POLICÍA EN TITULARES
Por José Gabriel Antu?ano
LA Policía ha empezado a ocupar demasiados titulares en los periódicos y a focalizar los comentarios de otros medios de comunicación. Por desgracia, no son noticia por las brillantes acciones que acometen, sino por problemas de algunos de sus miembros que ensucian con su proceder al colectivo. El caso más reciente se circunscribe a los policías que traficaban con goma 2 y droga, y que, después de prestar declaración ante el juez Del Olmo, se encuentran en prisión preventiva, pero no es desdichadamente el único caso de los últimos meses. Sin necesidad de consultar las hemerotecas, acuden a la memoria el caso de la alerta a miembros de ETA para que no fueran detenidos, que continúa en zona de penumbra, sin que nadie se interese por arrojar algo de luz; los inspectores imputados en un juzgado de Madrid por la presunta falsificación del informe de los peritos del ?ácido boríco?; el policía que acusó a su superior jerárquico en la trama urbanística de Ciempozuelos porque le impidió continuar con la investigación sobre los presuntos tejemanejes del alcalde socialista de esa localidad.
Más próximo, se encuentra el informe de dos agentes de la Policía Nacional en Valladolid que, sin mediar orden judicial, investigaron en Arroyo el cambio de uso de suelo industrial en residencial; y más alejados en el tiempo y en el espacio, los comisarios sobre los que pesa una sentencia por imputar a miembros del PP de una presunta agresión al ex ministro Bono en el transcurso de una manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. La Guardia Civil, siempre más discreta, también empieza a salir en fotografías como las de esta semana, en cola y de uniforme, para entregar al Defensor del Pueblo a título personal un escrito de queja por las condiciones laborales y el régimen disciplinar, como primera fase de una serie de actuaciones previstas por el incumplimiento, según la Benemérita, del compromiso del Gobierno socialista de desmilitarización del cuerpo, ratificado por Rubalcaba cuando ejercía de portavoz del Grupo Socialista, aunque ahora como ministro del Interior baje la expectativa a regular el derecho de asociación.
Resulta lamentable que algunos casos eclipsen el trabajo eficaz de un colectivo, pero las irregularidades, llamémoslas así, parecen demasiadas para obtener la calificación de hechos puntuales y para no preguntarse cuales son las causas que motivan estas formas de proceder. Es evidente que están fallando los controles internos de la propia policía para que actuaciones, presuntamente delictivas, no avancen, y alguien debería dar cuenta; también es claro que los sindicatos no aciertan a exigir la depuración de responsabilidades para que los colectivos que agrupan, no vean ensombrecido su trabajo. Pero además, estas actuaciones representan un signo de cierto deterioro del Estado de Derecho, incapaz de resistir sin sufrir alguna grieta los vaivenes continuos a los que se ve sometido por la osadía de unos partidos periféricos y minorías, ante la tibieza de un Gobierno, reo de su propia debilidad, necesitado de concesiones y resultados a corto plazo. Tampoco ayudan la incontinencia verbal del presidente, de algunos miembros del Gobierno y del Partido Socialista en las negociaciones con ETA que, en vez de llevarse de manera callada y discreta, parecen necesitadas de filtraciones o canales de información públicos, que confunden a la opinión pública y desmotivan y enfadan a los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Se necesita poner orden en la casa y evitar mas improvisaciones para que la Policía abandone los titulares y las prácticas de confidentes a periódicos y para que algunos abandonen la pesca en río revuelto. Se requiere de prudencia y tacto, para no catar un nuevo melón, el de la Guardia Civil, sin tener claro el objetivo a conseguir. En este sentido las apresuradas declaraciones de Interior del domingo no se?alan el buen camino, porque más parecen un parche para evitar la sucesión de actuaciones de la Benemérita que la solución a un problema, que no se resuelve con cesiones y ocurrencias.
José Gabriel Antu?ano