¿Tuvo sexo con activistas el policía infiltrado por orden de sus superiores?
Una joven que mantuvo encuentros sexuales con el tatuado agente ha planteado una situación de «violación» si esas relaciones se produjeron en el ejercicio de su trabajo
EMILI J. BLASCO / LONDRES
Día 12/01/2011 -
Las relaciones sexuales que Mark Kennedy, agente de Scotland Yard infiltrado entre grupos de activistas ecologistas y antiglobalización, mantuvo con mujeres militantes de ese entorno... ¿Fueron una táctica ordenada o conocida por sus superiores para que estuviera mejor camuflado y obtuviera más información?
La pregunta la ha hecho el Parlamento británico, que a raíz de este caso está cuestionando la ética de la labor de infiltración de agentes secretos. Kennedy no sólo era testigo de las acciones de protesta, sino que contribuyó a acentuarlas, ayudando además a crear desórdenes en otros países. En el Parlamento alemán también se ha pedido información sobre las actividades de Kennedy, que actuaba con el nombre falso de Mark Stone y viajó a una veintena de países, entre ellos Alemania.
El morbo está servido
El aspecto humano del caso ha interesado enormemente a la prensa británica. Primero fue la decisión de Kennedy de “cambiar de bando” y ofrecer su ayuda como testigo a varios activistas que iban a ser juzgados por planificar la paralización de una central térmica, lo que llevó al fiscal a retirar los cargos ante el temor de ciertas revelaciones. Ahora ha saltado la información sobre las relaciones sexuales del agente, quien dejó Scotland Yard el año pasado, unos meses antes de que varios compañeros ecologistas descubrieran su doble juego.
Una joven que mantuvo una veintena de encuentros sexuales con el tatuado y melenudo agente ha planteado una situación de “violación” si esas relaciones fueron propiciadas por Kennedy en ejercicio de su trabajo. “Si alguien ha sido pagado por tener sexo conmigo, esto me lleva a sentirme como si hubiera sido violada”, indicó Anne a “The Guardian”, sin revelar su completa identidad.
El primer encuentro sexual lo mantuvieron en la casa de Kennedy en Nottingham, cuando ella tenía 21 años. Anne asegura que él “estaba viendo a otras en ese momento” y cree que en los siete años que el agente estuvo infiltrado, éste sostuvo relaciones con unas cuantas mujeres.
Dos altos responsables policiales han indicado al Parlamento que la conducta de los oficiales infiltrados es supervisada y sujeta a control. Esta afirmación estaba orientada a presentar como “realmente inusual el cambio de bando” operado por Kennedy, aunque también abre la puerta a que la labor de Romeo, táctica hecha famosa por los servicios de espionaje del Este durante la Guerra Fría, forme parte del manual de instrucciones de policías camuflados.