Okupas de cinco tenedores en la Casa de Campo 
Fachada del restaurante Currito en la Casa de Campo. OLMO CALVO
Actualizado:31/05/2015 01:09 horas
De Paseo de la Restauración a Paseo de la Indignación. Cuatro de los emblemáticos restaurantes de la Casa de Campo (Casa Mónico, Guipuzcoa, Currito y el Bosque Sagrado) están ahora repletos de okupas e indigentes a los pocos meses de cerrar sus puertas. Sus salones han sido saqueados y dan abrigo a varias familias rumanas. Estos clanes han roto puertas, muros, ventanas y vigas para ocuparlos. Ya no queda nada de valor en ellos. Están arrasados.
Sólo en el emblemático Currito se calcula que se han podido llevar 150.000 euros en obras. Igual ha sucedido en los otros restaurantes que tras décadas de esplendor se hundieron hasta quebrar sin que el Ayuntamiento de Madrid hiciese nada para impedirlo, según denuncian sus dueños.
Alguno de estos pabellones de la antigua feria del Campo se levantaron en los años 60 siguiendo la arquitectura típica de diversas regiones españolas. En su interior hay piezas de gran valor. Pero en vez de protegerlos y mantenerlos se han deteriorado y destrozado. Tras su precinto nadie los ha custodiado y enseguida se han convertido en un nido de okupas y de delincuentes, según los empresarios.
Los recintos son propiedad del Ayuntamiento que los alquiló por un canon. En 2002 la empresa municipal Campo de las Naciones (ahora Madrid Destino), acometió un plan para mejorar la zona, habilitar accesos, crear aparcamientos y dotarlo de seguridad permanente. También se anunciaron jornadas gastronómicas y la reforma del alumbrado.
Cinco de ellos aún sobreviven Araceli (pabellón de Burgos), El Palacio de la Misión (antigua Casa de Cáceres), La Masía de José Luis (antigua masía catalana), La Pesquera (pabellón de Toledo, con una réplica de la Puerta de Bisagra) y A Casiña (pabellón de Pontevedra que ahora se denomina El Balcón de Griñón).
Otros cuatro han cerrado en el último año: Currito (pabellón de Vizcaya), El Bosque Sagrado (pabellón de Asturias), De Mónico (en el pabellón de Valencia) y Guipúzcoa (Casa Vasca). Su ocaso comenzó con las obras de la M-30 y el cierre al tráfico de la Casa de Campo. «Llegar a nuestros restaurantes era como entrar en un laberinto», denuncia la Asociación de Restaurantes del Paseo de la Restauración.
Los dueños pidieron al Consistorio que revisara a la baja el canon mensual que pagaban por el alquiler. Sin embargo, el Ayuntamiento no atendió sus reclamaciones: los denunció por impago y los condenó sin ningún diálogo.
Aislados
El restaurante Currito, que desde su apertura se convirtió en uno de los referentes gastronómicos de Madrid al que acudían reyes, presidentes, ministros, artistas y deportistas, fue uno de los que decidió dejar de pagar mientras que el Ayuntamiento no cumpliese con sus promesas tras las medidas que aislaron la Casa de Campo.
El Consistorio pedía 13.000 euros mensuales, «un precio fuera del mercado», según José Miguel Muñoz, gerente de Currito y yerno del fundador, José María González Barea, cuyo apodo dio nombre al establecimiento que llevó la cocina vizcaína a Madrid.
El año pasado Currito se declaró en concurso voluntario de acreedores «para ver si se podía llegar a un acuerdo de pago con el Ayuntamiento», al que adeudaban «800.000 euros de los que no verán ni uno» por «negarse a cualquier pacto tras intentar negociar durante dos años». El Gobierno municipal de Ana Botella se mantuvo firme. Nada paralizó el desahucio de Currito pese hasta que a última hora ofreció pagar a plazos la deuda.
Lo peor es que a los propietarios no se les dejó sacar nada de sus negocios. Currito tenía varias obras de arte, esculturas y tapices que no pudo salvar. Ahora no queda nada. Han sido desvalijados. No quedan ni tuberías, ni grifos.
Las familias okupas dicen que llevan unos tres meses viviendo en su interior. No quieren que se les fotografie y aunque entienden el castellano no lo hablan. «No soy malo», dice uno de ellos cuando se le pregunta si roban. Aseguran que no tienen ni luz ni agua. «Aqui solo vivir y por la noche velas y fuego», balbucea uno de ellos.
Lo peor es que su presencia ha generado una gran inseguridad. Los negocios dicen que con la llegada de los okupas hay robos casi diarios y que varios de ellos se cuelan en las bodas y banquetes para llevarse algo. Los empresarios han denunciado el caso a la Policía y el Consistorio.
Desde Madrid Destino dicen que se estudia desde hace tiempo la recuperación de esta zona de la Casa de Campo, «incluso se ha llegado a preparar un plan de inversión, pero finalmente, y por no tener Madrid Destino las facultades ni los presupuestos necesarios, lo que se ha hecho es solicitar que estudie la reversión de ciertos inmuebles al Ayuntamiento». «En cualquier caso, y de forma paralela, se ha pedido a un refuerzo policial. Pese a las medidas de seguridad establecidas en el recinto, se han producido ocupaciones ilegales, que se han denunciado (a medida que se van constatando) ante la Policía, y que han provocado el deterioro de los inmuebles», agregan.
