CITA DE GUINDILLA:"Yo pienso que se deberia dejar una sola estatua de Franco"
Efectivamente,pero en un museo.Un estilo como este,que justamente opina sobre LA MEMORIA HISTORICA
A mi tambien me parece estupendo, por algún sitio hay que empezar a poner esos simbolos de la dictura en un museo, para luego continuar con los simbolos de la II republica, a modo de ejemplo y por dar una idea del orden a seguir cuando acaben Zp con su venganza familiar puede continar con lo siguiente:
- Estatuas del ministro Indalecio Prieto.
- Estatuas del "Lenin espa?ol", para el que no lo conozco por ese nombre quizá le suene mas Francisco Largo Caballero.
(estas dos curiosamente convivieron en Madrid con la de Francisco Franco, hasta que el PSOE elimino con nocturnidad y alevosia la de Franco).
Tambien habría que cambiar el nombre de la calle Manuel Aza?a, calle Pablo Iglesias, calle Dolores Ibárruri, Clara Campoamor, Niceto Alcalá-Zamora, Federica Montseny, José Prat, Luis Jiménez de Asúa, Pedro Rico, y otras muchas que no recuerdo.
En Barcelona tambien hay varias, pero esas hacen honor y conviven con el terrorismo catalan, ademas que eso no es Espa?a.
Todo llegara, a golpe de venganza socialista.
Esto es el mundo al revés . . . se te olvida que Franco dió un golpe de Estado con un alzamiento militar que terminó en una Guerra Civil y en una dictadura militar que duró 40 a?os . . . eso no tiene nada que ver con alguno de los personajes que has citado a modo de ejemplo:
Manuel Aza?a(Manuel Aza?a Díaz; Alcalá de Henares, Madrid, 1880 - Montauban, Francia, 1940) Político espa?ol, presidente de la Segunda República. Procedente de una familia liberal, Aza?a estudió Derecho en Zaragoza y Madrid, doctorándose con una tesis sobre La responsabilidad de las multitudes; entró por oposición en la función pública (1910); y completó su formación con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios en París en 1911-12. Su actividad intelectual le llevó a la secretaría del Ateneo de Madrid, puesto que ocupó entre 1913 y 1920; su interés por los asuntos militares se inició al ser comisionado por el Ateneo para visitar los frentes de la Primera Guerra Mundial en Francia e Italia (1916).
En 1913 ingresó en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez y participó con Ortega y Gasset en la fundación de la Liga de Educación Política; en 1918 fundó la Unión Democrática Espa?ola; pero fracasó en sucesivos intentos de ser elegido diputado en las Cortes de la Restauración (1918 y 1923). Se apartó temporalmente de la política para dedicarse al periodismo, primero como corresponsal en París (1919-20), luego al frente de La Pluma (1920-23) y finalmente como director de la revista Espa?a.
Bajo la dictadura Primo de Rivera abandonó el Partido Reformista y se declaró partidario de la República, fundando Acción Republicana (1925); al mismo tiempo, crecía su prestigio intelectual, con la publicación de obras como El jardín de los frailes o Ensayos sobre Valera. En 1930 accedió a la presidencia del Ateneo y, ya como figura de alcance nacional, participó en el Pacto de San Sebastián para derrocar a la monarquía.
Al proclamarse la República espa?ola (14 de abril de 1931), Aza?a se integró en el gobierno provisional como ministro de la Guerra. Participó activamente en las Cortes constituyentes. Y asumió la Presidencia del Consejo de Ministros cuando las discrepancias sobre las relaciones Iglesia-Estado llevaron a Alcalá Zamora a abandonar el gabinete.
Como jefe de un gobierno formado por socialistas y republicanos de izquierdas (1931-33), Aza?a impulsó un amplio programa de reformas: secularizó la vida pública (legalizando el matrimonio civil y el divorcio), reformó el ejército, puso en marcha una reforma agraria y concedió la autonomía a Catalu?a. Todo ello le enfrentó con las fuerzas conservadoras, pero no fue suficiente para asegurarle el apoyo del movimiento obrero, en un momento en que la depresión económica mundial agudizaba las dificultades; desprestigiado por la represión armada de un levantamiento campesino en Casas Viejas (Cádiz), hubo de dimitir y perdió las elecciones de 1933, que dieron el gobierno a la derecha.
