HISTORIAS PERDIDAS DE ÁLAVA
El guardia civil alavés que mandó a los gudaris
El capitán Juan Ibarrola, de Llodio, fue uno de los mejores jefes militares de la República
04.03.14 - 08:14 -
FRANCISCO GÓNGORA |
![](http://www.elcorreo.com/alava/noticias/201403/04/Media/ibarrola--300x180.jpg)
Ibarrola, a la izquierda, años después de ña guerra. /
Durante la Guerra Civil española se produjeron numerosos hechos paradójicos. Algunos dejarían ojipláticos a muchos. No cuadran con los relatos actuales y el imaginario mayoritario. Uno de los menos conocidos es la presencia entre los altos mandos republicanos de un numeroso grupo de guardias civiles que permanecieron fieles a su juramento por la bandera tricolor. El jefe del Estado Mayor de la Segunda División del Ejército de Euskadi era el comandante de la Guardia Civil, Germán Ollero. Fue uno de los defensores del Cinturón de Hierro. Por cierto, su lealtad era tal que dos de sus hijos estaban en las trincheras contrarias, entre las tropas nacionales de Mola que atacaban Bilbao.
Ollero fue también jefe del batallón del PNV Amaiur. Otro guardia civil fue el primer jefe de la naciente Ertzaintza (entonces Ertzaña) y también lo fue el primer jefe de la única unidad de carros blindados del Ejército vasco.
Toda esta información se recoge en un estudio realizado por José Luis Cervero en el libro ‘Los rojos de la Guardia Civil’. Nombres como García Gunilla, Sánchez Moreno, José Bolaño o Carlos Tenorio, todos miembros de la Benemérita acudieron desde distintos puntos de España a reforzar la escuálida nómina de militares profesionales del Ejército vasco.
Pero nos vamos a fijar de forma especial de uno de los mejores jefes militares de la República: el capitán Juan Ibarrola Orueta, de 36 años, al comenzar la rebelión militar, natural de Llodio y destinado en el cuartel bilbaíno de La Salve. Tuvo el mando del sector de Ochandiano, con 1.917 efectivos, con los que intervino en la ofensiva sobre Villarreal en diciembre de 1936. El 26 de abril, el mismo día del bombardeo de Guernica, el lehendakari Aguirre decreta la organización definitiva de su Ejército con cuatro divisiones y 16 brigadas, consecuencia también de la militarización de las milicias y la llamada a filas de soldados de reemplazo.
En aquel nuevo Euzko Gudarostea, Aguirre mantiene su confianza en los mandos de la antigua Guardia Civil que han dirigido hasta el momento a una buena parte de sus tropas. Al ya comandante Juan Ibarrola le entrega el mando de la 3ª División Vasca, con 8.000 hombres. A su vez, el lehendakari concede la jefatura de las tres primeras brigadas del nuevo Ejército de Euzkadi, con 2.400 efectivos cada una, a sendos comandantes beneméritos. A Germán Ollero le nombra jefe de la1ª Brigada Vasca, con los batallones Amaiur y Mungia, originarios del PNV, el Eusko Indarra, de Acción Nacionalista Vasca, y el Cultura y Deporte, de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). A Eugenio García Gunilla, Aguirre le concede la jefatura de la 2ª Brigada, con los batallones Otxandiano, del PNV, el Castilla de las JSU, el San Andrés del sindicato nacionalista ELA-STV, y el CNT 2. Finalmente, a Matías Sánchez Montero, ascendido a comandante, se le nombra jefe de la 3.ª Brigada, con los batallones Padura, del PNV, e Isaac Puente, de la CNT. ¡¡Un guardia civil al mando de un batallón anarquista!! Cosas de la guerra.
El comandante Ibarrola, por su parte, protagonizó con su división la última resistencia en tierras vascas, en Sodupe, que finalmente cae el 28 de junio ante las tropas navarras. Por su parte, el comandante Ollero salió hacia Francia y se incorporó a la zona republicana por Cataluña. Sometido a consejo de guerra, fue expulsado de la Guardia Civil y condenado a 30 años y un día de cárcel, pena que se le conmutó por seis años, si bien salió antes en libertad provisional. Los vencedores nunca le reconocieron el ascenso que le había concedido el lehendakari Aguirre. Ollero trabajó como gerente de una fábrica de aceites y murió en 1967. Ese mismo año nacía su nieto Carlos Baró Ollero, que en 2003, con 36 años, siendo comandante de Infantería, murió junto con otros seis compañeros del CNI en una emboscada en Irak.
