El no poner suficientes rastreadores es una forma de ocultación intencionada y les ha salido mal porque ahora se está disparando el contagio y no pueden alegar desconocimiento.
Ayuso no está destinando recursos a combatir el rebrote, ni ha reforzado la atención primaria ni tampoco ha contratado rastreadores que siguen siendo 180, y sin un seguimiento de los contagios se dispararán.
Estos gestores creen que imponiendo la mascarilla a todo bicho viviente y en las vías públicas van a poder derrotar a un virus que se ha demostrado cabrón, cuando además la OMS no avala el uso de ellas en los espacios abiertos por no ser un punto de contagio elevado, sin embargo, las 16 comunidades han visto en la mascarilla el sumun de la actuación, cuando en realidad es que es efectiva en espacios cerrados pero si no se acompaña de un seguimiento de los contagios no va a servir de nada.
Y el obligar a la gente sentada n una terrazaque estén mascarilla para arriba, mascarilla para abajo es de nota.
Escaso uso de la mascarilla en las terrazas de Madrid en el primer día de su obligatoriedad: "Si no me la quito me asfixio" GABRIELA MONTERO
Madrid
Jueves, 30 julio 2020 - 16:45
Madrid ha estrenado hoy las nuevas medidas antiCovid impuestas por el Gobierno regional para evitar un segundo repunte, entre ellas la obligatoriedad de llevar la mascarilla, incluso en las terrazas. En las calles la mayoría de gente utiliza bien las mascarillas, pero en las terrazas de bares y restaurantes no. Es más, casi nadie las usa, ya sea porque están fumando o con una bebida en la mesa. La mayoría de los clientes no se la quitan para tomar algo y se la ponen nuevamente, directamente no la usan.
Patricia Ortega espera a un autobús en Gran Vía y dice estar de acuerdo con las medidas adoptadas por las autoridades, aunque reconoce que las altas temperaturas de verano hacen que el uso de la mascarilla sea algo incómodo. "Hay momentos en los que tengo que quitármela porque siento que me asfixio, pero intento hacerlo lo menos posible. El virus está en todo lado y tenemos que protegernos", dice. Pese a que ella perdió su trabajo a causa de la pandemia, piensa que las nuevas disposiciones para los bares de copas y terrazas ayudarán a prevenir los contagios.
Johanna Gebbia tiene un local de comida y desayunos en la calle Hortaleza, en Chueca. Desde su reapertura la afluencia de gente ha disminuido considerablemente, "casi el 50% menos". Cree que estas nuevas normas la perjudicarán aún más. "Este será un verano complicado", afirma. Pese a ello, es consciente de que era necesario tomar estas decisiones. "De alguna manera todos tenemos que apoyar a controlar el rebrote".
Iván y María son dueños de dos terrazas en Malasaña. Para ellos no están claras las nuevas disposiciones dictadas por el gobierno regional. "Todavía no sabemos cuándo se debe utilizar y cuándo no la mascarilla en las terrazas. Las autoridades no han explicado bien este tema", dicen. Pese a los problemas que la pandemia ha arrastrado, ambos se consideran afortunados porque no han perdido clientes. "En este barrio no ha disminuido mucho la actividad para quienes tenemos terrazas. Ya con los bares de copas y las discotecas la realidad es otra. Ellos sí que se han visto afectados", comentan.
A un lado de la Plaza Dos de Mayo, Carolina Ramos se resguardaba del sol bajo un paraguas, mientras esperaba por un amigo. Ella, al contrario de la mayoría, cree que las medidas son excesivas. "Lo entiendo pero no me convencen. El uso de la mascarilla es muy agobiante. Creo que mientras se pueda respetar la distancia de dos metros de seguridad es suficiente", dice la joven.
Ramsés López piensa justo lo contrario. "Lo que estamos viendo no es nada esperanzador, las cosas se están complicando", comentaba mientras tomaba un refresco esta mañana en la plaza de Chueca. Él apoya las medidas, aunque sabe que traerán complicaciones. "Estamos en una disyuntiva: economía frente a salud. Pero si la gente fuera más consciente de lo que ocurre, si fuéramos más responsables, no habría que tomar estas medidas. Pero como no lo somos, hay que sacrificarse", dice.
Santiago Germides y María Luisa Román jugaban en el parque con sus dos nietos. Desde que la alerta por la Covid empezó, ambos utilizan su tapabocas en todo momento. "Esto es algo que se debió haber exigido desde hace mucho tiempo, desde el inicio, y no desde ahora que está la cosa complicada", comenta Román. "Y eso que Madrid es de las ciudades que más ha cumplido con la norma. Pero ya ves cómo estamos ahora", agrega Germides. Para los dos, lo importante ahora es controlar los botellones que se vendrán por la restricción de horarios en los locales de restauración y de ocio nocturno. "Los jóvenes se piensan que ellos no pueden contagiarse y al final son quienes más daño nos hacen", reclaman.
Aparte del uso obligatorio de las mascarillas, desde hoy quedan prohibidas además las reuniones de más de diez personas y los bares, terrazas y discotecas deben cerrar a la 1.30 de la madrugada, lo que va a provocar una grave crisis el sector, según denuncian desde varias asociaciones de empresarios.
