Autor Tema: El acoso en los cuerpos policiales  (Leído 148052 veces)

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #760 en: 02 de Agosto de 2016, 00:46:24 am »
Me hace gracia que cada vez que aparece algo que está fuera de tu comprensión acudas al franquismo.
La norma por la que se le imponen las faltas muy graves con la posible pérdida de destino es del año 2007, en gobierno de un tal Zapatero... En la campaña electoral de esa legislatura recuerdo a un tal Jesus Caldera, en un mitin ante representantes de las distintas asociaciones, que estos representantes gritaban al unisono:"Que se moje, que se moje..." Y el Sr. Caldera, ante el extasis de los aplausos y aclamaciones dijo: "...Y cuando gobernemos eliminaremos el caracter militar de la Guardia Civil!!!!" Lo que le siguió una gran ovación y sus correspondientes aplausos.
En fín...
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los que no conocen la historia siempre pensaran en la Guardia Civil como algo de Franquismo.  Antonio Escobar Huerta, pese a ser catolico y supuestamente de derechas. Ninguna estatua conmemorativa recuerda al guardia civil que mantuvo su palabra y cumplió con su deber más allá de lo que a nadie se le puede exigir.
Ninguna izquierda democrática, ninguna derecha democrática, ha entendido todavía oportuno reivindicar la memoria de este hombre de honor que mantuvo su juramento de defender nuestra Constitución a tan alto precio. Leal a la República hasta el final, pudo haber escapado en una avioneta a Portugal como hicieron todos los dirigentes de izquierdas, pero decidió permanecer junto a sus hombres, convencido de no haber hecho otra cosa que cumplir con su deber de guardia civil y decidido a correr su misma suerte: el propio Franco intervino en persona para asegurarse de que fuese pertinentemente fusilado.
VISCA LA GUARDIA VIVIL, grito el propio President Companys al verlos acudir a apoyar a Durruti.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #761 en: 02 de Agosto de 2016, 09:19:02 am »
El sargento acusado de violar a una agente se acoge a una baja psicológica

Fue tras publicarse la denuncia de la mujer y antes de que se le comunicara el cese por su procesamiento.

Alejandro Requeijo @Alex_Requeijo
Daniel Montero @monteroblog
02.08.2016 02:05 h.

El sargento de la Guardia Civil acusado de acosar, violar y obligar a abortar a una subordinada suya en el puesto de Molina de Segura (Murcia) se acogió a una baja después de que la noticia sobre la denuncia de su presunta víctima saltase a los medios de comunicación, según han confirmado a EL ESPAÑOL fuentes de la Guardia Civil.

Otras fuentes conocedoras de la situación precisan que los facultativos médicos del Instituto Armado dieron su autorización por motivos psicológicos. La baja fue aprobada un día después de que el sábado 16 de julio El Confidencialpublicase la noticia del caso.

No fue hasta el miércoles 20 de julio cuando el Director General de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, anunció la tramitación del pase a la situación administrativa de suspenso de funciones y posterior cese del destino del sargento O.M.G.

En cualquier caso, las fuentes consultadas por este periódico explican que el hecho de acogerse a una baja no evita la posibilidad de ser cesado, como ha sucedido en este caso.

Abuso de autoridad

Según su Departamento, esta decisión no se pudo tomar hasta que no recibió oficialmente el auto de procesamiento del Juzgado Militar Territorial Número 14 con sede en Cartagena, que investiga el caso. Formalmente, el sargento está procesado por un presunto delito de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante o inhumano en concurrencia con otro contra la libertad e indemnidad sexual en concurso con lesiones psíquicas graves y maltrato.

Horas antes de que la Dirección de la Guardia Civil anunciara el cese de este sargento, la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) -que ejerce la representación legal de la mujer- realizó una rueda de prensa en la que ofreció algunos detalles de la denuncia presentada.

Según dijo el portavoz de este colectivo, la situación se prolongó durante varios años. Narró que la mujer fue obligada a abortar después de ser violada por el acusado. "Saca eso de ahí, eso fuera de ahí. Tú no me vas a joder la vida", es una de las frases que le dijo el sargento, según la denuncia presentada por la víctima.

La mujer desempeñaba sus funciones en la unidad de violencia de género del mismo cuartel en Murcia. Tuvieron relación consentida entre septiembre y diciembre de 2010 y encuentros esporádicos de enero a febrero de 2011. El acoso empezó siete meses más tarde.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #762 en: 13 de Septiembre de 2016, 08:28:08 am »
fue escolta de jordi pujol
El conflictivo delegado en Madrid de los Mossos: acoso laboral, sexual y violencia de género

El Juzgado 52 investiga el supuesto acoso sexual a una subordinada con base en grabaciones y episodios de violencia en instalaciones de la Policía Nacional

Roberto R. Ballesteros

13.09.2016 – 05:00 H.

El delegado de los Mossos d'Esquadra en Madrid, el inspector Jordi V. G., lleva más de tres años envuelto en procesos judiciales en los que se le han imputado delitos como acoso laboral, sexual o violencia de género por parte de sus subordinadas y exparejas. Como consecuencia de estas causas, el mando policial ha protagonizado episodios violentos en dependencias oficiales que han provocado que el funcionario haya tenido que ser expulsado de estas instituciones.

En concreto, dos subordinados suyos —un hombre y una mujer— le denunciaron en 2013 por acoso laboral y sexual. Ambos trabajaban con él y pusieron en conocimiento de la justicia que el inspector les ampliaba los horarios contraviniendo la normativa. Argumentaron que el acusado pretendía castigarles a los dos porque ella quería acusarle por acoso sexual y él la apoyaba. La denuncia del varón fue archivada por el Juzgado 52, que instruye el procedimiento, pero la Audiencia Provincial de Madrid ordenó que la instrucción continuara por el delito de acoso sexual que le imputaba la chica.

En la grabación de las conversaciones que mantuvieron el imputado y la demandante, que fueron aportadas a la causa, el primero admite extremos que podrían ser determinantes para continuar acusándole de acoso sexual. En concreto, el delegado de los Mossos en Madrid confiesa haber realizado actos con la denunciante que van más allá de lo meramente laboral. "Me has dicho que prefieres no hablar, que no quieres ser una chivata, joder, vamos a ver, si yo te digo: 'Aparte de tocarte el culo y darte besos en la boca, quiero que...'; joder, no entres, coño, que confío en ti, joder", le dijo en una ocasión.

"Ojalá estuviéramos de puta madre; ojalá te siguiera dando besos, tocándote el culo, y no te confundas porque nunca ha sido abuso, acoso sexual", insiste él. "Tu sabes que no, que no me he querido acostar contigo nunca", subraya. "Yo menos", responde ella. "Pues ya está, que no se te pase ni remotamente por la cabeza que es un tema de acoso sexual", reitera el mando de los Mossos. "Bueno, Jordi, tú sabes que no me gustaba aquella situación, lo sabes perfectamente", zanja la chica.

Otra vez, después de que ella le recriminara que le había "tocado el punto más débil", en referencia a la difícil capacidad que tenía la mujer para conciliar vida laboral y personal tras el cambio de horarios, él le respondió con una nueva amenaza. "Te lo dije, te lo dije, tienes familia, ¿no? Quieres estar con ella, ¿no? Pues analiza la situación, analiza la situación", le contestó el inspector a la chica, que en su denuncia ya relataba que tenía la plaza en comisión de servicio, que tenía que renovarla cada año y que el delegado de los Mossos le chantajeaba con no hacerlo si no accedía a sus pretensiones.

En este procedimiento han declarado dos funcionarias de la Policía Nacional, que prestaron un testimonio contrario al imputado, lo que provocó dos violentas reacciones por parte de éste. Una de ellas la relató el comisario de la Policía jefe de la oficina Sirene, Antonio Ponce, en una minuta. En concreto, explicó, a las 10:40 del 12 de junio de 2013, el 'mosso' se personó en su departamento y comenzó a "increpar" a la oficial de la Policía Nacional R. R. "por haber prestado declaración en el Juzgado 52 de Madrid".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #763 en: 23 de Septiembre de 2016, 08:41:37 am »
El TSJM anula el cese de un GEO por no ser 'conforme a derecho'

El TSJM considera que el cese del GEO se basa en consideraciones subjetivas

    EFEMadrid

22/09/2016 18:06

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha estimado la demanda que interpuso el Sindicato Unificado de Policía (SUP) a raíz del cese de un compañero del Grupo Especial de Operaciones (GEO), que según el SUP sufrió acoso laboral, por considerar que su privación del cargo no es "conforme a derecho".

Con esta sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, la Sección Séptima de la Sala de lo Contencioso del TSJM, declara la "nulidad radical" del cese que se dictó en 2015 "con los efectos económicos y administrativos correspondientes".

La sentencia recoge un informe policial en el que constaba que un superior le trasladó al agente de GEO la "constancia personal" de que ya no ejercía su trabajo "con la debida diligencia" y "que se habían detectado faltas de información que habían producido deficiencias graves", entre otras cuestiones.

Sin embargo, los magistrados establecen que aunque se aducen formalmente causas para proceder al cese del funcionario, los responsables prescindieron "total y absolutamente del procedimiento establecido" al no permitir al afectado hacer las "oportunas alegaciones" respecto a su cese.
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Y añade que "ni siquiera se le dio traslado" del mismo y que se le cesó "directamente y de plano del desempeño de un puesto de trabajo al que había accedido por concurso específico de méritos".

Considera también el tribunal que el cese del agente "obedece a consideraciones meramente subjetivas y claramente genéricas, sin exponer criterios objetivos reales y constatables, ni datos fácticos comprobables que avalen la existencia de un interés público".

Por tanto, estima la demanda del sindicato al "entender que las resoluciones de la Dirección General de la Policía de remoción del puesto de trabajo no son conformes a derecho".

El SUP recurrió el cese del funcionario del GEO "una vez comprobada la ineficacia del procedimiento interno establecido para la resolución de la situaciones de acoso laboral dentro de la Policía Nacional", según informa el mismo sindicato.

Para éste, el agente "sufrió durante meses faltas de respeto por parte de sus superiores, además de un hostigamiento sistemático y discriminación, que desembocó en una expulsión totalmente injusta de su puesto de trabajo".

Tras el pronunciamiento del TSJM, el SUP considera que "esta sentencia constituye un importante logro sindical, reconociendo el hostigamiento sufrido por este funcionario".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #764 en: 28 de Noviembre de 2016, 08:50:50 am »

denuncia a un coronel por abuso de autoridad
Pilar Villacorta: la voz de las mujeres en la Guardia Civil... que sufre lo que denuncia
Es la única mujer en el Consejo de la Guardia Civil. Ha denunciado casos de acoso sexual en el cuerpo y de trato discriminatorio. Paradójicamente, hoy la víctima es ella


La guardia civil Pilar Villacorta, en Santander. (Foto: David S. Bustamante)
Ana Sánchez Juárez

28.11.2016 – 05:00 H.

El nombre de Pilar Villacorta (Palencia, 1970) quizá no les diga nada. Pero su papel es fundamental en el día a día de las 5.067 mujeres que hay actualmente en la Guardia Civil (varones son 76.845). Y no hay que ser director de recursos humanos de ninguna gran empresa para saber que un creciente 6,59% de féminas con tricornio es una cifra a tener en cuenta.

