Autor Tema: El acoso en los cuerpos policiales  (Leído 148247 veces)

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #800 en: 21 de Marzo de 2019, 07:51:28 am »

Mujeres policías y militares denuncian desprotección frente al acoso
EFEMadrid19 mar. 2019

La secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo (3d), posa junto a (de izda. a dcha.) Alicia Sánchez, secretaria de la Mujer de la AUGC; Carmen López, secretaria de las Mujeres de FSC-CCOO; Manuela Oliva Alarcón, responsable de Seguridad Pública de FSC-CCOO; Soledad Murillo; Marisa Estévez Vázquez, secretaria de organización de la Federación de Igualdad del Sindicato Unificado de Policía (SUP); y María Teresa Franco Martínez, secretaria de la Mujer de la AUME, durante la presentación de la Plataforma de Mujeres Policías y Militares para impulsar su visibilidad, este martes en Madrid. EFE


Ante casos de acoso sexual y laboral, en la Guardia Civil existe un protocolo para investigar esas situaciones que afectan a mujeres y que concluyen con el 77 % de los casos archivados, mientras que en la Policía no hay y en el Ejército, la víctima no puede participar en el expediente, solo como testigo.

La Plataforma de Mujeres Policías y Militares -que integran CCOO, Sindicato Unificado de Policía (SUP), la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME)- han denunciado la desprotección que sufren frente al acoso sexual, laboral y la violencia de género, así como la falta de derechos, como a manifestarse como cualquier otro trabajador.

   

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #801 en: 06 de Mayo de 2019, 09:19:38 am »


Piden hasta 44 años de cárcel a tres mandos de los mossos por acoso a varios agentes


Los cuatro policías, adscritos al área de recursos operativos (ARRO) de la región policial del Camp de Tarragona, piden también una indemnización de 30.000 euros cada uno

FERNANDO ASUNCIÓN

PUBLICADO5.5.2019 - 12:04
Cuatro agentes de los Mossos d'Esquadra piden hasta 44 años de cárcel para un inspector y 20 años para dos sargentos, a los que acusan de atentar contra su integridad moral por una campaña de acoso laboral, hostigamiento y trato degradante y vejatorio a raíz de discrepancias sobre permisos y servicios.

En su escrito de calificación provisional, los cuatro agentes, adscritos al área de recursos operativos (ARRO) de la región policial del Camp de Tarragona, piden también una indemnización de 30.000 euros cada uno por los daños morales sufridos, ya que, según denuncian, incluso tuvieron que estar de baja por ansiedad y depresión.

Un juez de Tarragona dejó el caso a puertas de ir a juicio en 2018, en una resolución que fue recurrida por los servicios jurídicos de la Generalitat y que finalmente ha sido avalada por la Audiencia de Tarragona, que concluyó que existen "indicios suficientes" de que supuestamente existió una situación de acoso en un clima de conflictividad laboral.

Trastornos psíquicos
El titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Tarragona, que investigó el caso, acordó llevarlo a juicio tras determinar que los trastornos psíquicos que sufrieron los cuatro agentes, representados por los letrados Javier Aranda y Javier Peiró, de los servicios jurídicos del Sindicato de Policías de Cataluña (SPC), fueron "compatibles con una reacción psíquica a la conflictividad laboral vivida".

En su escrito de acusación, los cuatro agentes sostienen que, tras un desencuentro en 2008 sobre el reparto de horas extraordinarias, los permisos y la asignación de servicios, los dos sargentos al frente de su unidad iniciaron una campaña de "continuo hostigamiento, dispensándoles un trato denigrante y vejatorio, llegando incluso a humillarlos en presencia del resto de sus compañeros", que se prolongó al menos hasta 2013.

Obligarles a pedir el traslado
Como ejemplo, detallan que uno de los sargentos ordenó a los cabos responsables de sus equipos que les sometieran "a un seguimiento pormenorizado" para que la presión bajo la que realizaran su labor fuera tan "asfixiante" que optaran por pedir el traslado.

También apuntan que los sargentos obligaban a uno de ellos, que tiene problemas en una rodilla, a hacer carrera continua cada día durante media hora, al igual que sus compañeros, o que les prohibían ponerse un forro polar para abrigarse del frío.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #802 en: 09 de Mayo de 2019, 08:10:51 am »
El TC corrige a la Audiencia y falla que dejar a un funcionario sin tarea es acoso laboral

El Constitucional da un vuelco y acaba con la tradición de dejar a altos funcionarios en los pasillos. Un alto funcionario gana su lucha después de seis años de pleitos pidiendo una ocupación

Autor
Rafael Méndez
Contacta al autor
mendezrafael

09/05/2019 05:00

Mantener a un funcionario sin trabajo atenta contra su integridad moral, un derecho fundamental recogido en la Constitución. Después de seis años de pleitos, el Tribunal Constitucional ha dado la razón a Jaime Nicolás Muñiz, un alto funcionario que pasó los últimos años de su carrera en un pasillo, represaliado, sin que el Ministerio del Interior le diera apenas ocupación. En un fallo que supone una novedad, considera que no hace falta que la Administración caiga en el hostigamiento para que sea considerado acoso laboral. El alto tribunal establece que es suficiente dejar a un funcionario en el pasillo para que se vean vulnerados sus derechos fundamentales. "Recurrí hasta el final por mi honor pero, sobre todo, en defensa de la función pública, porque aprecio la carrera a la que he dedicado más de 40 años", explica Nicolás Muñiz, hoy jubilado.

https://www.ecestaticos.com/file/0c5b231d59c43deaf187082c40c8d219/1557341207-atc-1.pdf
Pinche para leer la sentencia.

Jaime Nicolás entró como técnico de la Administración civil del Estado, uno de los cuerpos de alto funcionario, en 1972. En 45 años en la Administración, ocupó todo tipo de cargos. Con gobiernos de distinto signo fue letrado del Constitucional, director del Centro de Estudios Constitucionales, director del Instituto de RTVE, jefe de gabinete de Francisco Rubio Llorente en el Consejo de Estado y asesor de la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil.

En 2012, tras la llegada del PP al poder, pasó dos meses en su casa esperando destino hasta que fue asignado a la Gerencia de Infraestructuras y Equipamiento de la Seguridad del Estado (Giese), de Interior, el organismo que se encarga de vender solares y cuarteles. En la práctica, estuvo sin trabajo durante año y medio. Después de pedir tarea de forma reiterada, consiguió alguna ocupación, pero no mucha. El departamento que entonces dirigía Jorge Fernández Díaz lo tenía en una lista negra.

"Quizá trabajo una hora cada 15 días, no llega a uno hora cada día. Pongamos una hora cada semana. Voy todos los días, cumplo mi horario, voy por las tardes con regularidad. ¿Qué hago dentro? No me toco las narices: leo, estudio sobre la Revolución rusa, la Revolución francesa y la Guerra Civil, y he traducido un libro del alemán, pero no hago crucigramas. Estoy infrautilizadísimo y es indignante. Me da vergüenza decir las horas que trabajo y que me ocupo de Habermas y Robespierre. Me da vergüenza aunque no es culpa mía", explicó a este diario en 2017, cuando estaba a punto de jubilarse.

Entonces relataba su desazón: "Cada mañana, cuando voy al despacho, entro desde los ascensores y paso el arco de seguridad. Camino por el pasillo y me ven el agente de seguridad, la secretaria del director, un funcionario, otro, aquí hay un gran despacho con varios funcionarios que también me ven. Giro, vuelvo a girar, vuelvo a girar hasta que llego a mi despacho en el culo del edificio. Al principio, acojonaba e indignaba. En todos los despachos me veían y pensaban: '¿Y este tío? ¿Viene aquí a tocarse las pelotas? ¡Será sinvergüenza! ¡Será fresco! ¿O será realmente un desecho de tienta? ¿Estará para el arrastre, para el pudridero?".

Lector voraz, Nicolás aprovechó el tiempo para estudiar. Pero a la vez empezó a reclamar trabajo. Recurrió internamente en la Administración apelando al "protocolo de actuación frente al acoso laboral en la Administración General del Estado". Se trata de un texto aprobado en 2011 que cita como primera causa de acoso "dejar al trabajador de forma continuada sin ocupación efectiva, o incomunicado, sin causa alguna que lo justifique".

Jaime Nicolás: "Lo hice por mi honor pero, sobre todo, en defensa de la función pública, porque aprecio la carrera a la que he dedicado 40 años"

Pero primero el Ministerio de Interior y después la Audiencia Nacional, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y el Supremo consideraron que no tenía razón. El expediente ministerial fue archivado de plano. La instructora fue Isabel Borrell, que acaba de ser ascendida a directora del Instituto Nacional de Administración Pública, y consideró que si bien era cierto que Nicolás no tenía trabajo, "pudo al menos dar su opinión en una cafetería cercana durante los descansos".

La Audiencia falló en 2014 que, aunque era un despilfarro dejar sin trabajo a un funcionario, no había acoso. Señaló que la jurisprudencia califica como 'mobbing' "toda conducta abusiva o de violencia psicológica" y que en este caso no se había acreditado "que su situación laboral sea consecuencia de una persecución de hostigamiento sistemática y planificada, e injustificada". El Supremo ni admitió sus recursos.

Nicolás recurrió entonces al Constitucional alegando que se había vulnerado se derecho constitucional a "la integridad moral". El alto tribunal solo admite un 1% de los recursos de amparo que recibe, pero este sí lo aceptó alegando que tiene "especial trascendencia constitucional porque brinda al tribunal la oportunidad de perfilar la doctrina constitucional relativa a los derechos fundamentales sustantivos invocados en asuntos de marginación laboral de empleados públicos".

La Fiscalía, que en todos los procedimientos anteriores se había opuesto a las pretensiones de Nicolás, una vez en el Constitucional cambió radicalmente de postura y decidió apoyar el recurso. Solo la Abogacía del Estado se opuso, pero lo hizo "sin esgrimir una mínima justificación racional para esa situación", según relata el Constitucional de forma crítica.

El caso reviste "trascendencia constitucional para perfilar la doctrina relativa a la marginación laboral de empleados públicos"

El tribunal detalla en una sentencia del pasado 6 de mayo a la que ha tenido acceso este diario que está acreditado que Interior creó un puesto de vocal para Nicolás "sin definición de un ámbito de atribuciones para adjudicarlo al actual demandante de amparo, la Administración le mantuvo durante largo tiempo (año y medio, aproximadamente) completamente desocupado, sin información sobre sus funciones, sin asignarle tareas y sin convocarle a reunión de trabajo alguna".

"La inactividad laboral prolongada a la que fue sometido el trabajador demandante de amparo involucra inequívocamente a la integridad moral y a la prohibición de tratos degradantes", un derecho en el que no cabe "exención o ponderación posible". La sentencia señala que no es el trabajo del Constitucional "elaborar un concepto de acoso laboral" sino interpretar los de integridad moral y trato degradante en la Administración. Aclara que el acoso a los funcionarios no busca que se marchen del empleo sin indemnización, como ocurre en la empresa privada, sino represaliarlos por motivos personales o ideológicos.

Interior, "deliberadamente, sin una finalidad y objetivo legítimo, marginó laboralmente al recurrente durante un periodo largo de tiempo"

En este caso, "la inactividad profesional del demandante no ha sido accidental. [...] La Administración creó un puesto de trabajo sin contenido para el demandante y, pese a las quejas de este, no intentó, siquiera mínimamente, poner remedio a la situación de inactividad laboral". El tribunal critica que el propio ministerio archivara la queja interna pese a que era el trámite adecuado para solucionar el problema y lo claro que es el protocolo antiacoso aprobado en época de Jordi Sevilla.

La conclusión es que la Administración, "deliberadamente, sin una finalidad y objetivo legítimo, con abuso de poder o arbitrariedad, marginó laboralmente al recurrente durante un periodo largo de tiempo", lo que supone "un claro menosprecio y ofensa a la dignidad del trabajador" contrario a su derecho fundamental a la integridad moral, y anula las sentencias y la resolución del ministerio.