Por su parte, Juan Ibarrola participa en la llamada Batalla de Santander (donde estuvo al mando de una división vasca) y finalmente en la batalla de El Mazuco, antes de la caída de Asturias, de donde lograría escapar. Después de volver a la España republicana, fue puesto al mando del XXII Cuerpo de Ejército, participando en una de las batallas más crueles de toda la guerra, la de Teruel – a él se rindió el jefe militar nacional Rey D’Harcourt– iera evitar su posterior pérdida en febrero de 1938. Unos meses más tarde, todavía al mando de su Cuerpo de Ejército, participa activamente en la Campaña de Levante, logrando defender exitosamente Valencia. A comienzos de 1939 tomó parte activa en la ofensiva de Valsequillo, consiguiendo conquistar un amplio territorio aunque no evitan la caída de Cataluña. En 1939 participó en el golpe de estado del Coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, que precipitó el fin de la guerra.
Detenido en Alicante e internado en el campo de concentración de Los Almendros, primero, y en el castillo de Santa Bárbara después, fue juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte, siéndole conmutada la pena por 30 años de prisión. Con la reducción de penas después del final de la Segunda Guerra Mundial fue puesto en libertad, volviendo a su tierra natal donde permanecería hasta su fallecimiento.
En 1948 uno de sus subordinados, Ángel Legasa remitió al jefe del Cuerpo Disciplinario de Euzkadi Amós Ruiz Girón desde su exilio en Francia, una carta que pueden leer en la web de la asociación de Sancho de Beurko -Libros de la Asociación / Saibigain / documentos- y que se encontraba entre la documentación personal del propio Ruiz Girón
Saint-Gratien 1º de Junio de 1948
Sr. Don Amós RUIZ Girón
MÉXICO
Muy Sr. Mío: Después de saludarle atentamente, paso a ocuparme del asunto que motiva esta carta.
En «Euzko-Deya» de México, de abril del año actual, he tenido ocasión de leer un artículo de Vd., titulado «14 de abril de 1937», en el que habla Vd. de la heroica muerte del comandante Bediaga así como del heroísmo de todos los gudaris que intervinieron en aquella histórica jornada. Ahora bien, en dicho artículo hace Vd. varias alusiones al teniente coronel Ibarrola(entonces comandante), alusiones según las cuales un profano en la materia podría deducir que la actuación de Ibarrola, por decirlo así, algo turbia, durante nuestra guerra. Conozco a Ibarrola desde mucho antes de la guerra y me ha extrañado mucho esa afirmación de Vd. de que es «hombre muy discutido todavía»; y como él no se puede defender (aunque no le hace ninguna falta) por hallarse en la España franquista, yo, antiguo subordinado suyo, me dirijo a Vd. para hacerle saber, por si los ignorara, algunos detalles sobre dicho señor.
Empiezo por el año 1934. Entonces Ibarrola era teniente de la Guardia Civil en Baracaldo. Fue nombrado Juez Instructor en varios expedientes contra algunas personas encartadas en los sucesos de Octubre de 1934. De su actuación como Juez Instructor, no le diré más sino que jamás ninguno fue metido en la cárcel por él mientras se tramitaba el expediente. Su teoría era que todos los encartados eran obreros y necesitaban trabajar para dar de comer a sus familias. Esto lo sé no solamente por ser subordinado suyo en aquella época, sino también por manifestaciones de algunos interesados, no solamente de entonces, sino aún todavía hace muy pocos días.
