La mafia china encañona a los suyos
La Policía tiene entre sus prioridades a cuatro violentísimas bandas chinas en la región, autoras en los últimos meses de secuestros de familias, extorsiones, asaltos y torturas a compatriotas
Madrid
La mafia china encañona a los suyos La Policía tiene entre sus prioridades a cuatro violentísimas bandas chinas en la región, autoras en los últimos meses de secuestros de familias, extorsiones, asaltos y torturas a compatriotas
CARLOS HIDALGO / MADRID
Día 12/10/201026
Comerciante china agredida en su negocio de Cobo Calleja (Fuenlabrada) durante un asalto
La banda de Hong ha sido hasta hace muy poco la más peligrosa y activa del crimen organizado chino en Madrid. Ahora, está en prisión preventiva. Es el «capo» asiático por excelencia, hasta el punto de que su último palo le supuso un botín de lo más cuantioso. Un millón de euros. Ocurrió en el polígono de Cobo Calleja, en Fuenlabrada. La «Chinatown» española. Un furgón lleno de dinero perteneciente a un industrial textil asiático abandona la nave y toma la autovía, camino de la capital. La banda de Hong maneja información privilegiada. Sus hombres, encapuchados y pistolas en mano, tienden una emboscada al camión. El golpe no puede salir mejor. La Policía se enfrenta, una vez más, a una estructura de «desorganización organizada» y consigue acabar con el grupo de Hong. El caso, como la mayoría que afecta a la comunidad china, no había salido a la luz hasta ahora.
Yie es otra víctima. Le reventaron la boca poco antes del verano. Empresaria del mismo polígono, fue sorprendida por la «banda de los estranguladores» cuando su marido se encontraba en China. La asaltaron y desgarraron un labio: «Se llevaron el dinero, las llaves del coche... Salgo todos los días atemorizada a trabajar. Cualquier día nos matan», confiesa.
Los afectados no denuncian; tratan de solucionarlo entre ellosLos delincuentes asiáticos están dando mucho trabajo. Sobre todo al actuar contra sus compatriotas y, además, por imponer la ley del silencio que impera en la comunidad china. Los expertos policiales consultados por ABC consideran que más que de mafias o «tríadas» hay que hablar de grupos delictivos. Eso sí, más violentos. Más ambiciosos. Más peligrosos y sanguinarios. Y, sobre todo, de reciente formación. Lo que antes eran delitos asociados casi exclusivamente a la piratería videográfica y a la falsificación textil, además de al tráfico de seres humanos, han quedado prácticamente como un reducto.
Ahora, explican nuestras fuentes, proliferan unos secuestros muy «sui generis», extorsiones en comercios e, incluso, tráfico de drogas, para lo que estos grupos se están asociando con otros de distintas nacionalidades. Cerrados, endogámicos, oscuros... Tanto víctimas como verdugos saben que la ley del silencio se impone en una criminalidad donde el frío de una cuchilla o del cañón de una pistola es el que manda.
Madrid no es una isla dentro de este particular submundo donde el dinero y la violencia lo mueven todo. Al contrario. La falta de estadísticas oficiales no puede esconder la sensación de que las bandas chinas están recrudeciendo sus acciones.
La Policía se queja de que la mitad de lo que denuncian es falsoHong y sus secuaces eran los gangsters con mayúsculas de la delincuencia china en Madrid. Pero perviven otras bandas. Los expertos calculan que son entre tres y cuatro las que se encargan de los delitos más brutales. Su «modus operandi» se repite. Y el perfil de sus víctimas. Eligen a un empresario de su misma nacionalidad, con alto poder adquisitivo. Tres individuos le esperan en las inmediaciones de su casa y le asaltan, a punta de pistola. Acto seguido, le obligan a que les introduzca en su vivienda. «A todo el que se encuentre dentro, lo retienen con amenazas —indican los expertos—, ya sea la mujer, los hijos o el servicio. Los amordazan. Llevan bridas, pasamontañas, guantes... Se llevan todo el dinero y los enseres de valor de la casa y luego arrastran al empresario al cajero automático para que les dé las claves de las tarjetas».
