Otra piedra para las pensiones: España perderá 5 millones de habitantes en 50 años
El aumento de la esperanza de vida, la precarización en el empleo y el descenso de la natalidad lo convierten en un país 'envejecido', con cada vez menos población potencialmente activa
Beatriz Triguero
17.02.2018 - 05:15
España está en problemas. En los últimos cinco años, ha perdido más de 700.000 habitantes y ha pasadode más de 47 millones en 2012 a algo más de 46,5 millones de personas en 2017. Pero según un informe publicado por EAE Business School lo peor está por venir: en 2030 la población española se reducirá a 45,8 millones; y en 2065 a 41, volviendo a mínimos de 2001.
Esto se debe a la tendencia demográfica del país. En 2017, la Tasa Bruta de Natalidad (TBN) fue de 8,75 nacidos por cada mil habitantes, una cifra muy baja si se compara con años anteriores (en 2008 la media era de 11,27). De hecho, si en el siglo XX lo común era tener el primer hijo a los 25 años, ahora las mujeres no son madres hasta los 31.
A esto hay que sumarle el aumento de la esperanza de vida, que en 25 años ha aumentado en seis años, hasta los 83,15 años de media; el descenso de la inmigración y el aumento de la emigración, es decir, de españoles que residen en otros países, sobre todo jóvenes de entre 20 y 39 años.
En definitiva, se trata de una población envejecida, donde cada vez más personas acceden a algún tipo de pensión (jubilación, viudedad) o prestación (desempleo, sanidad, etc.). Según el citado estudio, el Índice de Envejecimiento seguirá creciendo y en 2050 habrá 76 jubilados por cada 100 habitantes en edad de trabajar.
Calidad del empleo
Pero la cuestión no está sólo en la cantidad de personas que podrían trabajar, que cada vez son menos por el descenso de natalidad, sino en los que lo hacen y sus condiciones. El número de ocupados que sustentan el Estado de Bienestar con sus cotizaciones a la Seguridad Social todavía no es el necesario. Además, como un círculo vicioso, la precarización laboral retrasa la maternidad y, consecuentemente, el aumento de la población potencialmente activa.
Los más perjudicados con los ‘contratos basura’ y la temporalidad son los jóvenes, con fenómenos como la ‘Uberización’, el trabajo bajo demanda a través de aplicaciones móviles. La compañía de transporte Uber es la empresa que da nombre a esta nueva dinámica, pero ahora es aplicable a otras muchas, como las ‘apps’ de comida a domicilio Glovo y Deliveroo, que cuentan con un equipo de repartidores autónomos que cobran entre 2 y 4 euros por pedido.
En 2017 se crearon 490.300 empleos nuevos y se encadenaban cuatro años de crecimiento; y aunque se crearon más contratos indefinidos, también crecieron los temporales. Concretamente, de las casi 19 millones de personas con trabajo a finales de año, 4,25 millones tenían un contrato temporal (frente a los 4,07 millones de 2016). En cuanto a los indefinidos, la variación interanual fue aún mayor (de 11,3 millones a 11,6), pero en esta cifra no se valoran otros aspectos como la cotización, la jornada o el sueldo.
Además, también hay que tener en cuenta la tendencia de los futuros pensionistas a prolongar su vida laboral por los incentivos que aporta el Gobierno para salvaguardar el sistema. Algo que perjudica, precisamente, a los que deberán sustentar esas jubilaciones. No sólo envejece la población, también la plantilla y el ciclo del empleo en general. Por tanto, se gasta menos en pensiones, pero también hay más paro juvenil.
Peor jubilación
Tanto es así que la OCDE augura que la tasa bruta de reemplazo se reducirá a casi el 50% para 2060, es decir, que los futuros jubilados cobrarán la mitad de su último sueldo. Las últimas reformas harán que las pensiones estén congeladas durante 20 o 30 años, aunque se encarezca la vida. Si actualmente la pensión media de jubilación en España es de 1.071 euros, poco aumentará en el futuro.
Salvador Perelló, profesor y autor del informe para EAE Business School asegura que esta acumulación creciente de población envejecida y las malas condiciones laborales convierten en "insostenible" el sistema por el que se financia el Estado de Bienestar, y especialmente las pensiones, basadas en un modelo de reparto "que no es viable en su configuración actual". "Hay que asumir los costes de una transición demográfica que durará entre treinta y cuarenta años y para la que no hay soluciones mágicas", dice.
El Gobierno quiere salvar el sistema público, pero no sabe cómo. Retrasar la edad de jubilación, incrementar las cotizaciones, suprimir la dualidad de pensiones, establecer cuentas nocionales, o limitar las prejubilaciones eran algunas de las propuestas. El Pacto de Toledo trabaja todavía en las recomendaciones que hará al Gobierno para reformar el sistema de pensiones.
En este sentido, Perelló insiste en que hay que evitar la ideologización partidista del problema porque todas las propuestas tendrán que ser asumidas: "Tanto la del PP de incentivar el ahorro a través de planes privados de pensiones, como la del PSOE de crear nuevas figuras impositivas; todas, incluyendo la prolongación de la vida activa o la de hacer compatible el trabajo con la pensión", sentencia.