Y llegó el #15m y destrozó la campaña. Todo iba más o menos según lo previsto. Ya habíamos oído de las simplezas y las arremetidas de unos, de las invocaciones de miedos y torpezas de otros; habíamos escuchado los eslóganes de siempre -matiz arriba o abajo- de todos. Zapatero ya había dicho que, sin crisis inmobiliaria, no habría tantos parados. Le faltó agregar que después de los lunes vienen los martes. Rajoy ya había felicitado al imputado Camps con su "Paco, eres un gran presidente. Te votan porque te quieren", en una repleta plaza de toros valenciana. Mereció la Puerta Grande.
Hasta José María Aznar y Felipe González, que siempre han huido de encuentros públicos conjuntos, se dejaron ver en un clima de cierta cordialidad, convocados por Ruiz Gallardón y, tal vez, San Isidro. A pesar de que Aznar comparara a Zapatero con Chávez, y que González dijera que "hace falta valor para hacer negocios hasta con la visita del Papa", la cordialidad fue tanta que hasta pudimos contemplar una insólita imagen de Ana Botella, Mar Utrera y Mar García Vaquero, las parejas de los tres políticos, juntas y cómodas en su común función de acompañantes.
Ya entonces habían sembrado dudas los 'populares' sobre la sostenibilidad económica del país incluso en los foros internacionales; ya habían acusado los socialistas a sus máximos rivales de antipatriotismo. Entonces, ya había cometido Zapatero la torpeza de insultar a miles de ciudadanos al calificar de "bellaco" a cualquiera que dijera que él había hecho recortes sociales. Rajoy seguía evitando cualquier debate, sintiéndose ganador y eludiendo cualquier oportunidad de cometer errores.
Ya había ocurrido casi todo, incluido que el aspirante socialista a alcalde de la población madrileña de Las Rozas, Miguel Ángel Ferrero, hubiera detenido 12 horas su campaña para casarse (¿no se le ocurrió un momento mejor?). Y Puigcercós, fiel a sí mismo, ya había lanzado su última barbaridad: "Los votantes del PP robarían igual que Camps".
Solo hubo una salida del guión previsible -bueno, en realidad, no-: la de un etarra, Ander Errandonea, levantando el puño izquierdo y enarbolando una pancarta de Bildu al abandonar, tras 25 años de prisión, una cárcel manchega, exhibiendo, por si alguien no la hubiera notado, la extrema cercanía entre la coalición 'abertzale' y los pistoleros de ETA.
"La peor campaña de la democracia"
Era tan aburrida la campaña que el mismísimo 15 de mayo, el día clave, en su sección de preguntas dominicales, Miguel Ángel Mellado, vicedirector de El Mundo, tan sagaz siempre, la consideró "la peor campaña de la democracia".
Pero es que nadie contaba con ellos. Nadie sabía, ni mucho menos sus jóvenes protagonistas, que iban a montar una #Spanishrevolution de una relevancia tal que iba a estallar en mil pedazos la campaña electoral. No sabían, no, que iban a ganarse la simpatía de decenas de miles de ciudadanos en todo el país y que, finalmente, iban a asombrar al mundo con un indignado grito surgido, probablemente, de la pluma y las entrañas de Stéphane Hessel.
Resulta tremendamente sorprendente, y también refrescante, que el autor de '¡Indignaos!', nacido ¡en 1917!, haya catapultado con su alegato de 27 páginas a un profuso y creciente número de jóvenes que se han unido, a través de las imparables redes sociales, para luchar de un modo tan pacífico que conmovería a Gandhi contra los partidos políticos mayoritarios, la codicia de los banqueros y la demoledora situación económica de nuestro país.
La 'primavera española', célebre ya en el mundo entero, ha hecho Historia, fundamentalmente sacándole los colores a un Estado que no sabe cómo frenar esa creciente ira general que ha movido a tantas personas a manifestarse contra las propias reglas del juego democrático. Inaudito.
"Si los jóvenes somos el futuro del país y estamos o bien parados o bien explotados con contratos basura, ¿qué futuro le espera al país?", se pregunta uno de los #acampados en Sol. "Dicen que somos las generación más preparada de la Historia. Tengo dos carreras, pero solo me ofrecen un trabajo de 5.000 euros brutos al año" se queja una de las seguidoras del #yeswecamp.
La insurrección pacífica de los #notenemosmiedo demuestra hasta qué punto el sistema está obsoleto. Al menos, le resulta arcaico e inútil a buena parte de quienes vivimos bajo este sistema. Y no es que los #nolesvotes tengan la receta tras el derrumbe. De hecho, muchas de sus propuestas, hermosas e ingenuas, refrescantes y utópicas, resultan tan inaplicables como esperanzadoras. Pero el verdadero valor reside en su misma formulación, en el puro cuestionamiento de las bases estructurales del método con el que, dicen, el sistema los subyuga. "No somos anti-sistema; el sistema es anti-nosotros", defendían quienes tomaron el kilómetro cero.
Los acampados indignados han sido capaces de generar una admirable sociedad paralela perfectamente organizada en medio del caos, y han logrado trascender las fronteras y difundir el mensaje de la #Spanishrevolution por numerosas ciudades extranjeras, desde Varsovia o Praga a Rabat o Washington D.C. La rebelión popular de los indignados, ya internacional, sorprende a los miembros del 'establishmen't a este lado del capitalismo, y amenaza con propagarse con más fuerza después del 22-M independientemente de los resultados electorales.
Mientras los partidos políticos tradicionales seguían peleándose, apoyándose en el criterio de que atacar al rival resulta más eficaz que presentar un programa, e instalados en lo de siempre -mítines, proclamas, visitas a los mercados, y apretones de mano-, esta vez con un coste cercano a los 30 millones de euros, los jóvenes de la plataforma Democracia Real Ya!, sin presupuesto pero con una desbordante imaginación, han logrado dinamitar la campaña electoral y mostrarle al mundo que el descrédito institucional y la ferocidad de la crisis deben ser afrontados desde perspectivas nuevas, tan innovadoras como su propio movimiento.
El mayo español, independientemente de qué ocurra los meses venideros, ha constituido una intensísima y al mismo tiempo pacífica bofetada en lo más profundo del engranaje que sostiene nuestro sistema económico y político. Mientras algunos partidos políticos de izquierda han intentado apropiarse de las ideas de los jóvenes del @nonosrepresentan, identificarlas como suyas y sumar los votos de quienes las defienden, nuestros gobernantes, los de todos los partidos, harían bien en cuestionarlo todo. Absolutamente todo. Y, antes que ninguna otra cosa, a sí mismos.
Otra reflexión más.