Esta mujer menuda y de discurso firme —podría pasar por una motera contestataria: pelo caoba, tatuajes y hombro al aire— es una autoridad en el instituto armado. Es la única mujer vocal del Consejo de la Guardia Civil, un órgano en el que están representados el Gobierno y las diferentes asociaciones y colectivos de guardias civiles de nuestro país. También es vocal en el Comité para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres, y fue hasta fin de octubre de 2016 secretaria nacional de la Mujer de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), un organismo que es el mayoritario y agrupa a 31.000 efectivos de un cuerpo donde aún se palpa el miedo a estar sindicado.
El acoso sexual y el chaleco solo para hombres

Villacorta pertenece al Seprona y actualmente está destinada en Cantabria. Entró en 1993 en el cuerpo. Aquí ya es fácil imaginar a esta licenciada en Biblioteconomía y Documentación y técnica en Igualdad de Género, madre de dos adolescentes y enamorada de la vida rural, con una moto de campo. Círculo cerrado. Gracias a su labor, casos tan escalofriantes como el de la guardia murciana que fue violanda y obligada a abortar por un superior en la región de Murcia, como contamos en El Confidencial, salieron a la luz. Y es que en la Guardia Civil "hay muchas Zaidas", declara Villacorta, haciéndose eco de las vejaciones que denunció la militar Zaida Cantera. O detrás de la guardia destinada en Salamanca, que se enfrenta ahora a una pena de prisión (de seis meses a seis años) por no ponerse un chaleco antibalas de hombre (y que le estaba grande) y llevar uno que se había comprado ella misma ajustado a su talla y género.

"La agente declinó respetuosamente ponerse el chaleco de hombre porque la prenda para varones dificulta a las mujeres el acceso al arma reglamentaria, deja los hombros al aire y los grilletes, con lo que se pone en riesgo su seguridad y la seguridad de las personas que defendemos. Tenemos pecho, y el chaleco de hombre que se ajusta con velcro oprime innecesariamente cuando hay prendas femeninas que hacen este uso. El oficial la denunció por insubordinación y la guardia civil puede terminar en la cárcel después de 23 años con una hoja intachable de servicio. A ver cómo explica a sus dos hijos lo de ir a la cárcel por hacer bien su trabajo", denuncia Villacorta, que recalca una y otra vez que estamos en el nivel 4 de alerta antiterrorista y las medidas de seguridad son necesariamente mayores.

El oficial denunció por insubordinación a una agente por declinar ponerse el chaleco de hombre porque la prenda "dificulta a las mujeres el acceso al arma"

Situaciones y abusos que se repiten. Pero no hay apenas denuncias y Villacorta tiene que combatir diariamente con el miedo de sus compañeras en un cuerpo donde actualmente un 12,61% de funcionarias de la Benemérita se encuentra de baja, frente al 6,57% de los hombres. Hace apenas un año, contaba: "La Guardia Civil es un Estado dentro del Estado. En la Guardia Civil, el protocolo de acoso no es garantista, como en el resto de la Administración pública. Tenemos uno propio. Aquí pones una denuncia y acaba muriendo en algún cajón, porque no hay fecha de respuesta. A la Dirección General de Madrid le hemos preguntado, sin éxito, cuántas de las mujeres que se han jubilado precipitadamente lo han hecho por motivos de acoso".

Hoy, Pilar es la protagonista. "Siempre me rondó la idea de que alguna vez podría ser yo la víctima. Ahora sí, yo tengo las armas y la formación para defenderme". ¿Inútil? Ocurrió y su denuncia ya está oficialmente en un cajón. Escuchen.

Y le tocó a ella

El pasado 21 de octubre, Pilar Villacorta elevó al Juzgado Togado Militar Central una denuncia a un superior (al coronel de la Guardia Civil en Cantabria, Luis Antonio del Castillo) por un hecho del que fue testigo y víctima durante un ejercicio de tiro. Se le exigió usar el chaleco antibalas. Lo declinó y la autorizaron a hacer el ejercicio sin chaleco, junto con otras dos mujeres. ¿Su razónnbsp;No lo llevaron no por ser una prenda de hombre, sino porque la talla S de los varones, por su complexión física, les está grande. Las ponía en desventaja para realizar eficazmente su ejercicio de tiro. La pistola queda demasiado alta y es complicado sacarla. Los hombros les quedan, indefensos, al aire.

Siempre me rondó la idea que alguna vez podría ser yo la víctima. Ahora sí, yo tengo las armas y la formación para defenderme

Después de una cadena de esperas, un agente les enseñó cómo se colocaba correctamente el chaleco masculino. "Me sentí humillada. Solo nos faltó un escaparate para exhibir cómo estábamos siendo ridículamente encajadas en unas prendas que no nos valían. El guardia no dejaba de apretarnos los velcros en el pecho, que nos incomodaba, y los hombros se nos subían. Fue dantesco. Y mientras, el coronel nos dio una charla sobre cómo se ponía un chaleco que nos venía grande. Luego nos indicó lo importante que era colocarse el chaleco, aunque nos sintiéramos incómodas. Siendo que la norma dice que el chaleco debe ser cómodo, flexible y ergonómico para ser eficaz y eficiente, extremos que el coronel obvió en todo momento", cuenta. 
Denuncia pionera a un coronel

Villacorta, que es técnico de Relaciones Laborales, solicitó la presencia de uno y se le denegó, ya que el coronel que las atendía tenía esta formación. Siendo consciente de su estado de ansiedad, solicitó un médico y le dijeron que el más próximo estaba en Bilbao. Y dada la lejanía, la portavoz de AUGC pidió ver al coronel, quien le respondió que no tenía nada que hablar con ella porque no entendía el motivo de su presencia: la volvió a derivar a su médico de zona. Los hechos se plasmaron en una denuncia sin precedentes, ya que muy pocas veces un mando de alta graduación ha sido denunciado por una mujer en el Tribunal Togado Militar. De ahí la repercusión.

Me sentí humillada. Solo nos faltó un escaparate para exhibir cómo estábamos siendo encajadas en unas prendas que no nos valían

Villacorta lo explica. "El artículo 31 de nuestro reglamento dice que los miembros de la Guardia Civil tenemos derecho a la protección adecuada en materia de salud y seguridad. Estamos pidiendo chalecos femeninos, algo que otros cuerpos, como la policía, contemplan con naturalidad. Ellos incluso se plantean pedir hasta siete tallas para que cada chaleco esté adaptado a la copa del pecho de la mujer. Con la alerta 4, se solicitaron chalecos también para mujeres. El Ministerio del Interior dijo que en septiembre llegarían 29.000 chalecos, de los cuales dos tallas se reservaban para mujeres. Con ellos tenemos que defender y defendernos. Hacer nuestro trabajo. No es un capricho ni una insubordinación reclamarlo. Tenemos tetas, señores, y otra antropometría. En la sociedad civil, esto sería una queja, pero aquí se aplica el código penal militar". Silencio. Pausa. Vaso de agua.

Un apunte: la denuncia de Villacorta, que ya duerme en un cajón como les adelantamos, fue por abuso de autoridad. Otra perla, en el código penal militar no existe el término discriminación de género.

"Hay miedo a hablar"

¿Los motivos de estos atrasos? Acaban de regular, con 20 años de retraso, la jornada laboral, y sigue siendo discriminatoria con respecto al resto de cuerpos policiales. "Esto quiere decir, además, que no se tipifica el número de horas al día que hemos de trabajar, ni se regulan los descansos ni el tiempo extra". Silencio. "Ya se han cumplido 26 años desde que las mujeres nos incorporamos, que no integramos, a este cuerpo [las primeras 198 se convirtieron en guardias en la 94 promoción de la Academia, en 1989], y hay pocos avances en materia de derechos. La maternidad, por ejemplo, hace mella y se traduce en absentismo laboral y en las bajas", dice.

Y aporta los duros datos de Burgos, A Coruña y León. "La peor provincia para ser mujer y guardia civil de España es Burgos. Una de cada cuatro de allí está de baja. El absentismo laboral femenino en Burgos triplica al del resto del país y representa siete veces más que el masculino. ¿Por qué? Nadie pregunta. La palabra acoso es tabú en la Guardia Civil", espeta. Y añade: "Algo tan normal como tener una guardia civil embarazada se sigue viendo como un problema".

La peor provincia para ser mujer y guardia civil es Burgos. Una de cada cuatro está de baja. El absentismo laboral triplica al del resto del país

Villacorta tiene ganas de modernizar la Guardia Civil. Y narra una y otra situación, que no solo las afecta a ellas, sino que los varones también sufren cuando piden cambios de turno para poder ver a sus hijos porque, por ejemplo, están divorciados. La no proyección de una imagen moderna afecta no solo internamente. Desde la AUGC, detallan cómo las mujeres víctimas de violencia de género en el ámbito rural se enfrentan a situaciones tan duras como tener que contar las agresiones a un guardia civil que juega a las cartas con su pareja maltratadora o exponer los detalles del maltrato en un cuartel donde es escuchada por cualquier otra persona. "Las víctimas que se atreven a ir a los cuarteles llegan destrozadas y necesitan dedicación profesional e información sobre sus derechos, porque muchas de ellas no van a presentar la denuncia, sino a pedir información", detalla Villacorta, que explica la ventaja de tener mujeres guardias civiles en los cuarteles con formación en temas de violencia de género. "Somos muy necesarias. Un valor para el cuerpo, no un problema", recalca.

"Hay miedo a hablar. Es paradójico que un cuerpo como este, cuya máxima es la defensa de los derechos de los ciudadanos, sea precisamente el que carezca de algo tan básico como la libertad de expresión. Y lo digo alto, claro y sin miedo". Y, añadimos, con una denuncia en el cajón.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #765 en: 13 de Enero de 2017, 06:46:57 am »
Aunque no sea policia lo inserto aqui pues viene a ratificar lo que dije varias veces en este tema, dado que no es nada sencillo sacar adelante una denuncia por acoso por que no todo lo es.


Los jueces archivan la denuncia de acoso laboral de una diputada del PP

Enrique Ossorio anuncia una querella y Elena González-Moñux que recurrirá ante el Supremo porque no se han practicado las pruebas

Elena González-Moñux, en el centro, y Enrique Ossorio, a la derecha.

Esther Sánchez
Madrid 12 ENE 2017 - 17:35 CET   

La Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha acordado, por unanimidad, archivar la denuncia presentada en noviembre pasado por la parlamentaria popular Elena González-Moñux por "coacciones, amenazas y acoso laboral" contra el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, Enrique Ossorio. Los magistrados han tomado la decisión "ante la total inexistencia de indicios de infracción penal". La diputada, que se encuentra de baja médica desde octubre pasado, recurrirá el auto ante el Tribunal Supremo debido a que no se han practicado las pruebas solicitadas por su abogado.

En declaraciones a los medios en los pasillos de la Asamblea, Ossorio se ha declarado aliviado, porque ha "sufrido mucho en los últimos meses". "Mi honor y una carrera de 20 años en el mundo político en la que habré cometido errores, se ha puesto en tela de juicio", concretó. Por esos motivos, anunció la interposición de una querella "contra esta señora, creo que es de justicia". "No puede ser que haya personas que vayan a los medios de comunicación y digan tres mentiras y machaquen a personas, le puede tocar a cualquiera", ha argumentado Ossorio.

José María Garzón, abogado que representa a la diputada, ha enviado un comunicado en el que califica la decisión tomada por unanimidad del TSJM de "sorprendente" debido a que no se ha realizado ninguna prueba de las solicitadas. Garzón anuncia que recurrirán ante el Supremo, por lo que la vía judicial continúa abierta. El miércoles pasado el letrado solicitó por escrito el visionado del vídeo del pleno en el que Ossorio, siempre según la diputada, insultó a su representada. Al mismo tiempo, pidió que un médico forense examinara a González Moñux y tomar su declaración. Algo que no se ha llevado a cabo.

Garzón opina que los magistrados se han limitado a leer la denuncia y el escrito del Fiscal de la Comunidad de Madrid en el que se pedía su archivo. Una de las razones que argumentaba el documento de la Fiscalía era que Ossorio no es superior de la parlamentaria. "Era su jefe", discrepa el abogado, pero aunque la situación se hubiera dado entre iguales, sería un caso de acoso moral horizontal, "que es el peor de todos".