En julio de 1936 Ibarrola se hallaba de capitán de la Guardia Civil en Bilbao, en el Cuartel de La Salve. Allí también me encontraba yo, como simple guardia civil. Del ambiente pro-faccioso que se respiraba en ese cuartel no merece la pena hablar, pues es cosa que todo el mundo sabe. Ibarrola al encontrarse solo, pues los demás oficiales se hallaban en franca rebelión (al menos en teoría) se presentó en el Gobierno Civil de Vizcaya, ofreciendo sus servicios incondicionales al Gobierno legítimo. Es de notar que Ibarrola ha sido siempre católico practicante, lo que se decía vulgarmente entonces en algunos medios «un reaccionario». Y siempre un perfecto caballero. Fue el único oficial de la Guarda Civil de Vizcaya que tuvo ese gesto. Salió al frente con la primera columna que se formó en Vizcaya, hacia Ochandiano y Ubidea (en ella fui yo también). Dos meses o poco más estuvimos juntos y no hay ninguno de los supervivientes de aquella columna que no guarde verdadera adoración por él. El malogrado Fulgencio Mateos, si viviese, podría certificar lo mismo. Después nos separamos, cada uno a diversos frentes. No le vi después más que esporádicamente. Pero siempre que he hablado con alguien que le ha conocido en el frente, han coincidido todos en que era una verdadera lástima el no tener muchos jefes como él.
Sobre su actuación en los frentes de Santander y Asturias, seguramente estará Vd. más al corriente que yo, que para entonces ya estaba mutilado y evacuado a Francia. Pero todos aquellos que conocieron aquellos amargos días coinciden también en lo que he dicho antes. No ignorará Vd. tampoco su actuación en Teruel, donde el coronel faccioso Rey d´Harcout se rindió precisamente a él. Según mis noticias, Ibarrola pasó después al frente de Valencia y luego al de Extremadura, donde le sorprendió el final de la guerra mandando un Cuerpo de Ejército. No quiso evacuar al extranjero, aun teniendo facilidades para ello. Detenido, pasó meses en malísimas condiciones (como los demás combatientes de la República presos, por supuesto). Juzgado en Consejo de guerra por «adhesión a la rebelión», fue condenado a treinta años de prisión, habiéndole salvado de ser condenado a muerte el estar en aquel entonces algo deficiente mental, debido a sufrimientos. Su principal preocupación estando en la cárcel fue el que su esposa ayudase a los escasos guardias civiles leales también presos, entre ellos mi pobre padre, que más tarde murió en la cárcel. Salió en libertad vigilada hace ya algún tiempo. Por informaciones que poseo de compatriotas que han venido pasando aquí, sigue en el mismo plan antifranquista de siempre. Una prueba de ello, entre otras, es la siguiente: Varios Jefes de la Guardia Civil, antiguos compañeros suyos, no ignorando el inmenso prestigio de Ibarrola en todos los órdenes, le propusieron hace poco el reingreso en la Guardia Civil, ocupando en el Escalafón el puesto que les correspondería si hubiese hecho la guerra con ellos. Es de notar que Ibarrola se gana la vida humildemente como simple empleado de oficina. Pues bien, se negó rotundamente a ello diciendo que él tenía razón y que si mil veces habría que empezar, volvería a hacer lo mismo.
Todo esto es lo que sé del teniente coronel Ibarrola. Más algunos otros detalles de menor importancia que confirman su antifranquismo, tan bien demostrado por él.
Por ello me ha extrañado sobremanera lo que dice Vd. en su artículo. Le agradecería me aclarase ello, pues no le oculto que no solamente a mí sino a otros compatriotas emigrados aquí, que conocen mucho a Ibarrola, les ha causado muy mala impresión lo que Vd. dice. Bien entendido, no se trata de una polémica ni mucho menos, sino solamente de salir en defensa de una persona que por sus muchos méritos, conocidos de todos los que le han tratado, merece el respeto y el afecto de todos.
Tampoco se trata de hacer polémica en periódicos, de la cual el único que saldría perdiendo sería el propio Ibarrola, por la situación en que se halla. Pero le agradecería expusiese los motivos por los cuales da Vd. a entender que la actuación de Ibarrola en nuestros frentes no fue la que verdaderamente tuvo.
Le saluda atentamente
Angel Legasa
Capitán del Ejército de Euzkadi
Mutilado de guerra