Mucha, mucha, policía
23.10.08 @ 09:58:09.
Ya lo decía Joaquín Sabina en su canción: ?policía; mucha, mucha; policía?. Y es que, la verdad, en algunas cosas, los espa?oles nos quejamos de vicio. Porque, a ver, ?quién puede disfrutar en un país tan peque?o como Espa?a de Policía Nacional, Policía Autonómica, Policía Local y, para terminar de rematarla, Guardia Civil? Visto la pluralidad de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, cualquiera diría que lo que faltan son delincuentes. Pero en fin. Seguramente muchos me pondrán de vuelta y media por todo lo que voy a decir a lo largo de este artículo, pero, para mi fortuna, tengo familiares y amigos en todos los sectores de este colectivo, así que no hago más que intentar redactar de una manera ordenada opiniones ajenas.
Hace unos días, policías nacionales y guardias civiles se manifestaron en Madrid por una mejora salarial. Y es que el tema del salario es algo que trae de cabeza a las distintas policías de nuestro país desde los tiempos de los dinosaurios. La Policía Nacional y la Guardia Civil tienen, en general, sueldos inferiores a la Policía Autonómica y a la Policía Local. Este desequilibrio salarial se debe, como en muchas ocasiones, a la mal concebida división autonómica de nuestro país, que crea enormes diferencias en sus respectivas administraciones dependiendo de quién sea el que paga. Pero tampoco un salario igual para todos sería ?en un principio- algo justo, ya que las responsabilidades y funciones de la Policía Nacional y de la Policía Local, por ejemplo, son distintas, por lo que debería debatirse el asunto a nivel nacional para clarificar funciones, sueldos y no fomentar así estas peligrosas disputas.
Pero, al margen del aspecto salarial, la policía de nuestro país debería estar más preocupada por un problema que, a mi juicio, es mucho más grave; la falta de valoración que sufren por parte de la sociedad en general y de los jueces en particular. De hecho, más de un amigo policía ?y más de cinco- me han confesado que en más de una ocasión, ante algunos delitos y algunos delincuentes, han preferido mirar para otro lado. Y no porque no desearan actuar, sino porque actuar les conllevaría más problemas y más papeleo del que merecería el caso. El problema, me confesaron, era que muchas veces, cuando llevaban ante el juez a algún detenido, ellos mismos recibían una reprimenda por parte del magistrado por el trato que le habían dado al delincuente -según la falsa declaración del mismo-, quedando en entredicho la palabra de los policías en favor de la del delincuente. Además, me reconocían, estaban cansados de detener a los mismos delincuente más de veinte veces para encontrárselos pocas horas después tomando unas ca?as en el bar del pueblo. Tal vez debido a esta falta de ?poder?, una de las frases más repetidas por la policía en los últimos tiempos cuando se reclama su presencia ante un delito menor es ?nosotros no podemos hacer nada?.
A pesar de los casos de corrupción conocidos ?que los hay-, nuestra policía es de las mejores de Europa. Tenemos grandes profesionales que nos protegen a diario, jugándose la vida por un sueldo muy inferior al que merecen. Por eso, sería necesario un reajuste en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de tal manera que no existiesen las enormes diferencias salariales que sufren dependiendo de si es la CCAA, el Estado central o el Ayuntamiento quien les paga. Y, sobre todo, sería fundamental que tanto los jueces con sus decisiones como los ciudadanos con su apoyo respetásemos a la policía en su difícil y magnífico trabajo.