En cuanto a la vuelta de González-Moñux al parlamento regional, el portavoz ha comentado que ya no tiene motivos para no regresar. "Decía que yo la humillaba y maltrataba, pero el Tribunal ha dicho que es mentira", ha puntualizado. La decisión judicial, en su opinión, desmonta las razones por las que no acudía a trabajar "de forma contundente". Ossorio confía en que regrese y recibirla para que "trabaje con nosotros". En caso contrario, "incumpliría sus obligaciones con el grupo sin causa que lo justifique y debería dejar el acta".

González-Moñux se encuentra de baja médica desde octubre pasado debido a la depresión que padece. Entre otras cuestiones, Ossorio le habría llamado "tonta" en un pleno en el que se discutía una ley. El PP la destituyó como portavoz adjunta mientras se encontraba de baja y Ossorio le interpuso una demanda de conciliación en la que negaba el acoso y le pedía 100.000 euros de indemnización por injurias y que se retractara.

Su ausencia en las votaciones de los plenos de la Asamblea ha dejado al PP de Cristina Cifuentes sin la mayoría que precisa para sacar adelante sus propuestas. Aunque los populares no consiguieron la mayoría absoluta, con el apoyo de Ciudadanos aventajan al bloque PSOE-Podemos por un solo voto. Sin Moñux se pueden producir empates, que dejen las propuestas encima de la mesa.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #766 en: 17 de Enero de 2017, 09:21:43 am »

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #767 en: 17 de Enero de 2017, 09:58:16 am »
Contra el engranaje no se puede luchar, o si pero tienes gran porcentaje de quedarte tonto.
La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #768 en: 13 de Febrero de 2017, 08:12:26 am »
La agente se dio de baja psicológica

13/02/2017

“Eres una p. guardia de mierda que no vales para nada”

Un juzgado abre dirigencias a un mando de la Guardia Civil por trato denigrante a una subordinada

Una agente de la Guardia Civil ha denunciado a un mando del cuerpo por recibir trato denigrante por su parte. Los hechos tuvieron lugar en 2014 cuando la agente tuvo que darse de baja psicológica por el daño moral causado. Un juzgado abre diligencias contra el denunciado.

Guardia Civil. Guardia Civil.

Una mujer de la Guardia Civil ha denunciado ante a policía judicial de Pontevedra encargada en toda la provincial del Equipo de Investigación de delitos específicos contra la Mujer y los Menores, a un mando del cuerpo por acoso laboral. Este confidencial ha podido saber que “ha sido consecuencia del trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral y aprovechándose de su condición de superioridad, humillándola”.

Los hechos se remontan al año 2014, fecha en la que la guardia civil causó baja psicológica. Tal y como ha podido saber El Confidencial Digital, la baja laboral fue promovida por la Psicóloga de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra al comprobar la situación anímica y el daño moral de la funcionaria.

Fuentes extraoficiales confirman a ECD que la guardia civil presenta seis informes médicos y el acta del Tribunal Médico Militar de Galicia, que acreditan los padecimientos y lesiones que ha sufrido como consecuencia de los sucesivos episodios vividos por el supuesto maltrato y vejaciones del Sargento jefe del Área de delitos contra la Personas de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Pontevedra.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #769 en: 15 de Abril de 2017, 08:33:43 am »
La Asociación Unificada de Guardias Civiles reclama un "verdadero protocolo" de acoso laboral y sexual

El cuerpo ha dictaminado que no existió acoso en el caso de una agente sancionada tras ir al bajo porque le había bajado la regla
La organización critica que "la denuncia debe presentarse ante el presunto acosador, o tramitarse con su conocimiento"

infoLibre Publicada 14/04/2017 a las 17:02 Actualizada 14/04/2017 a las 17:13     .

 E.P. .

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) ha reclamado un "verdadero protocolo" para el acoso sexual y laboral en el seno de la Guardia Civil, después de que el cuerpo haya dictaminado que no existió acoso laboral en el caso de una agente que fue sancionada por ausentarse de su puesto para ir al baño porque le había bajado la regla.

 "A día de hoy, el expediente contra la agente continúa su curso, mientras el protocolo por acoso laboral ya ha sido archivado", protesta la asociación de guardias civiles, que ve deficiencias en el actual protocolo que rige la actuación del cuerpo ante denuncias de acoso, tal y como informó Europa Press.

 Entre otros defectos de la actual normativa, AUGC critica que no distinga entre acoso laboral y sexual y que las resoluciones las dicte la propia cadena de mando, en lugar de una instancia ajena como la Jefatura Superior de Personal, como ocurre en otros ámbitos administrativos. También critica la inexistencia de una unidad responsable de la recepción y tramitación, identificada inequívocamente, de los posibles casos de acoso, así como la falta de un modelo estandarizado para iniciar el protocolo mediante denuncia.


 "En la Administración desde que se recibe la denuncia se inician unos plazos para aportar garantías. En la Guardia Civil no existen plazos, además la denuncia debe presentarse ante el presunto acosador, o tramitarse con su conocimiento", señala la asociación, entre otros aspectos que consideran que un nuevo protocolo debería modificar respecto del actual.

 Los guardias civiles que forman parte de la AUGC inciden en que quien pretenda denunciar un posible caso de acoso dentro del cuerpo "carece de garantías" y manifiestan que "no es de recibo" la situación de la agente sancionada cuyo protocolo "ha sido archivado sin mayor miramiento".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #770 en: 29 de Mayo de 2017, 09:54:28 am »
Irregularidades en la Benemérita
El calvario de María, la guardia civil vocacional que perdió su destino por denunciar irregularidades

La suboficial está de baja psicológica después de una campaña de “acoso y derribo” por parte de sus mandos. Su caso llegará al Congreso de la mano de la socialista Zaida Cantera.



María, sargento del Seprona, lleva años en litigio contra sus superiores. Fernando Ruso
Pepe Barahona @pepebarahona
Fernando Ruso @FernandoRuso
29.05.2017 01:43 h.

“¿Dónde está la cámara? Porque esto es una broma, ¿no?”. María espera que alguien la despierte de la que está siendo la pesadilla más real que jamás ha vivido. De profesión guardia civil, Sargento Primero del Seprona, perdió su destino en Sevilla, su ciudad natal, por denunciar las irregularidades que cometía uno de sus subordinados. Sus continuas e ignoradas quejas motivadas por la inacción de sus superiores acabó granjeándole la enemistad de sus mandos. Ahora vive, de baja psicológica, una situación “acoso y derribo” en los tribunales militares. Su caso llega este lunes al Congreso.

María Serrano es una guardiacivil vocacional. También lo son su hermano, su abuelo, su tío, sus primos… “Por mis venas corre sangre verde”, explica sonriente a EL ESPAÑOL. Siempre lo tuvo tan claro que ingresó en la academia justo al cumplir 18 años. “Lo vivía, lo sentía, lo respiraba…”. Pero la amplia sonrisa se torna en gesto aciago cuando recuerda todo lo que lleva pasado. “Tengo mucho resentimiento”, confiesa. “Decepción, esa es la palabra”.

Ha sido guardia raso, cabo, cabo primero, sargento y sargento primero. Y con cada ascenso, un nuevo destino: El Coronil (Sevilla), Guadalajara y Sacedón, Huesca, Zaragoza, Barcelona, Matalascañas (Huelva), de nuevo a Zaragoza y, por fin, Sevilla. “Tenía tantas ganas de Sevilla —comenta—, ¡pues toma Sevilla!”. Su ciudad, un destino “perfecto”, una unidad del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) “envidiable”.

Se las prometía felices, pero en su quehacer diario empezó a sospechar de la conducta de uno de sus subordinados, un cabo primero de su unidad. “Muy independiente, muy suyo”, puntualiza. “Se dedicaba a lo que no se tenía que dedicar”, explica la guardiacivil.

Según narra a EL ESPAÑOL, el cabo bajo su mando imponía sanciones por comercio ilegal de productos pesqueros a empresas que trabajaban en Mercasevilla, la sociedad anónima mixta encargada de que el abastecimiento de la ciudad de Sevilla. “Denunciaba, bien, pero él mismo se encargaba de hacer los recursos de descargo para esas mismas empresas en sanciones que podían llegar a los 60.000 euros”, explica la sargento primero Serrano.
El zorro guardando a las gallinas

Ella misma llegó a encontrar en el ordenador de su subordinado los pliegos que después presentaría para que las empresas eludieran las sanciones. “Para colmo —esgrime María—, lo hacía en su horario laboral”. Hasta la unidad, y a su teniente, también llegaban notas informativas de compañeros de otras provincias, que alertaban del comportamiento anómalo de este guardiacivil. “Daba chivatazos en operaciones que estaban en curso, era como poner al zorro a guardar a las gallinas”.

“Obviamente, tuve que dar conocimiento de los hechos a mis superiores. ¿Cómo iba a mirar para otro lado? ¿Cómo iba a dejar que manchase el buen nombre de la Guardia Civil?”, se pregunta la sargento. Y su informe llegó a manos de su teniente, que —según detalla la sevillana— le recomendó que obviase lo vivido. “¿En serio? ¿Dónde está la cámara?", ironiza.

María grabó a su teniente reconociendo que sabía los hechos. Y se dedicó a hacer más informes en su tiempo libre. Hasta que consiguió que abriesen diligencias e imputan al cabo. “Pero no lo apartan del servicio. ¡Es ilógico!”.

La convivencia se vuelve tensa. “Tensísima”. “No sé cómo no nos hemos pegado. Me llegaron a decir que yo lo aguantara, que lo educara”, explica incrédula por la respuesta de sus superiores.

Y el juez dicta el sobreseimiento del caso por la prescripción del delito. “Fue rarísimo, porque el juez dio validez al un abogado, que afirmaba que él era el autor de los recursos que elaboraba el cabo. Le intervinieron los discos duros, yo misma vi sus informes en su ordenador, es rarísimo”, insiste.

Y de acusadora pasó a ser la acusada.

“Él se creía impune, por encima del bien y del mal”, recuerda. Y los roces van a más. La sargento primero Serrano denunció la insubordinación de su cabo primero. Y a él le abren un expediente disciplinario en el que proponen una pérdida de destino.

Tiempo después, llega la resolución. “Sin responsabilidad. No me lo podía creer —confiesa— de hecho todavía busco la pieza que falta en todo este caso, porque hay algo que se me escapa. Porque no es normal que siempre se salga de rositas”.

Y María fue convocada por el coronel. Y se va a casa a llorar.

Ya en el despacho de su coronel. Éste le pide que haga borrón y cuenta nueva. Que empezara de cero, que se olvidara de todo. “Pero, ¿cómo me podía olvidar de todo?”, se preguntó María. “Le pido que me entienda —explica—, y empezó a gritarme”.
“¡Ve haciendo las maletas!"
El caso de María se tratará este lunes en el Congreso de los Diputados.

El caso de María se tratará este lunes en el Congreso de los Diputados. Fernando Ruso

“Se puso hecho una fiera, muy cabreado; también estaban el teniente coronel y el teniente del Seprona, y eso parecía un consejo de guerra, me veía totalmente anulada”, narra María a EL ESPAÑOL. “María, que no has ganado; María, que no has ganado; entérate de una vez, que la que no encaja en la unidad eres tú”, le decía. “¡Así que ve haciendo las maletitas y te largas!”, le espetó el coronel. “Los gritos se oían en toda la planta, al salir —recuerda— todo el mundo estaba blanco y yo no podía parar de llorar”.

Ese fue el punto de inflexión en su carrera. Ese día acabó solicitando una baja psicológica. Y ahí sigue, aunque no así las acciones que —según relata la sargento primero— los mandos que intervinieron en la reunión mantienen contra ella.

Días después de ese episodio, el mismo coronel abrió un parte disciplinario para que fuese sancionada con falta grave. Después, solicitan para ella la pérdida de destino y el cese de la actividad. También le dio treinta días para que se marchara del pabellón, que abandonase su vivienda en la comandancia de Montequinto, en Sevilla. Y María recurrió al Togado Militar Central de Madrid. Presentó hasta tres testigos para rebatir la defensa del coronel.