Nicolás se jubiló en 2017, al cumplir 70 años, y la lucha que empezó en 2013 ya no le reportará ningún beneficio. Pero el miércoles estaba exultante con el resultado en el que había vencido, contra todo pronóstico. "Lo hice por mi honor y, sobre todo, en defensa de la función pública. Yo aprecio la carrera de funcionario, a la que he dedicado 40 años. Esto abre una puerta a muchos funcionarios que están apartados en los pasillos y será muy importante para ellos".

Cuando cambia el color del Gobierno, es un clásico que altos funcionarios que han ocupado cargos de confianza se vean arrumbados en los pasillos, a menudo durante meses en sus casas sin destino. En la Administración es un clásico el telegrama con el que cesó de embajador en 2012 Juan Pablo de Laiglesia, hoy secretario de Estado para América Latina. "Con fecha de hoy ceso en mi cargo de Embajador Representante Permanente de España ante Naciones Unidas para incorporarme a mi nuevo destino en el pasillo, aunque, como V. E. sabe, hubiera preferido ventanilla". El Constitucional acaba de obligar a que todos los funcionarios estén en la ventanilla.





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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #803 en: 25 de Mayo de 2019, 09:07:16 am »
El Ayuntamiento debe pagar 60.000 euros a un policía por acoso laboral

El agente fue el que denunció la desaparición de multas y lleva tres años siendo objeto de persecución u hostigamiento, además de sufrir la apertura de varios expedientes disciplinarios

víctor martín | santa cruz de la palma 23.05.2019 | 06:05


El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 ha condenado al Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma al pago de una indemnización de 60.000 euros a un policía local por los daños sufridas después de padecer acoso laboral durante al menos tres años, según se afirma en la sentencia a la que ha tenido acceso esta redacción.


El agente fue el responsable de denunciar la desaparición de multas de tráfico, además del uso de vales de combustible para vehículos municipales destinados a uso particular o la discriminación en el funcionamiento interno de la Policía Local.
Sus actuaciones tuvieron consecuencias y en marzo de 2016 presentó un escrito dirigido a la Alcaldía solicitando amparo y protección ante el acoso laboral que estaba sufriendo, pidiendo apenas un mes después que se activara el protocolo contra este tipo de acciones.

El policía pidió al alcalde y ahora senador, Sergio Matos, los días 16, 21 y 26 de octubre y 18 de noviembre de 2016 que adoptara medidas para poder prestar servicio en condiciones de normalidad. Sin embargo, el 16 de febrero de 2017 se acuerda por decreto de la Alcaldía, y tras los escritos presentados por el jefe del cuerpo en ese momento, la incoación de un expediente disciplinario contra el denunciante.

La Sala sentencia que "se aprecia la existencia de una conducta de persecución u hostigamiento por parte del jefe de la Policía Local frente al recurrente, que se mantiene en el tiempo con la aquiescencia del ayuntamiento. Ayuntamiento que, aun siendo conocedor de todos y cada uno de los hechos (...), mantiene una clara situación de pasividad e inactividad". Se concluye que se intentó "menoscabar la integridad moral del demandante". Esta situación "resulta ser continuada en el tiempo prolongándose durante al menos tres años y que está encaminada a perturbar el equilibrio psicológico del recurrente".

En la resolución judicial se insiste en que los hechos declarados probados y que afectan a la actuación llevada a cabo, concretamente por el ya exjefe de la Policía Local, "resultan idóneos para producir la lesión del derecho al honor y a la propia imagen que se alega". No es que se haya reflejado solo en los diferentes informes psicológicos realizados, ni que el propio afectado lo haya declarado, sino que "incluso existen testigos que afirman que el propio jefe de la Policía Local ha dicho" que este policía "perderá el uniforme e, incluso, ha intentado que sus propios compañeros no tuvieran relación con él por ser "una mala influencia".

El acoso laboral se prolonga hasta que el agente decide abandonar el cuerpo en Santa Cruz de La Palma y empieza a prestar servicios en el Ayuntamiento de Arona en febrero de 2019.

Además de la indemnización, en el fallo se condena al ayuntamiento demandado a cesar en la situación de acoso laboral dirigida frente al demandante y se declara que la corporación capitalina "ha conculcado el derecho a la dignidad consagrado en el artículo 18 de la Constitución española y el derecho a la integridad moral contemplado en el artículo 15 de la Constitución española afectan al recurrente".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #804 en: 30 de Junio de 2019, 06:38:40 am »

La Guardia Civil creará la figura del “asesor confidencial” contra el acoso sexual
El Plan de Igualdad del cuerpo contempla designar una persona especializada en cada comandancia para recibir las denuncias. También prevé extender internamente el uso del lenguaje inclusivo

30/06/19access_time 1:05


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #805 en: 05 de Julio de 2019, 06:13:14 am »
El Constitucional considera acoso laboral que un funcionario no tenga nada que hacer

Creen que es degradante que un empleado público no tenga funciones asignadas y culpan a la Administración por no identificar esa situación como acoso

Alejandra Olcese

Publicado 05.07.2019 - 05:15


El Tribunal Constitucional ha fallado que mantener a un funcionario de forma prolongada en situación de inactividad en su puesto de trabajo se considera acoso laboral por parte de la Administración, ya que supone "vulnerar su derecho fundamental a la integridad moral".

En su sentencia 56/2019, del pasado 6 de mayo, http://hj.tribunalconstitucional.es/HJ/es/Resolucion/Show/25922  la Sala Primera del Tribunal Constitucional resuelve el recurso de amparo frente al supuesto acoso laboral que había sufrido un funcionario de la Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos de la Seguridad del Estado (adscrita a la Secretaría de Estado de Seguridad, del Ministerio de Interior) y que no le había sido reconocido ni por el subsecretario de Interior, ni por el Tribunal Superior de Justica de Madrid, ni por el Tribunal Supremo.

La denuncia se produjo porque el funcionario dejó de ser director del gabinete del presidente del Consejo de Estado el 24 de marzo de 2012 y solicitó su reincoporación a la Secretaría de Estado de Seguridad, donde tenía derecho a una reserva de un puesto de trabajo.

El Ministerio de Interior decidió crear un puesto para él como "vocal asesor" en la Gerencia sin definir sus funciones. Desde marzo de 2012 (en que se incorporó a ese puesto) hasta julio de 2013 (en que denunció), no recibió ninguna "información sobre las atribuciones del puesto ni encargos de tarea alguna", más allá que hacer alguna llamada. Fue el único funcionario de esa unidad al que no le convocaron a ninguna reunión, señala la sentencia.
Supone menosprecio y desprestigio

Esa inactividad no fue accidental, en opinión del Constitucional, sino que deriva de la decisión de la Administración de crear y mantener un puesto de trabajo sin contenido efectivo, lo que supuso "un agravio comparativo y un claro menosprecio y ofensa a la dignidad del trabajador demandante de amparo", lo que sirvió para "desprestigiarle ante los demás, provocarle sensación de inferioridad, baja autoestima, frustración e impotencia y, en definitiva, perturbar el libre desarrollo de su personalidad".

Este Tribunal va aún más allá y cree que la Administración agravó esta lesión por no aplicar el protocolo de acoso, que califica como tal el hecho de que un trabajador esté sin hacer nada de forma prolongada.

"De acuerdo con el protocolo de acaso, para declarar el acoso y poner en marcha medidas destinadas a corregirlo, basta la existencia de una situación objetiva de inactividad laboral prolongada y que la administración sea incapaz de demostrar que obedece a una causa legítima, tal como señala el fiscal. Dicho de otro modo: el comportamiento enjuiciado, que, (...) es una lesión de la 'integridad moral' y, más precisamente, un 'trato degradante' en el trabajo, constituía, en términos del protocolo un 'acoso laboral' que debió dar lugar a la aplicación de 'medidas correctoras'", lamentan.
Por qué no se ha reconocido hasta ahora

Las instancias de menor rango que el Tribunal Constitucional no han considerado que el caso pudiera ser considerado acoso laboral por distintos motivos.

Dentro del Ministerio, la denuncia fue archivada con el argumento de que el demandante había podido manifestar su opinión "durante el descanso funcionarial en una cafetería fuera de la Gerencia", algo que el denunciante consideró "objetivamente humillante".

Posteriormente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid desestimó el recurso (contencioso-administrativo) porque consideró que para que haya acoso laboral deben darse "conductas extremas", y el Tribunal Superior tampoco admitió el siguiente recurso (de casación) por "falta de fundamentación suficiente de la concurrencia de alguno de los supuestos de interés casacional objetivo".


 


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #806 en: 02 de Agosto de 2019, 07:18:35 am »

El Supremo ordena reabrir un caso contra cinco suboficiales por acoso a una sargento del Ejército de Tierra

Actúa tras el recurso de Fiscalía contra el archivo de la causa y ordena investigar también al capitán que ignoró las denuncias de la víctima

Durante años, los suboficiales se mofaron de la sargento, incluso ante la tropa, con calificativos como "jodida enana", "gandula" o "chihuahua"

Europa Press
02/08/2019 - 00:42h

La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha ordenado reabrir una causa contra cuatro sargentos del Ejército de Tierra por el acoso a una compañera que fue archivada por el Tribunal Militar Territorial Quinto en mayo de 2018. Durante años, los suboficiales se mofaron de ella incluso delante de la tropa con los calificativos de "jodida enana", "gandula", "lesbiana", "por ahí viene el chihuahua" e incluso utilizaron su imagen junto a un "minion" como perfil de un grupo de Whatsapp destinado a realizar mofas.

El alto tribunal actúa a instancias de la Fiscalía y ordena también la deducción de testimonio de un capital que desoyó las denuncias de la sargento cuando ésta le relató el calvario que estaba sufriendo, alegando que no quería problemas en el cuartel, situado en Tenerife.
La cuestionaban ante la tropa

La sentencia dada a conocer este martes individualiza las conductas de acoso atribuidas a cada uno de los sargentos. En una de las ocasiones, el suboficial cuestionó en público una orden concreta que su compañera había dado a una soldado para recoger diverso material de limpieza utilizando expresiones como "tú estás loca" mientras giraba su dedo índice de la mano derecha en su sien. En otra ocasión, se dirigió a ella delante de otros suboficiales con los apelativos "lesbiana" y "gandula", además de "tetuda" y "cara de porcelana".

Otro de los sargentos fue el que colgó en el grupo de mensajería móvil la fotografía de la víctima de acoso junto a un dibujo de un personaje animado, un "minion", al ser un calificativo con el que en ocasiones se referían a la ella. Entre los acosadores también se encuentra una mujer, sargento como la víctima, que según la resolución del Supremo se dirigió a su compañera llamándola como" hombre frustrado en cuerpo de mujer" y "comechichi".

La Sala disiente del criterio del tribunal militar, según el cual los hechos carecen por completo de cualquier tipicidad penal que determine la exclusión de responsabilidad.

Considera que el tribunal de instancia realizó una valoración de la credibilidad de los testigos "sustrayendo a las acusaciones el derecho a proponer y practicar la verdadera prueba en el juicio oral bajo los principios de inmediación, oralidad y contradicción", vulnerando así el derecho a la tutela judicial efectiva y por ello ordena la devolución de las actuaciones para que sean instruidas por un tribunal diferente al que archivó.


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #807 en: 03 de Septiembre de 2019, 18:50:58 pm »


Dos años de prisión para el exsecretario del SUP por acosar al inspector de la Policía


 La titular del Penal 3 considera a García Medel autor de un delito contra la integridad moral y de otro continuado de calumnias

 Tendrá que alejarse a 200 metros de Fernández durante dos años e indemnizarlo con 200.000 euros

El inspector jefe Emilio Fernández, con las víctimas de bebés robados.

El inspector jefe Emilio Fernández, con las víctimas de bebés robados. / ALBERTO DOMÍNGUEZ (HUELVA)
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RAQUEL RENDÓN
Huelva | 03 Sep 2019 06:09
La titular del Juzgado de lo Penal 3 de Huelva ha condenado a dos años de prisión al exsecretario provincial del Sindicato Unificado de Policía (SUP) Francisco García Medel por la "campaña de venganza" que mantuvo durante años contra el inspector Emilio Fernández, quien en 2008 dirigía el Grupo IV de la Policía Judicial de Huelva y ordenó la detención de varios policías nacionales por violencia machista.


