Drogas a los 13, cerco policial en los colegios
DROGAS
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ABC <2006-01-23>
Se muerde las u?as y lleva algo descosido el bolsillo derecho del pantalón gris de pa?o. El pelo es, sin duda, estilo ?power? -como llaman entre ellos al peinado con flequillo que cae por media cara, a modo de visillo-, que nada tiene que ver con la cresta, o con el ?look bacala?, al que pone el acento un anémico apéndice capilar que, como un muelle, se suelta desde la nuca. Se cuenta, porque también para ellos esas diferencias son sagradas. O sea, que debe de ser pijo. Un pijo de trece a?os, de uniforme, con una carpeta forrada de recortes de revista y un porro entre sus labios, imberbes, de ni?o. ??Oye, que por fumar no te pueden decir nada! Eso es para el que lo pasa?. Resulta que este ni?ato que no levanta ni dos palmos del suelo ni baja de los cuatro cates por evaluación está puesto en Penal. ??Tú sabes que eso te va a traer muchos problemas??. ?Pues algunos amigos de mi hermano, que tienen 16, fuman desde hace mucho tiempo y no les ha pasado nada?. ??Y ése quién os lo ha dado? -en el grupo hay otros dos alumnos de primero de la ESO, pero uno de ellos tiene un a?o más porque ha repetido-?. ??Uno!?, contestan al unísono. ?Como se enteren vuestros padres, veréis?, se les avisa, pero la amenaza no surte el más mínimo efecto. ?Pues ya veréis cómo lo sepan en el colegio?. Tres cuartos de lo mismo. O no les imponemos ningún respeto o no lo sienten ni por sus padres ni por sus profesores. Nos lo acababa de decir Ignacio Calderón, director de la Fundación Espa?ola </CW>contra la Drogadicción (FAD): ?Las cosas están <CW-10>muy crudas y con tendencia a empeorar. El cannabis y la cocaína se relacionan con un estilo de vida, con el ocio y la diversión. Cada vez los consumidores tienen menos a?os y por lo tanto menos capacidad de decir no. Hay una reducción del riesgo muy grande, una accesibilidad altísima a precios de risa -una papelina cuesta unos 13 euros- y una especie de imaginario social permisivo y tolerante que les lleva a pensar que no pasa nada. A eso se une una sociedad que no tutela: tengo 58 a?os y cuando era peque?o si hacías una pifia en la calle venía alguien y te increpaba y sabías que te la ibas a cargar; ahora eso ha desaparecido y ya pueden estar quemando un banco o estrangulando a una vieja que el que pasa cambia de acera y mira para otro lado?. Por nuestra parte, en esta tarde gélida de Madrid, miramos a izquierda y derecha en el parque en el que nos encontramos junto a estos ni?os porreros y su colegio del distrito de Ciudad Lineal, y lo cierto es que no vemos a un solo policía de los 3.124 agentes que el Ministerio del Interior ha anunciado que se desplegarían por todo el territorio nacional para combatir el menudeo en las inmediaciones de los colegios.
Alcohol sin límites
Una medida que avalan datos como los recogidos por la última Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Ense?anzas Secundarias 2004, que concluye que para un 71,8 por ciento de los estudiantes es fácil conseguir cannabis y su consumo ha aumentado del 18 por ciento en 1994 al 36 por ciento una década después, un salto que ha sido cuádruple en el caso de la cocaína, la segunda droga más consumida por los espa?oles, que ha pasado del 1,7 por ciento hace diez a?os a los 6,8 actuales. Y eso en cuanto a drogas ilegales, por que si hablamos del alcohol, cuyo consumo analiza el mismo informe, amén de que para el 93,8 por ciento hacerse con él es una bagatela, el 58 por ciento declara que alguna vez se ha emborrachado, y un 21 por ciento manifiesta que ha estado ebrio una o dos veces en los últimos 30 días.