Las escenas de tensión en las viviendas asaltadas son de lo más dramático. Mujeres chillando, niños llorando y el olor de la pólvora sobre la sien del padre de familia. El miedo se les mete en el cuerpo, hasta el punto de que un porcentaje prácticamente mínimo es el que decide denunciar. «Y, cuando lo hacen, la mitad de lo que cuentan es mentira... Tienen mucho miedo o antes lo han intentado solucionar entre ellos y no lo han conseguido. Dicen: “Pues hay siete más a los que les ha pasado lo mismo...”, por eso la estadística no existe», coinciden todos nuestros informantes.
«La cortaremos a trozos»
Estas bandas están compuestas por treintañeros, que improvisan los asaltos, en la mayoría de las ocasiones. «A lo mejor hoy son 40 personas en un grupo, pero mañana se reúnen cuatro o cinco para dar un “palo”. Son en ese sentido imprevisibles». Actúan a partir de las siete y media de la tarde y contra empresarios que guardan grandes cantidades de dinero en efectivo en sus casas, pues pagan en mano a sus empleados, para no realizar transferencias bancarias.
A Yie, empresaria china, le reventaron la boca en un reciente asaltoLa «banda del Féretro» es otra de las que ha hecho bastante ruido en los últimos meses. «La vamos a cortar en trozos», amenazaron, encabezados por un prestamista chino que ordenó el secuestro de una compatriota. Pedía 80.000 euros si querían que la sacaran del trastero de una tetería que hacía las veces de casino. Catorce horas después, fue rescatada.
Otro grupo, de 16 personas —algunos son incluso familiares de la víctima— perpetraron el secuestro del hijo adolescente de un empresario, de sólo 13 años, en enero del pasado año. La madre, a las once de la noche, recibió dos llamadas desde el móvil del menor. Un compatriota le exigía 300.000 euros a cambio de volver a verlo con vida. El chico fue rescatado por los GEO en Illescas (Toledo).
Los extorsionadores
En el segundo escalón están los extorsionadores. Los eligen casi al azar. Ya no es una cuestión de robo a mano armada. Son puras amenazas: «Seis o siete chavales, asiáticos y más jóvenes que los anteriores, que llegan a la típica tienda regentada por un chino y les dicen: “Queremos mañana 3.000 euros. Sí o sí”. De lo contrario, les destrozan el comercio o les agreden».
El móvil pecuniario de las bandas de delincuentes chinos les ha llevado a diversificar el negocio y han comenzado a establecer relaciones con traficantes rumanos y marroquíes. Comenzaron por el éxtasis y las drogas de diseño, pero necesitaban proveedores de la droga por excelencia en España: la cocaína. De ahí la proliferación que se está detectando de estas «extrañas parejas». Los puntos de venta también son novedosos, dos karaokes situados en Leganés, que sustituyen a los cerrados por asesinatos. El negocio está asegurado, su continuidad, de momento, también.
Tarifas de sicarios: 20.000 euros matar; 3.000 la puñalada
En esto de los ajustes de cuentas, los chinos también tienen su propio círculo de sicarios y, cómo no, sus propias tarifas. No es lo mismo un corte en una mano o un brazo (que es lo que cotiza más bajo) que una cuchillada en una pierna, cuyo precio asciende en algunos casos conocidos el año pasado por la Policía a 3.000 euros. Si ya lo que se busca es la eliminación total del objetivo, estaríamos hablando de hasta 20.000 euros. «Contratan a un matón y le dan una tarifa. Que accede, bien; que no, pues a otra cosa, porque saben que no les van a delatar», indican expertos de la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil.
La presencia de estos sanguinarios en Madrid también puede ser de paso. El caso más evidente ocurrió hace cinco años, cuando dos personas fueron detenidas en la estación Sur tras asesinar a un compatriota en La Haya. Pertenecía a una facción enemiga y acabaron con su vida en el casino Swiss Leisure. La extorsión en salones de juego a clientes que buscan dinero rápido con que apostar no es nuevo en ese país.