Pero el juez, que solo analizó los hechos acontecidos en el despacho del coronel y no todo el conjunto de la investigación de la sargento, se limitó a dictar que todo quedó en una “riña paternal”.

“Cuando María solicita la apertura de un expediente disciplinar para el coronel, conforme al auto del juez togado militar central, no solo no se admite, sino que de forma velada se le amenaza con emprender nuevas acciones contra ella”, explica su abogado, Fermín Vázquez. “Esto constituye un auténtico atropello, porque la Administración prohíbe que se pueda acudir a los tribunales en defensa de sus intereses”.

La conclusión que extrae el abogado de todo este caso es que “siempre quieren evitar la jurisdicción civil y que todos los asuntos se diriman en el togado militar”. “Es el caso más complejo con el que me he topado —afirma—, nunca antes vi tanto ensañamiento contra alguien ni una voluntad tan firme por quebrar la carrera de mi defendida”.

Sin destino, la Guardia Civil oferta la vacante de su anterior puesto. Y María vuelve a solicitarla. “Se echaron las manos a la cabeza. Y por méritos fui la primera de la lista, pero ellos —sus mandos— se movieron más rápido”. Recibió una resolución firmada por el director general de la Guardia Civil en nombre del saliente Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. “Por necesidad imperante del servicio” le niegan el destino conseguido por méritos. Acto seguido la destinan al traslado de presos en Madrid.

Pero María recurrió y el Juzgado Central de lo Contencioso Administrativo número 11 le ha dado la razón, al entender que la “necesidad imperante del servicio” no se encuentra suficientemente motivada.

Pero María sigue litigando. “Esto es una situación de acoso y derribo”, denuncia. El coronel ha denunciado ante el togado militar territorial de Sevilla un posible abuso de derecho de la sargento primero Serrano. Pero el tribunal se ha inhibido, elevándolo a Madrid.
Apoyo de la socialista Zaida Cantera

Su caso también llegará este lunes al Congreso de manos de la diputada socialista Zaida Cantera, que defiende que la sargento primero Serrano viene sufriendo“un auténtico calvario” por los diez procedimientos, la mayoría hechos caducar de forma intencionada, que mantiene abiertos por cumplir escrupulosamente con su trabajo.

“Es de reseñar que su historial profesional, con más de 20 años de servicio, tiene una hoja de servicios intachable”, asegura Cantera en el escrito presentado por el Grupo socialista en la Mesa del Congreso. “¿Piensa el Gobierno articular algún tipo de medida o protocolo para proteger a las personas que denuncian actuaciones irregulares, en especial aquellos casos en los que se ven implicados altos mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional?”, pregunta Cantera, que en su día denunció acoso sexual que sufría en el Ejército.

La diputada considera que el caso de la sargento primero Serrano“ponen en evidencia una falta de formación y sensibilidad preocupante en materia de igualdad de género”. Y, en referencia a la valoración de “riña paternal” por parte del juez del togado militar central que dirimió la causa de María contra su coronel, Cantera pregunta: “Si quien hubiera sido objeto de dichos gritos hubiese sido un suboficial de la Guardia Civil en lugar de una suboficial ¿también habría sido calificada la situación de riña paternal o se le otorga tal calificativo por ser una mujer la destinataria de los gritos?”.

“No me gusta decirlo, pero sé que a ellos les ha fastidiado que yo sea mujer y de ahí viene todo”, denuncia la sargento primero María Serrano, que ha pedido audiencia con el nuevo ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal.

“Zaida sabe por todo lo que estoy pasando”, explica la suboficial. “Y como ella, voy a tratar de llegar hasta el final de todo esto, al menos, hasta donde me dejen”.

Solo pide dos cosas: “Que me devuelvan mi destino y responsabilidades personales para todos los intervinientes, cabo primero, teniente, coronel…”.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #771 en: 26 de Noviembre de 2017, 20:25:44 pm »

Condenado un guardia civil por preguntar a una compañera si llevaba bragas


El Supremo sentencia a un brigada a tres meses y un día de cárcel por comentarios obscenos y sexuales a una subordinada.
 26/11/2017 16:47 CET | Actualizado Hace 3 horas
Redacción ElHuffPostEuropa Press

EFE
El Tribunal Supremo ha condenado a tres meses y un día de prisión a un brigada de la Guardia Civil por dirigir a una subordinada expresiones obscenas y de contenido sexual, como preguntarle si llevaba ropa interior.

El alto tribunal ha estudiado el recurso interpuesto por el guardia civil contra la sentencia dictada el pasado mes de abril por el Tribunal Militar Territorial Cuarto de La Coruña y ha confirmado la pena impuesta por dos delitos de abuso de autoridad, en su modalidad de trato degradante a inferior. "La gravedad de la conducta del recurrente es incuestionable", dice el Supremo.

Según el relato de hechos que recoge la sentencia del Tribunal Supremo del que ha sido ponente Fernando Pignatelli, el brigada de la Guardia Civil José I.T. dirigió "frases soeces y de contenido obsceno" y de una 'incuestionable pulsión sexual' entre julio y diciembre de 2012 a su subordinada Marta V.L. Asimismo, hizo tocamientos, al menos en dos ocasiones, "siempre contra la expresa voluntad" de la víctima y trató de quedar con ella a solas.

ATAQUE A LA DIGNIDAD

Unas manifestaciones que hizo en público y que para los magistrados del Supremo supone un "ataque a su dignidad y su libertad de determinación en el ámbito sexual" que "de modo alguno tenía que soportar" y "no esperar" al proceder de un superior jerárquico.

El condenado comenzó su insinuación mostrando su sorpresa por ver en su destino una "chica tan guapa y tan mona por aquí". Continuó comentándole que su "última novia" tenía la misma edad que la subordinada y que "un hombre de cincuenta años era como una mujer de treinta".

En otras ocasiones el tono de las expresiones subieron al preguntarle si llevaba "bragas" porque la estaba mirando y "no se nota nada", o al hacer referencia a partes de su cuerpo. "Deberías estar orgullosa de que alguien como yo quisiera quedar contigo", le dijo también.

SITUACIÓN DE ANGUSTIA, ESTRÉS Y MALESTAR

Todo ello provocó a la guardia civil Marta V.L. "una situación de angustia, estrés, malestar, decaimiento y miedo con episodios de nerviosismo, abatimiento y llanto", destacan los magistrados.

El recurrente alegó en su recurso que no ha quedado acreditado "la realidad de los sentimiento de humillación e indignidad en el destinatario" y que no se ha lesionado la integridad moral de la víctima porque en los hechos declarados probados "no hay continuidad", son 'infundados, equívocos, inconexos y descontextualizados'.

El Supremo no comparte estas afirmaciones y considera que el brigada ha llevado a cabo un trato degradante y que, por tanto, se ha saltado el comportamiento que define el Código Penal Militar.


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #772 en: 08 de Enero de 2018, 08:01:34 am »
La primera inspectora de la Policía Local de Salamanca denuncia el acoso sexual y laboral de un superior

MANUEL LAYA
Ha decidido hacer pública su denuncia por acoso sexual y laboral sufrido desde el año 2000
El Norte
EL NORTEValladolid
Viernes, 5 enero 2018, 19:42

La primera inspectora de la Policía Local de Salamanca, Luisa Velasco, decidió hacer pública su denuncia por acoso sexual y laboral sufrido desde el año 2000 por parte de un superior. Sacó su historia a la luz en el periódico El Español a través del movimiento #MeToo. Aunque después de varias denuncias el caso fue archivado y considerado como «accidente laboral», en declaraciones a la Agencia Ical, Velasco reconoció que este paso «es un triunfo» y se lo debe a ella misma y los que están a su alrededor porque «ha sido liberador».

Es doctora especializada en Psicología, mediación familiar y violencia de género, y aunque ahora se encuentra fuera del Cuerpo de Policía Local, Luisa Velasco está centrada en su labor como psicóloga y docente para rehacer su vida.

Como ella misma relató, estuvo soportando esta situación «durante mucho tiempo» hasta que decidió poner en conocimiento de los superiores estos hechos, ya que «del acoso sexual pasó al acoso laboral». Un acoso que llevó a los tribunales pero que el juez estimó que «no eran acciones constitutivas de delito». Esta circunstancia hizo que el denunciado se mantuviera alejado durante un tiempo, al estar también fuera de la ciudad.

De este modo, Luisa Velasco pudo continuar en Salamanca con su vida y «con la misma ilusión» por su trabajo y siguió proporcionando ayuda a muchas víctimas de violencia y sus familias. Pero en 2010, volvió a la ciudad «con sus pretensiones», aunque frenada por el jefe de la Policía en aquel momento. Según señaló, dos años después su vida «volvió a ser un calvario», cuando su agresor fue ascendido y el anterior jefe quedó apartado.

Velasco se sintió «sola y avergonzada» y también «decepcionada y desprotegida», porque sabía que no tardaría en intentar de nuevo su propósito y que además «no olvidaría aquella denuncia», explicó. Ahora, con voz firme asegura que no tiene «miedo» a pesar del tiempo porque «era necesario llorar y sentirme fuerte como ahora».

En aquel momento la situación fue insostenible y a finales del 2013, y después de varios episodios ella volvió a denunciar. Se iniciaron acciones penales pero el juez estimó que dichas acciones no eran constitutivas de delito, «lo que no quiere decir que no existieran, sino que no tenían relevancia penal», aunque en el ámbito social logró «dos sentencias favorables», que considera que se trata de un «accidente laboral», argumentó.

Con este paso firme, Luisa Velasco afirmó sentirse «mucho mejor» y con él quiere hacer un llamamiento a todas las víctimas para «no se calle nadie, ni los que sufren ni los que están alrededor», porque como sostuvo en sus declaraciones «la verdad te hace libre». Así se siente ella según relató a Ical, a la vez que señaló la importancia del apoyo, porque «a los que te creen, no hace falta demostrarles nada» y recordó una frase que para ella cobra sentido, «la verdad no mancha los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien la oculta».

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #773 en: 08 de Enero de 2018, 08:07:32 am »

LUISA VELASCO, INSPECTORA DE POLICIA


Luisa Velasco

Luisa Velasco @LuisaVelascoRie es Inspectora de Policía Local y hasta el año 2000 tenía una carrera brillante. Vivía por y para su trabajo: “proporcionar ayuda a tantas y tantas víctimas supervivientes de violencia y sus familias”. Hasta que comenzó una pesadilla que a día de hoy aún continúa. Cuando era oficial, un superior (del que no puede decir públicamente su nombre porque puede suponerle demandas por difamación) le propuso mantener relaciones y ella se negó. “Acababa de divorciarme y pensé que era una tontería y se le pasaría”. Pero no fue así.

Hoy esta doctora especializada en Psicología, mediación familiar y violencia de género, ha decidido sacar su historia de acoso sexual y laboral fuera de Salamanca, la ciudad en la que reside, y gritarla a los cuatro vientos. “Cuando veo a las actrices que han denunciado. Nadie duda de ellas, son creídas. Cuando Zaida Cantera contó su caso a Jordi Evole, todo el mundo la creyó, nadie dudaba. Mi caso es muy parecido al suyo pero ¿te das cuenta? Yo escondida, apestada, como si yo hubiera hecho algo malo. En el fondo me dan envidia al menos las creen, es lo que nos queda, que nos crean”, comenta apenada. “Todo lo que me está sucediendo es tan doloroso. Las pesadillas con él sintiendo que me toca, me agarra...cada día pensando en él, en todo lo que me hacía. Unas pesadillas terribles”, relata.
SU REPUGNANTE OLOR Y ALIENTO

Y es que Luisa aún siente en su piel “sus asquerosas manos; la cantidad de veces que accedía al cuarto de las taquillas de las mujeres dónde nos cambiábamos de ropa…Su aliento junto a mi cara… No puedo olvidar su repugnante olor. Estuve soportando esta situación durante mucho tiempo hasta que finalmente decidí poner en conocimiento de los superiores estos hechos, ya que del acoso sexual pasó al acoso laboral”, comenta en exclusiva a EL ESPAÑOL.

