¿Estaban pagando lo suficiente las eléctricas para, después, gestionar sus residuos y desmontar las centrales nucleares?
Esto es lo que se ha puesto de manifiesto con el informe anual de Enresa: no estaban pagando lo suficiente, no se había actualizado su tasa y eso es lo que hicimos en diciembre pasado incrementándola un 20%. Una tasa que no supone un aumento del precio final de la electricidad, sino que, más bien, va contra el beneficio de los generadores de electricidad.
En este sentido, el acuerdo de gobierno del PSOE con Unidas Podemos prometió atajar los llamados “beneficios caídos del cielo” de las eléctricas. ¿Cuáles son sus planes al respecto?
Esa tasa Enresa actualizada es financiada en gran medida por una parte de esos beneficios creados por la diferencia entre el precio único final de la energía que se marca en el mercado y lo que cuesta generar electricidad, según la tecnología utilizada. En estos momentos, y yo creo que este año va a ser fundamental para ello, lo que tenemos que entender –y velar para hacerlo con cuidado– es cómo está cambiando rápidamente la evolución del mercado eléctrico de los sistemas de fijación de precios.
La DANA de septiembre o la tormenta Gloria nos han puesto ante la nueva realidad de España: el litoral está muy indefenso ante episodios extremos cada vez más frecuentes. ¿Van a revisar las concesiones de ocupación en la costa?
No cabe engañar a la gente, que fue lo que ocurrió en 2013 y 2014 [con la reforma de la ley de Costas del PP] ni intentar engañar a la naturaleza, porque, llega la ola y deslinda. Se acabó. Se ponga como se ponga, contra la naturaleza es muy difícil hacer trampas. Pero hay que ser cuidadosos con respecto a la previsibilidad y a la preocupación que puedan tener los ciudadanos a los que no se les puede marear con cambios drásticos en muy poco tiempo.
Esto nos obliga a pensar con cuidado cuáles son las cosas que, en todo caso, es imposible pensar más allá de una prórroga hasta el límite máximo que permite la Constitución. Y, segundo, de qué modo se facilitan mecanismos de alternativas. Nos podemos encontrar con ciudadanos que tienen poca alternativa para poder preservar sus bienes básicos y lo que hay que pensar es una reordenación del espacio del espacio urbano, que muchas veces están ocupando clarísimamente la playa. No una zona dudosa, no: la playa. Yo creo que esto nos exige responsabilidad, acompañamiento y un debate social que no siempre será fácil.
¿Habrá reforma de la ley de Costas?
Sí, habrá modificación de la ley de Costas. Hay mucho desorden en la costa y estamos gestionando con mucha prudencia la solución de ese desorden. Hay razones objetivas por las que nos conviene preservar la costa y no solamente un motivo ambiental. Por un motivo de seguridad pública de primer orden. Por tanto, hay que pensar en una recuperación de la línea de costa. Insisto, por razones de seguridad de las infraestructuras, de seguridad de las personas en escenarios que cada vez son más virulentos y frecuentes.
VÍDEO: Alejandro Navarro Bustamante, Nando Ochando
¿Cuánto gastamos en reparar el litoral para que luego vuelva a destruirse?
Es difícil de contestar pero, en todo caso, mucho más dinero del que la gente piensa porque hay dinero de seguros –privados y públicos–, hay dinero de distintas administraciones y hay dinero de los particulares que afrontan en muchas ocasiones sus propios gastos. A veces, precisamente los que más gastos tienen que afrontar son los que menos recursos tienen. Es una cantidad de recursos colectiva puesta en algo que se acaba volviendo a llevar el mar.
No tiene sentido empeñarnos en luchar contra la naturaleza. Más vale pensar con tiempo, con prudencia. En determinados casos habrá que construir infraestructuras de protección porque no queda más alternativa, pero en otros hay que pensar con cuidado y dejar una renaturalización del espacio y una cierta regresión de la línea construida.
Respecto al agua, pero dulce, ¿van a lanzar la transición hidrológica para adecuar los usos a los recursos cada vez más escasos?