Como consta en la sentencia, a la que ha tenido acceso en primicia Huelva Información y que será ampliada en las próximas horas, la magistrada considera a García Medel autor de un delito contra la integridad moral, por lo que lo condena a un año de prisión, a la prohibición de acercarse a menos de 200 metros o de comunicarse con la víctima durante dos años, y a indemnizarla con 200.000 euros, de los que la mitad tendrán que ser asumidos por el SUP.

Además, lo condena a otro año de privación de libertad por un delito continuado de calumnias. En ambos ilícitos la magistrada ha aplicado la atenuante de dilaciones indebidas por los nueve años que han transcurrido desde el inicio del procedimiento. El exsecretario del sindicato policial tendrá que sufragar las costas judiciales.

La titular del Penal 3, Estela San José, lo absuelve, eso sí, de los delitos de lesiones y de injurias de los que también venía imputado. La magistrada llega a la conclusión de que el acusado era "perfectamente consciente de todos sus actos" y no tiene dudas de que "el origen" del acoso salvaje al que fue sometido Fernández estuvo "en la detención de los agentes de Policía Nacional".

Asimismo, observa que "todo vino derivado de tal incidente" en la detención de "un compañero que había cometido graves hechos relacionados con la violencia de género, de los que le acusaba su esposa, detención acompañada de otras dos que terminaron en dos de los casos con importantes condenas".

Por ello, "no se puede entender, como pretenden el Ministerio Fiscal y las defensas, que estemos ante hechos aislados que carecen de relevancia penal". Hay que recordar que la Fiscalía solicitó la absolución de García Medel.

Un extracto de los fundamentos de derecho resume bien el infierno padecido por el inspector jefe Fernández: "Minar constantemente la autoridad de un inspector de Policía, atribuirle un trato despótico y degradante, afirmar sin rubor que comete delitos de acoso laboral e incluso sexual, llevar a cabo publicaciones en revistas y páginas webs de gran repercusión en el Cuerpo, boicotear cuanta posibilidad de reconocimiento de méritos tuviera, utilizar cuanto cauce administrativo existe para colocarlo en el punto de mira de superiores y de iguales, llegar a denunciar a los servicios médicos una supuesta y falsa situación de riesgo para terceros por una enfermedad originada por todo lo anterior, decimos que no hay duda de que todo ello es una clara expresión del trato degradante que menoscaba la integridad moral".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #808 en: 04 de Octubre de 2019, 06:52:33 am »

Una policía nacional denuncia acoso de su jefe: "Sentía tal asco que tuve que ir al baño a vomitar"

La agente detalla varios episodios en los que su superior, un doctor del área de sanidad, la habría acosado: manoseos, palpamientos...
4 octubre, 2019 02:32


Gonzalo Araluce @GonzaloAraluce

Las "humillaciones" y los casos de "acoso" eran constantes. Al menos, así lo afirma la agente de la Policía Nacional que ha interpuesto la denuncia. El trato de su superior, un doctor del área de sanidad en una destacada comisaría de Madrid, tuvo graves consecuencias psicológicas para ella -siempre siguiendo su relato-. Desde las reuniones en su despacho hasta una comida a la que asistieron un puñado de compañeros: "Sentía tal asco que tuve que ir al baño a vomitar", manifiesta la denunciante.

En la querella, interpuesto en Madrid al juzgado de instrucción de guardia y a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la policía detalla sus primeros pasos en una comisaría, allá por febrero de 2010. Pero al poco tiempo comenzó a sentir un dolor punzante en la zona lumbar que le condujo hacia el doctor al que ahora ha denunciado.

Las molestias le llevaron a una baja laboral de siete meses. Al término de ese tiempo, la policía pidió el alta voluntaria; trámite que debía certificar el citado médico. Según la denuncia, él le espetó en la consulta: "Con esto qué quiere, ¿que le jubile?". Y ella, llorando, le habría suplicado que no adoptase tal decisión. Según el relato de la agente, él le dijo que "con esta enfermedad no debería haber entrado en la Policía", pero accedió a darle el alta y a darle una serie de recomendaciones para superar sus dolores.

Agradecida, ella se marchó de la consulta. Al poco se incorporó a la Policía Científica, función que desempeñó entre 2012 y 2015. En su unidad formó parte de un equipo con el que congeniaba. Los dolores remitieron y la agente, "motivada por una serie de inquietudes", solicitó entrar en la Policía Judicial; petición a la que sus superiores accedieron.

"Le traigo aquí conmigo"

Estando de servicio en esta brigada, la policía sufrió una neumonía. Para recibir el alta médica, tuvo que pasar por el médico del área de sanidad que le había tratado el dolor de espalda. "Tiene asignado un puesto estático y esto no le viene nada bien, no queremos recaídas, ¿verdad?", afirma la policía que le preguntó el doctor. La denuncia prosigue: "Ya está, le traigo aquí conmigo".

Es en este punto donde comienzan los supuestos casos de acoso que denuncia la agente: "Durante la primera semana de trabajo, el doctor me llamaba cada día para que acudiera a su despacho. Me preguntaba por mi grado de satisfacción con las tareas desempeñadas, mi estado de salud y el trato con mis compañeros".

Pero enseguida empezó a quebrarse esa tranquilidad. La denunciante señala que, con el pretexto de dejarle pasar en las puertas, "colocaba su mano en mi cintura": "Un manoseo constante, su mano recorría toda mi cintura de lado a lado hasta acabar apretando mi costado tratando de acercarme a él".
"Acariciando mi cuello"

También denuncia que el médico le ordenaba pasar a su despacho y quedarse sentada frente a él durante largos ratos: "Se limitaba a trabajar en su ordenador, a veces levantaba su mirada para observarme detalladamente sin decir nada y volver a mirar la pantalla". La policía se sentía una "mujer florero": "Era humillante".

El relato sigue: "Uno de estos días, antes de abrir la puerta para salir del despacho, se acerco a mí y se despidió acariciando mi cuello de una manera lasciva". La agente afirma que el doctor "iba minando" su "dignidad" y que enviaba a sus subordinados a otras tareas para tener más tiempo de estar a solas con ella.

"Con su conducta controladora, autoritaria y libidinosa, mi estado de salud empeoró y él se estaba dando cuenta", detalla la denuncia. Así, el médico la habría explorado en varias ocasiones: "En una ocasión dentro del despacho, el doctor no tardó demasiado en colocarse detrás de mí, comenzó a apartar mi pelo suavemente, introdujo sus manos entre la blusa y me tocó el cuello realizándome un masaje hasta llegar a apartar los tirantes del sujetador".

Según la policía, él doctor "acercó su cara" a su oreja y le susurró "de forma sugerente": "Relájate mujer, relájate, estás muy tensa, estoy ayudándote para que mejores y no te tenga que jubilar".

Empeora su estado de salud

La denunciante afirma que su estado de salud empeoró. Que en una ocasión, en la cafetería y delante de otros compañeros, él le realizó un masaje en el cuello "mientras hablaba con las otras tres compañeras en tono burlón". Que él "colocaba su mano en mi cintura para manosearme [...] tocando lateralmente uno de mis pechos". Que invadía su espacio y le rozaba "con su zona íntima sexual".

Y que en una de esas exploraciones, él la "comenzó a manosear suavemente con las palmas de sus manos" en la "zona superior" de sus glúteos. Ella reaccionó dando un paso adelante, provocando el enfado de su jefe: "Yo no la veo bien, ¿eh? ¿Voy a tener que jubilarla?", le preguntó el doctor, según la denuncia.

Los episodios detallados en el texto continúan. Como cuando él le habría puesto la mano en su ingle "para acceder a la zona de mi vagina por encima del pantalón" cuando la denunciante le trasladaba en un coche.

Baja por embarazo

En esas, la policía y su marido recibieron una noticia: ella estaba embarazada. Pero según su ginecóloga, sufría un "cuadro de estrés en el ámbito laboral", motivo por el que solicitó la baja. No sin dificultades, la agente la consiguió. Afirma que tuvo un parto complicado por el estrés y que después "apenas podía dar de mamar a mi bebé, no producía suficiente leche para amamantarla".

Tras la baja, la policía regresó al trabajo. Pero solicitó su traslado y empezó a trabajar en otra comisaría. La situación mejoró, aunque "seguí con estrés, no había superado todo lo que me había ocurrido".

En esas, le llegó una invitación a participar en una comida en el área de sanidad a la que había pertenecido. Aconsejada por una compañera y amiga que además era psicóloga, fue para enfrentarse a "ese miedo": Estaba aterrada, entré temblando, apenas comí, intentaba pasar desapercibida, pero el doctor clavaba sus ojos en mí. Yo intentaba cambiarme de sitio, él también lo hacía para tener contacto visual conmigo. Sentía tal asco y angustia que tuve que ir al baño a vomitar".

En julio de 2019, tras haber entregado su arma y haberse puesto en manos de un especialista, la policía denunció los supuestos episodios de acoso por vía interna. A partir de ahí, la agente afirma que sufrió varios actos de incomprensión por parte de sus superiores; también que el tribunal médico que debía evaluarla pasaba, ineludiblemente, por el doctor al que había estado subordinada.

Por esos hechos, la policía optó por interponer una querella criminal al Juzgado de Instrucción de Guardia de Madrid.

"Malestar general"

El sindicato policial Jupol ha arropado a la denunciante. En un comunicado, aseveran que "el malestar general de todos los miembros del sindicato es indescriptible": "La Dirección General de la Policía no tiene medios de respuesta legal eficaces ante este tipo de hechos y se haya obligado a dicho agente a llegar hasta este extremo".

"Utilizaremos todos los medios legales para que se haga justicia ante estos hechos y se depuren las responsabilidades de todas las personas que se han visto involucradas  tanto al realizar estas conductas como al consentirlas", aseveran desde Jupol. E instan: "Hacemos un llamamiento a todos los compañeros que hayan sufrido este u otro tipo de actos para que denuncien a los responsables".



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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #809 en: 04 de Octubre de 2019, 10:07:33 am »
Sí el relato de hechos es cierto la verdad es que es espeluznante, dicho esto, Jupol aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid . . .

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #810 en: 11 de Octubre de 2019, 13:51:11 pm »


Un juez investigará el presunto acoso a la guardia civil que pilló a furtivos en Canarias



El juzgado militar central abre diligencias tras la querella de la sargento Gloria Moreno contra sus superiores por abrirle ocho expedientes después de una operación contra la caza de una especie protegida
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ELENA G. SEVILLANO
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Madrid 11 OCT 2019 - 10:41 CEST
Furtivos cazados por la Guardia Civil en el islote de Alegranza en septiembre de 2015.
Furtivos cazados por la Guardia Civil en el islote de Alegranza en septiembre de 2015.
El caso de la sargento del Seprona Gloria Moreno se investigará en el Juzgado Militar Central después de que este haya abierto diligencias previas tras la querella que Moreno presentó contra dos superiores y otro guardia civil por someterla presuntamente a “una estrategia de acoso y derribo”. La denuncia de Moreno se produce después de que sus superiores, un coronel y un capitán, le abrieran ocho expedientes disciplinarios a raíz, según su abogada, de que esta organizara una operación en 2015 para descubrir a un grupo de cazadores furtivos que llevaban años cazando y cocinando pardela cenicienta, una especie protegida.


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El Juzgado Militar Central número 2 se declara, en un auto firmado este jueves 10 de octubre, competente para investigar la denuncia de Moreno y abre diligencias previas. La denuncia se presentó en el juzgado militar de Las Palmas, pero como uno de los acusados tiene rango superior a comandante o capitán de corbeta la jurisdicción adecuada es la del Tribunal Militar Central. Moreno acusa al coronel Ricardo Arranz, al capitán Germán García y al guardia civil Miguel Ángel Padial de hechos constitutivos de abuso de autoridad.

