Autor Tema: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)  (Leído 424265 veces)

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Re: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)
« Respuesta #3860 en: 29 de Enero de 2025, 15:37:00 pm »
Les ha cobrado los tacos?. . .

"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)
« Respuesta #3861 en: 30 de Enero de 2025, 07:57:56 am »
¿'Black lives matter' en Sevilla?: polémica por la muerte de un mantero tras una persecución policial


"Las vidas negras importan, las muertes negras se investigan": la comunidad senegalesa de Sevilla convoca una manifestación para el próximo sábado tras el archivo de la investigación judicial.


Raúl Bocanegra
Sevilla-30/01/2025 06:50

El carpetazo a la investigación judicial de la muerte en Sevilla de Mamouth Bakhoum, de 43 años, vendedor ambulante ocasional y trabajador eventual en otros oficios, ahogado en el Guadalquivir a finales de diciembre pasado mientras escapaba de la Policía Local, ha provocado la convocatoria de una manifestación para este próximo sábado a las 17 horas. El lema, que remeda el Black Lives Matter surgido en EEUU, es "las vidas negras importan, las muertes negras se investigan". El caso ha levantado también una amplia polémica y polvareda política, con querellas por injurias de la Policía Local incluidas contra dirigentes políticos de la izquierda y un periodista. 

"Somos una comunidad que respeta. Queremos una manifestación pacífica. Empezará desde el muelle de Nueva York, donde murió Mamouth. Queremos mantener su nombre en la memoria colectiva y exigir la investigación judicial y un cambio radical en las políticas municipales en cuanto a la venta ambulante. Las vidas negras importan y las muertes negras también", afirmó a Público en conversación telefónica el portavoz de la Federación de asociaciones de senegaleses, Elhadji Medoune. En la provincia de Sevilla, vivían 1.018 personas de nacionalidad senegalesa a 1 de enero de 2022, el último dato oficial disponible en la web del Instituto Nacional de Estadística.

El juzgado en el que recayó el caso considera que no hay pruebas que permitan investigar delito alguno, mientras la familia ha anunciado que recurrirá el auto de archivo y ha lamentado que este se notificara al hermano de Bakhoum "en el mismo momento en el que por vez primera se le permitió acceder al expediente judicial". Esto, para la Federación de Asociaciones de Senegaleses, le ha negado a la familia "la posibilidad de proponer otras pruebas a las ya recabadas que pudieran esclarecer la muerte" por lo que han "obligado a acudir a la vía del recurso".

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Medoune explicó a Público: "La familia quiere hacer un recurso. No es que estemos diciendo que lo que ha dicho la Policía no es verdad, pero sí hay otras cosas que podemos investigar, como por ejemplo, el tiempo que han tardado para intentar salvar a Mamouth, cosas así. Nosotros apoyamos lo que quiere la familia. Queremos una investigación amplia".

Medoune añadió: "Nos encanta Sevilla. Tenemos familia aquí, tenemos amigos, nos casamos, tenemos vida social aquí. No podemos generalizar el racismo. El racismo a veces es institucional. Queremos exigir una política que sea un puente hacia la integración, la política de hoy es una barrera. Cuando hay una tragedia así, lo bueno es hacer una investigación y escucharnos bien y que se investigue bien".

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Miembros de la comunidad senegalesa de Sevilla protestan para exigir "claridad y justicia" tras la muerte del vendedor ambulante.
En un comunicado enviado a los medios este miércoles, la Federación asumía que "las pruebas recabadas por el Juzgado, que son las remitidas por la Policía Nacional, local y el Instituto de Medicina Legal de Sevilla, parecen indicar que Mamouth murió ahogado después de hundirse en el río Guadalquivir y sin que se aprecie responsabilidad penal en los agentes que le persiguieron". Bakhoum, según la autopsia, que recoge EFE, no presentaba ningún signo de violencia. La causa oficial de su fallecimiento es ahogamiento.

Lo que pasó, según la Policía
El relato de los hechos, según lo resumió en una comparecencia ante los medios hace unas semanas el jefe de la Policía Local de Sevilla, Antonio Luis Moreno, es el siguiente, recoge Efe. Se produjo una intervención, como las que la Policía lleva a cabo "de forma casi cotidiana, y más durante el plan Navidad", en la Avenida de la Constitución, donde está la catedral de Sevilla.

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Entonces, según Moreno, "de forma absolutamente sorpresiva, uno de los vendedores salió corriendo con los hatillos (bolsas de tela con cuerdas donde el mantero llevaba la mercancía) y llegó hasta el río", que no está lejos.

Allí, en la zona del Muelle de Nueva York, Bakhoum se agarró al pretil de la dársena del río para luego, "de forma absolutamente inesperada", lanzarse al río. Los agentes, según Moreno, "le intentaron convencer para que depusiera esa actitud peligrosa". Una vez se soltó, dos agentes se lanzaron al agua "con la intención de salvar a esta persona" pero "no fue posible".

