Y entre que me regalas como favor la contestación del test, un regalito especial para aikiroid y otros que aún confian en el criterio judicial, una sentencia muy buena, y es de una Audiencia Provincial, no de un juzgado de paz.
CONDENADO A UNA MULTA, Y A IR A MISA.
Tribunales
Multa y sermón
El magistrado Esteban Campelo pide en una sentencia a un matrimonio separado que acuda a la Iglesia Católica, ?esa fuerza salvadora?, para solventar sus diferencias La mujer ha sido condenada por agredir e insultar a la nueva compa?era de su ex marido
PÉREZ JORRÍN/SANTANDER
Palo judicial y zanahoria católica. Esteban Campelo Iglesias, magistrado de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, ratificó recientemente una condena a Concepción G. de 300 euros de multa por agredir a la actual compa?era de su ex marido y, en el mismo fallo, le aplicó un verdadero sermón, con análisis de la Biblia incluido, en el que recomendaba a la pareja rota acudir a la Iglesia Católica para solventar a sus diferencias.
El magistrado, conocido en los tribunales santanderinos por enviar en alguna ocasión al confesionario a los peque?os ladrones que caen en sus manos, ya advierte que sus consejos extrajudiciales ?parten de la premisa fundamental de que se admita la existencia de Dios y del Maligno?. Nada dice a los destinatarios de su prédica sobre qué hacer en la eventualidad de que no crean en Dios.
En la apelación el magistrado da por buena la sentencia inicial del Juzgado número 4 de Torrelavega, que condenó a Concepción G. por insultar a la nueva compa?era de su ex marido - ?folladora, puta, guarra? la dijo- y por golpearla en la cara y tirarla del pelo. Sin embargo, a partir del fundamento de Derecho número tres de la sentencia, y ?después de actuar como profesional encargado de administrar Justicia?, el magistrado Campelo, ?dando por supuesto el consentimiento o al menos la no oposición? del ex matrimonio, se lanza a una disquisición sobre el bien y el mal, Dios y el Maligno y las esencias del matrimonio católico.
Tras una alusión al Génesis y a la famosa serpiente del árbol del Paraíso, el magistrado Campelo se dirige al ex marido de Concepción: ?compartías la vida con tu mujer, tenías una hija, tenías salud y es de suponer que disfrutabas de las condiciones necesarias para vivir una vida normal de agradecimiento a Dios. Sin embargo, apareció en tu vida una mujer mucho más joven que tu esposa y que tú suponías podía hacerte más feliz. Apareció también el Maligno y te dijo ?cómo es que Dios te prohíbe comer de ese árbol? Come y serás como Dios, conocedor del bien y el mal??.
?Infierno matrimonial?
Campelo razona la ruptura matrimonial: ?viendo que ese fruto prohibido era apetecible a la vista y bueno para lograr sabiduría, entendida como lo socialmente correcto, te eregiste (sic) en decidor de lo bueno y lo malo y comiste del árbol?.
El resultado de esta acción ha sido, según el magistrado, ?el infierno en vuestro matrimonio y vuestra familia, generando la separación y la huida y los problemas que sólo vosotros conocéis?. Campelo define como ?esclavitud? la situación, ?qu{e tiene su base en que has creído -dice al ex marido- que Dios no es amor ?porque te ha prohibido un fruto apetecible a vista y alabado socialmente?. Esa creencia de que Dios no existe ?pone todas las esperanzas en la vida temporal -sostiene Campelo- y quieres a toda costa beberla en su integridad...y como tu mujer, a una determinada edad, supones tú, ya no te puede dar en sexo, afectividad o carácter la vida que anhelas vas a beber a otra fuente que estimas menos gastada?.
El magistrado Campelo cree que la ?verdadera justicia? para el matrimonio está ?en la reconciliación?. ?Porque Jesucristo, cogiendo las debilidades y la rebeldía de todos murió por ellas y las destruyó...?.
El consejo de Campelo al matrimonio roto es que ?pongáis en medio de vuestras vidas el Espíritu de Jesucristo resucitado, capaz de llenar el anhelo de vida que tiene vuestro corazón...y tenéis que acudir a quien dispone de esa fuerza salvadora, la Iglesia Católica, diciendo a sus ministros que queréis participar y comer de ese fruto, que es posible que se encuentre dormido pero que, soy testigo, es real?.
El magistrado termina la parte religiosa de su sentencia pidiendo perdón por ?esta disquisición?, que entiende como ?algo bueno y la mejor justicia que como magistrado que aspira a ser cristiano pretendo dispensaros?.
Tras el consejo religioso, la vuelta a la dura realidad: en el cuarto punto del fallo la ex esposa es condenada al pago de las costas del proceso de recurso