En vigor el nuevo SER
El cementerio de los 'viejos' parquímetros El Ayuntamiento no dice qué hará con los miles de equipos que han sido desechados
El nuevo sistema de «cobro inteligente» arrancó con la indignación de los usuarios
Los parquímetros desechados, en la explanada de la Avenida de Manoteras donde reposan. GONZALO ARROYO
DANIEL MARTÍN / JESÚS YAJURE Madrid
Actualizado: 02/07/2014 00:25 horas
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Desde ayer, son trastos viejos. Centenares de parquímetros desechados, apilados en una nave, esperando un nuevo destino si lo tuvieran, pues es una incógnita qué sucederá con ellos. La imagen que corona esta información fue captada por un fotógrafo de este periódico que se acercó hasta este depósito de Hortaleza donde han ido a parar la mayor parte de los 4.400 que daban servicio hasta hace poco más de un mes. El Ayuntamiento de Madrid, los ha eliminado de la circulación para dar paso al nuevo e «innovador» Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), impulsado por la alcaldesa Ana Botella. La inversión se estima alrededor de los 24 millones de euros.
Desde el Área de Medio Ambiente y Movilidad Urbana del Ayuntamiento no respondieron ayer a la interrogante sobre qué se hará con los equipos antiguos, a los que, en apariencia, se les ha quitado el sistema operativo y se les ha dejado sólo la carcasa.
Estos aparatos han sido llevados hasta un depósito en el número 28 de la avenida de Manoteras, en el distrito de Hortaleza, perteneciente a una empresa llamada Etralux, que a su vez pertenece a -o forma parte de- un consorcio denominado Etra, y que en su página web se declara como grupo «especializado» en proporcionar «soluciones inteligentes para la gestión de aparcamientos y su explotación» y «regulación de estacionamiento en vía pública».
Este periódico contactó con la empresa, pero ayer por la tarde no había ninguna «persona autorizada» para hablar al respecto.
Así, los parquímetros azules y verdes, que funcionaban desde 2003, ya son historia. En 2006 se montaban las últimas unidades en los distritos de Hortaleza, Fuencarral y Carabanchel. Meses después, se produjeron manifestaciones, centradas sobre todo en Carabanchel Alto, que, al igual que los otros dos distritos, festeja su retirada desde que el pasado viernes el Consistorio hiciera efectiva la medida de limitar los parquímetros al interior de la M-30.
«El barrio está mucho más tranquilo, se puede andar con facilidad. Antes tenías que vigilar si estaba el revisor», decía ayer Pedro Casas, portavoz de la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto, que se sumó a la fiesta que hizo el barrio para despedirlos. Fue una procesión y el entierro simulado de una de las máquinas. «Los llevamos por todo el barrio en un ataúd con velas, fue muy grotesco. Después brindamos para celebrarlo», asegura Casas, que recuerda que a algunas de estas máquinas les colocaron caretas del ex alcalde Alberto Ruiz-Gallardón «caracterizado como un vampiro».
'Nuevo decorado' en Francos Rodríguez
Mientras en Carabanchel Alto festejaban el fin de los parquímetros, vecinos de otras zonas, como Francos Rodríguez, en el distrito de Moncloa, se empezaban a habituar al nuevo decorado de sus calles. En este último barrio algunos parquímetros estaban ya operativos, mientras que otros comenzarán a cobrar a partir del 1 de septiembre, al igual que lo harán en Manzanares, Príncipe Pío y Ciudad Universitaria.
«Esto es una faena, trabajo aquí y ahora vengo en Metro sólo por no utilizar el rollo del parquímetro», se lamentaba ayer José muy cerca de la parada de Francos Rodríguez.
La finalidad confesa de los nuevos parquímetros, que hasta ahora están siendo un embrollo para muchos conductores, es ejercer de medida disuasoria para intentar reducir el número de vehículos que circulan por la capital, fomentar el transporte público para así contribuir al cuidado del medio ambiente.
Para ello se han establecido unas tarifas base de 1,10 euros en zona azul (1,20 euros en la zona centro) y 2,05 euros en zona verde a las que se añaden otras dos medidas que harán que el importe total por aparcar cada día pueda ser diferente.
Por un lado, el nuevo SER discrimina en función de la cantidad de vehículos que haya estacionados en la calle en cuestión. Si la ocupación es baja, menos del 30% de las plazas ocupadas, al conductor se le aplica un descuento del 20% sobre la tarifa base; en una calle con una ocupación media, entre un 30% y un 60% de las plazas llenas, la bonificación desciende a un 10%; y si la ocupación es alta, lo que supone entre un 85% y un 95% de aparcamientos ocupados, se establece un recargo del 10%.
La otra consiste en premiar o castigar a los conductores en función de lo contaminantes que sean sus vehículos. Las mayores bonificaciones serán del 20% y las disfrutarán los que conduzcan un híbrido de gasolina, mientras que las penalizaciones más severas, de un 20% sobre la tarifa base, las sufrirán los coches que consuman diésel y tengan una antigüedad mayor de 13 años.