Después, el cuerpo fue sacado del río. Bomberos y sanitarios intentaron reanimarlo durante "casi una hora y no pudieron hacer nada por salvar su vida", aseguró Moreno. El jefe de la Policía Local de Sevilla apostilló, según recoge EFE, que en este tipo de actuaciones no suelen detener a nadie, ya que "el hatillo lo sueltan (los vendedores)", por lo que lo sucedido en este caso "fue algo absolutamente inusitado".

Querellas
La Policía Local de Sevilla ha contado con el apoyo sin fisuras —"pongo la mano en el fuego", dijo— del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz (PP), quien ha lamentado "profundamente" la muerte de Bakhoum y ha asegurado que "la Policía Local no persigue a personas, persigue delitos", ya los cometa "un senegalés o un señor del barrio de Salamanca". La Policía Local ha decidido, según informó el propio ayuntamiento, querellarse por delitos de calumnias contra tres dirigentes políticos y un periodista.

La portavoz del Podemos en Sevilla, Susana Hornillo, y el de Adelante Andalucía, José Ignacio García, son dos de los que han recibido la denuncia. Hornillo afirmó en un comunicado: "En lugar de pedir disculpas por poner a personas vulnerables, como los manteros, en el punto de mira y hacerlos vivir aterrorizados, el Gobierno de José Luis Sanz ha decidido emprender una ofensiva contra quienes denunciamos sus políticas injustas".

"No vamos a callarnos. Seguiremos defendiendo que otra Sevilla es posible y que todas las personas tienen derechos, aunque a PP y Vox no les guste", agregó Hornillo.

Por su parte, el portavoz de Adelante ha afirmado que se trata de un "auténtico ataque a la libertad de expresión". "¿Esto qué es? ¿Una caza de brujas? O sea, parece", se preguntó, en rueda de prensa. A su juicio "existe racismo institucional" y se "criminaliza la venta ambulante". "Lo que estaba haciendo [Mamouth] era buscarse la vida, no robando ni haciendo nada a nadie, sino buscándose la vida en el top manta. Se le persigue y acaba muerto. Y yo lo que digo es que hay que investigarlo, porque si fuera blanco y español se habría investigado a fondo, pero, como es negro y migrante, aquí no importa nada", afirmó García.

Siete años en Sevilla
Bakhoum llevaba siete años en Sevilla, provenía de Porokhane, en el interior de Senegal, donde tenía una hija pequeña, según afirma a Público Saliou Ndiaye, amigo del fallecido y secretario general de la asociación de manteros de Sevilla. Compartía piso en el barrio popular de Los Pajaritos con otros compañeros. Se dedicaba a la venta ambulante, pero no solo. Tenía permisos de trabajo y residencia. Trabajaba en los campos y en lo que le salía, pero cuando se acaba la temporada, hay que seguir pagando: "Su padre y su hija dependen de él", resume Ndiaye.

Para un vendedor ambulante, recibir una sanción puede ser un problema muy grande, según Ndiaye. Las sanciones "dificultan a la hora de renovar los papeles". "Él primero corre para evitar todo eso. Si me cogen hoy, no voy a renovar. Hay manteros que te cuentan que corren por miedo al daño físico también". añade.

Ndiaye asume que la venta de camisetas falsificadas de fútbol "es ilegal". "Puede dañar la economía y esas cosas. Pero si no tienes  alternativa de vida, estás condenado a hacer esta actividad. Un mantero no te va a decir nunca que quiere seguir vendiendo. Quieren un trabajo normal y digno. Son como caballos en la ciudad, corriendo de un lado a otro, con la mercancía [para] sobrevivir", afirma. "Reivindicamos vías alternativas para poder generar beneficios para la ciudad, que nos abran las vías de formación y de inserción laboral, una integración normal", agrega el portavoz de los manteros.

Ndiaye recuerda a su amigo Bakhoum de esta manera: "Era una persona humilde, generosa, todo lo que tiene es para los demás. A mí me ha regalado dos camisetas. Jamás me ha dicho nadie que hayan tenido problemas con él. Todo lo que sabe es ir a trabajar y volver a su casa. Nadie se lo ha cruzado en una discoteca en siete años. Si no trabajaba está en su casa, sentado, tomando té y tranquilo. Era una persona que llevaba una vida sana. [Hay quien] no piensa en el daño que añaden sobre lo sucedido".

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Re: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)
« Respuesta #3862 en: 01 de Febrero de 2025, 08:52:14 am »
Qué asco de panfleto rojeras.

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Re: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)
« Respuesta #3863 en: 28 de Abril de 2025, 08:24:56 am »


Un diputado pide amparo al Parlamento andaluz tras recibir una querella del fiscal acusándole de “libertinaje de expresión”


Dos policías entraron de paisano en el Parlamento, identificaron en su despacho al líder de Adelante Andalucía, José Ignacio García, y le entregaron una querella de la Fiscalía Superior por injurias a la Policía de Sevilla, por entender que su censura a la actuación de los agentes “contribuye a generar un estado de opinión capaz de cuestionar la legitimidad democrática”
— La jueza desvincula la muerte del senegalés que cayó al río Guadalquivir del “cercamiento” que le hicieron seis policías





El diputado de Adelante Andalucía José Ignacio García interviene en el Pleno del Parlamento andaluz.
El diputado de Adelante Andalucía José Ignacio García interviene en el Pleno del Parlamento andaluz. Rocío Ruz / Europa Press
Daniel Cela / Sevilla

27 de abril de 2025 22:20 h
Actualizado el 28/04/2025 07:48 h
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El pasado 4 de abril, dos agentes de la Policía Judicial entraron vestidos de paisano en el Parlamento andaluz, identificaron en su despacho al diputado y portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, y le entregaron en mano un escrito de 17 páginas, con una querella de la Fiscalía Superior de Andalucía por un supuesto delito de injurias a la Policía Local de Sevilla.