Según la querella, antes de la llegada de la sargento Moreno a Lanzarote existían numerosas denuncias de organizaciones ecologistas y defensoras del medio ambiente que alertaban de que en el islote deshabitado de Alegranza, pertenece al archipiélago Chinijo, reserva natural desde 1986, se venían organizando desde los años 90 cacerías de pardela cenicienta. Moreno organizó con agentes de Fuerteventura una operación y sorprendió a 19 personas asando y comiendo pollos de esta especie protegida. Los furtivos, entre los que se encontraban personas relevantes de Lanzarote y otras islas, como un conocido empresario y un policía nacional, fueron juzgados hace unos meses y condenados a pagar la multa más alta prevista en el Código Penal por saquear los nidos.

A partir de esa operación “comienza la estrategia de acoso y derribo contra doña Gloria Moreno en forma de apertura persistente y reiterada de expedientes sancionadores”, señala la querella, recogida en el auto del juzgado militar. Los superiores de la sargento iniciaron ocho expedientes contra ella. De esas sanciones, dos que llegaron a la vía jurisdiccional fueron anuladas, otra acabó sin declaración de responsabilidad y las demás se dejaron caducar. Los querellados “perseguían a la sargento a pesar de su diligente actuar”, continúa la querella, a través de “múltiples actos de hostigamiento […] tendentes a colocarla en permanente situación de vulnerabilidad”. El juzgado tomará declaración a la sargento próximamente.

Mientras tanto, Moreno se enfrenta en los próximos días a un juicio en Las Palmas por presunta falsedad en documento oficial en el que la Fiscalía pide para ella cuatro años de cárcel. Los hechos que han desembocado en ese procedimiento también parten de 2015 y de la operación contra los pardeleros en el islote de Alegranza. La sargento envió un escrito a su capitán jefe (Germán García, contra el que ahora se querella en el tribunal militar) denunciando supuestas irregularidades por parte de un subordinado suyo al que acusaba de haber avisado a un cazador furtivo de pardelas de que el Seprona planeaba una intervención en el islote en 2013. En el informe, Moreno relataba la declaración que hizo ante ella un testigo que incriminaba a Padial.

La Guardia Civil abrió una investigación interna, que se archivó, y también diligencias judiciales, que asimismo fueron archivadas. El cazador furtivo al que supuestamente alertó el guardia civil estaba entre los que Moreno descubrió in fraganti en la operación de 2015. Tras archivarse las investigaciones, Padial denunció a Moreno, que ahora se sentará en el banquillo el próximo día 22 por haber redactado y trasladado a un superior el escrito.

El caso de Gloria Moreno ha propiciado la creación en Lanzarote de una plataforma ciudadana llamada Justicia para Gloria y de una asociación, AGM, que ha recaudado fondos para sufragar su defensa legal.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #811 en: 28 de Octubre de 2019, 06:57:12 am »


El Supremo impone costas a una guardia civil por una denuncia temeraria de acoso contra un superior


La cabo primero llevó a los tribunales a un teniente y a un alférez por trato degradante debido a su condición de mujer, algo que la declaración de 19 testigos no permitió acreditar


28/10/19access_time 1:02

Una denuncia por acoso laboral contra una mujer dentro de la Guardia Civil acaba desestimada en el Tribunal Supremo, que además le impone parte de las costas a la denunciante por “temeridad” en su denuncia.

Así lo establece una sentencia reciente de la Sala Quinta, de lo Militar, del TS, consultada por Confidencial Digital.

Los protagonistas de los hechos eran guardias civiles destinados en el puesto de Las Rozas, municipio madrileño 20 kilómetros al noroeste del centro de la capital.

En noviembre de 2017, una guardia civil de ese puesto presentó una denuncia contra su jefe directo en el Área de Prevención, un alférez, y contra el teniente que ejercía de comandante jefe de la unidad.

Según la denunciante, ambos eran responsables de “trato degradante” y de “acoso laboral”. Dichas prácticas habría comenzado desde que la guardia civil llegó destinada al puesto de Las Rozas en 2012, y se habría extendido hasta que en septiembre de 2015 a la cabo primero se le prescribió baja médica por motivos psicológicos.

De acuerdo con su denuncia, esta cabo primero consideró que en esos años fue objeto, de manera continuada, de “vejaciones personales y profesionales”, relacionadas con “el mero hecho de ser mujer”, por los dos oficiales acusados, el teniente y el alférez, “lo que le habría ocasionado un padecimiento psicológico por el que se le habría prescrito la baja médica en el año 2015”, situación en la que continuaba al menos en enero de 2019.

Trato degradante

La cabo primero, una vez de baja médica, denunció los hechos internamente, que se investigaron en una información reservada que terminó siendo archivada.

La denunciante llevó el caso ante la justicia militar. Acusó al teniente y al alférez de delitos de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante, tipificado en el artículo 106 del Código Penal de 1985; aunque como autor material acusaba al alférez, por vejarla y nombrarla para “servicios arbitrarios”, al capitán le acusaba del mismo delito por omisión de su deber de garante.

El juez togado instructor (del Juzgado Togado Militar Territorial número 12) propuso el sobreseimiento definitivo de las actuaciones, al considerar que de los hechos investigados no se deducían indicios racionales de criminalidad. El fiscal apoyó esa propuesta, igual que la defensa del teniente (ya ascendido a capitán) acusado.

La denunciante recurrió, pero el Tribunal Militar Territorial Primero, en enero de 2019, dictó un auto en el que aceptó la propuesta del juez instructor y dictó el sobreseimiento definitivo del sumario, de nuevo por no existir indicios racionales de haberse perpetrado el hecho: se entendía que los hechos no se podían encuadrar en el tipo penal de abuso de autoridad.

Además, el Tribunal Militar Territorial Primero concluyó que las testificales no habían acreditado que el alférez denunciado cometiera trato degradante contra la cabo primero, si bien sí admitió que “fuera incorrecto desde el punto de vista militar, pudiendo definirse, según la ocasión, como: de hosco, brusco, maleducado, distante, displicente, grosero, pero en ningún caso con la suficiente gravedad como para elevarlo a la categoría de ilícito penal y sí de falta disciplinaria que debería ser corregida en ese ámbito”.

Por otro lado, consideró que no quedó acreditado, “ni siquiera mínimamente, que hubiera un trato discriminatorio y arbitrario en los nombramientos de servicio que le fueron nombrados a la denunciante”.

Así que la cabo primero de la Guardia Civil presentó un recurso de casación ante el Tribunal Supremo.
19 testigos y no se acreditó el delito

En la sentencia, el Supremo termina desestimado el recurso de la cabo primero de la Guardia Civil. Tumba uno a uno todos los motivos de casación de su escrito, como el de que no se realizaron todas las pruebas pertinentes en la instrucción y juicio en la primera instancia.

La defensa del entonces teniente en el momento de los hechos, ahora capitán, pidió al TS que condenara en costas a la denunciante, al considerar que “su recurso (de la acusación particular) es temerario al carecer manifiestamente de fundamento”.

Ante esa petición, la Sala Quinta, de lo Militar, del Supremo hace suya la posición de la fiscalía.

El ministerio fiscal no advirtió temeridad ni mala fe en la denuncia contra el entonces alférez. Caso distinto es con lo que respecta al teniente (ahora capitán), sobre el que “tras declarar nada menos que 19 testigos, absolutamente nada se ha podido acreditar al respecto”, es decir, que el teniente fuera responsable de vejar a la cabo primero por su condición de mujer, o que permitiera que le adjudicaran servicios o turnos de forma injusta.

Es más, la denunciante incluso cambió en mitad de este proceso judicial la imputación que dirigía contra el teniente, pasando de acusarle de cometer las mismas acciones que el alférez, a sólo que no hizo nada por evitarlas.

Por todo ello, los jueces del Supremo aceptan la solicitud del abogado del teniente, ahora capitán, y en su fallo no sólo desestiman el recurso de casación de la cabo primero sobre un supuesto acoso laboral, sino que además le imponen las costas a la recurrente en casación respecto a los gastos procesales soportados por el teniente denunciado.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #812 en: 06 de Noviembre de 2019, 10:47:10 am »





Olga Maeso, policía de los «Mossos», denuncia públicamente haber sido acosada por un superior


EL CASO ESTÁ JUDICIALIZADO; EL JUICIO HA SIDO FIJADO PARA EL 6 DE MAYO DE 2020

La "mossa d'Esquadra", Olga Maeso, con esta denuncia da un importante paso, al hacer pública su situación interna dentro de la policía catalana. Foto: Twitter.
INICIOTRIBUNALES
Confilegal | 05 Noviembre, 2019
La policía catalana, Olga Maeso, ha remitido a Confilegal esta carta denunciando su situación dentro de los «Mossos d’Esquadra» y nos pide que la publiquemos tal cual. Por su importancia y su relevancia social, accedemos a su requerimiento.

La justicia tendrá la última palabra el 6 de mayo de 2020, que es cuando se ha fijado el juicio. Así lo explica la agente Maeso de su propio puño y letra:

Llevo meses dándole vueltas, intentando hallar la manera de contaros lo que me ha sucedido, sin dañar la imagen del cuerpo de los Mossos d’Esquadra, un colectivo al que estoy orgullosa de pertenecer.

Esta tarea se vuelve aún más difícil cuando eres madre de mellizos y, por la noche, que es el único momento que tienes un rato libre para escribir, notas que mientras tecleas las letras en el ordenador, el cansancio empieza a hacer mella y las frases de la pantalla se empiezan a desdibujar.

Creo que es necesario dejar claro que en mi escrito hablaré de un grupo de personas, los cuales no representan a un colectivo formado por miles de grandes profesionales.

Pero antes de continuar, me presentaré, me llamo Olga Maeso, tengo 37 años y hace 10 años que trabajo como Mossa d’Esquadra.

He estado destinada a seguridad ciudadana, ARRO (Área central de Recursos Operativos), he sido monitora de tiro y he trabajado como ayudante del jefe de la ACSO (Área Central de Soporte Operativo que engloba las unidad de tiro, canina, acuática, montaña, aérea y subsuelo).

Soy licenciada en ADE y actualmente estoy cursando el grado de Psicología

Siempre he creído que todas las empresas tienen margen de mejora y que somos los propios trabajadores los que conocemos en profundidad su dinámica por lo que podemos aportar sugerencias útiles, que ayuden a optimizar su funcionamiento.

Al hacerme policía, me entristeció ver que la gente no valoraba nuestro trabajo y había una pregunta que me hacía continuamente.

¿Cómo puede ser que personas que nos dedicamos a ayudar a los demás, poniendo a veces nuestra vida en riesgo, al igual que el resto de servicios de emergencias, seamos los peores vistos?

Luego reflexioné e hice autocrítica.

Las personas solo valoran aquello que conocen, por lo que no podemos pretender que la gente nos quiera si no les mostramos lo que hacemos.

Para ponerle remedio, escribí dos libros describiendo los diferentes servicios que había realizado como policía y el aprendizaje que había sacada de cada uno de ellos.

Evidentemente, para ello solicité el consentimiento de mis superiores.


La agente Maeso posando con los dos libros escritos con el consentimiento de la policía catalana. Foto: Twitter.
Dos años más tarde, me di cuenta de que no solo había el problema de valoración externa, sino también interna.

Muchos de los compañeros tenían la sensación de que a los mandos del cuerpo no les importaban sus opiniones ni su bienestar.

Para mejorar la parte exterior, antes hay que cuidar el interior, por lo que hice un proyecto de mejora del cuerpo de Mossos d’Esquadra, que envié al que era entonces jefe del cuerpo.

En él exponía diferentes métodos para hacer partícipes a los efectivos del cuerpo en algunas de las decisiones que tomaba el cuerpo.

Era una manera de motivarles y de demostrar que su opinión contaba.

Por otro lado, a nivel externo, proponía una recogida de información y luego diferentes maneras de acercar nuestra profesión a los demás.

Me consta que el departamento de comunicación, utilizó varias de mis propuestas.