En 1934 fusionó su partido con los radicales de Marcelino Domingo, formando Izquierda Republicana (1934), partido con el cual realizó una efectiva campa?a de oposición al gobierno. La ascensión de Gil Robles al poder, interpretada como el triunfo del fascismo en Espa?a, le llevó a participar primero en la fracasada Revolución de Octubre de 1934 (por lo que pasó algún tiempo en prisión) y a integrarse después en un Frente Popular con todas las fuerzas de izquierdas.
El triunfo de dicha formación en las elecciones de febrero de 1936 devolvió a Aza?a a la jefatura del gobierno y le promovió después a la Presidencia de la República (mayo). Enseguida retomó el programa reformista del primer bienio republicano, pero apenas tuvo tiempo de desarrollarlo, por el golpe de Estado que, a partir de julio, dio paso a la Guerra Civil (1936-39).
Aza?a se fue quedando progresivamente aislado, sin capacidad para mantener la unidad y el orden en el bando republicano, ante el radicalismo y los conflictos internos de las organizaciones obreras. Refugiado en su papel de intelectual, se permitió reflexionar sobre la guerra en La velada en Benicarló (1937); y defendió la conveniencia de acelerar un final negociado de la contienda, ante la perspectiva inexorable de la derrota (lo cual le enfrentó con Negrín). Perdida la guerra se exilió en Francia y renunció a la Presidencia (1939).
Pablo IglesiasFundador del Partido Socialista Obrero Espa?ol, PSOE (El Ferrol, La Coru?a, 1850 - Madrid, 1925). Huérfano y procedente de una familia pobre, Pablo Iglesias Posse aprendió en el hospicio de Madrid el oficio de tipógrafo, que desempe?aría toda su vida.
Durante el Sexenio Revolucionario (1868-74) se inició en la actividad reivindicativa del movimiento obrero, afiliándose a la primera Internacional (AIT) en 1869 y a la Asociación General del Arte de Imprimir (de la que llegaría a ser presidente) en 1873.
En las luchas desencadenadas dentro de la AIT entre los partidarios de Bakunin y los de Marx, Pablo Iglesias se mantuvo fiel a la línea marxista, minoritaria en Espa?a, creando la Nueva Federación Madrile?a (1872). Tras la Restauración borbónica, condenado el movimiento obrero a la clandestinidad, fundó en Madrid un partido político -el PSOE- junto con un reducido grupo de correligionarios marxistas, la mayor parte de ellos tipógrafos (1879); trató de dotar al nuevo partido de una gran pureza ideológica y moral, lo que contribuyó a mantener muy reducido el número de sus afiliados.
Por esa época Pablo Iglesias empezó a sufrir las represalias patronales por su actividad reivindicativa, quedando excluido de trabajar en los periódicos hasta que fundó el suyo propio, El Socialista, en 1886. En 1888 completó el entramado institucional del socialismo espa?ol al crear el sindicato Unión General de Trabajadores (UGT), aprovechando la apertura para el asociacionismo obrero que supuso el gobierno largo de Sagasta; en 1905 a?adió a estas organizaciones las Juventudes Socialistas.
En los a?os siguientes, partido y sindicato crecieron y se extendieron, abriéndose ?Casas del Pueblo? (sedes socialistas locales) por Madrid, Vizcaya, Asturias, Valencia y Málaga. En 1905 consiguió su primer éxito político significativo, al resultar elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid, junto con otros dos compa?eros socialistas; desde allí lanzaría una campa?a contra la corrupción imperante, de gran impacto popular.
Tras la Semana Trágica de Barcelona (1909), Pablo Iglesias aceptó flexibilizar sus posiciones políticas en aras de una oposición de izquierdas más eficaz, formando la Conjunción Republicano-Socialista; esta alianza le permitió ser elegido diputado por Madrid en las elecciones de 1910. Utilizó aquel primer esca?o socialista de la historia de Espa?a para lanzar fuertes ataques contra el régimen de la Restauración y la dominación política de la burguesía espa?ola, denunciando su inmoralidad.
