La banda de los sacaojos.
Eran rápidos y utilizaban la violencia gratuita para amedrentar a sus víctimas. Y se ensa?aban con los ojos. Es el modus operandi de una banda de atracadores rumanos, una de las más duras de las que han atemorizado a la Costa del Sol. Sus miembros ya llevan a?o y medio en prisión sin que se haya celebrado juicio.
Francisco se alerta cada vez que oye la puerta. Y un escalofrío le recorre el cuerpo. Hasta en su casa se siente intranquilo, temeroso, sumido en la oscuridad de unos ojos que ya no pueden ver. Su rostro muestra las marcas de unos desalmados que le molieron a golpes hasta reventarle los ojos. Con 72 a?os, ha tenido que abandonar su negocio y ya no puede valerse por sí mismo. Casi no sale de casa. A su lado, Antonia, su mujer, le arropa. Ella también fue agredida, hasta que perdió el conocimiento. Aquella lluvia de golpes les ha marcado para siempre. Y todo para robarles unos perfumes.
El 21 de febrero de 2006, Francisco había acudido a su perfumería como cada ma?ana. Abrió un poco la reja y entró para preparar el local. Había unos hombres dentro de su tienda. En segundos le amordazaron y le ataron a una silla con cinta de embalar. Entonces se ensa?aron a golpes con sus ojos, su nariz y sus dientes. Su rostro quedó desfigurado; los dos globos oculares estallaron. Los médicos no han podido recomponerlos. Antonia oyó los gritos de su marido y asomó la cabeza por la puerta. Recibió un fuerte golpe en el rostro con ?un bate de béisbol?, según los partes médicos. Y perdió el conocimiento. La policía la encontró tendida en un charco de sangre tras un mostrador.
El botín del robo fue de 3.000 euros en metálico, unos frascos de colonia y un móvil. Los asaltantes fueron captados por las cámaras de seguridad de un local cercano. Y la descripción de los testigos era coincidente: un hombre vestido de oscuro con unas letras grandes en blanco en la espalda y otro con vaqueros, cazadora roja y gorra.
Por la especial agresividad del caso la investigación recayó en la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la policía en Fuengirola (Málaga). Desde el primer momento, las pesquisas se centraron en localizar e intervenir el teléfono Samsung sustraído. Los informes policiales explican que el teléfono permaneció activo después, pero usado con tarjetas prepago de otras compa?ías, lo que multiplica problemas para identificar a los usuarios. Mientras, Francisco y su esposa (las víctimas cuyos testimonios se recogen en este reportaje han pedido que no se publiquen sus apellidos: aún tienen miedo) se recuperaban de sus heridas en sendos hospitales de Málaga. Allí se enteraron de que los atracadores repitieron en su tienda. Aprovechando que ambos estaban ingresados y que nadie atendía el local, alguien desvalijó de nuevo su perfumería. Esta vez se llevaron más de cien perfumes caros.
Fue a los pocos días del segundo robo cuando la policía identificó a una de las usuarias del móvil robado, una prostituta de un local de alterne de Torremolinos y que se hace llamar Mari. La mayoría de sus conversaciones captadas son en rumano, por lo que los agentes tuvieron que recurrir constantemente a un traductor jurado. Fue un trabajo minucioso de meses. Según los informes policiales, en el teléfono intervenido se oyen muchas veces alusiones a la venta de perfumes. En varias conversaciones, Mari habla de las colonias con su marido, llamado Curca y encarcelado en la prisión de Alhaurín. Curca la apremia incluso a que las venda rápido porque necesita dinero para salir de prisión. Pero la llamada clave se hace el 16 de marzo del pasado a?o. Aquel día, Mari ?hace mención como autores del robo con lesiones que nos ocupa a unos tales Aurel, Puiu y Florín junto a una cuarta persona?, recogen los informes. En la conversación, Mari explica a su pareja: ?Yo le puedo decir a la policía que sé que roban, que sé de los perfumes que han robado, que sé que han atracado una perfumería, (?) no quiero que la policía venga a casa porque si viene va a ver las colonias en mi casa y voy a tener yo problemas?.
●Atraco en directo
??Qué?
?Creo que viene ahora. Lleva pantalones rojos, chaqueta, bolso; pero creo que se ha cambiado de pelo. Es pelirroja. Me parece que tenemos libre. Espera, espera. Sí, es ésta. (?) hay una vieja con un bolso, espera a ver si hay sitio. Venga, que ha levantado eso.
??Está lejos la vieja?
?No, no está lejos. Hay uno que trabaja allí, unos que están en un escaparate de una tienda. ?Venga, que se puede! ?Venga!
