Mossos de Viella: un cuerpo a la intemperie janot guil / barcelona
Día 11/02/2013 - 11.25h
Un grupo de Mossos cumple una semana durmiendo al raso en Viella porque no se pueden pagar un alojamiento. Nadie les da cobijo y hasta han sido víctimas de una agresión
Los mossos duermen en la intemperie, en la nevada Viella
Desde el el pasado lunes, la rutina de Albert Mesa y otros siete compañeros suyos es casi la de un «homeless». Albert termina su turno de trabajo en la gélida Viella (Lérida), en la esquina noroeste de los Pirineos catalanes, a las siete de la tarde. Hace planes para cenar, en la misma sede del curro con fiambreras o en un lugar asequible, y a eso de las diez de la noche toca dormir. Su cama: un saco y un aislante. Su dormitorio: los soportales de la plaza donde se ubica el Ayuntamiento de la capital de la comarca del Valle de Arán.
En la intemperie, con temperaturas de -5 cinco grados. Cae la nieve... y el ánimo. «Yo ya estoy resfriado y espero que ninguno de nosotros no se ponga peor por el frío, porque entonces nos plantearíamos acciones penales». ¿Contra quién? Contra la Consejería de Interior del Gobierno catalán. Porque Albert y sus compañeros son Mossos d’Esquadra.
Desde hoy hace una semana, Albert Mesa, cabo de la policía autonómica catalana y otros siete agentes destinados en la región policial del Pirineo Occidental duermen acampados al raso en la nevada Viella, donde está la comisaría en la que trabajan. Pernoctan a la intemperie porque su sueldo —que en los últimos años ha menguado en un 15% con varios recortes de la Generalitat—, no les alcanza para pagarse un alojamiento en este municipio. Y menos aún, en temporada alta, de esquí.
Y es que los acampados, como el 70 por ciento de la cincuentena de mossos que trabajan en Viella, viven lejos de allí. En las provincias de Barcelona —a 300 kilómetros—, como Albert, en Tarragona, Gerona... Imposible ir y venir cada día. E imposible costear ahora su vivienda habitual, el desplazamiento para acudir al trabajo y una segunda residencia en Viella.
Ellos no cobran complementos por trabajar lejos, como otros cuerpos policiales; como los propios Mossos hace años. «Hasta el año 1996, los Mossos destinados en Viella cobraban un plus de 80.000 pesetas y tenían pagado el alojamiento en un hotel a pensión completa», explica a este diario Mesa, que ejerce de delegado en Viella del Sindicat de Policia de Catalunya (SPC).
Ahora, rendidos al realismo ante la crisis, no aspiran a estos pluses. Sólo piden que la Consejería de Interior les deje pernoctar bajo techo. Si no en la misma comisaría, en una residencia de la población de Les que está cerrada, en la caserna de la Guardia Civil de Bòssost. «Difícil que acepten, y menos lo de la Guardia Civil...»
Han pedido el traslado a otro destino, pero no confía en que se lo den. Ante el enquiste de la polémica, Mesa avanza que proseguirán su acampada. Aunque no siempre en el mismo lugar, pues, como buen paria, no son bien recibidos por ninguna autoridad. Incluso han sido víctimas de una agresión.
No les dejaron dormir en comisaría y se instalaron delante, en un descampado. A los dos días, el Ayuntamiento mandó desalojarlos porque incumplían la ordenanza cívica y se fueron a dormir bajo los soportales de la plaza que abraza la sede sonsistorial. «El alcalde apeló a la ordenanza cuando nunca se había utilizado en otras acampadas», se queja Mesa.
El agente dedica un aparte al primer edil de Viella, Alex Moga, que es también diputado por CiU en el Parlament de Cataluña. «Para ir al Parlament a Barcelona, él si que puede cobrar». Concretamente, según ha comprobado ABC del reglamento económico de la cámara catalana, Moga tiene derecho a percibir 28.237,47 euros al año, en concepto de «indemnización por gastos de viaje y desplazamientos según lugar de residencia».
Un detenido tras agredirles
En su nuevo «hogar», también les amargan la noche. «Hemos visto a algún miembro del Consistorio tirando basura en plaza para luego acusarnos de que ensuciamos», denuncia Mesa. Por no hablar de la máquina quitanieves, que desde que ellos están en la calle, se pasea «hasta ocho veces al día», un frenesí sospechoso.
Pero el capítulo más grave tuvo lugar en la noche del sábado, noche de Carnaval. Un grupo de personas lanzó petardos a los acampados, les insultaron. Uno de los integrantes del grupo, de unos 30 años y «conocido» por los Mossos, se encaró con ellos y les agredió, según relata Mesa. La trifulca acabó con tres agentes heridos leves —contusiones, esguinces—, daños materiales —algunas pertenencias de los agentes rotas, como un reloj—, y el agresor detenido.
A raíz del incidente, explica Mesa, pidieron al capellán de la parroquia de Viella que les dejara dormir dentro de la Iglesia, «pero también nos ha dicho que no...»