La Fiscalía se querella contra el líder de Adelante por denunciar "racismo institucional" en la muerte del mantero Mamouth

Dos meses antes, García había hecho unas declaraciones públicas cuestionando la actuación de los agentes que persiguieron “hasta su muerte” a Mamouth Bakhoum, un mantero senegalés que murió ahogado en el río Guadalquivir el pasado 29 de diciembre. “Es un caso de racismo institucional, violencia policial y represión”, dijo, exigiendo una investigación a fondo.

El teniente fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), José Rogelio Muñoz Oya, considera que estas palabras, pronunciadas fuera del Parlamento no forman parte de la actividad parlamentaria del diputado y no están amparadas por el derecho a la libertad de expresión.


Más bien representan un acto de “libertinaje de expresión”, argumenta el fiscal en su escrito de querella, firmado también por la fiscal superior de Andalucía, Ana Tárrago. “La libertad de expresión no ampara un hipotético derecho al insulto y el discurso del exceso verbal punible no entra en la pretendida libertad de expresión, sino en lo que podía denominarse como libertinaje de expresión”, subraya Muñoz Oya en su escrito, al que ha tenido acceso elDiario.es.


Este periódico no ha encontrado precedentes en la hemeroteca del Parlamento andaluz en los que el Ministerio Público se querellase contra un diputato autonómico por manifestar una opinión política fuera de la Cámara, por muy duras que fueran sus declaraciones. Para encontrar algo similar en el Congreso de los Diputados hay que remontarse a principios de los 80, en los albores de la democracia española.

A principios de la semana pasada, elDiario.es hizo llegar una consulta a la Secretaría General de la Cámara, pero en ese momento el diputado afectado no había informado a los servicios jurídicos. El letrado mayor del Parlamento andaluz tampoco tenía constancia entonces de que dos agentes de la Policía Judicial habían accedido a las dependencias de un grupo parlamentario, habían pedido a un diputado que se identificase con su credencial y le habían notificado una querella de la Fiscalía Superior por un supuesto “delito de opinión”.

Este lunes, por recomendación de su abogado, el portavoz de Adelante Andalucía tiene previsto registrar un escrito de amparo dirigido al presidente del Parlamento, el popular Jesús Aguirre, por sentirse “coaccionado” desde la Fiscalía Superior, “desprotegido de sus prerrogativas como parlamentario”, y “atacado en el ejercicio de su libertad de expresión”.


Lo que hasta hace siete días era un problema del señor García pasa a convertirse en un asunto que afecta a la Cámara legislativa, pues obligará a los servicios jurídicos a evaluar la querella contra uno de sus miembros electos y emitir un informe. Adelante Andalucía forma parte del grupo mixto, tiene dos diputados en la Cámara y logró 167.970 votos en las elecciones de 2022, que encabezó Teresa Rodríguez (4,58% del escrutinio).

Los límites de la inmunidad parlamentaria
Los diputados andaluces gozan de una inmunidad parlamentaria de primer nivel blindada en el artículo 101.3 del Estatuto de Autonomía, similar a la que protege a sus señorías en el Congreso. El reglamento de la Cámara así lo recoge en el artículo 11 y añade, en el 12, que “el presidente del Parlamento, una vez conocida la detención de un diputado o cualquier otra actuación judicial o gubernativa que pudiera obstaculizar el ejercicio de su función parlamentaria, adoptará de inmediato cuantas medidas estime convenientes, en orden a salvaguardar los derechos y prerrogativas de la Cámara y de sus miembros”.

Aguirre no ha adoptado ninguna medida desde que, el pasado 4 de abril, la Policía Judicial accedió al Parlamento y entregó a García la querella de la Fiscalía Superior del TSJA. De momento sólo consta el escrito de notificación, la querella aún no se ha materializado, pero el abogado del diputado cree que el juez atenderá al fiscal y citará a su cliente como imputado.

El delito de injurias contra las Fuerzas de Seguridad del Estado está tipificado en el Código Penal (artículo 504.2) con mayor gravedad y dureza que las injurias a un ciudadano de a pie: José Ignacio García se enfrenta a una multa de 12 a 18 meses, con un máximo de 400 euros por día (en torno a 216.000 euros en el peor de los casos).

El fiscal, en su su escrito [decreto de archivo e interposición de querella] entiende que las palabras del diputado andalucista “pueden contribuir a generar un estado de opinión capaz de cuestionar la legitimidad democrática de la institución [la Policía Local] o la legalidad de su actuación, y con ello a fisurar su prestigio”.