Ser una persona proactiva tiene muchos beneficios y, uno de ellos, es que te acaban contactando personas de diferente sectores para que participes en sus proyectos.

Eso me pasó  a mi, a raíz de haber escrito mis libros,  me ofrecieron colaborar en el programa de televisión Hora Punta de La 1 de TVE.

En ese momento, todo iba bien, estaba muy contenta en todos los aspectos de mi vida.

A nivel personal, estaba enamorada y buscábamos tener un hijo.

En lo laboral, tenía plaza ganada en la ARRO (área regional de recursos operativos), una unidad en el que algunas de nuestras tareas eran hacer controles, patrullaje, asalto a domicilio, etc.


EL INSPECTOR DE LA ARRO COMENZÓ A ACOSARLA

Pero mi felicidad se vio truncada cuando empezó a acosarme laboralmente el inspector de la ARRO.

Hay un proverbio japonés que dice “el clavo que sobresale es el que recibe más golpes” y doy fe de que es así.

Coincidió con el momento que empecé a tener éxito con mis libros y salir en televisión. En esa época me tuvieron que operar por motivos de salud y llamé al trabajo para pedir que no me convocaran para trabajar, ya que todavía no estaba físicamente recuperada.

Les envié un documento de un médico que certificaba que había sufrido una intervención quirúrgica y decía que evitara cualquier tipo de actividad física que conllevara mover levantar brazos y/o realizar esfuerzos con los mismos.

El inspector hizo caso omiso, y pese a acreditar mi estado físico, autorizó que me convocaran a trabajar en la semana que tenía planificada fiesta, en turno de noches.

Lo primero que pregunté esa noche cuando llegué al servicio, al mando que estaba de responsable,  era si faltaban efectivos en ese turno y él me contestó que no.

No me lo podía creer, me habían activado para patrullar por las calles, en mi semana de fiesta, pese haberles pasado un documento de un médico.

Estaban poniendo en riesgo mi integridad física y la de los compañeros, sin necesidad, en una unidad donde estar físicamente al 100% es vital, ya que en cualquier momento, te pueden requerir para que vayas a un servicio de riego, peleas, asalto a domicilio, etc.

Esa noche, en el trabajo sufrí un percance y tuve que ser atendida en urgencias.

Ese fue el inicio de mi pesadilla, después de eso le siguieron varios episodios más de acoso laboral que tuve que sufrir por parte de este mando. Mentalmente y físicamente, estaba agotada de tener que aguantar una situación así, cuando llegó la gota que colmó el vaso.

El inspector dirigió un escrito a Asuntos Internos, en el que explicaba, diversos temas y pedía que se investigara para que se me sancionara. Es como el que lanza distintas piedras al aire, esperando que caigan encima de la persona que ha puesto como diana.

Me llegó el escrito por email, me lo enviaba asuntos internos. Me quedé perpleja. Llamadme ingenua, pero sigo sin entender como alguien es capaz de mentir para perjudicar a otra persona. Resumiré algunos de los asuntos que mencionaba, para que veáis el aprecio que esta persona sentía por mi:

“Creo que asiste a programas de televisión sin el consentimiento del cuerpo”.
“Sube fotos a tiempo real en sus redes sociales, poniendo en riesgo a toda la unidad”.
“Sube contenido de fotos de la unidad ”.
Afortunadamente, el dicho “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo” es cierto. Pero en ese momento, ya no me quedaban fuerzas, necesitaba ayuda, por lo que activé el protocolo de acoso.

Hice un escrito en el que detallaba la mayoría de las acciones a las que me había visto sometida, bajo el mando de esta persona y aporté pruebas de cada una de ellas.

Mientras las escribía las lágrimas se me deslizaban por mi mejilla, todavía notaba el dolor que me había ocasionado cada una de sus acciones.

Estaba triste e indignada ¿Cómo era posible que esa persona fuera policía y encima inspector?



En mi redactado contesté punto por punto, las falsas acusaciones del inspector. Aporté el documento del Director General de la Policía donde me autorizaba a salir en los medios de comunicación.

Pedí, que revisaran mi cuadrante de trabajo, donde salían los días y las horas que había trabajado, para que vieran, que jamás había subido contenido a tiempo real.

Una de las fotos, que aportó el inspector en su escrito, estaba sacada de mis redes sociales y la añadía como si fuera una foto sacada de nuestra unidad, cuando se veía claramente que el material que llevaban puesto las personas de la foto, no correspondía al de nuestra unidad.

Francamente pensé que la división de asuntos internos rechazaría el escrito del inspector al leerlo, ya que se veía que era una persecución personal la que este mando me hacía.

El inspector se había inmiscuido en mi vida privada, había sacado fotos de mis redes sociales, mencionado entrevistas que había hecho de mi libro en la radio, etc.

Pero me equivoqué, si la situación que viví con el inspector, me pareció surrealista, lo que vino posteriormente, fue aún peor.

La división de asuntos internos estuvo durante más de 6 meses investigándome, analizando cada una de mis apariciones en radio, televisión, redes sociales, YouTube.

¿Qué buscaban?

Estaba claro, un motivo para sancionarme.

Y lo siguiente que me pregunté es ¿Ppor qué?

Y aunque es una hipótesis, puede que les molestara que mis ideas fueran diferentes a las suyas.

Asuntos internos ya se había convertido en el brazo ejecutor de la búsqueda de sancionar  a personas con cierta notoriedad que pensaran de manera diferente, yo era una de ellas.

Os facilito una foto sacada de su informe de más de 120 páginas, que refleja parte de la investigación que realizaron.



En ese momento salía en el programa de Hora Punta de Javier Cárdenas y entiendo que no sería de su agrado, puesto que después de su investigación, me aplicaron la sanción, sin cogerme declaración, sin opción a defenderme, solo querían que saliera de ese programa.

Vulneraron mi derecho de defensa.

Mi corazón se aceleró cuando leí la sentencia, notaba como las manos me empezaban a sudar. Me estaban acusando por dos faltas graves, una por aparecer en los medios de comunicación sin causa justificada y la segunda por ir como ponente a un simposio.

¿Pero cómo era posible?

Si para salir en los medios disponía de autorización del Director General de la Policía y lo del simposio fue a título personal. No podía ser cierto lo que estaba leyendo. Continué leyendo.

Estaba horrorizada, me imponían una sanción arbitraria, a la par que injusta, que no se ajustaba a los principios de legalidad, ya que no había cometido ninguna infracción. Tampoco se ajustaba al principio de proporcionalidad.

¿Qué pretendían con ello?

Dice la Ley que la sanción que se le debe imponer al infractor ha de ser la menos restrictiva, es decir la que menos le perjudique, si con ello se consigue el mismo resultado, que con la más restrictiva.

Pues bien, podéis juzgar por vosotros mismos, me castigaron con  mes y medio de suspensión de empleo y sueldo.

Lo que me ocasionó que tuviera que pedir dinero prestado a familiares, para poder pagar la hipoteca.

Pérdida de la plaza que tanto me había costado ganar en la ARRO.

Me prohibieron presentarme a cualquier concurso en los siguientes 6 meses. Me bajaron de categoría a Seguridad Ciudadana y me destinaron a otra comisaría alejada de mi domicilio donde tenía que recorrer una distancia de más de 90 km diarios.

Me quedé pálida, no había hecho nada ilegal y ellos lo sabían, con su firma me quitaban mi calma, mi vida, todo por lo que había luchado tanto de manera tan injusta.

Me puse a llorar, llamé a mi familia para explicárselo, pero tuve que colgar el teléfono, no me salían las palabras, tenía la voz quebrada y no podía  parar de llorar.


DAÑARON MI IMAGEN
Tuve que pasar el mal trago, de siendo inocente, tener que entregar la placa y mi arma, contener las lágrimas, por no alegrar aún más al inspector que me lo comunicaba, con una mirada altiva.

Dañaron mi imagen, empecé a recibir comentarios en las redes sociales, poniendo en duda mi buen quehacer ya que se habían enterado de lo de mi expediente.

No solo tuve que aguantar el acoso del inspector,  sino que a este se le añadió la persecución que sufrí, por una parte de la división de asuntos internos.

Respecto a la queja interna que puse del inspector, han pasado más de un año de aquello y  la división de asuntos internos, todavía no me ha llamado a declarar, pese a que tienen la obligación de investigarlo.

Yo tuve que cambiar de destino, mientras el acosador sigue allí, sin haber tenido que responder por sus actos.

He tardado casi dos años en poder hablar de este tema sin que se me salten las lágrimas.

Con el tiempo, lo he analizado fríamente y tengo claro, que su finalidad era la de arruinarme la vida, que cogiera baja por depresión y que desapareciera de su vista. Pero en los momentos más difíciles de tu vida, cuando te hacen tocar fondo, te das cuenta, de que los seres humanos somos más fuertes de lo que creemos. Nos os voy a engañar, consiguieron hundirme temporalmente, pero pude remontar gracias al apoyo de mis seres queridos.

En uno de los momentos más bajos, me hice dos preguntas que arrojaron cierta luz a mi estado de oscuridad ¿Olga, en serio con lo luchadora que eres vas a dejar que ellos te venzan? ¿Acaso tu desarrollo personal y profesional, depende de ellos o depende exclusivamente de ti?

Sabía la respuesta, siempre he luchado por conseguir mis metas y no iba a permitir que un grupo de personas, influyeran en mi futuro. Tenía claro, que mi desarrollo dependía exclusivamente de mi.

Ahora que casi he acabado el escrito seguramente os haréis varias preguntas.

¿Para que lo cuentas? Si parte del sistema falla o es corrupto, ¿cómo crees que lo vas a cambiar tú, una simple agente?

Esa misma reflexión me la hicieron mis familiares.

Pero creo que cada uno de nosotros tiene la obligación de aportar su granito de arena para que las cosas cambien.

El cuerpo de Mossos d’Esquadra, pertenece a cada uno de los efectivos que formamos parte de él y, por ello, debemos cuidarlo, respetarlo y dar a conocer situaciones como la mía, para evitar que se vuelvan a repetir.

Tened claro que, independientemente del cargo que ostenten, ellos son personas como tú y como yo, que deberán responder ante la ley por sus acciones.

Por último deciros que recurrí la sentencia de Asuntos Internos y tendré el juicio el 6 de mayo del 2020.

Estoy convencida de que se hará justicia y lo ganaré.

Gracias por leerme.
« Última modificación: 09 de Noviembre de 2019, 07:44:57 am por 47ronin »

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #813 en: 06 de Noviembre de 2019, 11:34:47 am »
En esta historia hay algo que no me termina de cuadrar . . .

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #814 en: 09 de Noviembre de 2019, 07:44:28 am »



La mosso Olga, la hija del policía nacional acosada por su jefe hasta dejarla sin arma y sin placa

La mediática policía catalana y escritora Olga Maeso, que colaboró en el programa "Hora Punta" de Javier Cárdenas, denuncia hostigamiento de un superior
9 noviembre, 2019 02:52

David López Frías @lopezfrias

Dice un proverbio japonés que “el clavo que sobresale es el que recibe más golpes”. Olga Maeso utiliza esta misma analogía para explicar su situación. Porque su perfil no es habitual dentro de los cuerpos de policía. Esta barcelonesa de 37 años, además de ser Mosso d’Esquadra, es escritora, profesora, tiene dos carreras y está estudiando la tercera.  Colaboró de forma puntual con medios de comunicación hablando de sus dos libros publicados, llegando incluso a aparecer en un programa de la primera cadena de TVE. Tiene éxito en redes sociales al haber sido conocida por su faceta de escritora.

Olga Maeso Bucher (Barcelona, 1981), esta mosso d'esquadra, ha decidido llevar su caso a la justicia, en lo que considera una situación de flagrante acoso que le ha llevado a ser objeto de expedientes disciplinarios en su trabajo. Su infierno empezó coincidiendo con sus cotas de máxima popularidad, y pudiera ser ese el motivo de fondo en todo este asunto.