Efectivamente, va a haber cambios muy importantes en el modo en el que abordemos nuestra relación con el agua. Ya no basta con tener escenarios de disponibilidad de aguas, sino que tenemos que prepararnos para la gestión de escenarios extremos, de mucha agua o de poca agua, y que además puede haber una variación de tiempo muy pequeña entre un escenario y otro.
¿Cuál es la principal preocupación?
Pondremos un énfasis muy particular en el cumplimiento de los parámetros de calidad del agua. Es muy duro, y no nos lo podemos permitir, que España siga teniendo un nivel de depuración y saneamiento muy por debajo de lo que corresponde a un país de nuestro entorno. Y tiene poco sentido pensar que se puede usar el agua, ensuciar, depurar y volver a ensuciar.
Se pueden tomar decisiones respecto al tipo de fertilizantes o biocidas que empleamos, otras que tienen que ver con la presencia creciente de contaminación por nuevas nuevas sustancias como pueden ser antibióticos o microplásticos. Eso nos obliga a repensar el empleo de algunas de estas sustancias o los sistemas de depuración que utilizamos.
¿Espera una nueva guerra del agua con algunas comunidades de regantes del Levante y el sureste peninsular por esto?
Ellos saben que tiene que haber una planificación diferente porque sufren las consecuencias del exceso y del defecto de agua. También entienden que España está en una mala situación de cara al cumplimiento de las obligaciones europeas en materia de calidad del agua, de presencia de nitratos o de purines, amoniaco, etcétera en el agua. Es decir, de sustancias que tienen mucho que ver con los materiales empleados en agricultura. Les he dicho que me parece importante que ellos también se sumaran a una asunción de responsabilidad en la gestión de las respuestas. Estamos abordando una transformación muy importante que me parece que entienden aunque necesiten también sus tiempos para acomodarse a todo ello.
Una de las consecuencias del desgobierno del agua ha sido el colapso ecológico en el Mar Menor ¿Cree que se va a salvar?
Para mí, en general para el Gobierno, pero yo diría que para el conjunto de la sociedad murciana ésta es una cuestión que no admite más que una respuesta: hay que salvar el Mar Menor que simboliza, a escala distinta, al mar Mediterráneo. Es decir, una serie de presiones no controladas –como si no existiera el problema– durante muchas décadas que acaba generando una implosión delante de nosotros y con una sensación de impotencia grande. Pero, lo que no vale es contar cuentos de hadas.
¿En qué sentido?
No puede decirse que vino algún episodio divino que nos generó el problema. Hemos tenido muchas presiones muy distintas, acumuladas durante demasiado tiempo y con todo el mundo mirando para otro lado. Y esto hay que abordarlo con seriedad y con medidas estructurales donde vienen las grandes amenazas que generan el problema para el mar y de donde deben venir también las soluciones que es de tierra firme. El uso de fertilizantes nitrogenados es claramente inviable en ese espacio. La ocupación por superficies agrícolas de regadío probablemente tenga que ser revisada y limitada. Habrá que pensar qué ocurre con todo el acuífero, que es muy difícil que el ciclo natural de recuperación permita una regeneración a corto plazo si no se le ayuda.
O sea que hay que ver qué ocurre y hay que pensar qué pasa con las presiones urbanísticas, de depuración o de la ladera de la sierra minera. Todo esto es agua, costas, pero sobre todo se trata de actividades que tienen mucho que ver con el Gobierno regional.
¿Está colaborando el Gobierno de Murcia?
El Gobierno de Murcia ha hecho cosas un poco pintorescas. La primera decir "págueme usted todo. Me bombea el agua del acuífero que está llena de nitrógeno [de los fertilizantes] me la lleva algún sitio y la depura y el agua la volvemos a utilizar para regar, con fertilizantes". Habrá soluciones más sencillas que cuesten menos...
Yo creo que el Gobierno de Murcia está, por una parte, un tanto asustado de la magnitud del desastre y de la importancia de las reformas estructurales y no acaba de dar el paso de asumir sus responsabilidades en cómo puede contribuir a resolver esto. No digo que se nieguen a trabajar por ello, pero cuesta mucho avanzar en la misma dirección y con el mismo diagnóstico. Y creo que siguen pensando en que existen los Reyes Magos.
