Codazos entre la policía y la Ertzaintza
TERRORISMO
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Interviu <2006-01-25>
La Ertzaintza adoptó hace un mes medidas que cortaban radicalmente cualquier tipo de colaboración con la Policía. Fue una decisión de Mikel Legarda, viceconsejero de Seguridad del Gobierno vasco, como represalia por lo que consideró un comportamiento de mala fe y un intrusismo en su trabajo por parte de la Comisaría General de Información, que dirige Telesforo Rubio. Los hechos que llevaron a esa situación ponen en evidencia la falta de confianza y de coordinación entre las diversas policías, no sólo entre las dos citadas, sino también con la Guardia Civil.
Los acontecimientos comienzan antes de la explosión de un paquete bomba colocado por la banda terrorista ETA hace poco más de dos meses ?los datos concretos no son revelados para no entorpecer la instrucción policial?. Inmediatamente, se ponen en marcha varias investigaciones para tratar de buscar a los responsables, algunas de las cuales van dirigidas a identificar la voz anónima que avisa al diario Gara de la colocación del artefacto. Sin ningún tipo de colaboración, la Ertzaintza, la Guardia Civil y la Policía Nacional intentan localizar la llamada, que ha sido realizada desde un teléfono móvil con tarjeta de prepago. La Ertzaintza tardó poco tiempo en ponerle rostro al personaje que reivindicó el atentado y pidió a la Audiencia Nacional la apertura de diligencias que les permitiera controlar las comunicaciones y seguir con plenos derechos la pista del miembro de la banda.
Paralelamente, la policía y la Guardia Civil comenzaron sus investigaciones, también sin intercambiar información entre ellos. De hecho, cuando la Guardia Civil identifica la tienda donde fue comprada la tarjeta de prepago y acude a hablar con el propietario, éste les informa de que funcionarios de policía ya han estado allí.
Las primeras sospechas contrastadas de los tres cuerpos respecto a que no son los únicos que están siguiendo al objetivo se produce a mediados de noviembre en Tolosa (Guipúzcoa), donde la excesiva presencia de agentes camuflados de los tres cuerpos enciende las luces de alarma. Pero no pasa nada, para ellos es algo habitual esta forma de trabajar.
Sin embargo, a mediados de noviembre la situación se complica. El miembro de ETA abandona la zona y se dirige a Francia. Rápidamente, los funcionarios de la policía se ponen en contacto con sus colegas franceses para avisarles de que están siguiendo a un sospechoso relacionado con la banda y que necesitan actuar en suelo galo. En poco tiempo, montan dos dispositivos conjuntos hispano-franceses para seguir al sospechoso.
Al día siguiente, cuando están desplegados en el pueblo francés de Tarnos, a seis kilómetros de Bayona, 15 de Biarritz y 25 de San Juan de Luz, se quedan sorprendidos por la presencia de tres coches sospechosos. Piden información sobre ellos y descubren que uno es un coche alquilado ?forma habitual de actuar de los agentes de la Guardia Civil cuando se mueven por Francia? y que los otros dos tienen matrículas registradas por el Gobierno vasco. Los policías franceses se dirigen a los tres coches y les piden que abandonen la zona.
Los guardias civiles no vuelven a ser vistos y los de la Ertzaintza simulan hacer caso, pero vuelven a ser descubiertos, por lo que son nuevamente advertidos por los policías franceses de que abandonen la zona, recordándoles que no tienen autorización para moverse en suelo galo.
Los agentes de la Ertzaintza se quedan muy molestos y regresan a Espa?a. Ellos son los que han iniciado la investigación, los que han descubierto las primeras pistas, los que han encontrado la identidad del etarra y, además, están amparados por las diligencias judiciales abiertas en la Audiencia Nacional. Pero eso no les sirve para nada: la Comisaría General de Información ha jugado duro y se ha entrometido en su investigación. Para ellos no existen dudas sobre cómo han trabajado los policías: les han ?robado? los datos de sus primeras indagaciones leyendo el sumario abierto en la Audiencia Nacional.
Los policías piensan otra cosa bien distinta. Aseguran que sus propias investigaciones les han llevado a identificar al miembro de ETA, ya que desde el atentado que tuvo lugar el 24 de septiembre de 2005 contra un polígono industrial de Ávila cercano a la Academia de Policía, estaban siguiendo esa pista, que por lo tanto encuadran en una investigación mucho mayor. Además, recuerdan que la Ertzaintza no tiene competencias para actuar fuera de su territorio, y que sólo la policía puede hacerlo en el extranjero.
Mikel Legarda, el viceconsejero vasco de Seguridad, se molestó enormemente por la expulsión de su gente y estableció una ruptura con la policía en colaboración antiterrorista. Una medida soterrada, no oficial, que llevó a los altos cargos del Ministerio del Interior a pedir explicaciones sobre lo ocurrido a Telesforo Rubio. El comisario explicó la versión de que ellos estaban siguiendo el asunto desde antes y que no les habían robado los datos. Para calmar los ánimos, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Paulino Luesma, tuvo que contactar con Legarda. Consultada la Consejería de Interior del Gobierno vasco sobre los acontecimientos desvelados y el malestar existente, un portavoz se limitó a aclarar: ?No tenemos nada que decir?.
Actualmente las relaciones Ertzaintza-Policía Nacional siguen tensas. Y entre la policía y la Guardia Civil son mejores, aunque la colaboración sobre el terreno sigue siendo bastante escasa. En el caso de la persona que advertía de la colocación de paquetes bomba todo se solucionó con una orden del Ministerio del Interior para que la Guardia Civil abandonara el caso. Lo ha hecho? oficialmente.
Fernando Rueda