Y al otro lado delo "charco".
'El "otoño americano": indignados en busca del perdido sueño americano
Llega a su cuarta semana. El movimiento #occupyWallStreet denuncia los abusos de los poderosos como desencadenante de la desigualdad social en Estados Unidos. Tiene en contra a buena parte de la política, la prensa y especialmente a la Policía y quiere ganar la batalla por la opinión pública. Guarda similitudes con el 15-M, pero la referencia no es España sino la 'Primavera Árabe'.
A.L.M.
07-10-2011
El parque Zuccotti es una plaza de propiedad privada ubicada en Bajo Manhattan, a los pies de los rascacielos. Su dueño, Brookfield Office Properties, permite hasta el momento que sea el cuartel general del movimiento #occupyWallStreet, con características similares al 15-M español e inspirado en la 'Primavera Árabe'.
Jóvenes indignados tomaron la palabra a Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, quien afirmó que "las personas tienen el derecho de protestar" y que, si deseaban hacerlo, "felizmente" se aseguraría de que tuvieran lugares para hacerlo. El 17 de septiembre comenzó todo, aún con indefinición, con unos primeros días de mayor cobertura mediática que presencia de acampados y manifestantes. Se hacía complicada la organización de una estructura que permitiera la convivencia, la higiene, el suministro de comida y el propio debate ordenado.
#occupyWallStreet empezó a recibir la visita de curiosos. Los medios, que al principio calificaron el movimiento como "marginal", llenaban cada día más páginas y el interés ciudadano creció. El apoyo sindical fue decisivo, aunque no exento de peligros. Los promotores de la acampada sabían de la capacidad de convocatoria de estos organismos, pero también de la posibilidad de que quisieran liderar las protestas. Hubo acuerdo
El espaldarazo definitivo llegó de la mano de incontables asociaciones cívicas sin ánimo de lucro y de destacadas caras famosas que suscriben el mensaje y los objetivos, como el filósofo Noam Chomsky, el activista Michael Moore, los escritores Juan Gelman, Salman Rushdie o Margaret Atwood, la artista Yoko Ono o la actriz Susan Sarandon. "Si John (Lennon) siguiera vivo, estaría liderando la revolución", se atrevió a decir su viuda.
Al igual que en España, las detenciones han servido de aliento para lograr nuevos apoyos, argumentando brutalidad policial —con especial polémica por el uso de espray de pimienta- en detenciones como las del Puente de Brooklyn, más de 700. Para el traslado de los arrestados a las comisarías se utilizaron diez autobuses de la ciudad. Esto supuso una victoria estratégica de los indignados. La Policía y la Autoridad Portuaria obligaron a los conductores a llevar a los activistas, lo que ha supuesto una demanda del poderoso sindicato de transportistas TWU y su respaldo al movimiento.
Se han hecho fuertes y el fenómeno ya no sólo es neoyorkino. En todos los casos, las protestas tienen lugar en enclaves de relevancia política o económica en las ciudades. Los Ángeles, Boston, Filadelfia, Seattle o Chicago viven jornadas de manifestaciones. Especialmente Washington, donde todo se produce a escasos metros de la Casa Blanca. Y desde la Casa Blanca el mensaje es contradictorio. A Barack Obama le parece un "reflejo de la frustración" de los ciudadanos por las "irresponsabilidades" cometidas en el sector financiero. Su 'número dos', Joe Biden, opina que los mismos ciudadanos a los que se refiere Obama "tienen mucho en común con el Tea Party".
La división no es menor en la prensa, aunque algunos de los principales medios, favorables en un comienzo, han cambiado su postura con el paso de los días. FOX, enemiga de los manifestantes -y viceversa- habla de "nazismo". The New York Times tiene serias dudas. Alguna de sus firmas ha destacado la "falta de cohesión del grupo" y ha calificado su ideología como "progresismo pantomimo". #occupyWallStreet culpa a este medio de tergiversar informaciones y de formar parte del sistema de poder que critican. Los propios indignados han editado un diario de cuatro páginas, The Occupied Wall Street Journal, para dar a conocer sus reivindicaciones "sin manipulaciones".
Dicen en su web que #occupyWallStreet "es un movimiento de resistencia sin líderes con gente de muchos colores, géneros y tendencias políticas". Aseguran ser "parte de un 99 por ciento de la población que no tolerará más la codicia y la corrupción del 1 por ciento", así como que condenan la violencia para "maximizar la seguridad de todos los participantes". Adbusters, principal grupo organizador de la protesta, anuncia a quienes hablan de falta de objetivos que persiguen que se ordene una "Comisión Presidencial encargada de poner fin a la influencia del dinero" que tienen sus representantes en Washington.
Han llegado a ser 20.000 las voces en el Distrito Financiero de Manhattan. Como los españoles vimos en Sol, en el parque Zuccotti —bautizado como 'Plaza de la Libertad'- se celebran asambleas diarias en las que se decide por consenso. Hay servicio de limpieza, de comida o biblioteca y alrededor de 35.000 dólares recaudados en donaciones. El servicio de prensa responde a este periódico que recibe más de 500 peticiones de entrevistas diarias, hecho que imposibilita responder a todos a tiempo. Están vigilados por la Policía, enfadada por los largos turnos que debe cumplir y por cubrirse las horas extras con dinero de todos los neoyorkinos. Los agentes no saben a quién dirigirse, uno de los emblemas y estrategias de los protestantes es no tener aparentemente líder. No ponen fecha para marcharse —quizá sí la ponga en breve Brookfield Office Properties- ni piensan detener sus demandas tras las elecciones presidenciales. No consienten que nadie les quite de la cabeza que, como reza su eslogan, después de la 'Primavera Árabe', debe llegar el 'Otoño Americano'.