Autor Tema: La opinión de un ciudadano de la calle  (Leído 428113 veces)

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3761 en: 27 de Abril de 2020, 17:34:57 pm »
A este paso terminaremos a palos y si no al tiempo.  .ca;
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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3762 en: 27 de Abril de 2020, 18:51:07 pm »
A este paso terminaremos a palos y si no al tiempo.  .ca;

« Última modificación: 28 de Abril de 2020, 06:59:55 am por 47ronin »

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3765 en: 01 de Mayo de 2020, 08:42:39 am »
De una entrevista al pintor Antonio López en el País.

P. ¿Es de los que cree que cambiaremos para bien después de la pandemia?

R. No. Soy de los que creen que nada cambiará porque el hombre no sabe escuchar. No creo que salgamos mejores. Estaría bien que hubiera un enfoque más austero de la vida. No porque nos lo impongan sino porque nosotros sepamos llegar a esa certeza. Tenemos una forma de vida muy invasiva, muy alejada de la naturaleza. El único objetivo en el horizonte es el dinero a costa de lo que sea y eso no puede ser.

P. ¿El arte puede jugar un papel importante en ese cambio de valores?

R. El arte siempre ha servido para cuestionarnos y buscar objetivos. Yo pienso siempre en los griegos, en el arte antiguo en general, donde el hombre se integraba de manera armónica con la naturaleza. Si le damos la espalda, no cabe hablar de esperanza.

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3768 en: 03 de Mayo de 2020, 07:34:29 am »
https://twitter.com/GTMGAD/status/1256242781682651137

Guillermo Toledo

@GTMGAD
"¿Qué hacéis ahora que no podéis jalar pollas ni robar?
¡Que te vayas, cerdo!"

Esto ya supera los límites de mi asco y profundo desprecio por la policía.
Es inútil denunciarlo ante ninguna institución porque nadie va a hacer absolutamente nada; gozan de total impunidad.
#ACAB

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3769 en: 03 de Mayo de 2020, 07:40:31 am »
Éste es un ignorante y como tal es muy osado en sus declaraciones . . . y poco más que añadir.

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"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3770 en: 09 de Mayo de 2020, 13:24:55 pm »
“Nos enfrentamos a una de las situaciones más graves de nuestra Historia. Padecemos una pandemia enraizada en última instancia en el cambio climático que la civilización del crecimiento sostenido y depredador de la naturaleza ha originado. La epidemia ha acelerado y agravado aún más la crisis sistémica ya anunciada por científicos, economistas y analistas. España está ante una recesión económica sin precedentes. Y ello sitúa al Gobierno -a cualquier Gobierno- y a la sociedad en su conjunto, ante un problema de extrema complejidad. Se necesitan recursos cada vez más abundantes y perentorios para gastos sanitarios de urgencia y para atender las consecuencias del obligado parón productivo: cierre de empresas, incremento exponencial del paro, precariedad y la exclusión social existentes desde hace décadas. Sin obviar, sobre todo en estos momentos, las imprescindibles inversiones en investigación.

Por exigencias derivadas de la Justicia, los Derechos Humanos y el mandato constitucional, ni los poderes públicos ni la sociedad pueden olvidar que en pleno siglo XXI, cada español y cada española tiene derecho a una vivienda digna, a un régimen público de Seguridad Social, a la Enseñanza, a la Sanidad, a pensiones suficientes, a la atención a la dependencia, al disfrute de un medio ambiente adecuado y a la percepción de un subsidio personal cuando ésta se haya visto afectada por la “pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”, tal y como dice el artículo 25 de los DDHH y recoge también el artículo 41 de nuestra Constitución.

El cumplimiento de estas obligaciones legales y morales por parte de los poderes públicos necesita, aparte del consenso y apoyo de la mayoría social, un acopio de recursos sin precedentes. Y estos recursos no tienen otra fuente y origen que el contribuyente, bien por ser asalariado, bien por ser autónomo o empresario, o bien por poseer rentas y recursos de toda índole. Pero es el caso que el cierre de empresas, los Ertes y el desplome del sector turístico, conducen a una bajada prevista del PIB del 9,2% Y a ello se le suma el aumento, también previsto, del déficit público desde el 2,8% a finales del 2019, al 10% del PIB para Diciembre del 2020. Es decir, más gastos ineludibles, menos ingresos y, además, más deuda pública. Y todo esto en el marco de una pandemia que sigue generando contagios, personas hospitalizadas y muertes, sin que todavía haya vacuna que la erradique.

