El policía que buscaba bombas en el monteLa afición del inspector jefe de estupefacientes por las reliquias militares de la Guerra Civil le había llevado incluso al País Vasco.
La muerte del inspector jefe de la brigada provincial de estupefacientes ha causado honda consternación entre los agentes del Cuerpo Nacional de Policía en Asturias. Francisco Javier Fernández García, fallecido en la tarde del jueves al explotarle una bomba de la Guerra Civil que se supone estaba desactivando en el taller que había habilitado en su localidad natal, Mora de Luna (León), tal como contó ayer en exclusiva LA NUEVA ESPA?A, era un hombre de gran calidad humana, que además había sido distinguido con dos medallas al Mérito Policial con distintivo rojo.
Su afición por las reliquias militares de la Guerra Civil era bien conocida por todos. Incluso se había desplazado a lo que fueron los frentes de batalla del País Vasco para buscar restos. Así lo se?alaba un amigo personal del fallecido, quien aseguró que había rastreado incluso algunos montes vitorianos.
Para realizar sus búsquedas, no utilizaba otra cosa que un detector de metales, muy habitual entre los aficionados a este tipo de arqueología militar. Quienes conocían a Fernández García, que tenía 54 a?os, aseguran que era un experto conocedor del mundo de los explosivos y no lo ven cometiendo una imprudencia. El leonés, aunque afincado en Asturias desde hace tres lustros, había estado adscrito a unidades de la lucha antiterrorista en el País Vasco y su familiaridad con las armas e incluso los explosivos se remonta a la infancia. También se sentía a gusto en el ámbito de la caza.
La Policía judicial de la Guardia Civil leonesa está pendiente de entregar un informe al juez del caso sobre las posibles causas del accidente, pero éstas parecen bastante claras. Por la posición en que se halló el cadáver y la disposición de las graves lesiones sufridas por el inspector jefe (sobre todo en las piernas, los brazos y las manos, el vientre y la cara), cabe inferir que estaba sentado en su taller, sujetando el proyectil con las rodillas y manipulando la parte superior del artefacto, quizá para intentar desmontarlo. Fue en ese momento cuando la bomba explotó con las trágicas consecuencias ya conocidas.
Que Francisco Javier Fernández era un hombre querido y respetado lo demuestra el gran número de personas que anteayer, viernes, acudieron a la peque?a localidad de Mora de Luna para participar en el funeral. No sólo había vecinos de toda la comarca de Barrios de Luna, sino también decenas de agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil. Su muerte deja un notable vacío en la lucha contra las drogas en Asturias.
Deja viuda y dos hijos, uno de ellos también miembro del CNP.
D.E.P.