Un acoso que llevó a los tribunales pero que el juez estimó no eran acciones constitutivas de delito. “Pero esto me sirvió para que durante un tiempo me dejase en paz. Estuvo fuera de la ciudad durante un tiempo, lo que afortunadamente le alejó de mí, mientras yo continuaba con mi vida y con la misma ilusión por mi trabajo”. Tanto fue así que Velasco siguió con su trayectoria profesional sin problema alguno, asciendo a Subinspectora en 2006 y a Inspectora, en 2010. “Intenté que aquello fuera algo del pasado, había decidido por mi salud cerrar esa puerta, que juro pensé que jamás se volvería a abrir”.

Sin embargo no fue así. “En el año 2010 este señor regresa y vuelve con sus pretensiones aproximándose de forma sibilina, pero es frenado por quien era el Jefe de la Policía en aquél momento”. Dos años después su vida volvió al calvario cuando su agresor fue ascendido a Jefe superior, quedando el anterior jefe apartado. “Me veo sola, con una nueva corporación municipal, y ¿por qué no decirlo? avergonzada también. De repente con sus conductas surgieron los fantasmas del pasado. Invadida por el miedo sabía lo que se me venía encima. Sabía que no tardaría en intentar de nuevo su propósito y que además no olvidaría aquella denuncia”, rememora.

Sin embargo su jefe había cambiado de táctica. “Comenzó con rozarme ligeramente las manos cuando intercambiábamos algún documento; pensé que era imposible, que serían imaginaciones mías. No podía creerlo, no quería pensar que el sufrimiento volvería de nuevo. Ese asco, esa repugnancia que me producía… Me agarraba los brazos, me aproximaba hacía él, me cogía de las manos… me bloqueaba tanto que ni siquiera era capaz de soltarme y echar a correr. Solo podía llorar cuando estaba a solas. No me atrevía a contarlo. Sentía una profunda vergüenza ¿Quién me creería? Si anteriormente no me creyeron porqué ahora sería diferente. Soporté humillaciones, vejaciones, miedo, discriminación (soy la única Inspectora del Cuerpo) mi salud se resentía cada vez más”, comenta Velasco.

La situación era tan insostenible que a finales del 2013, y tras varios episodios más graves ella volvió a denunciar. “Esta vez penalmente, con un gabinete de abogados fuera de mi ciudad (el miedo es libre ante el poder). Inicio acciones penales pero el juez estimó que dichas acciones no eran constitutivas de delito, lo que no quiere decir que no existieran, sino que no tenían relevancia penal, si bien en el ámbito social he logrado dos sentencias favorables, estimando que se trata de un accidente laboral”, explica.

¿Por qué lo cuentas ahora Luisa?

Porque ahora puedo hablar sin llorar. La cicatriz queda pero aprendes a vivir con ello. No quiero callar más. Porque el silencio nos hace cómplices. Cuando no te creen te sientes culpable de haber sacado todo a la luz. Porque me lo debo y se lo debo a las personas que me han apoyado y me han creído. Ya no siento vergüenza. Merezco que se sepa lo ocurrido porque quien tiene que agachar la cabeza es quien acosa y quien se tiene que avergonzar. Porque no quiero esconderme más. Debo ser congruente con mis valores, defender mi dignidad, la mía y la de tantas mujeres que, como yo, se enfrentan al acoso cada día sin saber qué hacer. Para que la sociedad, las autoridades, dejen de mirar para otro lado. Porque hoy soy yo y mañana, puedes ser tú”, finaliza.
CONCIENCIAR, LEGISLAR Y PENALIZAR

Acabar con esta plaga que encarcela de por vida a mujeres como Luisa solo se cura de una manera: educando en la igualdad. “La educación nos enseña a callar. La estrategia de mantenernos calladas y culpables ayudaba al machismo a invisibilizar su violencia. En el momento en que las mujeres hablan se fracturan esas dinámicas que socialmente están aceptadas y arraigadas y se produce el cambio. De la misma manera que el #MeToo ha ayudado a sacar a luz esos abusos, el #YoSiTeCreo, nos ha fortalecido a las mujeres. Ahora hay que dar un paso más allá para que no se quede en algo puntual, crear campañas de concienciación y poner en debate no solo en la agenda feminista sino en la agenda jurídica y legislativa”, subraya esta experta. Y es que como dice Luisa en su perfil de twitter “la verdad no mancha los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien la oculta”.


https://www.elespanol.com/reportajes/20171231/metoo-espanolas-mujeres-conocidas-denuncian-acoso-sexual/273223315_0.html

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #774 en: 22 de Enero de 2018, 08:15:32 am »
Ana Laura, la indefensión de una funcionaria: rozó el suicidio por el acoso de sus superiores
Esta abogada era Agente de Inspección en la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid. Sus compañeros la abandonaron cuando sus superiores empezaron a vejarla. Describe un ambiente "servil" y "clientelar" que acaba sepultando estos casos.
22 enero, 2018 00:25

Daniel Ramírez @danielramirez99

El día que Ana Laura explotó, cogió el coche y pisó el acelerador más de la cuenta. Quería estamparse “contra cualquier sitio”. Por mucho que bucea en el recuerdo no logra entender cómo y por qué llegó a casa. Aquellos segundos de piloto automático, de naufragio robot, han caído en el cubo del olvido. Su marido la encontró en la cocina dándose golpes, autolesionándose. Llamó a una ambulancia. La ingresaron. Fue la escena que puso punto final a casi tres años de acoso -2010 a 2013- en el trabajo. La enajenación desesperada de quien, desbordado por el sufrimiento, sabe que la única forma de escapar es arrebatarse la conciencia.

Era la segunda vez que esta abogada, entonces funcionaria en la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid, pensaba en suicidarse. La primera fue un año antes y por motivos similares. Una tentación insistente, pero que pudo frenar a tiempo. Aquel día se iba de vacaciones al acabar la jornada. Sus acosadoras, interrumpiendo su trabajo por “enésima vez”, la citaron al despacho: “Me dijeron que si no terminaba, me quedaría sin días libres”. Sólo una gota más en un manantial de vejaciones.

Acoso laboral Ana Laura Jorge Barreno

“Fue una situación humillante. Llamé a casa y dije que llegaría tarde. Hacia las tres de la madrugada me di cuenta de que no lo conseguiría. Habían llenado mi mesa de expedientes que debía ordenar. Una montaña que engordó durante varios días hasta hacer desaparecer el teclado. Salí de allí con ideas autolíticas en la cabeza”. Ana Laura utiliza ese término, de manual científico, para insensibilizar el relato y así poder contar. “Ha pasado mucho tiempo. Cuando vuelvo a esto, se me revuelve la tripa, me entra el miedo”, susurra.

La historia de Ana Laura Alcubilla es la de una víctima de acoso cuyos compañeros simularon no ver lo que ocurría e incluso le retiraron la palabra. También la de una funcionaria maltratada, el grito que arroja una realidad que parece inexistente. Por último, la de una abogada que, tras recuperarse, acoge en su despacho a quienes atraviesan el camino que a ella le obligaron a transitar.
 
El olvido de los funcionarios acosados

En España hay cerca de dos millones y medio de funcionarios, cuya mitad aproximadamente pertenece a las Comunidades Autónomas. “¿Cuántas veces has visto que se hable en los medios de acoso en la Administración? El clima de servilismo y conveniencia acaba sepultando todos estos casos”. Por eso Ana Laura abre las puertas de su despacho y mira a la cámara. Es miércoles por la tarde a las afueras de Madrid.

El expediente sancionador que está sobre la mesa de esta sala enmaderada y de sillas negras es la prueba de lo absurdo. Ana Laura Alcubilla fue expulsada del funcionariado por un subjetivo “incumplimiento y desatención habitual de las órdenes que recibe de sus superiores”. Los mismos que la acosaron día a día hasta enviarla a un hospital. Esta abogada perdió el procedimiento judicial al que se vio obligada a llegar: “Es la gran derrota del mobbing. ¿Cómo demuestras lo ocurrido?”. Varias compañeras testificaron en su contra, blindadas por sus superiores. “Es curioso, luego se produjeron algunos ascensos de puesto o mejora de categoría, creo que incumpliéndose los requisitos de publicidad, mérito y capacidad que exige la norma”. A la salida del juzgado, el abogado de la Comunidad de Madrid se le acercó y le dijo: “Ojalá tengas suerte”.
"No trabajes tanto que nos vas a joder a todos"

Ana Laura rebobina hasta el principio. Cuando llegó a la Consejería de Transportes, una compañera, bajo la carátula del buenrollismo, le retó entre risas: “No trabajes tanto que nos vas a joder a todos”.

Un día, esta ex Agente de Inspección de Transportes se dio cuenta de que las sanciones que interponía la Consejería se articulaban en torno a una legislación que había sido modificada tres años antes. “Se lo comenté a una compañera. Luego se enteró mi superiora y lo tomó como una falta de lealtad. Yo nunca caí bien, no me gustaba perder el tiempo y ese fue uno de los motivos que lo desencadenó todo”.

Para librarse de Ana Laura, sus superioras no le asignaban inspecciones, su principal cometido. A sabiendas de que era lo que más le gustaba. La recluyeron en la oficina. La pusieron a ordenar expedientes y también a “destruir” documentación. Le dejaban torres de folios sobre la mesa con un cartel manuscrito que indicaba: “Destruir”. Ella tenía que romperlos a mano, cuando ya había una empresa que se dedicaba a ello. Todo en un silencio de convento, incluido el de los que antes habían mantenido con ella una relación cordial, hasta que se convirtió en víctima de sus superiores.
Sin móvil a las reuniones

Ana Laura era llamada al despacho. La obligaban a dejar el teléfono en la puerta por lo que pudiera grabar. Entonces empezaban los insultos y ella salía llorando, sin despertar reacción aparente en el resto de funcionarios. Apartada sin motivo alguno del que era su trabajo, se le encomendó “ensobrar”. “En la ventanilla de los sobres iba el DNI y el nombre de los ciudadanos. Esto va en contra del derecho de protección de datos, no podía ser y se lo advertí a mi superiora, lo que volvió a desatar su ira”. Cuando aquella jefa pasaba por el despacho de los agentes de inspección, saludaba de viva voz uno a uno, excepto a Ana Laura.

Con la situación de acoso ya muy explícita en la Consejería de Transportes, Ana Laura fue abandonada. Incluso por aquella inspectora a la que acompañó a la Mutua cuando tuvo problemas de salud. También por aquella a la que aconsejó para que solicitara una minusvalía. “Un compañero, el único que habló conmigo, me llevó al garaje y me dijo: ‘Ana Laura, que sepas que la superiora se jacta de forma muy divertida de que van a conseguir echarte’. Imagínate”.

Ana Laura fue abandonada por sus compañeros, que no quisieron enfrentarse a sus superiores. Jorge Barreno

Ana Laura consiguió que un inspector de trabajo acudiera a la Consejería. Tras la reunión que mantuvieron, fueron acorralados en el pasillo y una de las superioras llamó al inspector a su despacho. Al salir, éste comentó a Ana Laura: “Lo siento, no puedo hacer nada por ti”.

¿Por qué nadie alzó la voz?

¿Cómo es posible que nadie alzara la voz? ¿No es precisamente el funcionario el trabajador más protegido? Las palabras de Ana Laura retratan un clima fácilmente identificable por cualquiera que conozca bien la Administración. “Es un mito fácil de desmontar. Te vuelves individualista, quieres pasar desapercibido para mantener tus comodidades. Casi todos se rigen por esa condición: ‘No me molestes y no te molestaré’. El ambiente es muy servil y clientelar. Si te arrimas al superior y lo encubres, ascenderás. Igual que ocurrió en mi caso. Imagínate que un ciudadano va a la Consejería, percibe ese ambiente y denuncia. Se les vendría todo abajo”.

