15-M: manifestación de la Ertzaintza
"Hemos perdido la función policial"
Tres ertzainas exponen los problemas del ejercicio de su labor y sus reproches a la actual Consejería
Carlos C. Borra - Domingo, 13 de Marzo de 2011 -
Los ertzainas reprochan a los actuales responsables de Interior que todas las promesas que hicieron se han quedado en nada. (Oskar Martínez)
Bilbao
LA manifestación del próximo martes no es de los sindicatos de la Ertzaintza, es de la Ertzaintza". La frase, pronunciada por un portavoz sindical, expresa bien a las claras hasta qué punto la marcha convocada en Bilbao, la mayor acción de protesta protagonizada por ertzainas en los últimos 13 años, tiene su origen en el hondo malestar que sufre actualmente el colectivo. De hecho, en las fechas previas muchos agentes han instado a sus representantes a ir más allá y realizar acciones de un calado incluso mayor: "Algunos proponían que acudiéramos a la manifestación con el uniforme completo".
Dichas movilizaciones llegarán, sin duda. Lo que es una realidad latente es el hartazgo instalado en el seno de la Policía vasca. Por las precarias condiciones en las que tienen que desempeñar su trabajo, por su situación laboral y por la gestión que está llevando a cabo el Departamento de Interior liderado por Rodolfo Ares, quien, tal y como vienen denunciando los sindicatos, ha logrado poner pie de guerra a todo el Cuerpo, desde los agentes de base hasta los mandos. Para conocer en qué aspectos de su labor diaria se concretan estas denuncias, DEIA ha conversado con tres agentes que trabajan en unidades y territorios diferentes.
Apenas unos minutos de charla con Ander -como en el resto de entrevistados, un nombre ficticio- se convierten en un listado inabarcable de problemas en el ejercicio de su trabajo. "Se nos prometió que habría más agentes en la calle y seguimos en mínimos; este consejero nos prometió que nos daría los seis días que nos corresponden por asuntos propios y no lo ha hecho; nos prometió que terminaría con las comisiones de servicio y las ha incrementado. Nos prometió que en enero tendríamos ropa nueva y de abrigo, y sigue sin llegar. El material está obsoleto, las antenas del talkie están rotas", enumera este agente de Seguridad Ciudadana de la comisaría de Bilbao.
Agrega que "el dinero se va en un montón de cosas que no revierten en los ertzainas, los vehículos blindados están mal, tenemos que salir muchas veces con los Renault 19, que tienen más de 15 años. Han sacado una furgoneta nueva que es muy bonita pero que es ineficaz porque, dadas sus dimensiones, no sirve para patrullar un pueblo". Así, el número de patrullas Volkswagen Passat es insuficiente: "No hay vehículos blindados para todos y como se han inventado lo de la brigada de refuerzo, no han traído más furgonetas, incluso las han retirado de las comisarías. En Bilbao solo hay una furgoneta blindada y los agentes tienen que salir en las antiguas, que son más pequeñas".
Jon, agente de Tráfico destinado en Araba, añade que "tenemos R-19 con 400.000 y 500.000 kilómetros que seguimos utilizando". "Muchas veces al principio del turno tienes que salir con estos vehículos porque no hay más, y al de una hora tienes que regresar por fallos de cualquier tipo. Es algo lamentable", denuncia Itxaso, ertzaina de Seguridad Ciudadana que también ejerce su labor en Gasteiz.
Las bajas temperaturas son un factor fundamental a la hora de trabajar en el territorio alavés, por lo que "la ropa es un elemento fundamental", como atestigua esta policía. "Llevamos un montón de tiempo esperando y no acaba de llegar. Tenemos un buzo, un buff y un gorro, pero no ropa específica para el frío. A los compañeros de investigación también les afecta porque tienen que salir a la calle a hacer pruebas de alcoholemia y demás", explica. Como consecuencia de ello, los propios agentes se tienen que comprar las prendas de abrigo. "Si tienes que acudir a un accidente y estar hora y media a la intemperie te puedes quedar congelado si no llevas ropa adecuada", señala.
El caso de las agentes del Cuerpo es todavía más gravoso por la inexistencia de uniformes específicos para ellas. "El buzo es muy incómodo porque el tallaje está confeccionado para el cuerpo del hombre", explica esta ertzaina. Además, al tratarse de una prenda de una sola pieza, "para el hombre, por su condición física, evidentemente es más fácil de utilizar. Pero claro, para la mujer es mucho más habitual ir al baño y es tremendo".
Cumplir estadísticas Una de las cuestiones que provocan mayor desafección entre los agentes es la sensación de que su trabajo no tiene utilidad práctica como consecuencia de la tiranía de las estadísticas. "Tenemos una serie de rutinas que son lo que denominamos puntos -lugares sensibles como sedes de partidos, etc.-, y al patrullar tenemos que ir irremediablemente de un punto a otro. No podemos estar parados ni hacer una labor preventiva", señala Ander.
