Sábado, 5 de Abril de 2014
Bolinaga y los años de plomo de ETAEl etarra de Mondragón, junto a sus compañeros del 'comando Bellotxa', escribieron con sangre los años más negros de Euskadi en la década de los ochenta. Eran los años en los que las familias de guardias civiles y policías asesinados debían sacar de noche los féretros para evitar el hostigamiento de los cómplices de los etarras. Bolinaga tendrá ahora que responder por un crimen que cometió en 1986.
Atentado de ETA contra Cristóbal Colón de Carvajal en Madrid en 1986 / Cover
Iosu Bolinaga iba a morirse hace año y medio de manera inminente, devorado por un cáncer. Por eso salió de prisión, porque el Estado no es vengativo y se limita a hacer Justicia. Pero el cáncer ha dado una prórroga al etarra, que hasta hoy mismo se paseaba tranquilamente por Mondragón, su pueblo, por las mismas calles que él se encargó de manchar con sangre ajena durante varios años. El juez Ismael Moreno adoptó el jueves una decisión para muchos reconfortante: dictó la prisión incondicional para Bolinaga, una prisión que cumplirá en su domicilio, del que no podrá salir, salvo para tratarse de su enfermedad. Se acabaron los paseos para Bolinaga y con ellos, la repugnancia que su exhibicionismo provocaba.
La decisión del magistrado llegó en forma de auto, compuesto por once folios. Su lectura detenida transporta a los años más negros de Euskadi, los años de gloria de criminales como Bolinaga y sus compañeros del comando Bellotxa, Sabino Usandizaga, Javier Ugarte y José Miguel Gaztelu, que mataban con la misma cotidianeidad y naturalidad con la que otros rellenan su quiniela semanal. Bolinaga está en prisión domiciliaria porque el juez considera que fue el autor material del asesinato del cabo de la Guardia Civil Antonio Ramos Ramírez, cometido en Mondragón el 8 de junio de 1986. El atentado que costó la vida al agente fue como tantos otros en aquellos años: el cabo y su compañera salían de un bar de la localidad guipuzcoana y cuando se fueron a subir al coche, dos pistoleros acribillaron al agente, que intentó repeler la agresión antes de expirar. Los asesinos huyeron a pie del lugar, con sus pistolas humeantes en las manos y dejando el cadáver de su víctima expuestos a las miradas de los que siempre miraban hacia otro lado.
Bolinaga y sus compañeros del 'comando Bellotxa' mataban con la misma cotidianeidad y naturalidad con la que otros rellenan su quiniela semanal
"Era casi una rutina –recuerda un oficial de la Benemérita ya retirado, que pasó en el acuartelamiento de Intxaurrondo aquellos años de plomo de ETA–. Nos mataban en la calle con total tranquilidad. Nadie veía nunca nada, nunca encontrábamos un testigo y cuando íbamos a recoger los cadáveres de los nuestros, todavía teníamos que soportar las miradas de desconfianza, los insultos susurrados". De los asesinos de Ramos nadie supo nada tampoco durante mucho tiempo. El sumario se cerró al año siguiente del crimen, como tantos otros de ETA, por falta de autor conocido. Solo ahora, 28 años después, la Guardia Civil ha elaborado un informe en el que apunta como autores del crimen a Iosu Bolinaga y a sus compañeros del comando Bellotxa. El informe está basado en las declaraciones de varios etarras y en pruebas recogidas, sobre todo, tras la liberación de Ortega Lara.
Iosu Bolinaga (con gorra y bastón) / EP
Iosu Bolinaga (con gorra y bastón) / EP
El comando Bellotxa, creado por la dirección de ETA en 1983, se dedicaba a asesinar a agentes de las fuerzas de seguridad en un área de tan solo 15 kilómetros a la redonda, la misma zona en la que residían con total tranquilidad los terroristas, miembros legales (no fichados), que llevaban una vida de aparente normalidad. El auto de Ismael Moreno relata los crímenes del comando contra agentes de la Guardia Civil: con bombas lapa, lanzamiento de granadas, a tiros... En 1997 –casi 15 años después de que empezasen a actuar–, sus integrantes fueron detenidos, acusados del secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, al que pensaban dejar morir en el zulo en el que pasó 532 días. Fue el principio del fin de ETA: días después llegó el asesinato de Miguel Ángel Blanco y la ola de ira y condena que arrinconó a los que hasta entonces se paseaban impunemente por las mismas calles que manchaban con sangre ajena, tal y como hacía Bolinaga hasta ayer mismo.
"No es una leyenda eso de que teníamos que sacar de noche los féretros de los compañeros para evitar que las familias pasasen por la doble condena"
"Los 80 y los 90 fueron terribles en algunas partes de Euskadi –recuerda el oficial retirado–. No es una leyenda eso de que teníamos que sacar de noche los féretros de los compañeros asesinados para evitar que las familias pasasen por la doble condena de ver como insultaban a sus muertos. Las cosas eran así, solo eso explica que gente como Bolinaga haya podido vivir quince años matando gente y viviendo en su pueblo con absoluta normalidad".
En 1986, el año que Bolinaga asesinó al cabo Ramos, ETA mató a más de 42 personas: asesinó a su primera disidente mediática, Yoyes; perpetró la matanza de la plaza de la República Dominicana, en Madrid; mató a Ricardo Sáenz de Ynestrillas o a Cristóbal Colón de Carvajal. El veterano de la lucha antiterrorista reflexiona sobre aquel año: "En aquella época, los De Juana, Troitiño y compañía mataban en Madrid, donde los atentados hacían mucho ruido, pero el terror en estado puro se vivía en lugares como Mondragón, el pueblo de Bolinaga. Unos te marcaban como txakurra (perro en euskera, el apelativo con el que los abertzales se refieren a los guardias civiles), otros avisaban a los de las pistolas cuando ibas a su bar y otros te mataban".