Alberto López Viejo era por entonces inseparable compañero de correrías nocturnas de Alfonso Bosch Tejedor, diputado autonómico y otro de los aforados que aparecen señalados en la instrucción de Garzón, así como compañero de copas de Sigfrido Herráez (“clan de Becerril”), Pedro Rodríguez Pendás, José María Pascual, Jaime de Andrés, Miguel Ángel Villanueva, Margarita Lozano, José Luis Moreno, Lola Navarro, Javier Conde Londoño, Arturo González Panero, Valle Camello, Javier Nombela… Se los conocía a todos ellos como “clan Bolero”, nombre dado a este grupo porque solían acudir en verano a dicha terraza madrileña, muy de moda por aquellas épocas, así como por su tendencia a ocultar la verdad y a conspirar. Como anécdota para la historia queda en mi memoria el ridículo numerito, más bien pataleta infantil, que protagonizó López Viejo durante la celebración de una escuela de invierno de NN.GG. organizada por Ginés López y Benjamín Martín Vasco celebrada en Panticosa (Huesca) y a la cual también asistió, entre otros, Esperanza Aguirre. De aquella escuela salió la versión del tema de “Carmen” llamado “Conspiración, conspiración” que triunfó en NN.GG. De Madrid, una de cuyas estrofas rezaba así: “¿Quién ha visto a López Viejo paseando solo por la regional? Quién le ha visto y quién le ve, que va a por alguien a saber quién es. Será Ginés, será Javier o el pobrecito de Benjamín o José Luis, el Navarrín, el más liante que trabaja aquí… Conspiración, conspiración, por los pasillos de la regional, conspiración, conspiración muchos sillones para conquistar…”
Formaban el grupillo una generación de políticos profesionales carentes de la más mínima solvencia intelectual y, por lo tanto, de principios propiamente centristas y una sola convicción: mantenerse en el sillón para pagar las facturas y, si puede ser, colocar a los amigos. Es el “clan Bolero” el máximo exponente de cuando algunos jóvenes de NN.GG. dejaron de divertirse, al darse cuenta que de la política se podía intentar vivir sin estudiar, para colocarse corbata y pelear por llegar, como fuera, al cargo de turno.