Los «sin techo» acumulan sus pertenencias en los bajos de Azca - FOTOS: ISABEL PERMUY
Degradación en Azca: el corazón financiero, «preso» de la inseguridad, el vandalismo y la basuraEl Ayuntamiento de Madrid desalojó ayer a una quincena de «sin techo» que habían acampado en zonas de evacuación y otros espacios considerados de riesgo
Aitor Santos Moya
Madrid Actualizado:19/12/2019 00:57h
El Ruso tiene 23 años, pero lleva 21 asentado en España. Airidas, al que todos llaman Félix, llegó de Lituania sin más pretensión que la de ganarse la vida; no lo consiguió. Su amigo, serbio, que prefiere no revelar su nombre, observa con recelo acompañado de Sheila y Calcetines, dos preciosos mastines que reposan tumbados sin comprender el devenir de los acontecimientos. Todos ellos forman parte de una quincena de «sin techo» que malvivían, hasta ayer, en zonas de evacuación y otros espacios, considerados de riesgo, dentro de la ciudad financiera de Azca. El Ayuntamiento de Madrid procedió a su desalojo y retirada de enseres, como ya sucediera dos semanas atrás en los túneles del propio complejo y Sor Ángela de la Cruz.
El Ruso, Airidas y el serbio son los ojos de Azca. Ninguno de los tres tiene previsto abandonar el que consideran su «hogar», un enclave no exento de peligros, «especialmente al caer la noche» y «los fines de semana». Numerosos jóvenes se arremolinan en los alrededores de la plaza de Ruiz Picasso para hacer botellón, antes de acudir a las discotecas que hay en los bajos. «Aquí hemos visto de todo, peleas, agresiones con cuchillos y botellas, intentos de violación y gente borracha que se dedica a destrozar el parque», cuentan, mientras deciden qué hacer con los objetos recogidos antes del desalojo. «He conseguido salvar mi tele», añade entre risas uno de ellos.
Lo cierto es que el Consistorio procedió a su salida a fin de limpiar el espacio y recuperar la seguridad en zonas especialmente sensibles. Fuentes del Área de Obras y Equipamientos señalaron ayer a este periódico que los operarios llegaron a retirar hasta 40 metros cúbicos de material, con enseres tan dispares como lavadoras, radiadores, lavabos y otros utensilios de considerable tamaño. A todos los «sin techo», apuntan fuentes del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, se les ofrecieron - por medio del Samur Social- los recursos asistenciales necesarios para paliar su situación de desamparo.
Dos trabajadores caminan por uno de los pasadizos, inundado de grafitis
La mayoría, no obstante, prefirió permanecer en el complejo, un extremo habitual en este tipo de casos. «Ya en los desalojos de los túneles de Azca y Sor Ángela de la Cruz ninguno de los “sin techo” aceptó la asistencia», indicen desde el Área de Familias. «No queremos marcharnos», replican los expulsados, al tiempo que critican la dejadez de la zona: «Dicen que ensuciamos, pero aquí solo viene un barrendero y nunca le da tiempo a limpiar todo».
La ciudad financiera, antaño foco central de las reyertas entre bandas latinas, continúa anclado en un estado de abandono que no termina de revertir. Hace años, se levantó la comisaría de Policía de Madrid-Tetuán (Sub-Comisaría de Azca), dada la peligrosidad alcanzada. «Ahora está todo más tranquilo», subraya una vecina, convencida de que la instalación de cámaras de vigilancia ha logrado amedrentar a gran parte los malhechores. El problema, recalcan otros paseantes, surge con la caída del sol: «Sobre todo, los días que las farolas no están encendidas». Como el pasado fin de semana, donde la oscuridad del recinto devolvió la intranquilidad al vecindario.
En mayo, dos jóvenes atacaron con cuchillos de cocina a los porteros de un conocido local de los bajos de Orense. La violencia fue tal, que un policía de paisano se vio obligado a desenfundar su pistola, sin detonarla, así como una defensa extensible. Los atacantes terminaron detenidos. «Lo que pasó ese día fue bastante salvaje, pero eso no quita para que cada cierto tiempo se líe», reconoce un grupo de jóvenes, asiduos a esta zona de fiesta. El exceso de alcohol y el cierre de los bares a altas horas de la madrugada complica, más si cabe, la situación.
Desde su rincón, el Ruso y Airidas han visto cómo los carteristas se ocultan agazapados a la espera de seleccionar una presa. Seleccionan, normalmente, a parejas que buscan un hueco apartado para practicar sexo o a mujeres que van solas. «Salí corriendo detrás de un tipo que intentó abusar de una chica y quitarle el bolso, pero no le pude coger», apunta el Ruso, que dos días después recibió la visita del padre de la víctima para agradecerle la acción y recompensarle con 100 euros.
La expulsión de los «sin hogar» no está relacionada con el proyecto de remodelación del entorno del edificio Picasso y la plaza principal de Azca -que lleva el mismo nombre- que el Consistorio llevará a cabo, gracias a la firma de un convenio público-privado de dos millones de euros al que llegó con Merlin Properties. Las obras comenzarán en febrero y tendrán un plazo de ejecución de cinco meses.
«No entendemos que los echen así»
Desde la Asociación Bokatas, un proyecto dedicado a ayudar y acompañar a las personas sin hogar, denuncian la «falta de humanidad absoluta» en el desalojo. «Hemos puesto una queja en los Juzgados de Plaza Castilla porque nos parece que les tratan como a basura. Llegan sin una orden judicial e infringen el protocolo de actuación coordinada entre los servicios sociales de atención primaria. Esto es una vulneración de los derechos humanos», lamentó su presidenta, Esperanza Vera Ortiz, que ayer por la mañana acudió al enclave: «Fue una imagen muy desagradable ver al camión de la basura llevándose todas sus pertenencias».
Explicó que muchas de estas personas no «reciben la atención del Samur que prometen» y otros prefieren quedarse en la calle porque los albergues que ofrecen «tienen su sede en Vallecas o La Peseta, están muy masificados y tienen que compartir espacio con otras personas problemáticas». Ellos tienen su vida aquí, además muchos de ellos conviven con mascotas que no tienen cabida en estos albergues y nos les quieren abandonar».
Carlos Valero, de 24 años, es otro de los jóvenes que desde hace seis años visita al grupo desahuciado ayer por la mañana en Azca. «Queremos combatir los prejuicios de que las personas sin hogar son personas problemáticas, alcohólicas o drogadictas». El voluntario no se explica por qué el Ayuntamiento ha decidido tomar estas medidas tan drásticas en invierno: «No se ha valorado para nada la crudeza de dormir en la calle en estas fechas tan duras para ellos». Además, piensa que esta decisión no hará más que empeorar la situación de estas personas: « A base de desalojos no vamos a conseguir que la gente abandone la calle».