Una realidad que lleva a José Sánchez, vicepresidente de Enlace -la Federación Andaluza de Atención a Drogodependientes que aglutina 108 asociaciones-, y además profesor de instituto, a decir a ABC que la medida policial es la respuesta al susto que se han llevado nuestras autoridades a la vista del panorama, pero que ?la reacción a los sustos, a veces, puede tener consecuencias no deseadas. Por los institutos está claro que merodea gente para vender sobre todo cannabis y se ve cierto trapicheo. Pero no sé exactamente en qué va a derivar esa presencia policial, porque si no puede ser visible el trapicheo, se hará más sutil, y entonces se nos escapará más al control. No descartamos que estas redes que ahora operan fuera busquen a jóvenes dentro de las aulas para que hagan de vendedores, y que algunos alumnos pasen de ser consumidores al último eslabón de la venta de las redes criminales?.
?Hay un 36 por ciento de alumnos de Secundaria que, según las encuestas oficiales -a?ade el profesor-, es consumidor de cannabis, y si alguien cree que porque haya presencia policial a las puertas del centro no les va a llegar es que no conoce el problema. Me parece a mí, y nos parece a Enlace, que lo que habría que hacer es distanciar a los jóvenes de las redes criminales y justamente vamos en dirección contraria. No sé si alentando el cultivo de cannabis por el propio consumidor, como ya hay experiencias, podríamos debilitar a las mafias. Pero me temo que las organizaciones distribuyen de todo y empiezan por el cannabis y acaban por lo que sea: si sólo fuera cannabis no sería tan importante el problema, porque cuando los chicos fueran un poco más maduros lo dejarían ellos solos, pero ahora tenemos a ese 36 por ciento en contacto con redes criminales, y muchos son fracasados en el colegio y con conflictos, presas fáciles para ser captados por la organización tanto para la venta como para otros delitos. Como meta, habría que proponerse el separar estas redes de la población escolar y eso sólo se podría hacer cambiando la estrategia de represión?.
Y ante las pegas que le van saliendo al cerco policial al trapicheo de droga en los colegios, el comisario Jesús María Corral, responsable del plan, responde que ?todo el mundo actúa un poco egoístamente queriendo que la pelota esté fuera de su propio tejado, pero no creo factible que las redes se introduzcan dentro del colegio si éste funciona como tal. Es decir, si hay un control de las actividades; pero si el profesor se limita a transmitir unos conocimientos intelectuales y se desentiende de todo lo demás, que es realmente la base de un proceso formativo y educativo, ya no estamos hablando sólo de la necesidad de una instrucción policial. Depende del colegio y del maestro. Desde luego, veo a la población docente muy preocupada porque los jóvenes de hasta 16 a?os, que en principio es una edad superior a la que ellos estaban acostumbrados a manejar, tienen un grado mayor de libertades, y por tanto más posibilidades de libertinaje. Eso implica una readaptación de los cuadros docentes a la nueva realidad. En el equipo multidisciplinar del Plan Nacional de Drogas vemos que es necesario controlar la difusión de droga ahí donde está. Ha sido un error durante muchos a?os preocuparse únicamente de ir a por el gran traficante, a por las grandes estructuras, y no a por el peque?o. Estamos ante un problema que hay que atajar en todas partes y que no admite situaciones intermedias?.
Luego a?ade que el riesgo de que los tentáculos de estas organizaciones criminales atraviesen las paredes del colegio ?no es una cosa que vea en el plazo inmediato, pero si no se actúa a medio o largo plazo habría que fijarse en otros países que han sufrido esa evolución y cómo han actuado, y también observar a los que han progresado en sentido contrario. No sería descartable, pero la actividad que nace con este plan es precisamente con la intención de evitarlo?.
Ni?os ?camellos?
El comisario Corral, que además de miembro del Cuerpo Nacional de Policía es pedagogo y psicólogo, es consciente de la limitación de medios en las comisarías, que son las que tienen que poner en práctica las ideas del ministerio, para cuyo titular es ?básico en este momento hacer más hincapié en el menudeo, en los centros de ocio y en aquellos lugares en donde hay afluencia de nuevos consumidores. Ante la novedad del decremento de la edad de inicio, los 12 y 13 a?os, en que pasan la mayor parte del tiempo en el colegio, lógicamente hay que poner las trabas a la oferta allí, esto es a los "camellos", que muchas veces son ellos mismos?.
