ahora  :carcaj.

 :Burla

pacodeasis

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #573 en: 03 de Octubre de 2013, 17:42:35 pm »
    Y seguro que estos llegaban a una intervención y no discutían si es mia o tuya, si yo la tengo más grande, si soy mejor.


Un saludo

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #574 en: 03 de Octubre de 2013, 17:44:26 pm »
Estos si que daban hostias en los 80 y no las caricias que se dan ahora  :carcaj.
En los 80's "se dejaba hacer" hoy hay móviles, búhos... y la viña es la viña.


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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #575 en: 03 de Octubre de 2013, 17:51:48 pm »
Mariconas al lado de los pantera.
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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #576 en: 03 de Octubre de 2013, 19:24:15 pm »
Mariconas al lado de los pantera.

 Los pantera se jubilarán con 65 castañas y alguno más de 40 años de servicio. Entonces serán los pantuflas.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #577 en: 03 de Octubre de 2013, 19:29:53 pm »
Mariconas al lado de los pantera.

 Los pantera se jubilarán con 65 castañas y alguno más de 40 años de servicio. Entonces serán los pantuflas.

O con 67.

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #578 en: 03 de Octubre de 2013, 19:34:02 pm »
Mariconas al lado de los pantera.

 Los pantera se jubilarán con 65 castañas y alguno más de 40 años de servicio. Entonces serán los pantuflas.

O con 67.
no..que ya habreis cotizado mas de 35...

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Re:Aquellos "viejos tiempos"
« Respuesta #579 en: 03 de Octubre de 2013, 19:36:32 pm »
Ah si, es verdad, que con 37,5 años de cotización puedes jubilarte a los 65 sin coeficiente reductor.

Por cierto...

JUBILACIÓN ANTICIPADA, YA

Más que nada por que Madrid comienza a tener un problema, casi 2000 funcionarios por encima de los 50 años...qué pasaría si todos ellos una vez cumplidos los 55 pidiesen pasar a SEGUNDA ACTIVIDAD?

Problema.