Problemas de salud le fueron apartando de la actividad política paulatinamente, aunque mantuvo la presidencia, tanto del PSOE como de la UGT, hasta su muerte. En sus últimos a?os asistió al agrio debate entre los socialistas respecto a la Revolución rusa (1917), la consiguiente escisión de los comunistas (1921), la liquidación del régimen parlamentario por el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923) y la posterior colaboración con la dictadura. Aunque dejó al frente de las dos organizaciones a Julián Besteiro, el liderazgo de éste sería mucho más contestado que el de Iglesias, pues no gozaba del carisma del fundador, dividiéndose los socialistas entre los seguidores de Largo Caballero, Prieto y el propio Besteiro.
Dolores Ibárruri [La Pasionaria](Dolores Ibárruri Gómez, llamada la Pasionaria) Dirigente comunista espa?ola (Gallarta, Vizcaya, 1895 - Madrid, 1989). Nacida en una familia minera conservadora, Dolores Ibárruri se interesó por la lucha obrera bajo la influencia de su marido, un militante socialista con el que se casó en 1915.
Desde que pasó a la acción con motivo de la huelga general revolucionaria de 1917, Dolores Ibárruri fue adquiriendo prestigio como oradora y articulista política, a pesar de que había interrumpido muy pronto su formación escolar para ponerse a trabajar como sirvienta.
Impresionada por el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia, Dolores Ibárruri participó junto con la agrupación socialista de Somorrostro, de la que era miembro, en la escisión del PSOE que dio lugar al nacimiento del Partido Comunista de Espa?a (PCE) en 1920, llegando a formar parte de su Comité Central en 1930; en 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del periódico del Partido, Mundo Obrero.
Su activismo de luchadora incansable le llevó a la cárcel por dos veces en 1931-33. Recién elegida diputada por Asturias en 1936, la sublevación de los militares contra el gobierno de la República acrecentó su carisma popular, al desplegar durante la siguiente Guerra Civil (1936-39) una gran actividad de propaganda; su prosa apasionada, sensible y coherente la convirtió en símbolo de la resistencia y combatividad de la Espa?a republicana.
La Pasionaria firmando autógrafos para los soldados
de las brigadas internacionales (1938)
Ya durante la guerra ascendió al segundo lugar en influencia dentro del partido, después de su secretario general, José Díaz. Tras la derrota militar se exilió en la Unión Soviética (1939-77), continuando su labor como representante de Espa?a en la Internacional Comunista. Al morir Díaz en 1942, Pasionaria le sustituyó como secretaria general del PCE, cargo del que sería desplazada por Santiago Carrillo en 1960; se mantuvo, no obstante, en el cargo honorífico de presidenta del Partido.
Dolores Ibárruri regresó a Espa?a tras la muerte de Franco y la transición a la democracia, resultando elegida de nuevo diputada por Asturias (1977). Incluso entonces permaneció aferrada a los viejos ideales del comunismo prosoviético, que apenas tenían ya eco ni en la sociedad espa?ola ni en el PCE; aquejada por problemas de salud, abandonó pronto su esca?o y se retiró de la política activa.
Clara CampoamorPolítica espa?ola, pionera de la militancia feminista (Madrid, 1888 - Lausana, 1972). Procedente de una familia modesta, estudió la carrera de Derecho al mismo tiempo que trabajaba, y se licenció en la Universidad de Madrid en 1924. Al tiempo que ejercía su actividad como abogada, sus inquietudes políticas le llevaron a aproximarse a los socialistas y a fundar una Asociación Femenina Universitaria.
Con el advenimiento de la Segunda República (1931), obtuvo un esca?o de diputada por Madrid en las listas del Partido Radical. Formó parte de la Comisión constitucional, destacando en la discusión que condujo a aprobar el artículo 36, que reconocía por vez primera el derecho de voto a las mujeres.