Entonces la frase de aquella compañera asalta el relato de esta abogada: “Ana Laura, no trabajes tanto que nos vas a joder a todos”. El ascenso y la comodidad a cambio del servilismo.

Para más inri, el 80% de los Agentes de Inspección de la Consejería que compartía trabajo con Ana Laura no gozaba de un puesto por oposición. “Si decían algo e incomodaban, temían ir a la calle. Los superiores tienen mucho poder, sobre todo aquellos que están ahí por designación política”.
La derrota en los tribunales

Cuesta entender cómo después de lo sufrido, Ana Laura Alcubilla perdió su reclamación ante los tribunales. En la tramitación del expediente sancionador, en la Consejería, declaró sola, sin representación sindical, sin abogado, sin testigos a su favor. Sus denunciantes acudieron en grupo, algunas luego serían premiadas. “Además, ellas estaban amparadas por los abogados de la Comunidad, es decir; a coste cero. Yo tuve que afrontar todos los gastos y también las tasas. Te atan de manos porque estás sola y encima pierdes dinero”. Ana Laura pagó alrededor de 500 euros en costas a la Administración.

En 2018, casi un lustro después, Ana Laura ha ganado un juicio distinto: “Me van a tener que pagar las vacaciones y los moscosos de los que no pude disfrutar porque estaba de baja por el acoso”.

Ana Laura rozó el suicidio en dos ocasiones por el acoso sufrido. Jorge Barreno

El magistrado no creyó a esta funcionaria, ahora abogada también de la Asociación Española Contra el Acoso Laboral (AECAL), pero ahí quedan los papeles fácilmente comprobables: la drástica desaparición de Ana Laura de las inspecciones es el ejemplo más claro.
La lista de quienes la dejaron tirada

Es muy larga la lista de quienes dejaron tirada a esta exfuncionaria. La encabeza el entonces director general de Transportes, que recibió más de un correo electrónico desesperado en busca de auxilio. “Un día nos cruzamos en la máquina de café, le dije que era yo, me contestó muy nervioso que esperaba que todo se arreglara”. Acudió al Servicio de Prevención de Relaciones Laborales de la Comunidad de Madrid, cuya contestación fue: “Son fechas muy próximas a Navidad, casi todo el mundo está de vacaciones”. En la Dirección General de la Función Pública primero le escucharon, pero cuando reunió el material necesario, le colgaron el teléfono. La Defensora del Pueblo respondió que no podía hacer nada, “que su intervención era entre ciudadanos y Administración”.

Agotada, recostada en la silla, como si hubiera corrido una maratón, Ana Laura resume: “Primero no entiendes lo que pasa, luego intentas contentar a tus acosadores, después incluso crees que te lo mereces, y al final quieres autodestruirte”.

Su relato también es el de la superación, el de quien ha sabido rehacerse y combatir la lacra del acoso desde un despacho de abogados. Pero el miedo siempre está ahí: “Hace un tiempo, vi a una de mis acosadoras al otro lado de un paso de cebra. Corrí y me escondí en un portal”.

Su marido la espera fuera del despacho. Se saludan con una sonrisa. “Lo que hemos pasado, ¿eh?”, le dice Ana Laura. No se rinden, la batalla acaba de empezar.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #775 en: 16 de Febrero de 2018, 07:47:18 am »


Sentencia del Tribunal Militar Territorial Primero

Dar órdenes no es acoso laboral: sobreseído el caso de un cabo de la Guardia Civil denunciado por un agente

Se dio de baja por ansiedad y alegó que su superior le había exigido un justificante médico, le había advertido sobre los tiempos del café y se paseaba por los alrededores de su mesa generándole tensión

Una sentencia condenatoria por acoso laboral puede acabar con una carrera en la Guardia Civil. No le ocurrió así a un cabo destinado en Cuenca, cuyo caso ha sido sobreseído de forma definitiva tras no encontrar los jueces reproche penal alguno a su comportamiento hacia un subalterno.


16/02/2018 01:00

“Ninguna de las conductas atribuidas al cabo 1º merecen reproche penal alguno, y menos para considerarlas comprendías en el delito de acoso laboral”. Así de contundente se mostró el Tribunal Militar Territorial Primero en su sentencia sobre un supuesto caso de acoso laboral de un cabo a un agente de la Guardia Civil, perteneciente a la Asociación Profesional de Cabos (APC) y representado por la letrada Silvia Domínguez del bufete Aestimatio Abogados.
Baja por trastorno depresivo

Los hechos instruidos se refieren a varias situaciones comprendidas entre los años 2015 y 2016, que supusieron la baja por ansiedad del demandante, aquejado según su médico de un trastorno depresivo con ansiedad de tipo reactivo.

Todo se desarrolló en la Compañía de Intervención de Armas y Explosivos de Tarancón, en Cuenca. Allí, el jefe de unidad –el cabo denunciado- aplicó una serie de órdenes relativas a unos servicios que no tenían horario fijo.

El denunciado presentó varias propuestas verbales sobre la regulación de dichos servicios, a lo que el cabo le respondió que “todo lo que quisiera saber, por escrito, que esto es la Guardia Civil”.

Ante dicha situación, el agente puso la situación en conocimiento del capitán Jefe de la Compañía, que acto seguido reunió a todos los miembros de la unidad y se llegó a un acuerdo concreto sobre las condiciones en que deberían llevarse a cabo estos servicios sin horario fijo.
“Si pensáis que habéis ganado…”

Según la sentencia, tras dicha reunión y una vez el capitán había abandonado la sala, el cabo les dijo a los presentes “si pensáis que habéis ganado…”. Fue tras ese episodio cuando el demandante fue sancionado disciplinariamente en dos ocasiones por cuestiones no relacionadas con el caso.

Un año más tarde, el demandante solicitó permiso para acompañar a su mujer, que se encontraba enfermo. A su vuelta al servicio, días después, el cabo le requirió el justificante médico, y el agente tuvo que ir a su domicilio a por él, señalando la acusación durante el proceso judicial que este fue uno de los primeros síntomas de “acoso”.

Tiempo después, el cabo le advirtió al agente que debía prestar “atención al tiempo del café”, admitiendo el guardia que había tomado dos esa mañana. Al regresar de esa pausa, el agente entró en un estado de ansiedad que le obligó a ir al servicio de urgencias médicas, ya que según su declaración “el cabo 1º se dirigió a su mesa y empezó a dar vueltas alrededor de la misma como si buscase algo”.
“Ha padecido acoso moral”

Su baja por trastorno depresivo fue también reconocida posteriormente en un informe de otro psiquiatra, que concluyó que el agente “ha padecido acoso moral en el trabajo, cuyas secuelas le han llevado a la baja laboral y a la necesidad de recibir asistencia psiquiátrica, generando una fobia y rechazo a volver al cuartel de la Guardia Civil de Tarancón”.

El Tribunal Militar Territorial Primero de Madrid, sin embargo, concluye que ninguno de los hechos relatados por el demandante pueden encajar en una “conducta abusiva o de violencia psicológica” que caracteriza al mobbing o acoso laboral.
Sobreseimiento total de la causa

Es más, en un determinado punto de la sentencia se asegura que “hubiera bastado una mera lectura de la propia denuncia y de la documentación que se acompaña para advertir que los hechos que en la misma se contienen carecen de relevancia jurídica”. “No hay dato alguno que revele persecución u hostigamiento”, e incluso refleja que el propio denunciado se ofreció para trabajar todos los sábados y librar así de esa carga al resto de sus subalternos. “Tal actuación mal se compadece con una actitud de hostigamiento laboral” concluye la sentencia.

 El tribunal acordó el sobreseimiento definitivo y total de la causa, sobre la que no se va a presentar recurso por parte de la acusación.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #776 en: 07 de Marzo de 2018, 07:52:42 am »

La Guardia Civil archiva el 77,5% de sus investigaciones internas por acoso laboral y sexual


    El protocolo está en vigor desde el año 2013, pero el Ejecutivo sólo facilita datos desde el segundo semestre de 2015
    Entre ese periodo y el primer semestre de 2017 se activó el protocolo en 80 casos, de los que 62 fueron archivados
    La Asociación Unificada de Guardias Civiles denuncia que las actuales normas desincentivan la presentación de denuncias por los agentes

Yolanda González
Publicada 07/03/2018 a las 06:00 Actualizada 06/03/2018 a las 22:45
 
 

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #777 en: 08 de Marzo de 2018, 09:53:29 am »
Cuatro guardias civiles relatan los abusos en un cuerpo con un 6,7% de mujeres

    Agentes de la Guardia Civil relatan en la Cadena SER su experiencia tras 25 años de servicio en los que han vivido situaciones de acoso laboral, ninguneo, malos tratos e intentos de agresiones sexuales
    Las agentes piden mejorar el protocolo actual que les obliga a denunciar un caso de acoso ante el mando directo.


Pilar Velasco
Madrid
07/03/2018 - 11:19 h. CET

La Guardia Civil no es el cuerpo con más facilidades para la incorporación y normalización de la mujer en puestos reservados a los hombres hasta hace pocas décadas. A pesar de los avances de los últimos tiempos, sólo el 6,7% de la plantilla son mujeres y en las escalas superiores hay una única teniente coronel en toda España. Además, una vez superadas las pruebas de acceso, se impone una realidad más dura: las dificultades para llevar a cabo el trabajo del día a día únicamente por su condición de ser mujer.
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Para contarnos su experiencia han acudido a los estudios de la Cadena SER cuatro agentes de Madrid, Valladolid, Castellón y Salamanca con más de veinte años de experiencia en la Guardia Civil. Puedes escuchar la conversación completa (audio) y leer a continuación algunas de las vivencias de un diálogo en el que reconstruyen los episodios de acoso más duros de su carrera y recuerdan con humor la evolución en una plantilla donde hace veinte años no tenían ni siquiera indumentaria.
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Acoso y discriminación por ser mujer

La agente Alicia Sánchez se hizo conocida al afrontar una instrucción por un delito militar por vestir su propio chaleco antibalas frente al oficial, que no se adaptaba a su anatomía y por tanto no la protegía. El chaleco era tan grande que le tapaba el arma, los grilletes y las herramientas de trabajo. "Cuando mi superior se da cuenta en mitad del control me llama aparte, me pregunta por qué no me lo he puesto y me abre un procedimiento judicial por insubordinación, lo que conlleva una pena mínima de seis meses de cárcel y un máximo de seis años". Alicia Sánchez pudo ir a prisión pero la causa se archivó. Aun así, fue sancionada con cinco días de sueldo.

Con dos décadas en el cuerpo, ya había denunciado al mismo superior en otra ocasión. En junio de 2013, un año después de que se incorporara como jefe de la compañía, registró una queja por discriminación sexual. "Hasta en tres ocasiones me dijo que no era capaz de hacer algo por ser mujer. Una de sus frases fue, si hay una pelea quédate en el cuartel por si te pegan". Los superiores metieron la queja en un cajón. "Pongo otra al General de la zona y tampoco ven discriminación. Viví un calvario. Me sentí perseguida" recuerda.

Alicia rememora también un intento de abuso sexual en su año de prácticas. “Yo era joven, tenía 20 años, y había un superior mío al que yo le debía de gustar. Antiguamente en los cuarteles dejábamos las llaves puestas en las viviendas. Un día se coló en la mía mientras salía del baño, me enganchó del brazo y me tiró de la toalla. Él tiraba por un lado, yo por otro, di voces. Me metí en la habitación y candé mi dormitorio con el pasador. Él se coló por el balcón. Los compañeros salieron, él se fue a su casa corriendo y ya está. Cuando se lo comuniqué al sargento me dijo que seguramente yo le gustaba al superior y no sabía cómo decírmelo y si denunciaba, seguramente no saldría de guarda profesional".