El portavoz de Adelante considera que el asunto trasciende la responsabilidad de su persona y afecta de lleno a la segunda institución de Andalucía, pues está precisamente entre las funciones del Parlamento y de sus representantes –elegidos en las urnas– “el contribuir a generar un estado de opinión” en la ciudadanía sobre asuntos de interés general. Incluso a cuestionar el trabajo de otras instituciones.

Esta legislatura, en concreto, está marcada por la polarización del debate político, en el que dirigentes de Vox y también del PP han naturalizado en su discurso denunciar “la falta de legitimidad” de determinadas instituciones del Estado, desde el presidente del Gobierno [Pedro Sánchez es, además, diana de todo tipo de insultos e improperios] al Fiscal General del Estado o el propio presidente del Tribunal Constitucional. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, tuvo que pedir disculpas por calificar de “vergüenza” la sentencia que absolvió de violación a Dani Alves, porque la jueza primó la presunción de inocencia del futbolista.

José Ignacio García denunció públicamente el trabajo de los agentes que persiguieron a Mamouth Bakhoum durante un kilómetro por vender “34 camisetas”. “Esto es lo que hay que investigar. Lo que ha cometido la Policía Local de Sevilla es un caso de racismo institucional, de violencia policial y de represión que no puede volver a pasar. ¿Qué sentido tiene que se le persigan durante más de un kilómetro corriendo, los policías en moto, a un trabajador por llevar camisetas? ¿Y que nos tengamos que creer que un chico de 43 años, padre de familia, se tiró al río Guadalquivir? Queremos ver el vídeo de cómo entró al agua”.


Estas fueron las palabras que usó el portavoz andalucista, difundidas en un vídeo a través de las redes sociales, y que motivaron una denuncia del secretario de la sección sindical de CSIF del Ayuntamiento de Sevilla y del presidente del Sindicato de Policía Local de la ciudad hispalense contra García por “un delito de injurias contra los Ejércitos, Clases o Cuerpos y Fuerzas de Seguridad”.

El Ministerio Público se ha alineado con los denunciantes, al considerar que García se había “excedido” en sus opiniones y en la forma de difundirlas para que tuvieran un mayor alcance, lo cual está tipificado con mayor gravedad en el Código Penal. “Son expresiones que, analizadas objetivamente, tienen la envergadura suficientemente ofensivas para comprometer la dignidad y el prestigio de un Cuerpo de Seguridad del Estado, llamado a desempeñar un relevante papel en la salvaguarda de los derechos fundamentales y las libertades públicas”, argumenta el fiscal, que termina acusando a García de “poner en riesgo las funciones” que corresponden a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Sin antecedentes
Es la primera vez que ocurre algo así en el Parlamento andaluz y hay dos o tres antecedentes tardíos registrados en el Congreso, a principios de los 80, cuando la democracia española echaba a andar. El Ministerio Público argumenta que la libertad de expresión tiene límites cuando choca con otro derecho fundamental: al honor. Colisionan dos derechos constitucionales de primer orden, algo siempre controvertido cuando salpica a un ciudadano pero, en este caso, resulta más complejo porque los llamados delitos de opinión no afectan a los diputados como al resto.

Sus señorías no pueden ser “inculpados ni procesados” por un juzgado ordinario, es competencia del Supremo o del TSJA imputarles algún delito, previa autorización de su Cámara legislativa. Los diputados del Congreso tienen “inmunidad parlamentaria” y los diputados andaluces gozan de “aforamiento” y de “inviolabilidad por las opiniones manifestadas en actos parlamentarios y por los votos emitidos en el ejercicio de su cargo”, reza el Estatuto de Autonomía, que tiene rango de Ley Orgánica. Pese a todo, hay jurisprudencia que discute si la inmunidad de los diputados autonómicos es homologable a la del Congreso.

La crítica del diputado andalucista a la actuación policial en el caso de Mamouth Bakhoum, tildándola de “racismo institucional, violencia policial y represión”, se alinea con la familia del senegalés, que denunció su muerte en los tribunales como una consecuencia del “hostigamiento policial” que sufrió, esto es, como un posible caso de homicidio por imprudencia grave.

La jueza desvincula la muerte del senegalés que cayó al río Guadalquivir del “cercamiento” que le hicieron seis policías

El Juzgado de Instrucción número 17 de Sevilla ha archivado ya dos veces la investigación tras revisar las cámaras de seguridad de la zona, aunque los allegados de Bakhoum pretenden llevar el caso ante la Audiencia Provincial de Sevilla y, en paralelo, algunas ONGs maniobran para llevar el asunto ante la ONU. La jueza que ha desestimado el último recurso de la familia describe la intervención de los agentes que persiguieron al mantero senegalés como un “cercamiento policial de la víctima en los bajos del puente” desde donde cayó al río y murió.