Los gobiernos de la República le confiaron otros cargos de responsabilidad, como la vicepresidencia de la Comisión de Trabajo, la dirección general de Beneficencia, la participación en la comisión que preparó la reforma del Código Civil o la presencia en la delegación espa?ola ante la Sociedad de Naciones. También fundó una organización llamada Unión Republicana Femenina.
No consiguió renovar su acta de diputada en las elecciones de 1933. Y abandonó Espa?a en 1938, ante la inminente victoria del alzamiento de los militares reaccionarios; el subsiguiente régimen de Franco no le permitió regresar al país, de manera que permaneció exiliada, primero en Argentina, y, desde 1955 hasta su muerte, en Suiza.
Fue una gran valedora de la igualdad de derechos de la mujer, en cuya defensa publicó numerosos escritos (como El derecho femenino en Espa?a de 1936, o La situación jurídica de la mujer espa?ola de 1938).
Niceto Alcalá ZamoraPolítico espa?ol, primer presidente de la Segunda República (Priego, Córdoba, 1877-Buenos Aires, 1949). Participó en la política de la Restauración desde las filas del Partido Liberal, llegando a ser ministro de Fomento (1917-18) y de la Guerra (1922-23) en sendos gobiernos de García Prieto. Su oposición a la dictadura Primo de Rivera le llevó a declararse partidario de la República en 1930, a participar en el Pacto de San Sebastián para derrocar a la monarquía y a presidir el gobierno provisional que se hizo cargo del poder tras la renuncia de Alfonso XIII, el 14 de abril de 1931.
Su presencia en aquel gobierno representaba la adhesión al régimen republicano de sectores conservadores, católicos y de clase media. Pero pronto entró en conflicto con los dirigentes republicanos más avanzados: discrepó sobre todo de la regulación constitucional de las relaciones Iglesia-Estado, hasta el punto de dimitir y ceder la jefatura del gobierno a Aza?a.
No obstante, fue elegido presidente de la República, cargo que ejerció durante cinco a?os con lealtad a la Constitución; durante el primer bienio entró en conflicto con las predominantes fuerzas de izquierdas; pero no fue mucho mejor su relación con los partidos de derechas que triunfaron en las elecciones de 1933 (enfrentamiento con Gil Robles, indulto al general golpista Sanjurjo contra el parecer del gobierno...).
Tras las elecciones de 1936, que dieron el triunfo al Frente Popular, Alcalá Zamora acabó por ser depuesto como presidente, al haber rebasado el número de disoluciones de las Cortes autorizado por la Constitución en un solo mandato presidencial; una vez más, fue Aza?a el encargado de sucederle. Se exilió en París y, más tarde, en Buenos Aires.
En el balance de su actuación política hay que destacar la voluntad de integración que demostró, aceptando lealmente el juego democrático desde posiciones conservadoras; su aspiración de promover una gran opción política de centro que facilitara el consenso estaba condenada al fracaso en una época de tensiones sociales y políticas tan graves como las que acabaron conduciendo -tres meses después de su destitución- a la Guerra Civil.
Alcalá Zamora, famoso por su elocuencia parlamentaria desde las Cortes de la Restauración, fue miembro de la Real Academia Espa?ola y dejó una abundante obra escrita (Tres a?os de experiencia constitucional, Los defectos de la Constitución de 1931, Inventario objetivo de cinco a?os de República...).
Federica Montseny(Federica Montseny Ma?é; Barcelona, 1905 - Toulouse, 1994) Dirigente anarquista espa?ola, una de las figuras más emblemáticas del movimiento obrero espa?ol. Federica Montseny fue, además de la anarquista más conocida en la época que va desde la dictadura de Primo de Rivera a la Guerra Civil (a?os veinte y treinta del siglo XX), una brillante escritora y oradora.
