El guardia civil que fingió un atentado dice que quería "vivir lo mismo que Beiro"
GABRIEL GONZÁLEZ . PAMPLONA
La fiscal pide 8 meses de cárcel para el agente, que se hirió y fingió ser víctima de un atentado en Leitza en 2009
El guardia civil que simuló en noviembre de 2009 ser víctima de un atentado terrorista en Leitza afirmó ayer en el juicio que su intención era "terminar, descansar", y vivir "lo mismo" que experimentó su compañero Juan Carlos Beiro, que falleció en 2002 víctima de una pancarta bomba que ETA colocó en Leitza. Aquel atentado, dijo, le marcó. La fiscal le pide 8 meses de cárcel por un delito de desórdenes públicos y 2.400 euros de multa por simular un delito, mientras que su defensa reclama la absolución porque no se cumplen los requisitos jurídicos.
El procesado pidió perdón a sus compañeros, a la Guardia Civil, al pueblo de Leitza y a toda la sociedad "por las molestias tan grandes" que causó aquel día. "Nadie tiene la culpa de lo que me pasa", dijo entre sollozos, los mismos que le acompañaron durante toda su declaración y parte de las tres horas del juicio. Lo que le pasaba, concretó, tenía que ver con el asesinato de su compañero en 2002. "Aquello me cambió. Me sentí culpable por no haber hecho más", dijo. La fiscal le preguntó si eso le hizo empezar a plantearse.... Él le terminó la frase: "El suicidio, sí".
El agente, que dijo asumir su expulsión de la Guardia Civil tras esta sentencia, declaró que la tarde previa a la madrugada del 30 de noviembre de 2009 estaba "cansado" porque llevaba "varios días durmiendo mal", y que llegó a robar la pistola a su compañero. "Quería terminar, lo pensé de tantas maneras... Son tantos años...". Por eso fue a buscar unos tubos de PVC que había visto en unos contenedores y empezó a preparar en la fiambrera donde daba comer a los perros la simulación de un artefacto. Dijo no recordar la secuencia de lo ocurrido esa madrugada, sólo flashes: "Sí recuerdo los disparos con el cetme".
Todos sus compañeros dijeron haber vivido "como real" el atentado: los disparos y los gritos de su compañero por la radio: "¡Me han dado! Estoy donde los coches. Cuidado, no salgáis, hay unos tubos". Ante los gritos de dolor (se había disparado en el brazo), lo bajaron a la ambulancia. Para entonces, ya habían dado la alerta. Desplazados los TEDAX e "incontables" agentes, se descubrió que no había artefacto. Al amanecer, vieron que no existía atentado.
El forense que analizó psicológicamente al agente dijo que tenía sus capacidades afectadas "levemente": "Es una persona teatral, peliculera, que busca ser el centro de atención". Subrayó que a él le dijo que "no recordaba muy bien" lo sucedido, pero en su primera declaración "dio muchos detalles". Además, enseguida solicitó el alta y ser destinado a Leitza.
CLAVES
1 Los hechos. A las tres de la madrugada del 30 de noviembre de 2009, en un monte próximo al cuartel de Leitza, el acusado se disparó en el brazo, lanzó varias ráfagas de disparos y simuló un atentado, colocando tubos de PVC apuntando al cuartel y una fiambrera con cables.
2 Acusación. La fiscal pide 8 meses de prisión por un delito de desórdenes públicos, porque "generó la alarma de un atentado" y alteró la paz pública desplegando "a un número de agentes incontable". Por la simulación del delito, 2.400 euros de multa. Destacó que el acusado reconoció los hechos y sus compañeros dieron por cierto el atentado.
3 Defensa. La absolución. El abogado Eduardo Ruiz de Erenchun sostiene que para darse la simulación de delito tiene que ponerse en marcha un proceso judicial, algo que no hubo. Sobre el delito de desórdenes públicos, "no se da porque la finalidad no era alterar la paz pública". Subsidiariamente, pidió la pena mínima o la pena natural ("el sufrimiento que tiene"), y que se consideren las atenuantes de confesión y reparación del daño por las cartas de perdón enviadas a Miguel Sanz, Elma Sáiz y Javier Caballero.