La marea del botellón, un problema social, sanitario y educativo
Centenares de jóvenes se citan las noches del fin de semana en Mataró para consumir alcohol sin mesura | El desenfreno etílico comienza ya en los trenes que transportan a los menores al punto de encuentro
Vida | 22/12/2013 - 00:00h | Última actualización: 22/12/2013 -
Menores y alcohol
- El 74% de los menores han bebido alcohol durante el último mes, según la Encuesta Escolar sobre Drogas 2012-2013. En el 2010 eran el 63%.
- El 53% de estudiantes han hecho botellón el último mes.
- El 40% de los adolescentes que beben lo hacen hasta emborracharse. En el 2010, el 35,6%.
- El 50% de los adolescentes creen que consumir seis copas un fin de semana no tiene consecuencias.
Un 74% de alumnos de entre 14 y 18 años bebió alcohol en el último mes
Madrid estrecha el cerco al botellón
Con los últimos trenes nocturnos la estación de Mataró bulle de actividad, como si se tratara de una hora punta de una jornada laboral cualquiera. El pasado viernes, una muchedumbre de adolescentes descendió de los convoyes para iniciar una particular peregrinación hasta el polígono industrial Pla d'en Boet, la zona de ocio nocturno de la ciudad y punto de encuentro para la celebración del Fin de las Clases una fiesta convocada por la discoteca Cocoa y a la que, por ser viernes, pueden acudir menores de 16 años.
La fiesta no tendría nada de particular si no fuera por la predisposición de muchos de los adolescentes que llegan a Mataró desde puntos tan diversos como Esplugues, Vallirana o Arenys, al consumo desenfrenado de alcohol hasta la salida del primer tren de la mañana, a las 5,30. Desembarcan en la capital del Maresme cargados con bolsas repletas de refrescos y licores que les permiten abastecerse durante toda la jornada.
En Mataró, el viernes volvieron a confluir las rutas etílicas de las comarcas barcelonesas en respuesta al llamamiento de la popular discoteca. "La fiesta ya empieza en la estación de origen", confirma Roger, un joven de 18 años, vecino de Palautordera que para llegar a la capital del Maresme tuvo que hacer transbordo en Barcelona. "En el tren aprovechamos para hacer y beber los primeros cubatas", que después consumirán durante la madrugada. De ahí que ya a nadie le sorprenda observar a centenares de viajeros descender de los trenes con cubatas en las manos.
La "marea del botellón", como algunos insisten en llamarse, inicia su lento peregrinar desde la plaza Miquel Biada y se distribuye por varios puntos de la ciudad, para confluir nuevamente en el polígono de Pla d'en Boet. Algunos se dirigen hacia la calle Sant Cugat, otros van hacia las rondas Francesc Macià y President Companys, pasando ante la comisaría de Mossos d'Esquadra. Unos pocos se acomodan entre los recodos que les ofrecen las piezas de hormigón del núcleo arqueológico de Torre Llauder para celebrar sus particulares melopeas.
Precisamente en la calle Sant Cugat, junto a la comisaría, sorprende observar que un comercio de comestibles y bebidas aún permanezca abierto, aunque el propietario esté muy atento a la presencia policial. "Aprovechan hasta el último minuto para vender de todo sin hacer distinciones", lamentan vecinos molestos por el bullicio de los jóvenes frente al establecimiento y desde la parte de atrás, en el estacionamiento del complejo arqueológico. "Les han sancionado muchas veces por nuestras denuncias - admite Sonia, una vecina afectada- pero les sale más a cuenta pagar la sanción y correr el riesgo".
Hace quince días fue la Fiesta del Bachiller la que dio pie a un botellón multitudinario en las inmediaciones de Cocoa, una sala con capacidad para 4.824 personas, que concluyó con una treintena de intoxicaciones etílicas, la mitad de las cuales precisó su derivación al hospital de Mataró. La noche del pasado viernes fue la celebración del Fin de las clases la que atestó las calles del polígono. En esta ocasión, no obstante, la policía local había activado un operativo sobre los puntos habituales de consumo de alcohol, como por ejemplo el estacionamiento de las discotecas, en el que incoaron 34 actas por consumo de alcohol en la vía pública (denuncias que derivarán en sanciones mínimas de 150 euros), una por orinar en la calle y otra por circular con el permiso de conducir caducado. En todos los casos, los agentes vaciaron el contenido de las botellas.
Una vez que el visitante nocturno llega al polígono del ocio se percibe que quedan bien definidas dos categorías de botellón. Entorno a la calle Pablo Iglesias, los mayores de 18 años frente a los pubs y coctelerías, y los que ronda los 30 años acuden a la Sala Privat. En torno a Cocoa se dan cita los menores. Una diferenciación que fija el poder adquisitivo, como explican Àlex y Gemma, dos jóvenes de 22 años, de Premià de Mar, que cuentan cómo los mayores tienen más posibilidades de acceder a las ofertas de los bares de la zona, como "20 euros por cuatro litros de agua de Valencia", un mejunje compuesto por cava, zumo de naranja, vodka o ginebra.
En la zona de los bares se detecta claramente el botellón más selectivo. "Nos traemos el alcohol y lo dejamos en el coche". Para ellos, la fiesta etílica les supone un dispendio de entre 8 y 9 euros por persona, mientras que un solo combinado en la discoteca cuesta 4,50. "La diferencia es el factor social", aclara Álex. "Cuando empiezas a salir te conformas con cualquier cosa y nadie te explica nada", y muchos consumidores adolescentes "acaban actuando por rebeldía contra lo prohibido", por lo que Álex se muestra partidario de instaurar "campañas de concienciación desde las aulas para advertir de los riesgos del consumo excesivo de alcohol y drogas".
"No podemos tener un policía al lado de cada joven", clama el alcalde de Mataró, Joan Mora, mientras muestra su preocupación por los últimos acontecimientos cuando es interpelado por el fenómeno del botellón en su ciudad. Joan Mora, como la concejal de Via Pública, Núria Calpe, es partidario de la labor preventiva más allá de la acción policial. "Es preciso implicar al consejo escolar, ampa e institutos de toda la comarca en la prevención". insisten, ya que la procedencia de los afectados por la intoxicación etílica es muy diversa. En el hospital fueron atendidos jóvenes de La Llagosta, Mollet, Arenys de Mar, Badalona, Vilassar de Mar, Santa Maria de Palautordera, l'Hospitalet, Llavaneres, Vallirana, Arenys de Munt, Esplugues y Mataró.
Las entidades vecinales de Mataró, en cambio, exigen más recursos policiales ya que la conducta de algunos jóvenes ebrios "raya la delincuencia", argumenta Aurora Ortega, presidenta de la Associació de Veïns de Torre Llauder, que cuenta como habitual "la rotura de retrovisores, cristales de coches e interfonos de viviendas".
En la misma línea se pronuncia Quim Navarro, presidente de la Associació de Veïns de Pla d'en Boet, quien sugiere actuar especialmente contra los vendedores de alcohol.
Recoge el guante la Federació d'Associacions de Veïns de Mataró que a través de su presidente, Juan Sánchez, que aboga por "un equilibrio entre el orden público y las campañas de concienciación", pero insiste en que el último afectado debe ser el vecino.
