Lo que les he venido diciendo....tasa CERO y jubilaciones anticipadas en más que NO CREIAN.
Reivindicar nuestros derechos, pero sin perder nunca el oremus
Nunca perder el Oremus
Francisco Tobaruela Tejero es intendente jubilado de la Policía Local de Córdoba
La llamada tasa de reposición, encargada de medir las plazas de empleo público que pueden ser cubiertas en cada plantilla de personal por las administraciones públicas, se ha evidenciado como un instrumento inadecuado para atender las verdaderas necesidades de personal de cada administración. Fundamentalmente por esta razón, los sindicatos con representación en la administración púbica (UGT, CCOO y CSIF) hace tiempo que vienen reivindicando su eliminación, permitiendo que cada administración pueda diseñar el formato y tamaño de su plantilla funcionarial, adaptándola a sus verdaderas necesidades. Demanda que el actual Gobierno ya ha expresado que está dispuesto a llevar a cabo.
El efecto más pernicioso fue cuando el anterior Gobierno decretó la tasa de reposición cero para las plantillas de Policía Local, lo que en cinco años produjo un verdadero vaciamiento del número de componentes de cada cuerpo.
Esta angustiosa falta de personal está en el origen de la mayoría de los conflictos que actualmente se vienen produciendo en las Corporaciones Locales, sean del color que sean.
Tratando de encontrar solución al problema, las diferentes corporaciones municipales, con poco acierto y aún menor rigor técnico, acuden generalmente al fácil recurso de las horas extraordinarias; solución de emergencia que no resuelve el problema y que tiene incluso un mayor coste económico que la solución más objetivamente eficaz, esto es, el incremento de las plantillas.
Generalmente, los llamados sindicatos de clase trabajadora (en la Administración Pública: UGT, CCOO y CSIF) defienden abiertamente la eliminación de horas extraordinarias estructurales y su conversión en plazas de empleo público. Por el contrario, el movimiento corporativo suele ser mucho más proclive a solventar la falta recurrente de personal mediante la prestación de horas extraordinarias, que benefician económicamente a quienes las hacen, pero que ofrecen una disminución en la calidad de los servicios que se prestan y un coste económico tan disparatado, que en ocasiones suponen un importe sensiblemente mayor que el que tendría la creación de nuevas plazas.
Estas situaciones, ciertamente difíciles, están originando momentos de especial conflictividad entre las corporaciones municipales y los representantes sindicales de las plantillas de Policía Local, quienes tratan de que no caiga sobre las espaldas de sus afiliados la carga de la resolución de un problema de falta de previsión de las diferentes administraciones públicas.
En todo caso, la actitud para abordar esa problemática suele estar muy diferenciada en función del tipo de representación sindical que la aborde; en tanto que las organizaciones sindicales clásicas (UGT, CCOO y CSIF) suelen proponer las horas extraordinarias como solución transitoria, pero buscando compromisos para que se traduzcan en nuevas plazas, los diferentes sindicatos corporativos con representación en las policías locales, tienden a favorecer soluciones que impliquen mayores beneficios económicos para quienes las hacen, aunque no remedien el problema a medio plazo.
Este tipo de actitudes, contrarias a la creación neta de empleo, con ser miopes, no son el punto de fricción más serio. Lo que más perjudica a la imagen ante la sociedad de los propios policías, son los métodos y modelos de queja o protesta sindical que desbordan el propio objeto de la protesta.
Así, con más frecuencia de la que sería deseable, vemos protestas reivindicativas promovidas por algunos de estos sindicatos profesionales, que por sus formas y la utilización de elementos del uniforme policial, más que destacar el factor reivindicativo objeto de su protesta, lo que provocan es vituperar el uniforme que visten.
Claramente anti sindicales resultan del mismo modo aquellas protestas que trasladan la exteriorización de la queja a las zonas de ámbito privado de jefes de plantillas o de miembros de la corporación municipal.
Cualquier trabajador, si ve amenazados sus derechos o siente que no está siendo retribuido correctamente, puede y debe reivindicarlos con la contundencia y firmeza que la situación requiera, aunque, y especialmente en el caso de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, respetando unos umbrales mínimos de consideración hacia el concepto e imagen que la sociedad tiene hacia ese significante que es el uniforme.
Por la imagen que proyecta en la ciudadanía, el uniforme policial es mucho más que una simple vestimenta, no es “la ropa de trabajo”, es un símbolo de autoridad, responsabilidad y profesionalismo, que ayuda a mantener la seguridad y el orden en la sociedad y su visión genera confianza en ella.
Para la Real Academia de la Lengua Española, el significado de perder el oremus es perder el juicio o la cordura, o la compostura. Seamos todo lo firmes que la situación requiera para reivindicar nuestros derechos, pero, nunca perdamos el oremus.