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Mientras, en otro lugar de importancia crucial como Doñana se ciernen proyectos de autovía, depósitos de gas y extracción de agua masiva...¿está en peligro?
Doñana es un espacio sobre el que es imposible que nadie acepte incrementar ningún tipo de presión adicional. Soy un poco más optimista: creo que no se va a construir esa carretera que inicialmente se anunció. Los almacenes de gas no tienen ningún recorrido, ninguna viabilidad, y se va entendiendo que lo que hay que hacer es reducir las presiones como las extracciones ilegales de agua. A la par considero importante que se desarrollen políticas activas que acompañen la generación de oportunidades y no que la gente, los vecinos, vean que es cuestión de supervivencia sacar agua aunque sea ilegal, porque si no, no llegan a fin de mes.
¿Prevé algún tipo de impuesto, algún tipo de medida para disuadir el uso del plástico?
Es una de las cuestiones que se plantean a nivel europeo y es una de las cuestiones que se plantean también a nivel nacional: imponer una figura, un tributo a los plásticos de un solo uso como una medida, por una parte, disuasoria, pero por otra para dar cobertura a los costes muy grandes que provoca desde el punto de vista ambiental y de la salud pública.
España es uno de los países con más kilómetros de alta velocidad de Europa. ¿Tiene un plan para incentivar el uso de trenes que son menos contaminantes frente al avión en trayectos donde existen alternativas?
Hemos asistido a una modificación muy interesante en la nomenclatura de los ministerios. Ya no hablamos del fomento de las obras públicas, sino que hablamos del transporte, la movilidad sostenible y la agenda urbana que están íntimamente relacionadas y tienen un enfoque muy diferente. Es decir, el planteamiento de la intermodalidad, de las alternativas sostenibles en nuestros modos de transporte y de las infraestructuras necesarias para una movilidad diferente.
Al mismo tiempo se está produciendo un cambio muy importante en la mentalidad y en las demandas de los usuarios. A mí me parece que esa combinación de facilitar el tipo de movilidad que queremos, con ese aprendizaje social en el que la gente con espíritu crítico tome decisiones con respecto a sus propias opciones, es una buena cosa.
¿Van a tomar alguna medida fiscal con las líneas aéreas?
Esto forma parte del paquete que mi colega la ministra de Hacienda seguro que en breve dará a conocer, pero España sigue muy por debajo en términos de fiscalidad ambiental del promedio de la Unión Europea y de la OCDE.
La aviación muy posiblemente sea uno de esos espacios en los que, hasta la fecha, y a pesar de los crecimientos importantísimos que ha venido manteniendo a lo largo de décadas en sus cifras de negocio y en su actividad como sector, ha estado por debajo en cuanto a fiscalidad respecto a otros sectores que no han crecido tanto. O sea, que algún tipo de respuesta seguramente se produzca. Con total comprensión, como ocurría con el caso del gasóleo para uso profesional, para aquellos trayectos en los que la alternativa no es posible o no es exigible.
Usted también es ministra de Reto Demográfico, ¿Es compatible esa transición ecológica con que no abandonemos gran parte de nuestro territorio que vivía de las antiguas formas de producción y de agricultura?
Yo creo que es que es compatible e imprescindible. Durante décadas hemos hecho las cuentas mal y hemos pensado que la economía iría bien, incluso si nos cargamos el capital físico que lo sustentaba o si nos olvidamos de las personas que producían o consumían. Y eso ha generado distorsiones muy grandes en términos de desigualdad o vulnerabilidad social, en determinados casos con un monocultivo industrial o económico que no permitía generar otras alternativas en la zona y a costa, como digo, de destrucción del capital físico.
Y eso es lo que tenemos que corregir en gran medida. Hoy no podemos pensar en una agenda ambiental que no lo sea a la vez social y de oportunidades económicas. Probablemente no se resuelva en una legislatura, pero sí que toca en esta legislatura reorientar y asentar las bases para pensar en un futuro mucho más sensato para nuestros hijos y nietos.
La entrevista completa a Teresa Ribera
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