Oleada de robos en las farmacias de Vallecas: "Es una constante que nos asfixia día a día"
Los afectados denuncian que muchos de los autores son reincidentes, pero que poco sirve denunciar. Muchos han tenido que invertir importantes cantidades de dinero en la instalación de cámaras y otras medidas de seguridad
Por B. Villafuerte
15/08/2025 - 05:00
Son las 06:10 de la mañana de un martes cualquiera cuando suena el metal rompiéndose en Villa de Vallecas. La farmacia de Rosalía Gonzalo, que lleva 32 años trabajando en el barrio, sufre un robo con fuerza. Los delincuentes intentan forzar la entrada usando herramientas contra los cierres metálicos, aunque no consiguen acceder. Dos horas después, Rosalía recibe la llamada: "Han intentado entrar otra vez".
Pero la cosa no acaba ahí. Veinte minutos después del primer intento, en Santa Eugenia, Noemí no tiene tanta suerte. Los mismos delincuentes sí logran romper su cierre y entrar en la farmacia. En las grabaciones de seguridad se les oye hablar: "Susana, Oscar, aquí no hay cajas. Vámonos". Al no encontrar efectivo, abandonan el local rápidamente. Los dos casos son robos con fuerza, porque han usado violencia para intentar acceder o acceder a las instalaciones. Pero el problema de las farmacias de Vallecas no se limita solo a estos robos nocturnos. También hay hurtos, que son diferentes: no hay violencia ni fuerza, simplemente se llevan productos aprovechando el trasiego normal de clientes.
Foto: Imagen de un coche de la Policía Nacional. (Europa Press/Archivo/Policía Nacional)
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Ignacio López, otro farmacéutico de la zona, lo ha vivido en primera persona. Y vaya si lo ha vivido. "Un perfume que me costó 5 euros y vendía por 10. Esos 5 euros me llevaron toda una mañana con un teléfono, andando detrás de una mujer que la he denunciado. Me llevaron a estar persiguiéndola durante una hora y pico hasta que llegaron tres coches de la policía con ocho policías". El proceso judicial, según cuenta Ignacio, fue un auténtico calvario. "Cuando fuimos al juicio porque ya la habían apercibido, no se presentó, por supuesto, porque tenía 100 domicilios diferentes. El juez me dijo: '¿Desea usted continuar con la denuncia?' Y yo digo: 'Pues por 5 euros vamos a dejar descansar al Estado, porque son muchos sueldos lo que hay que pagar'". Según datos oficiales del Ministerio del Interior, Puente de Vallecas es el segundo distrito de Madrid con más delitos registrados: 815 incidentes, solo superado por el distrito Centro. Ignacio, que ha visto cambiar el barrio durante décadas, hace una comparación interesante: "En los años ochenta, durante la crisis de la heroína, llegamos a tener hasta 18 atracos en tres años. Pero ahora es diferente. Antes eran episodios puntuales y violentos. Ahora es una constante que nos asfixia día a día".
Foto: Un agente de la Policía en una imagen de archivo. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Los robos con fuerza tienen su horario preferido: entre las 06:00 y las 06:30. Es cuando hay poca gente por la calle pero ya empieza a haber algo de movimiento. Su técnica favorita es el llamado "alcantarillazo",es decir, coger tapas de alcantarilla, que pesan más de 30 kilos, y usarlas como arietes contra puertas y cristales.
Noemí, que conoce bien sus métodos, explica: "Ellos saben perfectamente que las cajas están aquí, aquí y allí. Empiezan a revolver y si no encuentran nada se van porque saben que la policía puede llegar. Por eso yo tengo máquinas de cobro ancladas. Estos al menos no habían venido porque si no, no buscarían ahí".Los hurtos son otra historia. Ocurren durante el horario normal, sin violencia, y muchas veces son obra de reincidentes conocidos. En los grupos de WhatsApp que usan las farmacias para avisarse, algunos nombres se repiten constantemente."Hay unos hermanos que seguro que os han hablado de ellos", cuenta Noemí. "A mí me robaron tres veces en una semana. Tres. Y la tercera ya le saqué las cosas de la bolsa porque tenía su DNI. La denuncié directamente con nombre, apellidos y DNI. Me dijeron que la habían detenido 50 y muchas veces". Describe a una pareja habitual: un hombre alto y una mujer de pelo rizado y largo. "Él suele actuar como distractor mientras ella, con 'guante blanco', se lleva la mercancía. Son hermanos y no tienen tabique nasal, son drogadictos sí o sí".
Foto: Un coche de Policía en Carabanchel. (EFE/Fernando Villar)
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Ante esta situación, las farmacias han tenido que convertirse prácticamente en fortalezas. Rosalía lo explica bien: ha pasado de cristales normales a cristales blindados antibalas, de 6 a 16 cámaras de seguridad, ha puesto un murito para evitar alunizajes y deja los cajones abiertos y vacíos por las noches."Cada vez que hemos tenido un evento, hemos analizado cuáles eran los puntos débiles y hemos ido mejorando la seguridad", dice. Aunque reconoce que el problema va más allá del dinero: "Lo peor es la preocupación y el tener que centrarte de nuevo en qué hacemos para ampliar seguridad".
Los grupos de WhatsApp se han vuelto fundamentales. "Oye, que va el negrito", se lee en uno de los mensajes. Ignacio confirma que ese delincuente en particular "lo conocen hasta en Moratalaz". Lo describe como "un chaval inofensivo, lo que pasa es que da mucho miedo porque entra, coge las cosas y se marcha sin hablar ni decir nada". Vallecas tiene sus zonas. Ignacio lo divide claramente: "De Avenida de Barcelona para arriba, bien. Avenida ciudad de Barcelona para abajo, suciedad. Están todos los que han acampado en el puente". Ignacio cuenta una anécdota que ilustra el estado de algunos delincuentes: "Me ha tocado más de una vez perseguir a un ladrón dirección a la comisaría de policía. Y cuando llegó a la comisaría se quedó allí parado y me devolvió las cosas. Hijo mío, ¿no sabes que hay una comisaría aquí? Los pobres ya no saben ni siquiera dónde están porque vienen, roban y salen corriendo".
Foto: Imagen de archivo de un vehículo de la Guardia Civil. (Europa Press/Guardia Civil)
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¿Qué proponen las farmacéuticas? Laura, que tiene su farmacia en Puente de Vallecas, apuesta por lo social: "Yo creo que tiene que haber más ayuda social, más asistencia social, porque si lo que está pasando es por un tema de drogodependencia, la gente roba por necesidad". Rosalía va por lo práctico y plantea modernizar las denuncias: "En un mundo tan telemático, ¿por qué tengo que perder yo una mañana? ¿Por qué tengo que hacer una denuncia telefónica y luego ir a ratificar la denuncia a la comisaría? Esto que es la seguridad del ciudadano, yo creo que estamos en el siglo XXI". Noemí, más tajante, pide revisar el Código Penal: "Si hacen lo que quieren en perjuicio de los que trabajamos y salen impunes, es el problema más grande. Que haya un castigo pertinente".
Al final del día, estas farmacias siguen funcionando. Cada mañana Rosalía, Noemí, Laura e Ignacio abren sus puertas y atienden a sus pacientes, a pesar de todo. Como reflexiona Rosalía: "Nosotros estamos aquí para ejercer nuestra labor como farmacéuticos, una labor asistencial para el paciente. Entonces, para mí esto es una pérdida de tiempo que es un horror". Pero siguen ahí, con sus cámaras, sus cristales blindados y sus grupos de WhatsApp, manteniendo un servicio esencial para el barrio.