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Re: De la venta ambulante (Top manta, fruta...)
« Respuesta #3864 en: 05 de Mayo de 2025, 09:11:50 am »

El día que la Policía entró al Parlamento andaluz para advertir a un diputado de que se había “extralimitado” opinando


El presidente de la Cámara, Jesús Aguirre, encarga un informe jurídico tras la petición de amparo del portavoz de Adelante, José Ignacio García, al que dos agentes notificaron en su despacho una querella de la Fiscalía Superior que le acusa de “libertinaje de expresión” y de “incitar al odio y la violencia contra la Policía”
— El Parlamento andaluz pide un informe jurídico tras la querella del fiscal contra un diputado por sus opiniones políticas





El presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre, conversa con el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García.
El presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre, conversa con el portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García. Rocío Ruz / Europa Press
Daniel Cela

Sevilla —
4 de mayo de 2025 22:31 h
Actualizado el 05/05/2025 05:30 h
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El Parlamento andaluz se ha metido de lleno en un debate resbaladizo sobre los márgenes de la libertad de expresión de sus diputados, un debate que empezó hace más de cuatro décadas, cuando empezó la democracia.


Un diputado pide amparo al Parlamento andaluz tras recibir una querella del fiscal acusándole de "libertinaje de expresión"

El año del golpe de Estado fallido del teniente coronel Antonio Tejero (1981), el Congreso tramitó uno de los primeros suplicatorios de la incipiente democracia española, que puso a prueba la “inmunidad parlamentaria”, para que el Tribunal Supremo procesase a varios diputados por sus opiniones políticas, tras recibir una querella criminal de la Fiscalía. La libertad de expresión, como derecho fundamental consagrado en la Constitución, tenía tres años de vida.

En el archivo de la Cámara baja, donde los debates y las votaciones sobre suplicatorios tienen carácter secreto, hay pocos precedentes de un cargo electo imputado y juzgado por un “delito de opinión” a resultas de una denuncia del Ministerio Público. En la hemeroteca del Parlamento andaluz, ninguno. Pero eso está a punto de cambiar.


El pasado 4 abril, dos agentes de la Policía Judicial entraron de paisano en la Cámara autonómica, identificaron en su despacho al diputado y portavoz de Adelante Andalucía, José Ignacio García, y le notificaron una querella de la Fiscalía Superior del TSJA por un supuesto delito de injurias a la Policía Local de Sevilla.

Dos meses antes, García había participado en una concentración de protesta en la capital andaluza por la muerte de Mamouth Bakhoum, un mantero senegalés que fue perseguido por agentes municipales y murió ahogado en el río Guadalquivir el pasado 29 de diciembre. El diputado cuestionó la actuación policial con unas palabras que han motivado la querella del Ministerio Público: “Es un caso de racismo institucional, violencia policial y represión”, dijo, exigiendo una investigación a fondo.

Los servicios jurídicos del Parlamento tratan ahora de aclarar cómo accedieron aquellos policías sin que tuviera constancia el letrado mayor ni el presidente de la Cámara, el popular Jesús Aguirre. En realidad, fue García quien les citó “en su domicilio laboral”, porque entiende que el fiscal se querella contra él por una opinión política que hizo “en el ejercicio de sus funciones como parlamentario”, aunque las hiciera fuera del Parlamento.

Y de eso, en parte, trata esta insólita querella contra un cargo público, que ha reabierto el debate sobre los límites de la “inviolabilidad” de los diputados -blindada en el Estatuto de Autonomía (artículo 101.3)- y del “plus de libertad de expresión del que gozan”.

El caso ha captado la atención de todos los partidos representados en la Mesa del Parlamento, que el pasado miércoles decidió por unanimidad solicitar un informe jurídico a sus letrados. Varios juristas han consultado el escrito de querella y coinciden en que el teniente fiscal del TSJA, José Rogelio Muñoz Oya, hace una “interpretación excesivamente dura” de las palabras del diputado.

De entrada, es una querella por injurias contra el prestigio de la Policía (un derecho con un nivel de garantía menor que la libertad de expresión o el derecho al honor de una persona de relevancia pública).

Pero, además, el fiscal termina argumentando que se trata de un delito de “odio”, algo que no le imputa la querella, y que tiene una tipificación más dura en el Código Penal, pues castiga la “violencia contra una minoría” con penas de prisión de uno a cuatro años y una multa de seis a 12 meses. “El cuerpo de Policía no entra en la categoría de minoría vulnerable, que es el sentido del delito de odio”, argumenta el jurista Joaquín Urías.

En su escrito, Muñoz Oya denuncia “un hostigamiento verbal contra los Cuerpos Policiales”, habla de “concretos actos de apoyo explícito a la violencia contra ellos” y acusa al diputado de “incitar a actuar violentamente contra” los agentes. “No es libertad de expresión. Es odio y ataques al honor”, concluye sobre las palabras del diputado.