¿Quién es Olga Maeso? Difícil resumirlo en poca palabras, por todo lo que abarca. “Soy una persona proactiva”, se define ella misma en una carta enviada a EL ESPAÑOL en la que relata su situación. Olga es agente de los Mossos d’Esquadra desde hace 10 años. Una vocación temprana y heredada, puesto que es hija de un agente de la Policía Nacional. Ha pasado por varias unidades, pero ahora tiene una plaza ganada en la ARRO (Área Regional de Recursos Operativos).
A la tele

Pero su perfil va mucho más allá. Es diplomada en Empresariales, licenciada en Administración y Dirección de Empresas, y actualmente estudia el grado de Psicología. Tiene su propia página web y es muy activa en redes sociales, en cuyas cuentas publica cosas tan diversas como explicar cómo vestirse para una entrevista laboral. Una persona que vio que la labor del policía no era lo suficientemente reconocida por la sociedad. Por eso escribió un libro titulado Confesiones de un policía. Un éxito que dio lugar a una secuela del mismo nombre.

Esa hiperactividad laboral la llevó a acabar en el mundo de la comunicación. Lo hizo de la mano de Javier Cárdenas, uno de los presentadores más exitosos de este país, cuando presentaba el programa Hora Punta en la franja de mayor audiencia. Allí, Olga, junto a otros profesionales de varios sectores, participó de forma puntual comentando noticias curiosas y hablando de sus libros.
Olga Maeso es una conocida youtuber

Olga Maeso es una conocida youtuber

“En ese momento, todo iba bien, estaba muy contenta en todos los aspectos de mi vida. A nivel personal, estaba enamorada y buscábamos tener un hijo. En lo laboral, tenía plaza ganada en la ARRO, una unidad en el que algunas de nuestras tareas eran hacer controles, patrullaje, asalto a domicilio, etc. Pero mi felicidad se vio truncada cuando empezó a acosarme laboralmente el inspector de esa unidad”, explica en una carta remitida a EL ESPAÑOL.
La intervención quirúrgica

Ahí empezaron sus problemas, coincidiendo con una intervención quirúrgica. “Coincidió con el momento que empecé a tener éxito con mis libros y salir en televisión. En esa época me tuvieron que operar por motivos de salud y llamé al trabajo para pedir que no me convocaran para trabajar, ya que todavía no estaba físicamente recuperada. Les envié un documento de un médico que certificaba que había sufrido una intervención quirúrgica y decía que evitara cualquier tipo de actividad física que conllevara mover levantar brazos y/o realizar esfuerzos con los mismos. El inspector hizo caso omiso, y pese a acreditar mi estado físico, autorizó que me convocaran a trabajar en la semana que tenía planificada fiesta, en turno de noches”, recuerda.
Olga perdió su plaza en la ARRO de Mossos d'Esquadra y fue sancionada

Olga perdió su plaza en la ARRO de Mossos d'Esquadra y fue sancionada

Lo primero que pregunté esa noche cuando llegué al servicio, al mando que estaba de responsable, era si faltaban efectivos en ese turno. Él me contestó que no. No me lo podía creer, me habían activado para patrullar por las calles, en mi semana de fiesta, pese haberles pasado un documento de un médico. Estaban poniendo en riesgo mi integridad física y la de los compañeros, sin necesidad, en una unidad donde estar físicamente al 100% es vital, ya que en cualquier momento te pueden requerir para que vayas a un servicio de riesgo, peleas, asalto a domicilio, etc”. Esa misma noche, Olga sufrió un percance y tuvo que ser atendida en Urgencias.

El inspector, cuenta Olga, dirigió una carta a la División de Asuntos Internos para pedir que la sancionasen. A ella le llegó la copia del texto por mail y recuerda algunos extractos que le afectaron especialmente: “Había frases como “Creo que asiste a programas de televisión sin el consentimiento del cuerpo”, “sube fotos a tiempo real en sus redes sociales, poniendo en riesgo a toda la unidad” o “sube contenido de fotos de la unidad ”. Yo me quedé perpleja. Llámame ingenua, pero sigo sin entender como alguien puede mentir solamente para perjudicar a otra persona”, explica Olga, que de inmediato activó el protocolo de acoso:
"Pone en riesgo a la unidad"

“Hice un escrito en el que detallaba la mayoría de las acciones a las que me había visto sometida, bajo el mando de esta persona y aporté pruebas de cada una de ellas. Contesté punto por punto las falsas acusaciones del inspector. Aporté el documento del Director General de la Policía donde me autorizaba a salir en los medios de comunicación. Pedí que revisaran mi cuadrante de trabajo, donde salían los días y las horas que había trabajado, para que vieran que jamás había subido contenido a tiempo real. Una de las fotos, que aportó el inspector en su escrito, estaba sacada de mis redes sociales y la añadía como si fuera una foto sacada de nuestra unidad, cuando se veía claramente que el material no correspondía al de nuestra unidad”, resume en su carta.
EN una de sus intervenciones en el programa Hora Punta de TVE

EN una de sus intervenciones en el programa Hora Punta de TVE

Esperaba Olga que desde Asuntos Internos desestimasen la denuncia de su superior, pero no fue así. Al contrario: “Estuvieron más de 6 meses investigándome, analizando cada una de mis apariciones en radio, televisión, redes sociales... ¿Qué buscaban? Estaba claro, un motivo para sancionarme. ¿Pero por qué?”, se pregunta Olga, que tiene una hipótesis: “Puede que les molestara que mis ideas fueran diferentes a las suyas. Asuntos internos ya se había convertido en el brazo ejecutor de la búsqueda de sancionar a personas con cierta notoriedad que pensaran de manera diferente, yo era una de ellas”, sentencia
Sanción sin declaración

“En ese momento salía en el programa de Hora Punta de Javier Cárdenas y entiendo que no sería de su agrado, puesto que después de su investigación me aplicaron la sanción sin tomarme declaración, sin opción a defenderme. Sólo querían que saliera de ese programa. Vulneraron mi derecho de defensa. Me estaban acusando por dos faltas graves, una por aparecer en los medios de comunicación sin causa justificada y la segunda por ir como ponente a un simposio. ¿Pero cómo era posible? Si para salir en los medios disponía de autorización del Director General de la Policía y lo del simposio fue a título personal”.

Aquello le acarreó una sanción de un mes y medio de empleo y sueldo, además de un cúmulo de represalias: “Tuve que pedir dinero prestado a familiares para poder pagar la hipoteca. Perdí de la plaza que tanto me había costado ganar en la ARRO. Me prohibieron presentarme a cualquier concurso en los siguientes 6 meses. Me bajaron de categoría a Seguridad Ciudadana y me destinaron a otra comisaría alejada de mi domicilio donde tenía que recorrer una distancia de más de 90 km diarios”.
Persecución

Olga tuvo que entregar entonces el arma y la placa, y dice que lo hizo con lágrimas en los ojos: “Dañaron mi imagen, empecé a recibir comentarios en las redes sociales, poniendo en duda mi buen hacer ya que se habían enterado de lo de mi expediente. No solo tuve que aguantar el acoso del inspector. También sufrí persecución por una parte de la división de asuntos internos. Yo puse una queja interna contra ese inspector. Pero ha pasado más de un año y todavía no me ha llamado a declarar, aunque tienen la obligación de investigarlo. Yo tuve que cambiar de destino, mientras el acosador sigue allí, sin haber tenido que responder por sus actos”.

La resolución sancionadora de la polémica División de Asuntos Internos ya está recurrida y el juicio lo tendrá el 6 de mayo del 2020. Olga ha decidido hacer público su caso ahora, que tiene fecha para el juicio. Será el próximo mes de mayo. De momento no quiere dar más detalles, más allá de los que ha especificado en su carta. Pero asegura que hace público su caso “porque cada uno de nosotros tiene la obligación de aportar su granito de arena para que las cosas cambien. El cuerpo de Mossos d’Esquadra pertenece a cada uno de los efectivos que formamos parte de él. Por ello debemos cuidarlo, respetarlo y dar a conocer situaciones como la mía, para evitar que se vuelvan a repetir", concluye Olga, que confía en que la justicia le dé la razón.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #815 en: 27 de Noviembre de 2019, 07:10:33 am »


La Policía Nacional carece de protocolo contra el acoso sexual en sus filas, denuncia el SUP
Redacción | lunes, 25 de noviembre de 2019, 18:43

A pesar de que casi la mitad de los agentes asegura haber vivido discriminación en función de su sexo, la Policía Nacional carece de un protocolo claro para el acoso sexual y el de acoso laboral no funciona, se queja el SUP, principal sindicato en la autonomía

El Sindicato Unificado de Policía (SUP) ha presentado este lunes en Pontevedra el "Informe sobre el clima laboral en la Policía Nacional", realizado por las Universidades de Vigo y de Santiago.

El informe aborda cuestiones como el acoso laboral o sexual desde la perspectiva de género analizando cualquier comportamiento verbal, no verbal o físico no deseado de índole discriminatorio, sexual, moral o institucional.

TIPO DE DESTINO

Según explicaba Carlos Ferro, docente de la Universidade de Vigo, este informe se ha realizado a partir de 200 preguntas que fueron respondidas por 170 personas durante más de media hora. El secretario general del SUP en Galicia, Roberto González, entiende que se trata de un estudio que refleja datos reales porque los participantes dedicaron tiempo a contestar a la encuesta y se realizó de forma "razonada".

Entre otros datos recoge que el 78,7% de los agentes declara no haber sufrido acoso pero el 48,8% sí confirma haber vivido de forma directa o indirecta diferencias de trato por razón de sexo. Además, el 68,3% considera que el género masculino o femenino del funcionario influye a la hora de acceder a determinados puestos de trabajo.

En esta línea, el 37,8% cree que sus compañeros tienen alguna ventaja por ser de otro sexo. Por último, en este apartado, el 42,5% afirma no haber tenido conocimiento de forma directa o indirecta de acoso laboral en la Dirección General de la Policía.



Al respecto, en el informe matizan en cuanto al acoso laboral/sexual que mientras que el 35,9% de los hombres sugieren que no han tenido conocimiento de forma directa o indirecta de acoso en la Dirección General de la Policía, el 54,2% de las mujeres indican que sí lo han tenido.

LOS POLICÍAS SE QUEJAN POCO ANTE SUS SUPERIORES

La secretaria provincial del SUP, Sandra Fernández, señalaba que se inician muy pocos trámites por casos de acoso o de discriminación, solo se han registrado 14 en cuatro años en todo el Estado y solo uno de estos casos de acoso laboral acabó en sanción.

A su juicio, esto provoca que sean pocas las personas de la Policía Nacional que se atrevan a denunciar. "Las compañeras cuando tienen una situación de discriminación prefieren cambiar de puesto de trabajo antes de iniciar el trámite porque normalmente no es favorable", ha indicado Sandra Fernández.

En este sentido Roberto González afirma que no funciona el protocolo de acoso laboral y el de acoso sexual no existe. González señaló que entre agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) o de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) perdura el miedo a denunciar estas situaciones por temor a sufrir represalias por parte de sus superiores.



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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #816 en: 19 de Enero de 2020, 08:06:01 am »
Donde no es todo oro lo que reluce...

Cuatro guardias civiles relatan los abusos en un cuerpo con un 6,7% de mujeres

Agentes de la Guardia Civil relatan en la Cadena SER su experiencia tras 25 años de servicio en los que han vivido situaciones de acoso laboral, ninguneo, malos tratos e intentos de agresiones sexuales

Las agentes piden mejorar el protocolo actual que les obliga a denunciar un caso de acoso ante el mando directo


Entrevista:
https://cadenaser.com/ser/2018/03/06/tribunales/1520347852_090817.html

Pilar Velasco
Madrid
07/03/2018 - 11:19 h. CET

La Guardia Civil no es el cuerpo con más facilidades para la incorporación y normalización de la mujer en puestos reservados a los hombres hasta hace pocas décadas. A pesar de los avances de los últimos tiempos, sólo el 6,7% de la plantilla son mujeres y en las escalas superiores hay una única teniente coronel en toda España. Además, una vez superadas las pruebas de acceso, se impone una realidad más dura: las dificultades para llevar a cabo el trabajo del día a día únicamente por su condición de ser mujer.