Esta forma de proceder desemboca en situaciones como la que explica este ertzaina: "Si estoy en un punto estratégico y en la calle siguiente se está cometiendo un ilícito penal, yo no puedo desplazarme, tiene que venir otra patrulla para ocuparse de ese incidente porque yo estoy cubriendo ese punto". Ya dentro del surrealismo puro y duro, agrega que "yo he hecho una custodia por violencia de género de una mujer que estaba de vacaciones. Ella estaba en Almuñécar y yo en su domicilio haciendo la custodia. Y eso para el ertzaina es una quemazón importante".
Otra consecuencia es que "hay zonas donde no patrullamos nunca, seguramente porque esos ciudadanos pagan menos impuestos", dice Ander. Jon agrega que "te dicen los sitios en los que tienes que estar y a qué horas para que el consejero presente después las cifras en el Parlamento. Al final piensas que no vas a patrullar, vas a controlar, eres un guardia jurado. No hemos perdido la vocación pero sí la función policial. Nos mandan a poner multas, así de claro".
Otro aspecto sensible es la falta de formación, que, directamente, "no existe", coinciden los tres agentes. En lo que se refiere a Seguridad Ciudadana, "hay un montón de delincuencia que notamos que está llegando, provocada por la emigración suramericana, del Magreb y de países del este, gente organizada, con un entrenamiento en guerras, y no estamos formados". Respecto al Tráfico, los agentes tienen que ponerse al día por su cuenta respecto a las modificaciones legislativas. "Nos prometieron que no iban a dejar descansar Arkaute y resulta que no vamos a la Academia, a la que sí acuden a otros elementos", zanjan los afectados.
Buena parte de la frustración que se ha instalado en el Cuerpo deriva a su vez de la comprobación de que las promesas que acompañaron al cambio en el Gobierno vasco han quedado en nada. "Yo tenía muchas esperanzas de que cambiasen las cosas. Después de estar toda la vida con unos gestores, esperaba que esto se relanzase de alguna forma, que hubiera mejores condiciones, y ha sido lo contrario". Así se expresa Jon, agente de Tráfico para el que, "además del empeoramiento de las condiciones laborales, nos están prometiendo cosas que luego se diluyen. Hay una dejadez del Departamento hacia los agentes, nos están dejando de lado. Si a eso le unes las condiciones precarias del país, con la bajada del sueldo, la suma de todo ello es lo que a mí me tiene desencantado y cabreado en el centro de trabajo".
Esta esperanza por el cambio no está necesariamente relacionada con cuestiones políticas. "Con su promesa de cambiar las cosas esperaba que pudiéramos volver a sentirnos patrulleros. Pero seguimos igual", explica. "Peor", puntualiza Ander. El ertzaina de Seguridad Ciudadana va un paso más allá y define la situación actual con dos palabras: "decepción y soberbia".
Así, apunta directamente hacia el consejero de Interior y le reprocha el fracaso de la relación con los agentes sociales. Argumenta que "la soberbia es un pecado capital, él como creyente debería saber que está castigada con la pena del infierno y tendría que estar preocupado por ello. Debería ponerse en contacto con nuestros representantes sindicales y tratar de solucionar esta situación. La pelota no es suya, no jugamos a su juego, hay unas reglas estipuladas y no puede llevarse el balón cuando quiere, a este juego queremos jugar todos".
La forma en la que Rodolfo Ares ha tratado a los agentes también es motivo de reproche. Cuando se cumple un año de la comparecencia parlamentaria en la que denunció los elevados índices de absentismo en la Ertzaintza, las heridas siguen abiertas. Sin necesidad de preguntarle, Itxaso, patrullera en Araba, critica que "tenga la cara dura de asegurar sin ningún rubor que somos unos vagos. Y tenemos que aguantar que nos llamen jetas y que no nos defiendan cuando hemos pasado algún momento duro en nuestra función policial. En la vida le he visto salir para sacarnos la cara".
Esta agente añade que Ares "entró con muy buen pie, quedando con los ertzainas para que le transmitieran su problemática, pero creo que ha sido lo único que ha hecho. Si alguien se quejó de algo en esas reuniones, no ha dado ningún paso para solucionarlo". Su compañero de unidad aporta que "ha hecho básicamente dos cosas: llenar todos los centros de trabajo de banderitas y sacar en la prensa que estamos quitando fotos de presos, cuando lo llevamos haciendo siempres".
Por todo ello, la disposición respecto a la manifestación del martes no puede ser más clara: "Yo estoy encantado", se sincera Jon. Itxaso agrega que "espero que la gente sienta el deseo de que esto se solucione y que acuda porque creo que estamos todos muy quemados". Según Ander, Interior "tiene que darse cuenta de que existe un problema y reconsiderar su postura".