ACABA CON LAS PLAGAS SIN MATARLAS
Un policía, convertido en el mejor cazador de abejas
Redacción
Xosé Antón Rouco, ataviado con un traje de apicultor, muestra uno de los dos lugares de su propiedad en que mantiene a las abejas
FOTO:Gallego
Mientras muchos huyen despavoridos al escuchar el zumbido de una abeja, Xosé Antón Rouco Fernández acude a su encuentro. Además de su trabajo, es su pasión.
Este policía autonómico es algo así como el se?or de las abejas en Galicia, pues desde hace seis a?os es el encargado de atender las llamadas de alerta por la presencia de estos himenópteros.
Es el único ?cazador? de estos insectos y su temporada comienza en marzo y finaliza en agosto. A partir de entonces, las apariciones de las abejas son muy raras. Cada a?o atiende entre cincuenta y sesenta casos.
Su tarea consiste en limpiar una casa o un lugar cercano de un enjambre que haya encontrado acomodo. "Estos insectos buscan un lugar caliente y, sobre todo, seco", cuenta. Por ello, aparecen en las pérgolas de las casas, en los tejados o en los desvanes, aunque también aparecen en núcleos urbanos, como sucedió frente a la Casa da Troia en pleno centro histórico compostelano. Una vez instalados, es difícil conseguir su retirada y el pánico se convierte en el peor aliado. "Lo más recomendable es alejarse lo máximo posible y esperar", dice.
Es entonces cuando entra él en escena con dos retos difíciles de compaginar: librar un lugar de las abejas sin matarlas. "Utilizo un spray de feronomas con el que rocío el interior de una caja especial y fuerzo a la reina a entrar", explica.
Todas siguen a la reina, que es más larga de lo habitual y está rodeada por una cohorte de nodrizas a su entera disposición. La clave radica en ella, puesto que todo el enjambre la sigue. Una vez dentro de las cajas, las precinta y se las lleva a alguno de los dos centros que tiene, a título personal y no de la Policía Autonómica, en Castro de Rei (Lugo) o en el Milladoiro de Santiago.
Su pasión por las abejas procede de la rama materna de su familia, que desde hace 200 a?os ha mantenido relación con estos insectos, cuenta.
A pesar de su experiencia, nunca sabe con qué se encontrará. "Muchos les arrojan insecticida o agua. Con la primera corren el riesgo de intoxicarse ellos mismos y con el agua, las abejas se ponen violentas y atacan", dice.
A su lugar de trabajo en Santiago le llegan avisos de toda Galicia, donde es el único encargado de esta tarea. "En un día atendí casos en Viveiro, Covas, Sada, dos en Lugo, y me quedó otro en Betanzos para el día siguiente", explica.
Sin embargo, ese problema puede aumentar las dificultades, pues "a partir del tercer día resulta casi imposible sacarlas de un lugar". Entonces, la única solución es "sellar con silicona u otro material el hueco en que están instaladas y emparedarlas".
En Monte Pío
Las curiosidades son muchas en sus intervenciones y le cuesta recordar alguna, aunque explica que tuvo que atender dos casos este mismo a?o en la residencia del presidente de la Xunta en el Monte Pío. Era el mes de abril y todavía gobernaba Fraga cuando un enjambre se instaló allí para vivir a cuerpo de presidente.
"Dormía sobre una colonia"
Las casas antiguas y de madera son el blanco principal de las abejas. Recuerda un caso en la parroquia de Meros, cerca de Castro Caldelas (Lugo), donde una se?ora que vivía sola en una gran casa detectó la presencia de un gran enjambre.
Una gran galería soleada y el suelo de madera eran el lugar ideal. La sorpresa llegó cuando descubrieron que "se habían metido cinco metros dentro de la casa y el enjambre se encontraba bajo la cama de la mujer. Ella no se lo creía".
No todo fueron malas noticias, pues llevaban bastante tiempo allí trabajando sin parar. "Tenía doce paneles con crías pero también mucha miel, yo creo que le quedaban allí entre quince y veinte kilos", comenta entre risas Rouco. Por lo menos, no le dejaron solo el susto en el cuerpo.
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Se me "antoja" preguntar, es compatible esta actividad con la de policía?.
Y se me viene a la mente cierto PL de cierta localidad gerundense matando langostas con una pala de goma vestido de uniforme.