Para contarnos su experiencia han acudido a los estudios de la Cadena SER cuatro agentes de Madrid, Valladolid, Castellón y Salamanca con más de veinte años de experiencia en la Guardia Civil. Puedes escuchar la conversación completa (audio) y leer a continuación algunas de las vivencias de un diálogo en el que reconstruyen los episodios de acoso más duros de su carrera y recuerdan con humor la evolución en una plantilla donde hace veinte años no tenían ni siquiera indumentaria.

Acoso y discriminación por ser mujer

La agente Alicia Sánchez se hizo conocida al afrontar una instrucción por un delito militar por vestir su propio chaleco antibalas frente al oficial, que no se adaptaba a su anatomía y por tanto no la protegía. El chaleco era tan grande que le tapaba el arma, los grilletes y las herramientas de trabajo. "Cuando mi superior se da cuenta en mitad del control me llama aparte, me pregunta por qué no me lo he puesto y me abre un procedimiento judicial por insubordinación, lo que conlleva una pena mínima de seis meses de cárcel y un máximo de seis años". Alicia Sánchez pudo ir a prisión pero la causa se archivó. Aun así, fue sancionada con cinco días de sueldo.

Con dos décadas en el cuerpo, ya había denunciado al mismo superior en otra ocasión. En junio de 2013, un año después de que se incorporara como jefe de la compañía, registró una queja por discriminación sexual. "Hasta en tres ocasiones me dijo que no era capaz de hacer algo por ser mujer. Una de sus frases fue, si hay una pelea quédate en el cuartel por si te pegan". Los superiores metieron la queja en un cajón. "Pongo otra al General de la zona y tampoco ven discriminación. Viví un calvario. Me sentí perseguida" recuerda.

Alicia rememora también un intento de abuso sexual en su año de prácticas. “Yo era joven, tenía 20 años, y había un superior mío al que yo le debía de gustar. Antiguamente en los cuarteles dejábamos las llaves puestas en las viviendas. Un día se coló en la mía mientras salía del baño, me enganchó del brazo y me tiró de la toalla. Él tiraba por un lado, yo por otro, di voces. Me metí en la habitación y candé mi dormitorio con el pasador. Él se coló por el balcón. Los compañeros salieron, él se fue a su casa corriendo y ya está. Cuando se lo comuniqué al sargento me dijo que seguramente yo le gustaba al superior y no sabía cómo decírmelo y si denunciaba, seguramente no saldría de guarda profesional".

- Carmen, ¿tú has tenido un episodio parecido?

Nada más entrar. Me planteé seriamente dejarlo e irme a mi casa. Pensé, si esto es la Guardia Civil, no lo pensaba ni por asomo. Me destinaron a mí y a otra compañera a un pueblecito de Teruel, todo lo que habían allí eran hombres. De hecho en el pueblo estaban alucinados con ver mujeres guardias. Además, ahí plantadas con nuestras falditas, nuestros taconcitos, parecíamos dos floreros. El caso es que teníamos dos compañeros. El sargento que teníamos no se metía en nada, si nos violaban o si nos mataban, le daba igual, mientras no le diéramos problemas era suficiente.

Uno de estos compañeros estaba alcoholizado y cuando salíamos de servicio iba borracho. Su mujer estaba embarazada y en más de una ocasión le pegó. Una de las veces casi aborta, tuvo que venir una ambulancia al cuartel, un cristo aquello. Así que cuando me tocaba salir de servicio con él yo me negaba, no me iba a montar en el coche porque iba bebido y haciendo eses. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, y al final esos días él se esperaba hasta que se le pasaba un poco.

Pasó el tiempo, cogió confianza y te empezaba a decir que estabas muy buena o que vaya piernas que tenías. Al ser un entorno tan rural, casi todo lo que había era coto de caza. Un día se sobrepasó. Lo amenacé con el arma y le dije que o me quitaba las manos de encima o me lo cargaba. No sé ni cómo reaccioné. Me bajé del coche. Me volví a subir. Era o quedarme allí en el monte o ir en el coche con él. Volvimos al puesto y le montó un cirio al sargento diciéndole que si yo decía algo se armaba.

El sargento evitó ponerme más con esta persona y empezó a hacérselo a la otra chica. Sé que se lo hacía porque subía llorando casi todos los días. A mi marido, que entonces era mi novio, yo también le llamaba llorando todos los días. Me quería ir de ahí, quería pedir baja. Gracias a un sargento, que era una persona maravillosa, continué. No sin antes dar cuenta de todo esto. Llegó un momento en el que ya no pude más, concluye Carmen.

- ¿Del acoso sexual a los casos de moobing laboral?

Se quieren hacer los graciosos contigo, les replicas y ya van a por ti. Te dicen que lo haces todo mal, te quitan la calefacción del coche para que te mueras de frío y no lo puedes cambiar, empiezan a llamarte chivata, mala persona, te dicen que no sabes hacer ninguna diligencia. En mi caso, hubo un superior que siempre hacía comentarios del tipo 'las mujeres para mí solo sirven para follar y para fregar'. Y claro, yo me rebelaba, había más chicas allí, pero se callaban, también eran más jóvenes. Yo le decía, si no quieres estar aquí con nosotras vete que estábamos antes que tú.

Sé que a una de ellas le mandaba mensajes guarros por teléfono. Nunca quiso dar cuenta, pero ha llorado muchísimo, y terminó yéndose de allí. Pero es que llega un momento que dices ¿Por qué me tengo que ir yo si he llegado antes? Este es mi sitio, tengo aquí mi casa ¿Para qué esta persona no me acose me tengo que ir yo?

- ¿Los posibles casos de acoso sexual es algo que sucede cuando las agentes acaban de llegar?

Alicia continúa. "No, a día de hoy hay muchos casos, lo que pasa es que no se atreven a denunciarlo y salir a la luz. Hay mujeres veteranas que sufren acoso sexual. No puedo dar datos ni nombres, pero a día de hoy hay mujeres que llevan muchos años en la Guardia Civil y te toca un depredador y te tocó, tengas la edad que tengas. Lo que pasa es que actúas diferente con veinte años que con cuarenta".

Carmen sigue. "Cuando eres joven y acabas de llegar, entre que todo te asusta mucho, que no sabes cómo funciona el tema, no sabes qué hacer. Tienes miedo a que te expedienten, a que vayan a por ti. Habrá mujeres que no le ha pasado nada de esto, no dudo que haya sitios donde sí, pero te llega una persona de esta calaña y acaba con el sitio entero.
Querer ser "uno más"

Eva, destinada en Madrid con 17 años en la Guardia Civil, hoy en una especialidad de armas y hasta hace dos años en Seguridad Ciudadana, escucha impactada a sus compañeras. "No me han pasado casos tan fuertes como a Alicia y Carmen, pero dependiendo de algún compañero sí notas ese machismo con la mujer. En el puesto donde yo estaba, muchas veces hemos salido dos compañeras juntas y no lo veían bien, creían que no íbamos a ser capaces de enfrentarnos a cualquier problema. En la Guardia Civil no todo es fuerza física, a veces hablando con el ciudadano evitas muchas situaciones.

Y recuerda. "Hace poco, en una detención a una persona en un estado de drogadicción muy alto, nos agredió y terminamos rodando por el suelo. Al final lo detuvimos sin problemas, podía habernos lesionado como a un compañero más porque su estado era muy agresivo, pero como a uno más".

Silvia, la más veterana, es de la cuarta promoción y ahora destinada en el Seprosa de Valladolid. "Lo que están contando mis compañeras lo conocemos todas. Otra cosa es que se denuncien los casos o lleguen a algún sitio. Treinta años después, vas a una ciudad donde no están acostumbrados a ver a las mujeres guardias y se siguen quedando alucinados, como si vieran a un extraterrestre. Hemos evolucionado en muchísimas cosas y en otras seguimos estancadas".

Silvia explica la actitud de muchos de sus compañeros en los veinticinco años que lleva de servicio. "O te encontrabas el típico que se creía que era tu padre, o el que dice mejor quédate aquí que ahora salgo yo. Y una de dos, o estás ejerciendo un paternalismo conmigo, malentendido porque no lo necesito, o me estás ninguneando o menospreciando como persona. Eso sigue ocurriendo incluso con compañeros de tu misma edad".

Alicia responde. "¿No os ha pasado nunca…? Yo trabajaba en el aeropuerto, en Palma de Mallorca, y escuchar ‘Dile a la niña que baje que hay que cachear a una señora’ ¿La niña? La niña llevaba una pistola en la cintura".

Carmen continúa. "A mí también me pasó cuando estábamos en la localidad de Rosas. Tuvimos una revuelta, necesitaban apoyo y nos llamaron a un montón de unidades. Estaban repartiendo cascos y escudos y yo era la única mujer, se me quedó mirando el capitán y me dijo, a ti no te voy a dar escudo, tú te quedas ahí detrás no vaya a ser que te peguen".

Silvia hace hincapié en las dificultades ante casos de acoso para interponer quejas o denuncias. "En estos treinta años ha habido casos suficientes para que hubiera un protocolo específico y externalizado. El protocolo de la Guardia Civil si tienes un problema de acoso sexual o laboral a quien le tienes que trasladar ese problema inmediato es al mando, precisamente quien puede estar produciendo o encubriendo ese acoso. Y la mayoría se calla por eso, como no hay ninguna vía para poder solucionarlo, puedes agravar el problema. O lo que decía Carmen, pedir otro destino..."

Para Carmen no es la víctima quien tiene que marcharse. "Cuando tienes una familia, una casa, unos colegios, unos niños… dónde vas, si fueras tu sola, coges y te vas. Pero cuando te encuentras en una situación en la que no puedes irte, qué haces".

"Parece que casi siempre, digo casi siempre porque no es en todas las situaciones, eres tú la que provoca, que te los estás tomando muy a pecho, o que no te ha querido decir eso, estás muy sensible y te lo has tomado de esa manera… A lo mejor sí, pero otras no. A lo mejor no soy yo la culpable porque no es a mí únicamente a la que le está pasando. El mutismo que quieren imponer, el acallarlo, no entiendo por qué. Estamos viendo que ahora mismo están saltando casos de acoso en todas las esferas sexuales, dentro del cine, presidentes de Gobierno… Pues si está pasando vamos a atajarlo y solucionarlo, no silenciarlo, que parece que es lo que quieren hacer aquí."
¿Dónde está la brecha salarial?

Las agentes defienden que en la Guardia Civil no hay brecha propiamente dicha al tratarse de escalas oficiales, sin embargo, cuando empiezan a tener hijos, dejan automáticamente de ascender. Según Eva, "ese paso cuesto hasta que los hijos se hacen mayores, cuando quieres darlo o ya te ves mayor o ya cuesta. Que tu pareja o tu marido se haga cargo de los hijos es imprescindible, que el hombre de un paso a un lado y apueste por el ascenso de su pareja. La mayoría estamos en la parte baja porque las circunstancias mandan. De hecho, solo hay una teniente coronel en la Guardia Civil, ojalá se ascienda más porque es necesario. Tenemos diferente forma de empatizar y llevar el mando".

Para Silvia, la brecha salarial que existe es indirecta. "En la medida en la que la mayoría de las reducciones de jornada son de mujeres y las especialidades también son ocupadas por hombres, acaban ocupando los puestos de más salario ellos".

Silvia se hace una pregunta de mayor calado ¿Facilita la Guardia Civil la incorporación de la mujer? "Después de 30 años no llegamos al 6,7% de plantilla. Dicen que hemos entrado tarde pero la Policía Nacional lo hizo diez años antes y están casi en el doble; en el Ejército, y ambos pertenecemos al ministerio, nos triplican. Esta mañana hemos escuchado en una ponencia que la Guardia Civil no debe ser atractiva para las mujeres, yo tengo otra opinión, la Guardia Civil no quiere a las mujeres".