Manifestantes en recuerdo de Mamouth Bakhoum este jueves 2 en la plaza de la Gavidia. M.I.
La muerte de Mamouth Bakhoum
El 2 de enero, el portavoz de Adelante Andalucía asistió a una concentración de ciudadanos senegaleses en la Plaza de la Gavidia, en el centro de Sevilla, donde cuestionó la actuación de los policías que habían perseguido “hasta su muerte” a Mamouth Bakhoum,

Bakhoum era un hombre de 43 años con los papeles en regla, con mujer, una hija de un año, y con sus padres a su cargo. Aquel día, en plenas fiestas navideñas, estaba vendiendo 34 camisetas falsas de equipos de fútbol en la céntrica Avenida de la Constitución, y echó a correr cuando vio llegar a la Policía. Los agentes le persiguieron durante más de un kilómetro hasta el muelle, junto al río donde se ahogó.

La Policía Local de Sevilla informó del suceso en una nota de prensa que recogía datos del atestado, asegurando que Mamouth Bakhoum huyó corriendo durante un kilómetro y medio, se tiró voluntariamente al agua y los agentes trataron de rescatarle sin éxito. Los medios de comunicación difundieron la versión oficial, pero la familia y sus allegados exigieron más explicaciones.

La comunidad senegalesa y africana asentada en Sevilla convocó aquella concentración del 2 de enero frente a la Consejería de Justicia del Gobierno andaluz, y contactó con partidos políticos de izquierdas, ONGs, agentes sociales y periodistas para buscar amparo frente a la versión oficial.

El portavoz de Adelante Andalucía estaba pasando las fiestas con unos amigos en una casa rural de Los Alcornocales (Cádiz) cuando recibió un mensaje de su compañera, la entonces diputada Maribel Mora, en el chat de Telegram que usa el grupo parlamentario:

-“La comunidad senegalesa está empezando a moverse. Los colectivos sociales están pendientes y hay una reunión con el sindicato de manteros y con ONGs”.

-“Ok. Ve contando. Yo el día 2 puedo ir a la manifestación”, respondió García.

Enero es un mes inhábil en el Parlamento andaluz, que permanece cerrado aunque sus señorías cobran igualmente sus salarios e indemnizaciones por gastos de viaje y alojamiento, que oscilan entre los 200 y los 500 euros semanales. Más que ningún otro partido, los de Teresa Rodríguez han criticado mucho que los diputados perciban esos pluses en la nómina incluso cuando la Cámara está cerrada.

La legislatura pasada pelearon para suprimirlos y, al no lograrlo, decidieron donar los suyos a una causa social cada mes. En aquel debate, la Mesa del Parlamento y el resto de partidos les acusó de “hacer demagogia”, y les recordó que “los diputados no dejan de ser diputados aunque la Cámara esté cerrada”, que siguen ejerciendo sus funciones en sus respectivas provincias, y que las indemnizaciones para desplazamientos y alojamiento sirven a este propósito.

En la primera semana de enero de 2025, la planificación de trabajo del grupo parlamentario Adelante Andalucía incluía la participación de uno de sus miembros en la concentración por la muerte de Bakhoum, en apoyo a su familia y a la comunidad africana en Sevilla.

En aquella protesta se estaba reclamando una investigación independiente de las circunstancias del fallecimiento del mantero senegalés, la regularización de inmigrantes y el cambio en las leyes de Extranjería que, según denunciaban, “son caldo de cultivo para tragedias como esta”. En 2018, otro ciudadano senegalés de 34 años (Mame Mbaye Ndiaye) que vendía perfumes en el centro de Madrid fue perseguido por policías municipales y falleció de un infarto en una calle de Lavapiés.

La jueza que investiga la muerte Bakhoum en el Guadalquivir logró acceder a las cámaras de seguridad de la zona y ha archivado dos veces la denuncia de su familia, aunque en su último escrito describe la intervención de los agentes como “un cercamiento policial de la víctima en los bajos del puente” desde donde cayó al río y murió.

“Racismo institucional y violencia policial”
García hizo allí las declaraciones que han desatado todo este lío: “Hay que investigar lo que ha cometido la Policía Local. Un caso de racismo institucional, de violencia policial y de represión que no puede volver a pasar. ¿Qué sentido tiene que le persigan durante más de un kilómetro corriendo, los policías en moto, a un trabajador por llevar camisetas? ¿Y que nos tengamos que creer que un chico de 43 años, padre de familia, se tiró al río Guadalquivir? Queremos ver el vídeo de cómo entró al agua”, dijo.

El diputado andalucista grabó en vídeo sus declaraciones y las difundió en la red social X para sus 16.600 seguidores [tuvo más de 48.000 visualizaciones], en Instagram (13.900 seguidores) y en Facebook (4.998 amigos). El secretario de la sección sindical de CSIF del Ayuntamiento de Sevilla y el presidente del Sindicato de la Policía Local le denunciaron por “un delito de injurias contra los Ejércitos, Clases o Cuerpos y Fuerzas de Seguridad” (artículo 504.2 del Código Penal), penado con una multa de 12 a 18 meses y con un máximo de 400 euros por día (en torno a 216.000 euros en el peor de los casos).


El presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre, y el letrado mayor de la Cámara, Manuel Carrasco. JOAQUÍN CORCHERO / PARLAMENTO DE ANDALUCÍA
García entendió que la querella trataba de “infundir miedo” para que la gente no cuestionara la actuación policial que, a su juicio, había “influido” en la muerte de Bakhoum, aun bajo investigación judicial. “Si amedrentan a un representante público que tiene más voz y está más protegido que un ciudadano de a pie para discrepar contra el poder establecido, el mensaje que dan es que ellos mandan y que nosotros callamos”, explica.

