Vergüenza y falta de confianza en el sistema: por qué el 97% de las mujeres que sufren acoso callejero no denuncian
Según los últimos datos del CIS de igualdad el 49,5% de los hombres cree que siempre es agradable recibir un piropo, mientras que un 60,5% de la población femenina piensa lo contrario
El estudio '(In)seguras en las calles' elaborado por la ONG Plan Internacional señala que 8 de cada 10 mujeres han vivido situaciones de este tipo en espacios públicos
Miles de mujeres se manifiestan durante el 8M en Madrid
Miles de mujeres se manifiestan durante el 8M en Madrid / DAVID CASTRO
Marta Alberca
Marta Alberca
Madrid - Domingo, 21/01/2024 - 06:51
Marina tiene como costumbre salir a cenar todos los viernes con sus amigas. La semana pasada se le hizo tarde y decidió coger un VTC. El conductor fue educado, le dio las buenas noches y ella respondió de manera escueta. Pero a partir de ahí vivió los quince minutos que duraba el trayecto con mucho miedo. Él empezó a hacerle preguntas personales (dónde iba, con quién, a qué se dedicaba…), hasta que ella se dio cuenta de que se estaba desviando de la ruta y haciendo un camino más largo. “Yo solo quería salir de ahí, así que le dije que llevaba prisa, que si podíamos coger otra vía. A lo que me respondió que si no me fiaba de él”, explica. En ese momento ya no sabía que hacer, fingió una llamada telefónica con su hermano y cuando vio que estaban volviendo a la ruta inicial, decidió bajarse del coche excusándose en que ese lugar le venía bien aunque fuera mentira: “Yo solo quería irme”, señala. Al día siguiente puso una queja en la plataforma pero no se atrevió a denunciar.
Natacha vive en un barrio céntrico de Sevilla. Tiene turno de tarde, por lo que suele salir del trabajo de madrugada. Una noche decidió volver a su casa andando, confiando en que la distancia no era muy larga y que no le pasaría nada. Pero dos hombres la increparon: “Iban muy borrachos, y me empezó a dar miedo no solo por lo que me decían, sino porque comenzaron a seguirme. Me bloqueé y no sabía que hacer”, cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Pensó en correr pero le daba pánico que ellos la alcanzaran, “giré por otra calle y esperé hasta llegar a la esquina de mi casa, aceleré el paso y me metí al portal lo más rápido que pude”, cuenta. Tampoco denunció.
Mujeres claman libertad en las manifestaciones del 8M /
DAVID CASTRO
Ni Ana González cada vez que coge la bicicleta por Madrid y algunos conductores la desconcentran a base de comentarios sobre su culo. Ni Candela cuando tuvo que pedirle a una pareja de jóvenes que la acompañaran a casa porque un hombre la estaba siguiendo. Ellas pertenecen a ese 97% de mujeres que han sufrido acoso callejero, pero lo han dejado pasar sin ponerlo en manos de la Policía, tal como recoge el estudio ‘(In)seguras en las calles’ elaborado por la ONG Plan Internacional. Pero, ¿por qué ocurre esto?
Según Julia López, gerente de incidencia política de esta organización, las causas son muy diversas, pero hay una fundamental: “La normalización, porque es algo tan recurrente que acabas por pensar que el hecho de que un hombre te diga algo por la calle es una situación habitual”, cuenta. De hecho, según el análisis, el acoso sin contacto físico –comentarios de carácter sexual, amenazas, persecuciones, insinuaciones, etc.– y con contacto físico, son problemas diarios a los que se han enfrentado alguna vez casi 8 de cada 10 jóvenes en nuestro país.
Pero no es el único factor, hay otros como la vergüenza, la culpa e incluso la desconfianza. “Muchas de las mujeres que han participado en el informe decían que solo lo compartían con sus amigas, familiares, pero no con las autoridades”, argumenta López. Desde la Federación de Mujeres Progresistas alertan de que este es un canon que se repite, como apunta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, su presidenta, Yolanda Besteiro de la Fuente. “Nosotras mismas nos coartamos y las pocas que se atreven a denunciar no suelen recibir una respuesta satisfactoria por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, en el sentido de que pueden decirte que no están aquí para eso”, apunta. De esta manera, hay quienes buscan refugio en este tipo de asociaciones feministas: “Hay muchas dudas y desinformación respecto a esto. Muchas chicas se ponen en contacto con nosotras a través de nuestro correo electrónico preguntándonos qué hacer”, argumenta.
No quiero tu piropo, quiero tu respeto
Esta normalización va acompañada de otro factor determinante: la permisibilidad y la falta de percepción de que este tipo de actos son violencia de género. Pero esto aún cuesta mucho verlo, como señala Besteiro: “Si ya es difícil que se denuncien las violaciones o cualquier tipo de agresión física, imagínate el acoso verbal… Es una violencia muy tolerada socialmente, y esto hace que demos pasos hacia atrás”, explica.
De hecho, según los últimos datos del CIS publicados esta misma semana, al hablar de piropos, un 49,5% de los hombres cree que “siempre es agradable recibir uno”. En el caso de ellas, la cifra baja al 35,7%, pero además, un 60,5% de las mujeres están en contra de esta afirmación. Una cifra que desde la Federación de Mujeres Progresistas definen como alarmante al aceptar los piropos no deseados. “Hay que educar a la sociedad y cuando se alude a las distintas formas de violencia, especificar que esta es una más. Puede parecer banal, pero al final produce un daño muy grave en las mujeres, porque nos influye y nos coarta a la hora de, por ejemplo, ir solas andando por la calle”, añade.
De hecho, las encuestadas por Plan Internacional aseguran que un 20% de los casos el acoso ocurre “en cualquier momento”; y un 43% que “en plena calle”. De ahí que haya quienes eviten esta situación. Como es el caso de María. Ella vive en Logroño y hace unos meses vivió una situación de acoso callejero: “Había salido de fiesta e iba de camino a casa cuando un hombre empezó a perseguirme con sus partes íntimas fuera del pantalón, así que eché a correr hasta salir a una calle en la que había gente”, cuenta a este diario. Desde entonces procura que alguien la acompañe cuando sale de noche.
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En Plan Internacional han puesto en marcha Safer Cities for Girls, un programa internacional, cuyo objetivo es que sean las propias chicas quienes compartan sus experiencias y reclamen las medidas necesarias para transformar las ciudades en espacios más igualitarios, de inclusión, tolerancia y oportunidades. Hasta el momento se ha desarrollado en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Bruselas, Amberes y Charleroi, y se han sumado otras como Alcobendas, Paracuellos del Jarama y Móstoles.
Un proyecto que pretende llegar a más localidades, como señala Julia López, “queremos reforzar las medidas de seguridad con un enfoque de prevención, especialmente en los espacios considerados más inseguros”. Pero para ello es esencial la colaboración de los ayuntamientos y responsables de todas las ciudades, “queremos que esto siga creciendo porque necesitamos dar una respuesta a las mujeres que cada día sufren este tipo de violencia”, puntualiza.