Bodas forzadas y venta de hijos para robar en el centro de Madrid
Familias de Rumanía, Marruecos y Bangladesh trafican con menores con 'dotes' de entre 2.000 y 15.000 euros
Este tipo de trata a veces se enmascara de 'tradiciones culturales', pero además esconde fines sexuales y laborales
CARLOS HIDALGO
Madrid
26/06/2023 a las 04:08h.
Salma se esconde bajo un nombre ficticio porque su familia no entiende que tenga una voz propia. Esta veinteañera, con una década a sus espaldas viviendo en Madrid, es una de las víctimas de uno de los tipos de trata más invisibles y arcaicos: el de los matrimonios forzados. Una realidad que se esconde tras los muros de las casas de quienes la sufren, pero que está más presente de lo que parece. Entre 2020 y 2022, se han conocido, según el Ministerio del Interior, 25 casos de este tipo de uniones, en las que predominan las niñas, y que está creciendo en aquellas cuyos países de origen están en el Norte de África y en Asia. El barrio donde vive Salma, en Lavapiés , es uno de los que tiene mayor población de Bangladesh en la capital. Y precisamente esa nacionalidad es una de las más victimizadas por este intercambio, muchas veces con fines económicos, de seres humanos.
El destino de Salma está escrito. O eso quieren: «En un par de años la van a obligar a casarse con alguien de su ciudad. Ya la han amenazado muchas veces con enviarla a Bangladesh. En una ocasión, su tío le pegó por hablar con un amigo de su hermano en la calle. Su estrategia ante esta realidad es seguir estudiando. Mientras, busca alternativas y se prepara. Necesita tener un trabajo para no tener que depender de su marido en un futuro», recoge la Federación de Mujeres Progresistas, una de las que estudia este fenómeno tan oculto.
Campaña de la Guardia Civil
La asociación Amar Dragoste trabaja codo con codo con los expertos en la lucha contra este tipo de trata de la Guardia Civil. Tienen en marcha la campaña conjunta la campaña #EstoNoEsUnJuegoDeNiñas, para la detección y erradicación de los matrimonios forzados. La teniente coronel Dolores Gimeno, jefa del Departamento de Inteligencia Criminal y Coordinación de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, remarcó que el matrimonio forzado no es solo un asunto cultural, sino también es «una forma de esclavitud y una vulneración de los derechos de las mujeres»: «En España es una realidad que no está visible. Lo que no se conoce no se busca, y no se puede ver. Por eso, la colaboración ciudadana es fundamental».
La víctima, de origen pakistaní, pidió ayuda a una asociación, cuya responsable alertó a la Policía. Su padre la obligó, a golpes, a firmar un formulario para tramitar el enlace
La finalidad de estas uniones es tan amplia como sus países de origen. Los casos más comunes se dan en personas de Marruecos, Argelia, Bangladesh y Paquistán. «Son niñas que suelen venir captadas en origen; es decir, que los matrimonios se conciertan allí pero se formalizan aquí», explican fuentes expertas del Instituto Armado a ABC. «Las hay de 12 años, pero también mayores de edad. Este tipo de trata se aprovecha de la situación de vulnerabilidad de estas familias y las chicas vienen engañadas. Y suele haber pagos entre las familias de por medio», añaden.
Los matrimonios forzados pueden ser 'simplemente' por una cuestión cultural, pero sigue siendo delito. Aunque también con fines delictivos. Se trata (sin mediar ningún tipo de boda o similar) de esclavitud infantil. «Hay de varios tipos: por ejemplo, captar a niños para robar catalizadores de coches, que suelen ser rumanos, búlgaros o moldavos; a menudo, son incluso los hijos de los cabecillas o hasta los utilizan para traficar con drogas», explican fuentes policiales. En otros casos, y esto sí que es muy visible en las calles del centro de Madrid, son menores, generalmente chicas, a las que casan con gente de mafias del robo y la mendicidad y pasan múltiples horas cada día por Sol, Gran Vía y áreas de turismo constante, como el eje Prado-Recoletos y la plaza de Oriente.
Clanes españoles también
Un ejemplo reciente ocurrió en la calle de Josué Lillo, 15 (Puente de Vallecas), en un garaje situado en un sótano. La Policía Municipal acudió al aviso de un ciudadano que sospechaba que alguien estaba robando allí. Y lo que encontraron fue a dos parejas de hermanos, de un clan español, de 12, 11 y 9 años. Los tenían estampando camisetas, relojes, gafas de sol y estuches con 22 máquinas de sellado de tipo industrial. Los agentes detuvieron a un hombre de 31 años y a otros dos, hermanos, de 37 y 44.
«La trata puede ser laboral, que es la más común; pero también con fines de explotación sexual, mendicidad, incluso existe la del tráfico de órganos, aunque nunca se lleva a cabo porque el sistema español está blindado», añaden. Sin ser un matrimonio como tal, nuestros informantes ponen de ejemplo el caso de los 'lover boys' rumanos: «A día de hoy, ya no explotan a cinco o diez chicas, sino que a su propia novia, pero también para que roben a los clientes o les vendan droga».
Un menor, captado robando catalizadores en el barrio de Batán
Un menor, captado robando catalizadores en el barrio de Batán ABC
Carolina García, de Amar Dragoste, reconoce que «no hay cifras ni estadísticas» sobre las conocidas como bodas forzadas. «Pero tampoco existen apenas protocolos de actuación, porque es un tema muy poco investigado, es muy clandestino. Por ello, cuanto más se hable y se informe de ello, más se va a poder detectar. De ahí la campaña con la Guardia Civil, para que llegue a entornos como los institutos, los servicios sociales, hospitales y hasta a los vecinos, que sean capaces de avisar sobre estos casos». El reto sería conseguir que esta lacra siguiera «el proceso de la violencia de género y la trata sexual», dice, en referencia a su mayor visibilidad y denuncia, tanto por parte de las propias víctimas como de terceros.
En los casos de los matrimonios forzados para fines como la mendicidad y el robo, se habla de 'dotes' (en realidad, venta por parte de sus padres) pagadas a sus 'consuegros' de entre 2.000 o 3.000 euros hasta 15.000. Fuentes policiales señalan que ello depende, fundamentalmente, de la capacidad que tengan las víctimas para el hurto. Cuanto más expertas, más valor tienen. Se las llega a entrenar incluso en sus países de origen, sobre todo en zonas de Rumanía como Tanderei o Braila, donde abunda la población gitana, la más victimizada por este mercado ilegal. «Queremos dejar claro que no vamos contra una ideología o religión, sino contra delitos que vulneren los derechos humanos, de la infancia y del menor», detalla Carolina García. Hay tres legislaciones que incluyen este tipo de delincuencia, la más reciente es la conocida como 'ley del sí es sí'.