Su vida estuvo marcada tempranamente por la determinante influencia de sus padres: Juan Montseny y Teresa Ma?é (Federico Urales y Soledad Gustavo, según los seudónimos con los que se les conoció en su febril actividad social y propagandística), ambos militantes en las ideas libertarias. En la concepción revolucionaria de Federico Urales, la necesidad de extender la educación a todos los grupos sociales constituía un eje fundamental: la liberación de hombres y mujeres sólo podría alcanzarse por medio de la adquisición de conocimientos. Y así, Federica Montseny obtuvo desde el principio todos las energías y capacidades de sus padres para formarse. Un fuerte sentido de la libertad determinaría, además, todo su proceso de aprendizaje. Libertad personal, poder de decisión, elección de su forma de vida, fueron los cimientos de la idea de mujer que, por otra parte, Teresa Ma?é transmitió a su hija. El teatro, para el que su padre escribió innumerables obras, formó también buena parte de la educación de Federica que, asistiendo también a los cursos libres de la Universidad de Barcelona, completó así una instrucción que la haría desmarcarse ampliamente de las mujeres de su tiempo.
Mítines y manifestaciones formaron también parte de la vida adolescente de Federica. Con apenas doce a?os ya acompa?aba a sus padres en la actividad militante que no abandonó a ninguno en sus agitadas vidas. En el Café Espa?ol conoció Federica a Salvador Seguí, el Noi del Sucre, líder sindicalista del momento, y a Luis Companys, más tarde presidente de la Generalitat catalana. En un mitin por esos días oyó por primera vez a Ángel Pesta?a. Todos ellos, cruciales personajes de la historia social y política de Espa?a, más tarde compartieron con Federica las convulsas luchas obreras y la trágica Guerra Civil.
A finales de 1920, con quince a?os, Federica Montseny escribió su primera novela, Peregrina de amor, que quemó poco después. Al poco tiempo comenzó la redacción de una obra sobre la Barcelona obrera: La tragedia del pueblo, cuyo destino fue también el fuego. A los diecisiete a?os comenzaron sus colaboraciones en la prensa anarquista, utilizando (para no aprovechar la fama de su apellido) un seudónimo: Blanca Montsan. En 1923, con dieciocho a?os, ingresó en la C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo), la gran central sindical anarquista de la época, afiliándose en el sindicato de Oficios Varios de Sarda?ola. Fue en aquel tiempo cuando recibió la oferta de Ángel Pesta?a, a la sazón director del periódico, de colaborar en Solidaridad Obrera, órgano decano de la prensa confederal. Federica tendría desde entonces a su cargo la sección de ?Relieves sociales?.
Federica se incorporó asimismo al equipo director de la Revista Blanca, órgano teórico del anarquismo espa?ol que se publicó bimensualmente entre junio de 1923 y 1936 y en cuya primera época (1898-1905) habían colaborado con asiduidad Unamuno, Clarín, Baroja, Pérez Galdós o Pablo Iglesias. Allí se dio a conocer a través de sus muchos escritos y de los que publicó en otra cabecera anarquista -en este caso semanal-: El luchador. Periódico de sátira, crítica, doctrina y combate. Ambas publicaciones fueron las fuentes más importantes de divulgación de su pensamiento, vertido en unos seiscientos artículos.
Desde 1932 Federica Montseny comenzó a intervenir en diversas giras que, muy usuales en aquellos a?os, recorrían distintas zonas del país divulgando las ideas sindicalistas y revolucionarias. Participó en múltiples mítines, y sus discursos comenzaron pronto a recogerse en panfletos. En 1933 Federica dio a luz a su primera hija (a la que llamó Vida), fruto de la que sería una larga relación con el también militante anarquista Germinal Esgleas. Ello no supuso sin embargo su alejamiento del trabajo organizativo ni literario.
En este último campo, Federica Montseny escribió alrededor de cincuenta relatos para la Revista Blanca en dos series llamadas La Novela Ideal y La Novela Libre. Dos de estos relatos, La victoria y El hijo de Clara, abordaron el problema de la libertad femenina, asunto del que Federica Montseny se ocupó durante toda su vida. A estas obras siguió una tercera, La indomable, novela en buena medida autobiográfica, en la que, como en las anteriores, la autonomía de las mujeres y su derecho al libre albedrío configuraban las bases de la trama.
Miembro destacado de la F.A.I. (Federación Anarquista Ibérica), el ala más radical de la C.N.T., Federica Montseny mantuvo implacablemente un enfrentamiento dialéctico con sus compa?eros del sector más moderado, conocido como ?Treintistas? -por haber firmado el ?Manifiesto de los Treinta?-, lo que la acercó a las posiciones de hombres como García Oliver, Ascaso, Durruti y otros, y la situó frente a dirigentes como Ángel Pesta?a o Joan Peiró.