Este es el hoy de España. De cómo lo abordemos dependerá el mañana. Y en el mañana van a vivir nuestros hijos, nuestros nietos y las generaciones venideras de españoles y españolas. Es una cuestión de responsabilidad colectiva: optar entre un futuro para la inmensa mayoría o un desastre, también para la inmensa mayoría. Porque constituiría un inmenso error retornar -como si nada hubiese pasado- a la salida de la crisis del 2008, haciendo recaer, otra vez, sacrificios y penurias sobre trabajadores, asalariados y sectores populares en vez de buscar una nueva salida en la que prime la Solidaridad y el no dejar a nadie atrás. Tanto los Gobiernos de turno como la sociedad deberemos estar a la altura del reto, asumiendo que nos llevará tiempo. Construir el mañana supone priorizar objetivos, potenciar mecanismos e instrumentos de intervención en la realidad y sustentar todo el proceso en parámetros éticos y de conductas de moral pública consecuentes con ellos.

A nuestro parecer, los objetivos a conseguir son tres: la concreción en la práctica de los Derechos y Deberes contemplados en el Título Primero de la Constitución, la creación de un tejido productivo que ligue la economía al territorio, a las necesidades materiales de la mayoría social y lo haga menos vulnerable a crisis como ésta y, en tercer lugar, políticas medioambientales que combatan el cambio climático y a las que toda la actividad productiva y de consumo superfluo se supediten. En resumen: pleno empleo, democracia económica y calidad ambiental.

El hoy y el mañana necesitan, además, de un Estado fuerte y de una sociedad civil igualmente fuerte. Un Estado que en el caso español está formado por tres Administraciones: la central, la autonómica y la local. Y una sociedad civil que, de manera consciente y cohesionada, sea capaz de confrontar con el Gobierno de turno sí éste se aleja de los objetivos constitucionales de justicia social a los que se debe. Una sociedad civil que igualmente asuma su imprescindible parte de protagonismo en la salida de estos momentos críticos y en la construcción del porvenir. Que comprenda el ciudadano y la ciudadana que el recurso de mirar hacia otro lado, obviando su participación, afectará negativamente a su vida y a sus libertades.

Corresponde a los poderes públicos arbitrar las políticas y los mecanismos eficaces para disponer de las infraestructuras pertinentes y acopiar los recursos económicos y financieros necesarios. Y desde luego, tres de ellos son inaplazables: una fiscalidad justa tal y como se desprende del artículo 31.1 de la Constitución, el acogerse al punto 4 del artículo 135 de la Carta Magna y por último, desarrollar consecuentemente los artículos 128, 129, 130, 131 y 132 del citado texto.

Ética y Política no son, en absoluto, dos conceptos antitéticos o contrapuestos. Muy al contrario, una es la ciencia de la moral y la otra la ética de lo(s) colectivo(s). El Estado Social y Democrático de Derecho que la Constitución propugna, no es otra cosa que la institucionalización de los principios éticos de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. En la antigua Roma se decía que un político ético era el que actuaba con “decorum”, es decir con honestidad, honradez, discreción y justicia.

De la misma manera que la Ética y sus principios morales deben ser inherentes a la función pública, la ética cívica es el fundamento de una sociedad civil fuerte. La defensa de los derechos, la aceptación de los deberes, los hábitos democráticos en la cotidianeidad, la tolerancia como convivencia, la participación en los asuntos públicos y el ejercicio consecuente de la crítica y la movilización, hacen una ciudadanía inmune a la tiranía, la opresión, las presiones de los poderes fácticos y las atmósferas de odio fundamentadas en bulos, manipulaciones informáticas y el pillaje político.

La salida a la crisis que propugnamos y de la cual hemos esbozado anteriormente objetivos, instrumentos y sujetos políticos y sociales, se fundamenta en tres pilares a nuestro parecer inobjetables: la aplicación, desarrollo y ampliación de los DDHH, poner freno al proceso de cambio climático y la regulación de una nueva relación entre el ser humano y la Naturaleza. Pero tal propuesta, a nuestro juicio la que responde a las necesidades y exigencias de momento, necesita del ejercicio de la austeridad. La austeridad no es recorte en bienes y servicios públicos necesarios. La austeridad significa Administraciones Públicas que eliminen gastos superfluos, innecesarios e inútiles (la lista sería extensa). La austeridad como valor público y como corresponsabilidad social con la defensa del medio ambiente, significa vivir bien, pero con otros parámetros de vida.

Salir de esta situación, sin que la totalidad de la ciudadanía tenga que pagar el peaje de carencias en lo que la Constitución denomina Derechos y deberes fundamentales, va a significar un período de “apretarse el cinturón” generalizado. Entendemos que durante un período transitorio esto deba ser así; pero con dos condiciones: que no afecte a los que nada tienen y que los esfuerzos colectivos sean directamente proporcionales al estatus económico y social de cada uno y de cada una.