- Carmen, ¿tú has tenido un episodio parecido?

Nada más entrar. Me planteé seriamente dejarlo e irme a mi casa. Pensé, si esto es la Guardia Civil, no lo pensaba ni por asomo. Me destinaron a mí y a otra compañera a un pueblecito de Teruel, todo lo que habían allí eran hombres. De hecho en el pueblo estaban alucinados con ver mujeres guardias. Además, ahí plantadas con nuestras falditas, nuestros taconcitos, parecíamos dos floreros. El caso es que teníamos dos compañeros. El sargento que teníamos no se metía en nada, si nos violaban o si nos mataban, le daba igual, mientras no le diéramos problemas era suficiente.

Uno de estos compañeros estaba alcoholizado y cuando salíamos de servicio iba borracho. Su mujer estaba embarazada y en más de una ocasión le pegó. Una de las veces casi aborta, tuvo que venir una ambulancia al cuartel, un cristo aquello. Así que cuando me tocaba salir de servicio con él yo me negaba, no me iba a montar en el coche porque iba bebido y haciendo eses. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, y al final esos días él se esperaba hasta que se le pasaba un poco.

Pasó el tiempo, cogió confianza y te empezaba a decir que estabas muy buena o que vaya piernas que tenías. Al ser un entorno tan rural, casi todo lo que había era coto de caza. Un día se sobrepasó. Lo amenacé con el arma y le dije que o me quitaba las manos de encima o me lo cargaba. No sé ni cómo reaccioné. Me bajé del coche. Me volví a subir. Era o quedarme allí en el monte o ir en el coche con él. Volvimos al puesto y le montó un cirio al sargento diciéndole que si yo decía algo se armaba.

El sargento evitó ponerme con esta persona y empezó a hacérselo a la otra chica. Sé que se lo hacía porque subía llorando casi todos los días. A mi marido, que entonces era mi novio, yo también le llamaba llorando todos los días. Me quería ir de ahí, quería pedir baja. Gracias a un sargento, que era una persona maravillosa, continué. No sin antes dar cuenta de todo esto. Llegó un momento en el que ya no pude más, concluye Carmen.

- ¿Del acoso sexual a los casos de moobing laboral?

Se quieren hacer los graciosos contigo, les replicas y ya van a por ti. Te dicen que lo haces todo mal, te quitan la calefacción del coche para que te mueras de frío y no lo puedes cambiar, empiezan a llamarte chivata, mala persona, te dicen que no sabes hacer ninguna diligencia. En mi caso, hubo un superior que siempre hacía comentarios del tipo 'las mujeres para mí solo sirven para follar y para fregar'. Y claro, yo me rebelaba, había más chicas allí, pero se callaban, también eran más jóvenes. Yo le decía, si no quieres estar aquí con nosotras vete que estábamos antes que tú.

Sé que a una de ellas le mandaba mensajes guarros por teléfono. Nunca quiso dar cuenta, pero ha llorado muchísimo, y terminó yéndose de allí. Pero es que llega un momento que dices ¿Por qué me tengo que ir yo si he llegado antes? Este es mi sitio, tengo aquí mi casa ¿Para qué esta persona no me acose me tengo que ir yo?

- ¿Los posibles casos de acoso sexual es algo que sucede cuando las agentes acaban de llegar?

Alicia continúa. "No, a día de hoy hay muchos casos, lo que pasa es que no se atreven a denunciarlo y salir a la luz. Hay mujeres veteranas que sufren acoso sexual. No puedo dar datos ni nombres, pero a día de hoy hay mujeres que llevan muchos años en la Guardia Civil y te toca un depredador y te tocó, tengas la edad que tengas. Lo que pasa es que actúas diferente con veinte años que con cuarenta".

Carmen sigue. "Cuando eres joven y acabas de llegar, entre que todo te asusta mucho, que no sabes cómo funciona el tema, no sabes qué hacer. Tienes miedo a que te expedienten, a que vayan a por ti. Habrá mujeres que no le ha pasado nada de esto, no dudo que haya sitios donde sí, pero te llega una persona de esta calaña y acaba con el sitio entero.
Querer "ser uno más"

Eva, destinada en Madrid con 17 años en la Guardia Civil, hoy en una especialidad de armas y hasta hace dos años en Seguridad Ciudadana, escucha impactada a sus compañeras. "No me han pasado casos tan fuertes como a Alicia y Carmen, pero dependiendo de algún compañero sí notas ese machismo con la mujer. En el puesto donde yo estaba, muchas veces hemos salido dos compañeras juntas y no lo veían bien, creían que no íbamos a ser capaces de enfrentarnos a cualquier problema. En la Guardia Civil no todo es fuerza física, a veces hablando con el ciudadano evitas muchas situaciones.

Y recuerda. "Hace poco, en una detención a una persona en un estado de drogadicción muy alto, nos agredió y terminamos rodando por el suelo. Al final lo detuvimos sin problemas, podía habernos lesionado como a un compañero más porque su estado era muy agresivo, pero como a uno más".

Silvia, la más veterana, es de la cuarta promoción y ahora destinada en el Seprosa de Valladolid. "Lo que están contando mis compañeras lo conocemos todas. Otra cosa es que se denuncien los casos o lleguen a algún sitio. Treinta años después, vas a una ciudad donde no están acostumbrados a ver a las mujeres guardias y se siguen quedando alucinados como si vieran a un extraterrestre. Hemos evolucionado en muchísimas cosas y en otras seguimos estancadas".

Silvia explica la actitud de muchos de sus compañeros en los veinticinco años que lleva de servicio. "O te encontrabas el típico que se creía que era tu padre, o el que dice mejor quédate aquí que ahora salgo yo. Y una de dos, o estás ejerciendo un paternalismo conmigo, malentendido porque no lo necesito, o me estás ninguneando o menospreciando como persona. Eso sigue ocurriendo incluso con compañeros de tu misma edad".

Alicia responde. "¿No os ha pasado nunca…? Yo trabajaba en el aeropuerto, en Palma de Mallorca, y escuchar ‘Dile a la niña que baje que hay que cachear a una señora’ ¿La niña? La niña llevaba una pistola en la cintura".

Carmen continúa. "A mí también me pasó cuando estábamos en la localidad de Rosas. Tuvimos una revuelta, necesitaban apoyo y nos llamaron a un montón de unidades. Estaban repartiendo cascos y escudos y yo era la única mujer, se me quedó mirando el capitán y me dijo, a ti no te voy a dar escudo, tú te quedas ahí detrás no vaya a ser que te peguen".

Silvia hace hincapié en las dificultades ante casos de acoso para interponer quejas o denuncias. "En estos treinta años ha habido casos suficientes para que hubiera un protocolo específico y externalizado. El protocolo de la Guardia Civil si tienes un problema de acoso sexual o laboral a quien le tienes que trasladar ese problema inmediato es al mando, precisamente quien puede estar produciendo o encubriendo ese acoso. Y la mayoría se calla por eso, como no hay ninguna vía para poder solucionarlo, puedes agravar el problema. O lo que decía Carmen, pedir otro destino..."

Para Carmen no es la víctima quien tiene que marcharse. "Cuando tienes una familia, una casa, unos colegios, unos niños… dónde vas, si fueras tu sola, coges y te vas. Pero cuando te encuentras en una situación en la que no puedes irte, qué haces".

"Parece que casi siempre, digo casi siempre porque no es en todas las situaciones, eres tú la que provoca, que te los estás tomando muy a pecho, o que no te ha querido decir eso, estás muy sensible y te lo has tomado de esa manera… A lo mejor sí, pero otras no. A lo mejor no soy yo la culpable porque no es a mí únicamente a la que le está pasando. El mutismo que quieren imponer, el acallarlo, no entiendo por qué. Estamos viendo que ahora mismo están saltando casos de acoso en todas las esferas sexuales, dentro del cine, presidentes de Gobierno… Pues si está pasando vamos a atajarlo y solucionarlo, no silenciarlo, que parece que es lo que quieren hacer aquí."
¿Dónde está la brecha salarial?

Las agentes en que no hay brecha propiamente dicha al tratarse de escalas oficiales, sin embargo, cuando empiezan a tener hijos, dejan automáticamente de ascender. Según Eva, "ese paso cuesto hasta que los hijos se hacen mayores, cuando quieres darlo o ya te ves mayor o ya cuesta. Que tu pareja o tu marido se hagan cargo de los hijos es imprescindible, que el hombre de un paso a un lado y apueste por el ascenso de su pareja. La mayoría estamos en la parte baja porque las circunstancias mandan. De hecho, solo hay una teniente coronel en la Guardia Civil, ojalá se ascienda más porque es necesario. Tenemos diferente forma de empatizar y llevar el mando".

Para Silvia, la brecha salarial que existe es indirecta. "En la medida en la que la mayoría de las reducciones de jornada son de mujeres y las especialidades también son ocupadas por hombres, acaban ocupando los puestos de más salario ellos".

Silvia se hace una pregunta de mayor calado ¿Facilita la Guardia Civil la incorporación de la mujer? "Después de 30 años no llegamos al 6,7% de plantilla. Dicen que hemos entrado tarde pero la Policía Nacional lo hizo diez años antes y están casi en el doble; en el Ejército, y ambos pertenecemos al ministerio, nos triplican. Esta mañana hemos escuchado en una ponencia que la Guardia Civil no debe ser atractiva para las mujeres, yo tengo otra opinión, la Guardia Civil no quiere a las mujeres".

Si se presentan todos los años a las oposiciones un 22% y solo llega a hacer el curso de capacitación un 6% cada año, si treinta años después seguimos en las mismas cifras es que la Guardia Civil no quiere que la mujer esté en el cuerpo, no hay otra explicación. No es una cuestión de que no pasemos las pruebas, hay un cupo vedado y no entramos, continía.

Para Alicia "Hay una criba y no sabemos dónde está. Creemos que está en la entrevista psicológica porque los conocimientos y la física lo pasamos".
Armas en bandoleras

Otro asunto crucial es el material de trabajo. Las agentes recuerdan, entre risas, la evolución de indumentaria femenina. "La ropa que nos dieron cuando empezamos era muy ridícula, hay que decirlo (risas). Teníamos una faldita-florero, una falda pantalón con tacones y un bolso de bandolera que yo guardo todavía. Sal así corriendo detrás de un chorizo".

O cuando te quedas embarazada, recuerda Carmen. "Me dieron un traje que era, como si tuviera obesidad mórbida, mi sargento cuando se lo enseñé, me dijo, no te irás a poner eso, casi prefiero que no trabajes".

Silvia también tuvo a su primer hijo con la indumentaria oficial de los noventa. "Entonces no existía el pichi y me tuve que arreglar una chaqueta y un pantalón de mi marido que medía 1,90 cm y pesaba 100 kilos".

"Yo me acuerdo que en el aeropuerto de Palma venían los alemanes y te señalaban con el dedo" apunta Alicia en referencia al pichi con bandolera. "Ahora nos reímos, y yo me he reído porque hay que aprender a reírse, pero hemos pasado lo nuestro sí…".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #778 en: 11 de Marzo de 2018, 09:00:42 am »
el poder ejecutivo asegura que no hay cifras disponibles antes del segundo trimestre de 2015
La mayoría de casos de acoso sexual en la Guardia Civil acaba en la basura
El Gobierno detalla en una respuesta parlamentaria que de los 80 protocolos iniciados en los últimos dos años y medio, 62 han sido finalmente archivados

Roberto R. Ballesteros

11.03.2018 – 05:00 H.

