Madrid
Pegamento, tirones y cabinas rotas Los vecinos de Ciudad Lineal achacan la delincuencia a los centros de menores inmigrantes
Diana Valdecantos
Madrid- Los vecinos del barrio les se?alan con el dedo, pero ellos dicen que tienen buena prensa por esas calles. Dos versiones distintas de una misma realidad que tiene en vilo a los que viven en Arturo Soria y alrededores.
El enfrentamiento no es nuevo. Desde hace más de una década los que pasean y hacen su vida cerca del centro comercial Plaza se han acostumbrado a los tirones en los bolsos, las cabinas destrozadas y a llevarse las manos a la cabeza cuando van a coger el coche y tiene la luna rota o se han llevado una rueda.
Se da la circunstancia de que en el distrito de Ciudad Lineal casi convergen dos centros de menores inmigrantes y la Comunidad posee por esos lares varios pisos tutelados donde también viven estos chavales. Una coincidencia de espacio que ha hecho que los vecinos recelen de los chicos de tez oscura.
Al parecer, muchos de estos menores disfrutan de régimen abierto. Echan la tarde en el Parque del Conde Orgaz y otro colindante. Allí, según los vecinos , los muchachos esnifan pegamento de día y de noche. Con el colocón se crecen y no dudan en tirar del bolso de la primera que pasa.
En la farmacia situada enfrente del parque aseguran que día sí, día también, los chavales se juntan por ahí y se aprovechan de los más peque?os. ?Son ni?os que no tienen nada que perder. Salen y ven que chicos más jóvenes que ellos tienen de todo: zapatillas de marca, teléfonos móviles, relojes... Y se lo quitan. En cuanto pasan de los dieciocho, ya no se atreven?, cuenta.
Alguna vez han tenido que dejar entrar en la botica a chicos asustados y convencidos de que si seguían en la calle, les iban a robar. Además, creen que los chavales se conocen la ley del menor al dedillo. ?Aunque les pillen, les sueltan?.
En el centro Manzanares tienen toque de queda, pero, al parecer, todos los vecinos les han visto traspasar la valla por la noche. ?Si la salto hasta yo?, explica la farmacéutica.
?Dan muchos problemas. En verano tiran piedras a las terrazas del centro comercial o rompen cascos de cerveza en el parque?, dice un vigilante de seguridad que se conoce la zona.
Según fuentes policiales, la delincuencia juvenil en el distrito ha bajado mucho en los últimos a?os. Lo más común ahora son cabinas y coches reventados y algún que otro tirón de bolso, pero pocos delitos graves. De hecho, de tres meses a esta parte, el mayor problema con menores son los rumanos que se acercan desde poblados chabolistas como el de Valdemingómez.
Explican que los chicos suelen cambiarse de distrito para actuar. Es muy fácil que los vecinos les reconozcan si se cruzan luego con ellos, así que cruzan esa frontera y hacen su agosto al otro lado.
Aunque los residentes se quejan de sus vecinos forzados, en el fondo también saben que ?no todos pueden ser malos. Eso está claro?, aseguran enseguida. Por eso lo único que demandan es que les controlen más, y ya de paso, que se endurezca la ley del menor para los peque?os delincuentes que reinciden muchas veces.
Los protagonistas en cambio, dicen que están a gusto en su residencia temporal y que se llevan bien con los vecinos. Lo cuentan apurando el último cigarro antes de entrar al centro para cenar y dormir. Uno de sus educadores no les deja hablar ni que se defiendan. Según él, todo lo que opinan los vecinos se lo ha inventado los medios sensacionalistas. No existe conflicto ni sus chicos se meten en jaleos. Los chicos se ríen. Al fin y al cabo son ni?os. Delante del maestro no se atreven a contar nada más.
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