La crucial cuestión ética que tuvo que enfrentar la C.N.T. a los pocos meses de comenzar la Guerra Civil, durante el gobierno de Largo Caballero, que opuso sus principios anarquistas a la colaboración gubernamental a la que se vio abocada la organización, afectó profundamente a Federica Montseny. En efecto, de los cuatro ministros confederales que fueron nombrados como representantes de la C.N.T. en el gobierno y que ocuparon las carteras de Justicia, Comercio, Sanidad e Industria, uno fue Federica Montseny.
Sus escrúpulos ideológicos y la presión a la que fue sometida por parte del sector más purista para que se negase a aceptar el cargo fueron difíciles de superar. A pesar de ello y de las serias divisiones que la decisión ocasionó en las filas libertarias, Federica -y los otros tres compa?eros- aceptaron, considerando su intervención en el gobierno imprescindible para vertebrar la defensa frente al ejército rebelde.
Federica Montseny se convirtió así en la primera mujer en la historia de Espa?a en ocupar un cargo de esas características. Ostentó el puesto de ministra de Sanidad y Asistencia Social desde el 5 de noviembre de 1936 hasta el 17 de marzo de 1937. Si bien pocas reformas podían acometerse en el contexto turbulento de la guerra y en medio de las inacabables querellas interpartidistas dentro del gobierno, Federica promulgó desde su ministerio un decreto legalizando el aborto. Incorporó también a sus competencias la labor de atención a los refugiados.
Las charlas y las conferencias no dejaron de formar parte de su actividad. Algunas de éstas se publicaron posteriormente, entre ellas El anarquismo militante y la realidad espa?ola o La Comuna de París y la Revolución Espa?ola. Entre los ensayos escritos durante el período de la Guerra Civil cabe resaltar Los precursores: Anselmo Lorenzo, el hombre y la obra, de 1938 (a?o en el que dio a luz a su segundo hijo, Germinal).
El 26 de enero de 1939 toda la familia Montseny partió al exilio francés, huyendo del avance del ejército franquista. En junio de 1940 sufrirían un segundo éxodo: esta vez huían, junto a miles de franceses, de las tropas nazis. El exilio no supuso, no obstante, el fin de la militancia política de Federica Montseny, que se integró en el S.E.R.E. (Servicio de Evacuación de los Refugiados Espa?oles) y colaboró en el embarque de los refugiados en mayor peligro, con destino a América.
Durante los posteriores a?os de la ocupación nazi, un alias, Fanny Germain, sirvió a Federica de protección frente a la persecución de los alemanes, que no obstante la persiguieron hasta la ?Francia Libre?. Detenida finalmente, el hecho de estar nuevamente esperando un hijo la libró de ser enviada a Espa?a, aunque pasó un tiempo en las cárceles francesas. En 1942 nació su tercera hija, Blanca. Tras la liberación de Francia por las tropas aliadas, en noviembre de 1944 los Montseny se instalaron en Toulouse, donde Federica pudo reanudar su trabajo de cara a reorganizar el movimiento libertario de oposición al franquismo.
No fue sino con la restauración de la democracia en Espa?a en 1977, que Federica Montseny pudo regresar a su país. Durante su largo exilio viajó a Suecia, México, Canadá, Inglaterra e Italia, si bien fijó su residencia en Francia, prosiguiendo su actividad militante con múltiples conferencias. Durante este largo período no dejó de publicar diversos títulos, entre los que destacan Mujeres en la cárcel (1949), Cien días de la vida de una mujer (1949), Heroínas (1964). El éxodo. Pasión y muerte de los espa?oles en el exilio (1969) y su libro de memorias Mis primeros cuarenta a?os, aparecido en 1987, cuando contaba ochenta a?os. Fundó asimismo, junto a su compa?ero Germinal Esgleas, el semanario L?Espoir. Falleció el 14 de enero de 1994, a los ochenta y ocho a?os de edad.