El 17 de enero, el portavoz de Adelante Andalucía convocó a los medios de comunicación en la sede del partido en Sevilla, se ratificó en sus declaraciones y avanzó un paso más, al denunciar que la “ley Mordaza” había endurecido las penas contra la venta ambulante, pasando de falta a delito, y denunció que “si el chaval fallecido hubiera sido blanco y sevillano, habría una investigación abierta, si no la hay, es porque era negro y migrante, y eso se llama racismo institucional”, sentenció.

Adelante Andalucía no sólo se sumó a la concentración de repulsa en la calle, también llevó el debate al Parlamento autonómico y al Congreso de los Diputados. El 25 de enero, registró -a través de los diputados de Bildu- varias preguntas dirigidas al Gobierno de España con solicitud de respuesta por escrito para esclarecer lo ocurrido y “determinar responsabilidades”. Una de las preguntas es llamativa, porque recoge la literalidad de las palabras que han motivado la querella contra García: “¿Cuáles son los planes del Gobierno para prevenir posibles casos de racismo institucional en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado?”.


El portavoz del grupo mixto Adelante Andalucía, José Ignacio García. FRANCISCO J.OLMO / EUROPA PRESS
Libertad o “libertinaje de opinión”
Y en este punto, la historia da un salto de gigante, cuando la Fiscalía Superior del TSJA se alinea con los querellantes y acusa a un parlamentario de confundir libertad de opinión con “libertinaje de opinión”, y de actuar como muchos -en el ámbito de la política- entienden que puede y debe actuar un parlamentario. A saber: “por extender la responsabilidad de lo ocurrido al ámbito político” y “por contribuir a generar un estado de opinión capaz de cuestionar la legitimidad democrática de una institución o la legalidad de su actuación, y con ello a fisurar su prestigio”.

¿Puede un ciudadano de a pie “contribuir a generar un estado de opinión capaz de cuestionar la legitimidad democrática” de la Policía o de cualquier otra institución del Estado? ¿Puede hacerlo un representante público elegido en las urnas? ¿Hasta dónde se puede “generar un estado de opinión” sin injuriar a los poderes establecidos? ¿La inviolabilidad protege a un diputado por sus opiniones políticas dentro de los muros del Parlamento pero no si las expresa fuera? ¿Le protege también fuera, pero si las pronuncia en el marco de un “acto parlamentario”, como recoge el artículo 101.3 del Estatuto? ¿Qué se considera un “acto parlamentario”: el que organiza el propio Parlamento, o basta con que lo organice un grupo parlamentario?

El debate sobre los límites de la inviolabilidad de un parlamentario frente a denuncias por “delitos de opinión” se ha reabierto en un momento político especialmente crítico, en el que a diario diputados, senadores, alcaldes y concejales de un signo político u otro vierten durísimas declaraciones -cuando no insultos- contra todas las instituciones del Estado y cuestionan la legitimidad de todos los poderes públicos que ellos no controlan.

Empezando por el propio presidente del Gobierno, a quien dirigentes de PP y Vox -desde Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso hasta Santiago Abascal- le niegan toda legitimidad democrática, y le califican de “autócrata”, “tirano”, “felón”, “sinvergüenza”, “psicópata” o directamente “hijo de puta”.

En esta legislatura de polarización extrema, los partidos de la derecha han cuestionado -dentro y fuera de los parlamentos- prácticamente a todas las instituciones del Estado, acusando a Pedro Sánchez de “colonizarlas”.

Y los dirigentes de izquierdas han roto el tabú que hacía intocables a los jueces, sus instrucciones y sus sentencias, hablando de “lawfare o cacería política”, tildando de “vergonzosas” sus fallos [léase la crítica de María Jesús Montero a la sentencia que absolvió a Dani Alves, por la que tuvo que pedir perdón] o llamándoles “corruptos” y “prevaricadores”, como hizo la líder de Podemos, Ione Belarra, en referencia al exjuez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, lo cual motivó una protesta unánime del Consejo General del Poder Judicial.

La inviolabilidad como “privilegio personal”
La querella del teniente fiscal del TSJA va más allá del contenido de las palabras que José Ignacio García profirió contra la Policía Local de Sevilla: hace una interpretación jurídica de los límites de la libertad de expresión, reforzada por la inviolabilidad parlamentaria, de la que goza un representante público.

En su escrito, el fiscal se remonta a la Revolución Francesa de 1789 para tildar de “irrelevante” la esencia de la inmunidad parlamentaria, que considera un derecho de representación susceptible de malentenderse como un “privilegio personal”, y que “la naturaleza y función de tales prerrogativas parlamentarias ya no pueden seguir siendo aquellas con las que nacieron”.

Termina concluyendo que las palabras de García en aquella concentración de repulsa por la muerte del mantero senegalés fueron “una opinión personal del autor desconectada de lo que podría suponer una crítica política”.