Después Corral apunta que ?al final, el ni?o que tiene una conducta irregular es un ni?o que empieza con un fracaso en el ámbito de la familia. Cuando haces un estudio retrospectivo de aquellos que a los 18, 20 ó 25 a?os son delincuentes ves que el primer antecedente siempre es un problema en la convivencia familiar. Y ahora también es la ausencia de esa familia, de tal manera que la influencia que recibe es la del modelo de sus compa?eros de clase, de la calle, el de sus colegas, porque sus padres sencillamente no están?.
Un desentendimiento que llega a poner los pelos de punta: Asunción Velasco, de CVA, relata cómo durante la realización de una encuesta entre 200 ni?os de 10 a 12 a?os, sobre cómo perciben la ausencia de los padres y esa quimera de la conciliación familia y trabajo, se toparon con el caso de un ni?o de tres a?os al que el conserje del colegio halló solo tras la valla de tres metros. El crío, callado e inmóvil, tenía un folio pegado en el pecho: ?Le he tenido que dejar, perdía el puente aéreo?. Eran las 7,35 de la ma?ana de un día más.
Luego Velasco cuenta cómo ?el 64 por ciento de los ni?os confiesa que querría estar más con su madre y el 79 con su padre; el 37 por ciento siente tristeza cuando llega a casa y no están sus progenitores y el 40 por ciento prefiriría que ganaran menos y estuvieran más tiempo con ellos?.
Los padres ausentes
O al menos se preocuparan más: Celia, directora del teléfono gratuito 900 16 15 15 de FAD para consulta y atención a dudas y problemas relacionados con la droga, subraya que de las más de 14.000 llamadas recibidas durante el a?o pasado sólo un 4,9 por ciento fueron de padres frente a un 20, 1 de madres y un 20, 2 de afectados. ?Y además -subraya- cuando el padre lo hace, suele ser un ultimátum: ?Indíqueme un centro para ingresar a mi hijo?.
Las cuestiones sobre menores al teléfono de FAD están relacionadas sobre todo con el cannabis y la cocaína, ?donde hemos encontrado casos complicados de hasta trece a?os. Son llamadas angustiadas, dramáticas, de familias normalizadas que nunca han tenido que ver con la red pública de asistencia social. Ante todo les decimos que no están solas?.
?Es un río constante de llamadas -insiste Ignacio Calderón, director de FAD-. Son familias destrozadas. Hablamos de consumidores de 13 y 14 a?os a?os, que están en el colegio y que el fin de semana salen ya un poquito, y el problema está en el entorno en que se mueven, cuando empiezan a entrar en contacto con los grupos propios que son los que manejan. La familia pierde una enorme capacidad de control, lo mismo que el colegio, y lo gana el grupo de iguales, en donde las drogas en vez de marginar como ocurría antes, ahora casi integran. Hay que reírse, hay que ligar y desinhibirse, y eso con la máxima intensidad y ahora mismo porque lo aplazado no cuenta. Frente a esto, el Ministerio del Interior adopta medidas con una visibilidad inmediata. Pero eso tiene que ir complementado con medidas de verdad que son las que son complicadas y no se toman, y que van contra la demanda y directamente a la razón de porqué los chicos se drogan con 13 a?os?.
Nadie quiere saber nada
Hace falta, pues, que a esos 3.000 policías que cercan la oferta a las puertas de los colegios, y así lo ha pedido Luciano Poyato, presidente de UNAD (Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente), se sumen 3.000 educadores, psicólogos, trabajadores sociales y mediadores. Que la sociedad se ponga en pie y eche un ?Órdago?: así han denominado en EDEX, asociación de ayuda al toxicómano que actúa desde el País Vasco, a su programa de prevención para ni?os entre 12 y 16 a?os. Su director, Juan Carlos Melero, advierte del panorama que se da en los colegios, un mensaje para aquellos padres que delegan la educación de los hijos en los maestros: ?Los profesores de secundaria son más reacios a salirse de la propia asignatura y también ellos piensan que educar es función de la familia o del Estado. ?Alguien puede creerse que en una hora de tutoría se puede hacer algo? El aprendizaje para decir no a las drogas es mucho más complejo. Estamos ante una situación muy delicada y sólo cabe la determinación política de impulsar la prevención en la escuela. Los datos están ahí y no hay que perder más tiempo?.
Menuda diferencia de cuando yo tenia 13 a?os, a a?os luz de estos chavalitos, cuanta inocencia, pero que feliz era!