Esta conversación telefónica fue registrada por la policía el 25 de marzo del pasado a?o a las nueve de la ma?ana, la hora a la que Josefa sufrió un robo con violencia cuando abría la joyería que regenta en Torremolinos. La grabación se corta tras este breve intercambio de frases, y tras el grito de una mujer. Los atracadores esperaron a que Josefa abriera parcialmente la reja del establecimiento para hacerla entrar a punta de pistola. Allí, se ensa?aron a golpes con ella. Sobre todo en los ojos. A?o y medio después, Josefa sigue con depresión y sufre graves secuelas en la vista. La fobia a ser atacada de nuevo la obliga a estar siempre acompa?ada. Durante un tiempo no ha sido capaz de salir a la calle. ?Me partieron la nariz por tres sitios, y con la culata de la pistola me molieron a golpes en los ojos?, relata Josefa, ahora arropada por su familia. En ese asalto se apropiaron de numerosas joyas. Ocho minutos después del golpe, los teléfonos pinchados por la policía volvieron a sonar:
??Madre mía, cuántos policías hay en la calle! ?Has oído lo que hay en la calle? No voy a coger el taxi.
?Venga, coge el autobús.
?Sí, sí, sí.
?He cogido ?suave? tres anillos.
??Cuántas?
?Tres planchas.
Tres meses después de la paliza que le costó la vista a Francisco, y tras un exhaustivo trabajo, la policía logra las primeras identificaciones completas de los atracadores. Los agentes se?alan al ciudadano rumano Petrisor Puiu, nacido en Giurgiu, como interlocutor en las conversaciones. Otra de las voces grabadas pertenece, al parecer, a Aurel Muti, natural de la misma ciudad. Según la policía, son las dos personas mencionadas por Mari ?Emilia Mariana Fieraru? como autores del robo en la conversación con su marido preso. La intervención de los teléfonos, a cuyas transcripciones ha tenido acceso interviú, sirvió también para identificar el nuevo objetivo de la banda:
??Qué haces?
?Estoy en casa con Cristina y Puiu. Nos estamos preparando para esta noche para hacer ?una?? He comprado todo lo que hace falta y vamos a hacer una joyería.
●Un tiro al aire
Parecía que aquellas personas harían un butrón en una joyería de Torremolinos. Pero los agentes se anticiparon a la maniobra y montaron un dispositivo de vigilancia. El 18 de abril, sobre la una de la madrugada, vieron merodear por allí a los dos rumanos identi_ cados con anterioridad por este caso. Uno de ellos portaba un walkie-talkie en la mano y ?mantenía una actitud vigilante, desplazándose constantemente de arriba abajo en la calle?, según recogen los atestados. Los agentes observaron cómo Petrisor Puiu y Niculae Baltat se introducían en una obra adyacente con una bolsa de color negro. ?A su vez, tanto Cristina Popescu como Martina Globyte, en compa?ía de Aurel Muti, desarrollaban labores de vigilancia en el exterior?, relatan en sus informes. Al ser identificados y detenidos, ?las dos mujeres proferían gritos? para alertar a sus compa?eros, que se habían introducido en la obra. Al oírlas, ambos echaron a correr en dirección al paseo marítimo. Y uno de ellos sacó un objeto de una ri?onera que enfocó en dirección a los agentes. Un disparo al aire no sirvió para disuadir a la pareja, que logró darse a la fuga a la carrera. A la ma?ana siguiente, el due?o de la zapatería adyacente a la joyería encontró su puerta forzada, al parecer con un gato hidráulico, y en el interior una bolsa con un gran taladro, herramientas y varias brocas de distinto calibre.
Tras cotejar los datos de filiación, resultó que la mayoría de los cinco detenidos residía en una vivienda de Benalmádena. Y allí se apostaron los agentes encargados del caso a la espera de los dos fugados. Con resultado positivo. A las tres de la tarde del día siguiente, Puiu y Baltat fueron detenidos mientras comían en un bar cerca de su casa. En el registro de la vivienda, la policía encontró debajo de una cama una bolsa de deportes con 60 frascos de colonia, coincidentes con los sustraídos en la perfumería atracada en Fuengirola. Escondidos entre un tabique y el cajón de un armario ropero, los agentes localizaron también un bulto envuelto en servilletas. Allí había 25 anillos con su precio y etiqueta. En algunos de ellos se podía ver el anagrama de la joyería que atendía Josefa. Según los datos remitidos por la Justicia rumana, tres de los detenidos ya sumaban 17 condenas por robo en su país.
A la espera de juicio, los principales imputados se enfrentan a una posible pena de nueve a?os de prisión por robo con violencia y lesiones, mientras que el resto ha sido acusado de encubrimiento o receptación, y está en libertad vigilada. Los principales imputados han negado ante el juez su relación con los hechos. Uno de ellos asegura que compraron los perfumes a unos jóvenes marroquíes. Pero su declaración contrasta con la de otros dos imputados, que los relacionan directamente con los atracos. Ahora, el principal temor de los afectados es que el periodo de prisión preventiva expire y los acusados ?que llevan un a?o y medio entre rejas? salgan de nuevo a la calle.