El abogado de García da por hecho que su cliente terminará imputado y juzgado en el TSJA por un delito de injurias. De abrirse el proceso, será clave determinar si las palabras del diputado en aquella concentración junto a la comunidad senegalesa fueron “un acto parlamentario”, en los términos que el Estatuto concede a la inviolabilidad. ¿Fue José Ignacio García, en su condición de profesor de un instituto de Secundaria en excedencia, quien cuestionó la acción policial? ¿O lo hizo como un diputado de vacaciones, esto es, fuera de servicio? ¿O lo hizo como un parlamentario en el ejercicio de sus funciones?

También los letrados del Parlamento andaluz tienen ahora que posicionarse sobre este asunto, después de que Aguirre les haya pedido un informe jurídico sobre el caso de García, y un estudio comparado con otras cámaras legislativas. Pero el fiscal ya avanza en su querella que “la protección” de la que goza un diputado por su conducta -“incluso aquella que tuviera trascendencia política”- “cesa” cuando el sujeto actúa “al margen de sus funciones parlamentarias”.

Muñoz Oya se apoya en doctrina constitucional que “limita la inviolabilidad tanto espacial como temporalmente a la función parlamentaria”, y habla de “una extralimitación en el ejercicio de la libertad de expresión merecedora de un reproche penal”. Pero a lo largo de su escrito, una y otra vez, recuerda que está cuestionando un derecho fundamental de la Constitución, “conectado con la libertad ideológica”, y que “tiene una dimensión institucional como garantía de una sociedad libre, plural y democrática”, reconocida en su doctrina por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Durante 40 años de democracia, este debate ha entrado y salido del Tribunal Constitucional que, al tener que dirimir entre la libertad de expresión y otro derecho, ha manifestado una línea clara: “Cuando la libertad de expresión opera como instrumento de los derechos de participación política debe reconocérsele, si cabe, una mayor amplitud que cuando actúa en otros contextos” (STC 39/2005).

“La libertad de expresión comprende, junto a la mera expresión de juicios de valor, la crítica de la conducta de otros, aun cuando la misma sea desabrida y pueda molestar, inquietar o disgustar a quien se dirige, pues así lo requieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe sociedad democrática” (STC 23/2010).

Sin embargo, quedan fuera de esta protección “un pretendido derecho al insulto”. “No cabe utilizar, en ejercicio del derecho a la libertad de expresión constitucionalmente protegida, expresiones ”formalmente injuriosas“ o ”absolutamente vejatorias“; es decir, quedan proscritas ”aquellas que, dadas las concretas circunstancias del caso, y al margen de su veracidad o inveracidad, sean ofensivas u oprobiosas y resulten impertinentes para expresar las opiniones o informaciones de que se trate“, es decir, ”las frases y expresiones ultrajantes y ofensivas sin relación con las ideas u opiniones que se expongan, y por tanto, innecesarias a este propósito“ (STC 23/2010).


En primera fila, el secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Sumar, Gerardo Pisarello y en la segunda fila, la diputada de EH Bildu Mertxe Aizpurua (1i) y el diputado de EH Bildu Oskar Matute (c) Eduardo Parra / Europa Press
El primer suplicatorio en el Congreso
Cuesta hacer el paralelismo entre aquel primer diputado en el Congreso, procesado por el Tribunal Supremo con la democracia en ciernes y la Constitución Española recién estrenada, y la querella contra el parlamentario andaluz, 44 años después.

Pocos meses después del golpe de Estado de Tejero, el Congreso concedió el suplicatorio contra el diputado de Herri Batasuna Francisco Letamendia, junto con su compañero Antxón Ibarguren, acusados de injurias a la Corona y desórdenes públicos por una protesta contra los reyes de España en la Casa de Juntas de Gernika, durante su primer viaje oficial a Euskadi.

Dos años después, el Supremo les condenó por desorden público y les absolvió del delito de injurias. Los diputados vascos recurrieron y, en 1986, el Constitucional anuló la sentencia y obligó al Supremo a repetir el juicio, que terminaría absolviéndoles a todos. Aquella sentencia del Tribunal de Garantías fue de las primeras en anticipar el extraordinario peso de la libertad recobrada para expresar opiniones políticas en España, un derecho violentado con sangre durante 40 años de fascismo.

La protesta de Letamendia y otros cargos electos de HB y LAIA, que terminó en los tribunales, consistió en interrumpir el discurso del rey Juan Carlos I cantando, puño en alto, el Eusko Gudariak (himno del soldado vasco en la guerra civil y en la resistencia antifranquista).

El Parlamento andaluz pide un informe jurídico tras la querella del fiscal contra un diputado por sus opiniones políticas

Aquello fue considerado un delito penal por magistrados que, en el 75 operaban aún bajo el franquismo, y diez años después lo hacían bajo la democracia. El Constitucional tumbó su decisión y la nueva sentencia reinterpretó la protesta de los diputados como “un legítimo ejercicio del derecho a la libertad de expresión”, que transmitían “al Monarca un estado de insatisfacción pública”. En resumen, por “contribuir a generar un estado de opinión” en la sociedad.