La mayor parte de casos de acoso laboral y sexual en la Guardia Civil terminan en la papelera. Así lo confirman los datos del Gobierno trasladados al diputado de Podemos Juan Antonio Delgado el pasado 23 de febrero en una respuesta parlamentaria. En concreto, de los 80 protocolos activados en los últimos dos años y medio, apenas 18 han concluido en la vía judicial y/o disciplinaria. El resto, nada menos que 62, ha terminado en archivo. El parlamentario que planteó la pregunta que ha permitido conocer esta información, quien trabajó como guardia civil hasta su fichaje por el partido político, reclamó los datos desde 2013; sin embargo, el poder ejecutivo asegura que no hay cifras disponibles antes del segundo trimestre de 2015, primer periodo que contabiliza el Ministerio del Interior.

Entre julio y diciembre de ese año, la Dirección General inició 25 protocolos de acoso laboral y sexual, de los cuales solo siete acabaron con sanción. Los demás (18) acabaron en archivo. En los siguientes semestres, la dinámica fue parecida. De los 20 casos denunciados entre enero y junio de 2016, apenas seis acabaron en sanción disciplinaria o judicial. Los otros 14 fueron al cajón. En la segunda parte del año la cosa fue aún más clara. De los 17 casos que se abrieron a través del protocolo, 17 fueron a 'la basura'. En el último semestre recabado, que corresponde al primero de 2017, por su parte, de 18 casos solo cinco acabaron en sanción judicial o administrativa

El diputado de Podemos planteó la pregunta porque entendía que el protocolo era "ineficaz" en términos preventivos y carecía de "garantías mínimas para la víctima", dado que "no contempla siquiera un sistema de plazos" para iniciar los trámites. "Cualquier protocolo establece en su articulado un sistema de plazos que garantiza" la integridad de la víctima "cuando se inicia, cuando se adoptan las medidas preventivas y cuando se resuelve", apunta Delgado, quien deja claro que "en la Guardia Civil esto no ocurre". "En algunos casos se solicita que se abra el protocolo" y esto tarda un mes, dos e incluso una eternidad, añade el parlamentario, que destaca que a veces no hay ni contestación.

La responsable de la comisión de Igualdad de la Asociación Escala de Suboficiales (Ases) de la Guardia Civil, Katia Pérez Gil, entiende que este desajuste entre procesos iniciados por acoso laboral y sexual y asuntos archivados se debe a que la competencia para investigar las denuncias tramitadas a través del protocolo la tienen los superiores jerárquicos de aquellos contra los que se interpone la queja. "Los que se encargan conocen a los investigados porque trabajan habitualmente con ellos y eso no puede ser", protesta Pérez Gil, que plantea sacar la instrucción de estos asuntos del ámbito provincial.

En esta misma línea incide el propio Delgado. "Se puede dar la circunstancia de que el propio instructor del protocolo sea el mando denunciado y que se archive el protocolo sin haber entrevistado a la víctima o sin que participe el servicio de Psicología ni el de Prevención de Riesgos Laborales", sostiene el representante del partido de Pablo Iglesias.

"Con el fin de que no haya informes tóxicos, es necesario que sean otros oficiales de fuera de la comandancia los que se encarguen de la investigación; si el que investiga a un compañero le conoce de trabajar juntos, hay posibilidades de que haya corporativismo", censura la sargento responsable de asuntos de igualdad de Ases, quien pone como ejemplos de posibles encargados de la investigación al personal de la Dirección General. "Ellos serían más asépticos, no tendrían vinculación personal", remarca Pérez Gil, quien se muestra convencida de que "el resultado sería diferente".

La responsable de Igualdad de Ases defiende por otra parte que se separe el protocolo previsto para el acoso laboral del sexual, dado que se trata de asuntos diferentes que llevan "seguimientos distintos". Además, añade, no parece justo que un funcionario quede señalado por acoso sexual cuando en realidad no ha sido eso lo que ha hecho ni siquiera por lo que se le ha investigado.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #779 en: 16 de Mayo de 2018, 08:03:15 am »
La sargento de la policía local del Prat denuncia presunto "acoso laboral" del inspector jefe
Roser Ruiz ha denunciado al ayuntamiento ante el Síndic por inacción en la activación del protocolo contra el acoso laboral que presuntamente sufrió por parte del jefe de policía, Ramón Dosaigues



La sargento de la Policía Local del Prat, Roser Ruiz

Laura Fàbregas @laurafabel

16.05.2018 00:00 h.

La historia de la sargento Roser Ruiz es la historia de una mujer hecha a sí misma. Empezó su carrera como agente de la policía local hace 26 años en la comisaría del Prat de Llobregat hasta que, en 2015, su trayectoria se paralizó de forma abrupta con la llegada del nuevo jefe de la policía en la localidad, Ramón Dosaigues.

Ruiz lleva un año y medio de baja por un presunto caso de acoso laboral que ha demandado ante el Síndic de Greuges al ver que el protocolo del ayuntamiento contra los casos de acoso laboral “no ha funcionado” en su caso. “Hay un silencio hermético. El Ayuntamiento, que presume de ser feminista, no está respondiendo”, critica.
El Síndic insta a revisar el protocolo

Después de solicitar la activación del protocolo contra acoso laboral, la sargento derivó su queja al Síndic de Greuges que, como se observa en el documento al que ha tenido acceso Crónica Global, tuvo que solicitar hasta en dos ocasiones que el ayuntamiento atendiera a sus requerimientos. En su resolución, el Síndic insta al Ayuntamiento del Prat de Llobregat a reactivar la Comisión que abordaba el caso y a revisar el protocolo de gestión de conflictos interpersonales, al considerar que el caso guarda relación con “un conflicto interpersonal” más que una “situación de acoso psicológico”.

Por su parte, el Ayuntamiento --formado por la coalición de PSC e ICV-- niega la existencia de acoso laboral, pero sí admite que es “un conflicto de alta intensidad, jerárquico, continuado en el tiempo y de origen organizativo”. “El Ayuntamiento ha dado todos los pasos necesarios para seguir las recomendaciones del Síndic respeto a las modificaciones técnicas a introducir en el protocolo y ha vuelto a activar la comisión del caso”, explican.
Convertise en millonario con 55 años, ¿Cómo? Miguel, de 55 años, lleva casado veintisiete años y tiene dos hijos de 22 y 25. Hasta el 23 de octubre de 2016 era soldador en una empresa de construcción, con un sueldo de 1.200 € al mes. Desde el 24 de octubre trabaja desde casa, ganando al mes una cantidad variable, pero nunca inferior a 5.000 € Haz click para leer este contenido

De momento, Dosaigues, no sido apartado de su puesto y el ejecutivo municipal ha sacado recientemente a concurso la plaza de intendente que muy probablemente ocupará Dosaigues. ERC, desde la oposición, ha pedido la dimisión del Jefe de la Policía Local, y cuestionan que desde el equipo municipal saquen la plaza de intendente a la que aspira el actual Instructor cuando el caso no está resuelto.

La única mujer sargento del Prat

La carrera de Ruiz dentro del cuerpo había ido en progresión desde que consiguiera la plaza de interina en 1992. Un año después de su incorporación, finalizó el curso de agente para la Policía Local con una calificación de excelente, quedando entre las 10 primeras mujeres de promoción de mossos y policías locales. Esta nota le valió una beca para ir a la Escuela de la Policía Muntada de Canadá. 

La maternidad tampoco supuso un freno a su carrera. Madre de dos hijas de 14 y 17 años respectivamente, Ruiz se convirtió en la única mujer con cargo de sargento de esta comisaría del Prat que cuenta con unos 100 agentes locales. También obtuvo la licenciatura de Criminología y, como "caporal", lideró varios proyectos como el protocolo para adolescentes en riesgo; control del absentismo escolar o la elaboración del primer plan local de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Ahora tiene 49 años y lleva uno y medio de baja laboral.
“Se metía con mi condición de madre”

Todo esto finalizó con la llegada del nuevo Inspector Jefe. Ruiz asegura que fue “poco a poco” como se fue dando cuenta de la exclusión a la que, a su juicio, estaba siendo sometida. “Al principio fue muy sutil, no me pasaba información ni me mandaba a los cursos de formación. No era muy consciente, pero luego veía que el resto de mandos sí que disponían de información y que hacían los cursos”. “Después directamente me decía que debido a mi condición de madre no podía ascender”.

De acuerdo con su versión, Dosaigues “iba poniendo unos niveles de exigencia que superaban con creces las relaciones laborales”: “para él no son las 8 horas de jornada laboral diaria, sino mucho más. Me obligó por decreto a trabajar todos los fines de semana, y no solo las de mi cuadrante. Se fue acercando a gente que tenía esa disponibilidad, yo lógicamente por mi entorno familiar no podía disponer de este tiempo”.

El marido de Ruiz también es sargento en otra comisaría local. Esto implica que también tiene turnos de fin de semana y que se deben compaginar para conciliar su vida familiar con la laboral. Una situación, arguye, que no fue aceptada por Dosaigues.

Este medio no ha podido contar con la versión de los hechos por parte del Jefe de Policía porque, siguiendo el protocolo que rige en estos casos, se nos ha derivado al Ayuntamiento.
“Me ridiculizó delante de la plantilla”

Después de los primeros enfrentamientos, Dosaiguas decidió cambiar las funciones de Ruiz como Jefa del área de tránsito de deportes. El destino elegido fue la Terminal B del Aeropuerto del Prat. Un destino que, según Ruiz, no se le comunicó con anterioridad sino en el “mismo día” en que se publica la Orden.

Ruiz aporta a este medio el organigrama que diseñó el Instrutor Dosaiguas cuando se incorporó como Jefe en El Prat para denunciar cómo no estaba previsto enviar a ningún agente en el aeródromo. “En ese organigrama no estaba previsto que hubieran sargentos en el Aeropuerto, ya que la demanda de faena es tan básica que no hace necesaria esa presencia en ese destino”.

Según Ruiz, Dosaiguas la “ridiculizaba delante de la plantilla” otorgándole funciones por debajo de su rango de sargento. En su nuevo destino, dice Ruiz, “vulneró el orden jerárquico” que estipula la ley al ponerla “bajo las órdenes de un capo”. En otra ocasión, durante la cabalgata de Reyes del municipio, le ordenó “vigilar una valla” durante las tres horas que duraba la cabalgata. “El objetivo suyo era dejarme en evidencia delante de la plantilla. Mandó un mensaje a la plantilla diciendo que quién no se implicara les mandaría al aeropuerto y que si lo hacía con un sargento se atrevería con cualquiera”, añade.

Cuatro expedientes disciplinarios

Tras las humillaciones que relata que sufrió ante sus compañeros, Ruiz decide ir el 4 de enero de 2017 a la oficina de atención a la víctima para informarse sobre cómo denunciar su situación y cómo activar el protocolo de acoso laboral que tiene el Ayuntamiento para sus trabajadores. “El Inspector se entera y ese mismo día por la tarde incoa mis 4 expedientes disciplinarios”.

A la sargento --ahora en baja laboral- la expedientan por haberse quejado de su nuevo destino en el aeropuerto durante una reunión el 14 de diciembre de 2016 y por su negativa a ir en moto. Ella se defiende: “si los hechos de la reunión del 14 de diciembre hubieran sido tan graves como él explica en sus informes contra mi, lo lógico es que me hubiera expedientado el mismo día o al día siguiente, en cambio lo hizo cuando se enteró de mi solicitud de ayuda del 4 de enero”.


whatsapp



Conversación de Whatsapp con la empleada de la Oficina de atención a la víctima

Ruiz también aporta la conversación por Whatsapp que tuvo con una de las trabajadoras de la oficina de atención a la víctima --el mismo día 4 de enero-- en la que esta trabajadora le informaba de que el Jefe de Policía le había obligado a “informarle por escrito” de la demanda efectuada por Ruiz. Algo que podría acarrear una “intromisión a la intimidad” de Ruiz.

De momento, la sargento ha impugnado ante el tribunal contencioso-administrativo los cuatro expedientes disciplinarios que le abrieron. Paralelamente a este caso, explica que está preparando la demanda ante los juzgados contra el Ayuntamiento y Dosaigues por presunto acoso laboral.