Si se presentan todos los años a las oposiciones un 22% y solo llega a hacer el curso de capacitación un 6% cada año, si treinta años después seguimos en las mismas cifras es que la Guardia Civil no quiere que la mujer esté en el cuerpo, no hay otra explicación. No es una cuestión de que no pasemos las pruebas, hay un cupo vedado y no entramos, continua.

Para Alicia "Hay una criba y no sabemos dónde está. Creemos que está en la entrevista psicológica porque los conocimientos y la física lo pasamos".
Armas en bandoleras

Otro asunto crucial es el material de trabajo. Las agentes recuerdan, entre risas, la evolución de indumentaria femenina. "La ropa que nos dieron cuando empezamos era muy ridícula, hay que decirlo (risas). Teníamos una faldita-florero, una falda pantalón con tacones y un bolso de bandolera que yo guardo todavía. Sal así corriendo detrás de un chorizo".

O cuando te quedas embarazada, recuerda Carmen. "Me dieron un traje que era, como si tuviera obesidad mórbida, mi sargento cuando se lo enseñé, me dijo, no te irás a poner eso, casi prefiero que no trabajes".

Silvia también tuvo a su primer hijo con la indumentaria oficial de los noventa. "Entonces no existía el pichi y me tuve que arreglar una chaqueta y un pantalón de mi marido que medía 1,90 cm y pesaba 100 kilos".

"Yo me acuerdo que en el aeropuerto de Palma venían los alemanes y te señalaban con el dedo" apunta Alicia en referencia al pichi con bandolera. "Ahora nos reímos, y yo me he reído porque hay que aprender a reírse, pero hemos pasado lo nuestro…".

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #817 en: 19 de Enero de 2020, 08:17:40 am »
Las mujeres sólo sirven para follar y para fregar...


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #818 en: 20 de Enero de 2020, 06:25:27 am »
Estoy seguro que la entrevista ha escocido "en los altos y también en los bajos instintos" de la GC....pero ahora toca a todos.




Cuando el acosador lleva uniforme: la Policía y Guardia Civil solo investigan una de cada cuatro denuncias internas

Defensa admite que el protocolo por hostigamiento de carácter sexual ha sido activado 91 veces en tres años, lo que supone una notable intensificación de estos episodios frente a las 174 denuncias de los doce ejercicios anteriores, dos tercios de las cuales fueron desestimadas.

zaragoza
17/01/2020 07:32 Actualizado: 17/01/2020 07:32

EDUARDO BAYONA @e_bayona

¿Quién investiga a un sospechoso de acoso sexual y/o laboral cuando este lleva uniforme? A menudo, nadie: menos del 20% de las denuncias por hostigamientos de uno de los dos tipos que se dan dentro de las plantillas de las fuerzas de seguridad españolas da lugar a la activación de los protocolos para aclarar lo ocurrido, según admite el Ministerio del Interior en la respuesta a una consulta tramitada a través del Portal de Transparencia.

El volumen de denuncias por episodios de uno de los dos tipos de acoso (los datos de Interior no los discriminan) se sitúa ligeramente por debajo de la treintena anual en el Cuerpo Nacional de Policía, mientras que en la Guardia Civil alcanza una cadencia de algo más de 35, unas frecuencias que resultan cuando menos sorprendentes por tratarse de dos colectivos que tienen el mantenimiento de la legalidad entre sus principales cometidos.

En el caso de la Policía, el número de denuncias internas por algún tipo de acoso entre miembros del cuerpo entre 2015 y 2019 asciende a 142, cifra que incluye las presentadas por personal tanto funcionario como laboral, aunque de ellas solo 44, el 30,98%, dieron lugar a la activación del protocolo para investigarlas y, en su caso, activar un proceso disciplinario o judicial.

El grueso de los denunciantes, 102, corresponde a miembros de la escala básica (agentes y oficiales), mientras diez proceden de la de Subinspección (subinspectores) y 19 de la ejecutiva (inspectores e inspectores jefe. Ningún policía asignado a la escala superior, la de los comisarios, denunció en esos cinco años haber sido victima de situaciones de acoso.

En cuanto a los denunciados a los que les fue aplicado el protocolo, también la mayoría formaba parte de la escala básica, 31, por dos y cuatro de las de subinspección y la ejecutiva. En ningún caso se iniciaron actuaciones contra un integrante de la superior

Menos de un 6% de sanciones en la Guardia Civil

En la Guardia Civil las denuncias son algo más frecuentes que en la Policía y la activación de los protocolos menos habitual, según indican los datos facilitados por Interior, que refieren 141 “incidencias” en cuatro años de los que “solo 18 han reunido los elementos exigidos para amparar la tramitación de expedientes disciplinarios”.

Es decir, que en el instituto armado acaban siendo investigados el 12,7% de los casos que se denuncian, apenas uno de cada ocho. Y de estos, solo acabaron “finalmente con responsabilidad disciplinaria” ocho, menos de la mitad de los que generaron expedientes y ni siquiera el 6% de los señalados por las víctimas.

También en la Guardia Civil el grueso de los denunciantes procede del estrato inferior del escalafón, con 130 cabos y guardias por solo siete suboficiales (sargentos, brigadas y subtenientes) y cuatro oficiales (teniente, capitán, comandante y teniente coronel). Tampoco en este caso se registraron incidentes con los mandos (coroneles y generales) como víctimas.

Treinta casos por año en el ejército

La incidencia del acoso sexual alcanza la treintena de casos al año en las fuerzas armadas, donde desde 2011 el hostigamiento laboral no existe oficialmente entre militares por decisión de la Subsecretaría de Defensa. En cualquier caso, solo los episodios de carácter lúbrico alcanzan en el ejército una frecuencia similar a la suma de estos y los de tipo laboral en las fuerzas de seguridad.

Según indica otra respuesta de Transparencia, en este caso del Ministerio de Defensa, que matiza que “no hay constancia de ninguna denuncia por acoso laboral cursada por un militar contra un civil”, entre enero de 2016 y diciembre de 2018 “el protocolo de actuación frente al acoso sexual y por razón de sexo en las Fuerzas Armadas se activó en 91 ocasiones, una por cada una de las víctimas y presuntas víctimas”.

La distribución de las víctimas por rango es similar a la de las fuerzas de seguridad: 60 entre la tropa y la marinería, diez suboficiales y seis oficiales, aunque con el añadido de quince alumnos de academias militares y centros de formación.
Por tipo de cuerpos, más de dos tercios (67 de 91) se concentran en el ejército de Tierra, por quince en el del aire y ocho en la Armada, a los que se añade un caso en los llamados cuerpos comunes, que engloban a los juristas, los sanitarios, los interventores y los músicos.
Entre el doble y el triple de denuncias entre militares

Ese volumen de activaciones del protocolo, que luego se derivan a la vía disciplinaria o a la penal, salvo que sean archivadas, supone un notable aumento de los episodios de acoso que llegan a ser investigados en relación con el periodo 2004-2015, el inmediatamente anterior a la puesta en marcha de ese sistema.
Según el Observatorio de la Vida Militar, en esos doce años “se recibieron 174 denuncias sobre acoso y se abrieron 128 diligencias previas de este tipo de delitos o faltas”, lo que arroja una frecuencia de entre la mitad (14,5 por año) y menos de la tercera parte (9,1) de la actual en función de qué dato se utilice como referencia.

Casi el 90% de las denunciantes eran mujeres, que también volvieron a suponer una clara mayoría entre las víctimas en años posteriores a los del informe.

Otra cosa es el resultado de esas investigaciones. “De estas 128 diligencias previas, 110 fueron archivadas, 7 se remitieron a la autoridad disciplinaria y 11 fueron inhibidas a otros órganos”, señala el informe del observatorio, que añade que “de los 46 procedimientos penales seguidos se produjeron 22 condenas (12 por acoso sexual, 1 por acoso por razón de sexo o género y 9 por acoso profesional)”.
"Se aplica de una manera errática"

"El protocolo de acoso sexual se activa de una manera muy errática", señalan fuentes de la asociación de militares Cuestión de Justicia y Honor, que critican que "Defensa anunció hace unas semanas que va a poner en marcha otro sobre el acoso laboral, pero mientras tanto se niega a aplicar el que ya está homologado por la Administración General del Estado”.

Desde Red 45+ se pronuncian en el mismo sentido. "La Guardia Civil, que es un cuerpo policial militarizado y que también depende de Defensa, sí dispone de un protocolo para actuar ante casos de acoso laboral ¿Por qué no se aplica en el ejército?”, indican fuentes de esta entidad.

Ambas asociaciones coinciden también en destacar que "la mayoría de los casos tienen como víctimas a la tropa y como denunciados a sus superiores, pero en ocasiones el ejército llega a proteger al presunto acosador en lugar de al denunciante".



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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #819 en: 01 de Marzo de 2020, 07:26:02 am »

La Audiencia absuelve al exjefe de la Policía Local de Alcoy de los delitos de acoso y lesiones

La sala no estima que los actos del acusado contra otro mando integren el carácter de gravedad, hostilidad y humillación requeridos
m. vilaplana 27.02.2020 | 23:01

La Audiencia Provincial de Alicante ha absuelto a José Luis Guerrero, exjefe de la Policía Local de Alcoy, de los delitos de acoso y lesiones a los que fue condenado.
La sala no estima que los actos protagonizados contra otro mando, Carlos Martín, integren el carácter de gravedad, hostilidad y humillación requeridos para poder ser considerados una ofensa a la dignidad.

Tal y como se informó en su momento, el Juzgado de lo Penal número 9 de Alicante condenó a José Luis Guerrero a indemnizar con 23.341 euros al que había sido su antecesor en el cargo, Carlos Martín, por sendos delitos de acoso y lesiones. Los hechos se remontan a 2013, cuando según rezaba la sentencia, Martín fue relegado al desempeño de meras funciones administrativas, impropias de su rango, cuando había obtenido mediante oposición el cargo de intendente.

Con todo, el acusado presentó recurso ante la Audiencia Provincial por medio de su letrado José Díaz, con el resultado de la absolución de los delitos que se le imputaban. El fallo no estima que «los actos mencionados en la sentencia y enumerados en los hechos provados que fueron protagonizados por el acusado integren el carácter de gravedad, hostilidad y humillación que exige el precepto para poder ser considerados una ofensa a la dignidad».

Respecto a la sustitución en la jefatura de la Policía Local de Carlos Martín, quedando relegado a ámbitos administrativos, la Audiciancia señala que dichas actuaciones «no puede compartirse que resultaran conductas gravemente hostiles o humillantes». De la misma forma, añade, la anulación de las órdenes impartidas por el querellante en la primera semana de diciembre de 2013 «puede verse como un nuevo episodio de ineficaz coordinación en la jefatura o, incluso, de limitación de las funciones que se pretendían ejecutar por el querellante, pero no son ni por su fondo ni por su forma humillantes».

El fallo insiste a la hora de señalar que «no se estima, en fin y a la vista de la heterogeneidad de las diversas conductas de que se trata, que exista una reiteración de conductas hostiles en el contexto de directa relación personal entre querellante y querellado (que ha de recordarse que compartían rango profesional de intendente en el momento de los hechos) que pueda entenderse relevante para justificar la apreciación de una pauta de conducta que integrase el comportamiento típico».

En relación al trastorno adaptativo secundario a estrés laboral del que fue tratado médicamente Carlos Martín, la Audiencia indica que «por más que pueda estimarse valorable el testimonio del médico que atendía al querellante, es necesaria su corroboración por otros medios objetivos y, singularmente y en cuanto a su vinculación causal con hechos concretos, la pericia de los médicos forenses».

Por todo ello, la sala entiende que «procede la estimación del recurso interpuesto por error en la valoración de la prueba y vulneración de la presunción constitucional de inocencia, absolviendo al acusado de los delitos imputados». Contra esta sentencia no cabe recurso ordinario alguno.

Cabe recordar que este caso también provocó un rifirrafe político, al exigir el PP responsabilidades al gobierno municipal socialista tras la primera sentencia. El ejecutivo, por su parte, culpaba a los populares de estas situaciones por la gestión llevada a cabo por los anteriores gobiernos de este partido.