Un atracador abrió fuego contra los policías pero su pistola falló
Una de las armas estaba inutilizada y la otra, que se encasquilló, sólo tenía una bala en la recámara porque el delincuente había perdido el cargador en un atraco anterior
F. Pérez Ávila · J. Muñoz | Actualizado 01.06.2012 - 05:03
No hubo fuego cruzado. Los atracadores de San Juan de Aznalfarache no llegaron a disparar ninguna bala porque una de las pistolas falló y la otra estaba inutilizada. Así lo corrobora el informe de balística de la Policía Científica, que constata que todos los disparos efectuados el pasado viernes a las puertas de la sucursal de Cajasol de la calle Antonio Machado fueron obra de los dos policías locales que abortaron el atraco. Uno de estos proyectiles causó la muerte a Concepción Barreiro, una mujer de 54 años que esperaba el autobús junto a su hija a unos veinte metros del banco. La mujer fue alcanzada en la parte trasera del cráneo por una bala perdida, y posiblemente rebotada, disparada por uno de los dos agentes.
La Policía no ha hallado ningún casquillo de los atracadores en ninguna de las inspecciones oculares realizadas en el lugar de los hechos. Sí se recogieron al menos ocho casquillos y varias esquirlas de las balas disparadas por los policías locales. No podía haber ningún resto de munición de los delincuentes porque una de las pistolas falló y la otra no funcionaba. El arma que portaba el más peligroso de los atracadores, Juan Marco Guareño Jeanneret, alias el Francés, tenía únicamente una bala en la recámara, ya que había perdido el cargador en un atraco anterior ocurrido en Camas.
Al Francés sólo le quedaba este proyectil y no dudó en apretar el gatillo apuntando hacia los policías que lo esperaban a él y a su compañero, Francisco Reyes, en la puerta de la sucursal de Cajasol la mañana del 25 de mayo. Sin embargo, le ocurrió lo mismo que veintidós años atrás, en 1990, cuando intentó matar a un cliente de una Caja Rural, hechos por los que fue condenado a 15 años de reclusión menor al considerarse probado que "hizo todo cuando estuvo en su mano para matar". El pasado viernes, este atracador apretó de nuevo el gatillo con la intención de disparar a los agentes, pero el arma se encasquilló y el proyectil se quedó atascado, como ha quedado demostrado en los análisis practicados por el laboratorio de balística de la Policía Nacional.
La otra pistola, la que llevaba Francisco Reyes, estaba completamente inutilizada. Este atracador, que resultó herido por las balas de los policías locales, declaró ayer ante la juez que investiga el caso, que se desplazó hasta el Hospital Virgen del Rocío, donde continúa ingresado. El delincuente, que tiene otras 16 detenciones anteriores, reconoció su participación en el atraco y que portaba una pistola, pero le dijo a la magistrada que ni apuntó ni disparó a los agentes, ya que, según su declaración, cuando observó que los policías les aguardaban a las puertas de la sucursal bancaria, de inmediato tiró el arma al suelo y fue cuando recibió los dos balazos en el pecho.
Francisco Reyes le dijo a la comisión judicial que no observó si el Francés llegó a disparar a los agentes y trató de justificar su participación en el asalto porque necesitaba el dinero, ya que tiene varios hijos. El atracador insistió en que se deshizo del arma al ver a los policías porque no es capaz de hacer daño "ni a un gatito", aunque esta versión del detenido contrasta con los hechos que le ha imputado formalmente la juez.
La instructora le ha atribuido en concreto un delito de robo con violencia, en el que incluye la circunstancia agravante de disfraz -llevaba un casco de moto para ocultar su rostro-, otro de tenencia ilícita de armas y un tercero de atentado a la autoridad, por haber hecho frente a los policías locales. La juez también ha decretado el ingreso en prisión de Francisco Reyes, aunque su traslado al centro penitenciario no se producirá hasta que reciba el alta hospitalaria.