Somos conscientes de que salir de la crisis en positivo, es decir cara a un mañana prometedor, más justo y más seguro, necesitará de procesos permanentes de reflexión, debate, crítica, lucha y acuerdo. Sin embargo, un proceso enmarcado en ámbitos de serenidad, seriedad y concreción temática, necesita erradicar la crispación. La pugna política -que nunca puede ni debe desaparecer- debe servir para comparar criterios, propuestas y valores. Y más aún en circunstancias como las actuales.

Esta pandemia que el mundo sufre, ha hecho florecer en nuestro país junto con la entrega, el altruismo y sentido de la responsabilidad de la mayoría social, una peculiaridad hispana en forma de enfermedad política oportunista: el discurso de odio guerracivilista generado por los responsables máximos de las organizaciones de Derechas. Para desgracia de nuestra Patria no es cosa nueva. Encarna el odio atávico a las clases populares, al movimiento obrero y al pensamiento libre. Y todo ello ha tenido como expresión la imposición de un patriarcado anulador de los derechos de la mujer, el clericalismo más rancio y el llamado “franquismo sociológico”, magma ideológico-social muy anterior al dictador, pero que se materializó en torno a su persona. La injuria zafia, la simpleza de sus propuestas y los bulos, en cuya difusión siguen a rajatabla las tesis del aparato de propaganda nazi. Sus objetivos son crear confusión, potenciar los prejuicios contra el “otro”, el “rojo”, “el homosexual”, “la mujer “ o “el inmigrante”. Pero sobre todo, el objetivo máximo es perpetuar los privilegios sociales y económicos del estatus que los dirige.

Muchas y muchos de los abajo firmantes -en plena situación de confinamiento- estamos intentando desenmascarar y combatir esa superchería a la par que procuramos ayudar a reflexionar y generar actitudes de conciencia cívica en línea con lo que desarrollamos en este documento. Pero esta actividad de combatientes solitarios no es suficiente por mucho uso que individualmente hagamos de la red o enviemos artículos para la prensa escrita.

Por ello consideramos imprescindible que desde el mundo político, social y cultural que aglutina a militantes y simpatizantes de fuerzas como Unidas Podemos, Mareas, Comunes, Confluencias,sindicatos, colectivos de defensa de los derechos sociales, feministas, ecologistas, ateneos, fundaciones, etc., debe darse un paso más y organizar colegiadamente el combate político – cultural y la entente programática. Y en tal sentido les hacemos un llamamiento. Si pretendemos crear hegemonía social y cultural para construir algo nuevo, dado el fiasco de lo existente y de lo vivido por seguir los dictados del neoliberalismo, debemos impedir que quienes se consideran dueños de un Poder sempiterno reconstruyan la realidad a su imagen y semejanza”.

Firmado:

Colectivo Prometeo
« Última modificación: 09 de Mayo de 2020, 13:36:55 pm por 47ronin »

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3771 en: 09 de Mayo de 2020, 17:02:48 pm »
Nada nuevo bajo el sol...   .ca;
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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3772 en: 09 de Mayo de 2020, 17:15:56 pm »
El papel lo aguanta todo, la realidad después es muy diferente, el Colectivo Prometo no está es situación más que de expresar unas meras ideas, este documento no pasa de ser una declaración de intenciones que, en la práctica, tiene enfrente a los grandes poderes económicos y en gran parte a los políticos, pués el Colectivo Prometo no deja de ser un grupo de personas, de corte progresista, que no tienen ni la fuerza política, ni la fuerza económica, para hacer realidad su manifiesto, que puede ser muy ilusionante para determinadas clases sociales, pero que en realidad llaman a una revolución que es tan utópica que no se va a producir.

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3774 en: 10 de Mayo de 2020, 17:26:32 pm »
https://twitter.com/FuerzasDelOrden/status/1257771108138389506




Esa intervención fué en Melilla a principios de 2014, vamos, que ya ha llovido......, desde esa Mohamed habrá liado más.....

La recuerdo porque al poco tiempo de ese suceso estuve de salida allí, y porque el segundo jefe del que habla en el vídeo llevaba días en el puesto y era el jefe de mi unidad hacía bien poco, pero se fué allí cuando ascendió a comisario, en la actualidad es el jefe del GEO.

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« Última modificación: 13 de Mayo de 2020, 06:39:07 am por 47ronin »

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3776 en: 12 de Mayo de 2020, 20:00:18 pm »
Cómo es posible que la policía bolivariana de Marlaska censure a este ciudadano tan cabal, normal que el pobre Abuloscal se indigne.


GENTUZA.

