FÁBULA DEL POLICÍA Y DEL ATRACADOR
Lunes, 03-11-08
http://www.antonioburgos.com/abc/2008/11/re110408.htmlEn Sevilla siempre ha habido policías de raza.
??Uf, lo que ha dicho usted!
??Policías?
?No, raza. ?Usted no ve que hablar de la raza es racista? Vamos, como que yo no sé cómo al restaurante La Raza no le han cambiado ya el nombre como a la Avenida de la Raza, que para que no sea racista ahora es Avenida de las Razas.
??Pero de qué razas? ?De las equinas o de las porcinas?
?No, de las razas políticamente correctas: la raza magrebí, la raza asiática, la raza subsahariana o la raza afroamericana, a la que pertenece ese Obama negro como un tintero que hoy nos va a hacer trasnochar, para ver a quién eligen los americanos como nuevo guardia de la porra mundial.
Iba diciendo que en Sevilla siempre ha habido policías de raza. Cuando en El Rinconcillo se reunían a mediados del siglo XX los gremios incluidos en las Tres Pes (Periodistas, Putas y Policías) era famoso El Chaval, un jefe policial con tal afición a su oficio que hablaba caló mejor que los gitanos y era el terror de los chorizos.
Décadas más tarde, vino como jefe superior El Chato Morales, un policía formado en la Brigada Criminal de Barcelona, de quien se cuenta que estaba un día tomando café con unos amigos en un bar y vio pasar a un chorizo que buscaban. Salió, lo detuvo, le puso los grilletes, lo mandó con su chófer y su coche a Jefatura y volvió a la reunión. Y sin dar la menor importancia a lo que acababa de hacer, en plan Fray Luis de León, dijo:
??De qué estábamos hablando?
Luego vino Antonio Bertomeu, que como en la canción de El Fary ?apatrullaba la ciudad? en su moto, como un policía más recién llegado de Ávila, y que cuando hacían una redada en Torreblanca o en Las Tres Mil entraba en cabeza, y era el primero en recibir los pe?ascazos con los que en esos barrios suelen dar cari?osamente la bienvenida a la pasma, vulgo maderos.
La realidad de esta Sevilla cada vez más violenta y peligrosa nos ha descubierto ahora a otro policía de raza: al inspector jefe don Jesús Gómez Palacios, responsable de la Comisaría del Distrito Sur, donde está la le?a tresmile?a. De quien se cuenta un sucedido similar al de El Chato: que participaba como corredor en una maratón ciudadana cuando quincó a un chorizo en busca y captura. Se salió de la carrera, trincó al tío, lo detuvo, lo entregó a los compa?eros y se volvió a la maratón, donde siguió corriendo tan campante.
Ahora, como habrán leído y releído, don Jesús Gómez Palacios está en la UVI de Trauma. Le han tenido que extirpar 30 centímetros de intestino delgado al operarlo del balazo a bocajarro que le descerrajó un atracador que entró en un supermercado de Lionel Carvallo cuando estaba allí de paisano, fuera de servicio, con su mujer, haciendo la compra, e intentó detenerlo. Gómez Palacios hace el curso de comisario en Madrid y pasaba el fin de semana en Sevilla de descanso. Es decir, que Gómez Palacios tiene tanta raza que es como si se llevara el trabajo a casa cuando entró el atracador pistola en mano en el súper, y le hizo frente, y a pesar de haber recibido un tiro a quemarropa, sacó su arma reglamentaria, repelió la agresión y ya saben el resultado.
Ese atracador fallecido tenía un arsenal en su casa. Esa armería criminal no ha sido descubierta ahora. Ya la halló la Policía cuando lo detuvo en junio como autor de otro delito y lo puso a disposición del juez. Según la tradicional praxis de entrar por una puerta y salir por otra, el chorizo profesional fue inmediatamente puesto en libertad. Y así hasta la tarde del atraco.
Pero, claro, como don Jesús Gómez Palacios es policía, un policía de raza, y no pertenece a ninguna minoría étnica o social mimada por la progresía, pues aquí no hay ?caso?, como lo hubo con Santiago del Valle. Tan en libertad incomprensible estaba el atracador de Lionel Carvallo como el pederasta de Huelva. Ese atracador tenía que haber estado en la cárcel, y así ni él hubiera muerto, ni hubiera herido a Palacios. Pero aquí, ay, no hay ?caso? demagógico. Saquen ustedes mismos la moraleja de esta fábula del policía y el atracador.