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3777 en: 12 de Mayo de 2020, 21:02:55 pm »
Abuloscal dice el votante de un gobierno que lleva 2 meses soltando bulos e improvisando

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3778 en: 14 de Mayo de 2020, 18:09:00 pm »

TODO ESTÁ EN BOURDIEU


La revolución pija del hierro 8


"Acostumbrados a abusar del trabajo de sus empleados y criadas no extraña demasiado que ahora se aprovechen del sacrificio de millones de españoles que han aguantado estoicamente en sus pequeños pisos mal ventilados de barrios obreros"...

Vecinas del madrileño barrio de Salamanca participan en una protesta contra el Gobierno
Vecinas del madrileño barrio de Salamanca participan en una protesta contra el Gobierno | EFE

Antonio Maestre

  Madrid | 14/05/2020
Una pequeña multitud del Barrio de Salamanca con mascarillas de la cruz de Borgoña y banderas de España ha roto la cuarentena para pedir libertad al Gobierno. Han bajado desde sus viviendas de lujo, heredadas de abuelos con capítulos en Franquismo S.A y más metros cuadrados que algunos colegios de Aluche, para que el servicio pueda volver a sus casas a servirles el desayuno y plancharles la ropa. Personal doméstico al que pondrán en peligro por su aglomeración irresponsable, como si les importara, será por filipinas.

Es difícil caricaturizarlos más de lo que ellos mismos se retratan de manera decadente. La imagen de un manifestante sacando un palo de golf para dar golpes a una señal imitando al mítico cojo mantecas vale por cualquier retahíla de epítetos humillantes. Se bastan ellos mismos para mostrar su cara decadente de clase. Un perfil social unido al económico que enseña un individualismo soberbio relleno de impunidad al que les han acostumbrado en sus casas llenas de privilegios, favores y suficiencia. Burbujas de niños bien que solo reconocen el esfuerzo en el sudor de un partido de pádel o aspirando un tiro en los baños de un reservado.

Una escasa multitud de ricos y malcriados exige poder volver a explotar a sus trabajadores, que abran las tiendas de Louis Vuitton y ponerse el forfait en Baqueira Beret. Cientos de individuos que lo más cerca que han tenido la sala de espera de las urgencias de un hospital ha sido cuando la mucama les escribía desde allí para avisar de que tardaría en llegar a ponerles la cena después de deslomarse durante horas atendiendo sus caprichos de manos blandas. La clase ociosa exige poder volver a usar con libertad sus coches de 100.000 euros y viajar a sus residencias a pie de playa. La opresión bolivariana durante la pandemia les ha impedido degustar botellas de champán con micropartículas de oro y caviar beluga iraní en un reservado marbellí.


El personaje de Roman Logan en Succession, una serie que retrata las actitudes de una familia multimillonaria. En una escena donde habla de su padre, dueño del emporio mediático que regentan, define su comportamiento: "Hace lo que quiere, es como Arabia Saudí en persona". No es el comportamiento exclusivo de un personaje de ficción, es el demoledor retrato de un individuo prototípico de las clases extractivas.

Los pijos, los ricos, los rentistas, están acostumbrados a hacer lo que consideren cuando consideran sin que nadie perturbe sus caprichos. Su voluntad es lo único que les acostumbra a limitar, por eso no toleran comportarse de manera cívica en beneficio común. Por eso salen a la calle a protestar, lo quieren todo, lo quieren ahora, y lo quieren a su manera. Les da igual el sacrificio colectivo del personal sanitario de la Sanidad Pública porque ellos tienen garantizada una UCI con suite si la cosa se pone fea. Esperar es de pobres, y ellos no están habituados a hacerlo, jamás han hecho cola ni han tenido que aguantar pacientes una directriz ajena. Las aglomeraciones en los transportes son de pobres y ellos no las sufrirán. Trabajar es de pobres, y a ellos no les obligaron a ir cuando la pandemia estaba en su peor momento.

Dos imágenes de dos barrios de Madrid han sido protagonistas. Antagónicas en la necesidad y en el comportamiento. La disciplina paciente de cientos de familias de Aluche respetando la distancia social por recibir una bolsa de alimentos porque la pandemia les ha quitado todo, y la soberbia de clase de los ciudadanos de Núñez de Balboa que no han perdido nada exigiendo volver a su vida de excesos. Los que se manifiestan en el Barrio de Salamanca son solo gorrones del esfuerzo ajeno. Acostumbrados a abusar del trabajo de sus empleados y criadas no extraña demasiado que ahora se aprovechen del sacrificio de millones de españoles que han aguantado estoicamente en sus pequeños pisos mal ventilados de barrios obreros. Es su condición social: parasitar.

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Re: La opinión de un ciudadano de la calle
« Respuesta #3779 en: 14 de Mayo de 2020, 18:10:07 pm »
Manchando nuestra bandera.

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